8
Un silencio profundo descendió de pronto en el sótano del club, iluminado pobremente por velas y luces de linternas. Un silencio terrible. Completo.
El monstruo se había alejado ya.
Zayn estaba sentado en el banco que unas almas caritativas le habían dejado cuando bajó las escaleras cargado con Liam.
El Omega estaba tumbado a su lado, muy pálido e inmóvil, con la cabeza manchada de sangre apoyada en el regazo del Alfa. Alguien le había pasado un paño limpio de cocina y Zayn lo apretaba en la herida de la sien de Liam y lo veía mancharse lentamente de rojo.
Se dijo que el flujo empezaba a hacerse más lento, pero no podía estar seguro de que fuera cierto.
Brody, de pie al lado del banco, sostenía la mano floja de Liam con rostro serio. Los padres de Liam, Landon y Dirk se hallaban a poca distancia, todos silenciosos.
—Ya ha pasado —dijo alguien en medio del silencio.
Y de encima de ellos llegó un crujido lento y doloroso. Algo cayó con un golpe seco.
—¡Oh, santo cielo! —gritó una Omega.
—¿Qué ha sido eso? —preguntó un Alfa.
No le contestó nadie, porque nadie lo sabía.
Zahir sacó un teléfono móvil del bolsillo interior de su chaqueta y probó a marcar.
—No funciona —dijo—. Supongo que el tornado ha tirado algunas torres —miró al director del club—. ¿Tienen línea de tierra aquí abajo?
Una de las damas de honor habló cerca de una pared, donde empezaba a entrar agua procedente de las tuberías rotas de arriba.
—Aquí hay un teléfono —levantó el auricular y se lo acercó al oído. Negó con la cabeza—. No hay línea.
Muchas personas probaban ya con sus móviles... pero sin resultado.
—Está bien —dijo Zahir—. Vamos a ver cómo podemos salir de aquí.
Eligió a un par de Alfas fuertes y subieron los tres las escaleras. El director del club y dos de los empleados fueron en dirección contraria, hacia la entrada exterior, una puerta de acero montada en cemento y a la que se llegaba por un pasillo subterráneo que se alejaba unos diez metros del edificio del club.
Zayn no se movió del sitio, en ese momento sólo le importaba el Omega inmóvil que tenía en los brazos. Miró su rostro quieto y por primera vez se le ocurrió pensar en un médico.
¿Qué demonios le pasaba? Tenía que haber pedido un médico en cuanto llegó allí con él. Levantó la vista.
—¿Dónde está el doctor Flannigan?
El padre de Liam lo miró sorprendido.
—El médico. ¿Por qué narices no se me ha ocurrido antes? —levantó la voz todo lo que pudo—, ¡Doctor! Necesitamos al doctor Flannigan aquí.
La voz se corrió por las habitaciones desnudas del sótano.
—Doctor Flannigan.
—¿Alguien ha visto al doctor Flannigan?
—Doctor Flannigan. Lo necesitan en la parte delantera.
Un par de minutos más tarde llegaba hasta ellos el doctor, un hombre Alfa alto de pelo gris. Miró al Omega y entregó su chaqueta a Brody.
—¿Puedes cuidármela y apartarte un poco?
Brody dejó con cuidado la mano de su padre, tomó la chaqueta y se apartó de mala gana. Zayn lo miró y pensó que era un niño maravilloso. Con sólo diez años era capaz de mantener la compostura con un edificio derruido encima de ellos y su padre inconsciente y cubierto de sangre.
—Gracias —el doctor le dedicó una sonrisa de aliento y se arremangó la camisa. Miró a Zayn—. ¿Respira con normalidad?
Por lo que yo sé, sí.
—Hijo —dijo el doctor con paciencia—. Con la cabeza en tus rodillas siempre hay restricción de los conductos de aire...
Zayn se levantó con cuidado y colocó la cabeza de Liam en el banco, sin dejar de aplicar una leve presión en la herida.
—¿Alguna herida más aparte de la de la cabeza? —preguntó el médico.
—Creo que no. Pero había muchos objetos volando; puede que tenga moratones y algún corte.
—¿Pero nada importante aparte de la brecha en la cabeza?
Zayn frunció el ceño.
—La cocina era un infierno. No puedo estar seguro.
—Vamos a echar un vistazo, ¿de acuerdo? —el doctor miró por encima del hombro—. Acerquen esa linterna y tráiganme toallas limpias, por favor. Y algo para cubrirlo.
El hombre de la linterna se acercó y la sujetó en alto. Dos Omegas se alejaron, presumiblemente en busca de las toallas y la manta.
El doctor Flannigan examinó la herida y Zayn vio que, efectivamente, el flujo de sangre había disminuido. El médico tomó el pulso a Liam y le levantó los párpados uno por uno.
Zahir y sus dos acompañantes volvieron en ese momento de la escalera.
—Esa salida está muy bloqueada —dijo con una mueca—. No va a ser fácil abrir un paso por ahí.
Molly, que estaba cerca de la pared, se acercó a su Alfa y le dio la mano. Zahir adivinó, por su expresión, que pensaba en sus bebés y confiaba en que estuvieran a salvo con la niñera en el sótano del Doble Z. Zahir levantó sus manos unidas y besó los dedos entrelazados con los suyos.
Volvieron las dos Omegas con un montón de toallas de bar, unos manteles doblados y un tazón de agua.
—Agua —dijo el médico—. Maravilloso.
—Hay una lavandería pasillo abajo —dijo una de las mujeres—. El grifo del fregadero funciona.
—Excelente —el doctor mojó una toalla—. Veamos si podemos examinar mejor esto... —limpió la sangre encima de los ojos de Liam.
Entonces volvió el director del club desde la otra dirección.
—¿Y bien? —preguntó Zahir.
El director se atrevió a sonreír.
—La salida exterior está despejada. Podemos salir sin problemas. Además, hay helicópteros en el aire y hemos oído sirenas. Viene ayuda.
El personal de la ambulancia bajó por el pasillo de la salida exterior para llevarse a Liam. Lo cargaron en una camilla, lo sacaron y lo metieron en la ambulancia para llevarlo al Tate Memorial, un hospital al que el viejo Zacher había donado mucho dinero y que contaba con sala de Urgencias bien equipada y un cirujano con mucha experiencia en heridas en la cabeza.
Zayn insistió en subir a la ambulancia y nadie, ni Heck ni Enid ni Landon, discutieron su derecho a ir con Liam.
Antes de subir al vehículo habló con Brody.
—Tu padre se pondrá bien.
El niño parecía pequeño y perdido allí de pie en la oscuridad bajo la lluvia que caía delante del edificio derruido de lo que había sido el club.
—¿Cómo puedes estar seguro? —preguntó con aire de duda.
Zayn consiguió sonreírle.
—Confía en mí. No dejaré que le pase nada.
Brody se adelantó y se abrazó con fuerza a su cintura.
—¿Lo prometes? —preguntó.
Zayn le devolvió el abrazo con un nudo en la garganta y sorprendido por la fuerza de los brazos que lo rodeaban. Tosió para vencer la emoción.
—Claro que sí. Te lo juro.
—Señor Malik —llamó uno de los técnicos de la ambulancia desde la puerta abierta de ésta—. Tenemos que irnos.
Brody se apartó y se limpió la nariz con el dorso de la mano.
Heck, que estaba a poca distancia con Enid, Landon y Dirk, se adelantó y pasó un brazo por los hombros del chico.
—Nos veremos en el hospital.
Zayn asintió con la cabeza, subió a la ambulancia y miró a la familia de Liam. Estaban empapados y el hermoso traje blanco de Landon se había manchado por el barro. Brody, Heck y Dirk iban sin chaqueta y llevaban la corbata torcida y las camisas fuera de los pantalones. Enid era la única que lloraba en silencio y las lágrimas se mezclaban con la lluvia en sus mejillas.
Cerraron las puertas y la ambulancia se puso en marcha. Zayn procuró no molestar en el espacio cerrado. Los técnicos betas atendían al paciente, limpiaban la herida y revisaban sus constantes vitales.
El Alfa los miraba y se sentía algo más tranquilo.
Uno de los betas le dijo que el club, situado al sur del pueblo y rodeado por un campo de golf, pistas de tenis, piscina y hectáreas de terreno abierto, era la única estructura que había resultado afectada y, por lo que sabían, Liam era el único herido.
A mitad del recorrido, el milagro por el que rezaba Zayn se produjo al fin.
Liam soltó un gemido y abrió los ojos. Y el Alfa lo recibió con una sonrisa.
—¿Zayn? — el Omega parpadeó, se lamió los labios e intentó levantar la mano donde le habían puesto una vía. ¿Qué...?
—Tranquilo, Mr. Taylor.
Zayn colocó una mano en la camilla. —Te has dado un golpe en la cabeza, pero te pondrás bien.
—¿Brody? —preguntó Liam débilmente.
—A salvo —dijo el Alfa—. Está con tu familia. Y por lo que sabemos, no hay nadie más herido.
—Bien —susurró el Omega—. Bien.
Tres horas más tarde, cerca ya de medianoche, Zayn, Landon y Dirk estaban sentados en la sala de espera del hospital. Heck y Enid habían llevado a Brody a casa, pero Landon, vestido todavía de novio, había insistido en no moverse de allí hasta que supiera que Liam estaba bien. Y Dirk no se apartaba de él.
Zayn estaba sentado enfrente de los recién casados con los codos apoyados en los brazos del sillón, con un vaso de café y las piernas estiradas ante sí. Se miraba lo zapatos sucios sin verlos. No veía ni pensaba nada que no fuera Liam.
Después de despertarse en la ambulancia, el Omega se había mantenido consciente, lo cual era buena señal según los médicos. Desde su llegada allí le habían hecho una ecografía y no habían encontrado señales de fractura de cráneo ni de hematomas subdurales; no había sangre en el cerebro que pudiera causar hinchazón y daños cerebrales.
Le habían dado puntos en la herida, pero el médico había dicho que se mostraba muy optimista. Lo retendrían veinticuatro horas en observación y, si no había complicaciones, lo dejarían marchar al día siguiente por la mañana.
Mientras Zayn se miraba los zapatos allí sentado, el personal del hospital trasladaba a Liam a una habitación de planta. Cuando estuviera instalado, Zayn pensaba entrar a verlo con Landon una vez más. Si tenía suerte, quizá incluso le dejaran pasar la noche en una silla en su cuarto. Tomó un trago del café amargo y se miró de nuevo los zapatos.
Estaba más seguro que nunca de que Liam era el Omega indicado para él y esa certeza lo maravillaba, pues hasta Liam, no había estado seguro de casi nada.
Landon se desperezó y bostezó enfrente de él. Se inclinó a Dirk y le susurró al oído. Dirk lanzó un gruñido y Landon miró a Zayn y asintió con la cabeza.
—Sí, sé que tengo razón...
El pelinegro se enderezó en su sillón y tomó otro sorbo de café.
—¿Qué?
Landon apoyó los codos en las rodillas y se echó hacia delante. Lo miró con aquellos ojos miel idénticos a los de Liam y que, sin embargo, resultaban a la vez tan distintos.
—Ya sé que es una pregunta tonta teniendo en cuenta las circunstancias, ¿pero estás enamorado de mi hermano?
Así era Landon, le gustaba ir al grano de las cosas. Zayn abrió la boca para decir que sí, pero lo pensó mejor. Le parecía erróneo hablar con Landon de lo que sentía. Era a Liam al que debía decírselo.
Y lo haría en cuanto él Omega se encontrara mejor.
—Bueno, ¿lo estás? —insistió Landon.
Dirk se movió en su silla.
—Cariño, déjalo en paz.
Landon se volvió hacia su Alfa.
—Es mi hermano y quiero saberlo. Además, si Liam se casara con Zayn, volvería al pueblo —miró de nuevo al frente—. Por si te interesa, quiero que sepas que yo estoy a favor.
—Cariño... —protesto Dirk.
Landon le dedico una de sus sonrisas más dulces.
—¿Qué pasa, amor mío?
Dirk se inclino y le dio un beso en la nariz. —Algunas cosas no son asunto tuyo.
Landon suspiro y se hundió de nuevo en la silla. —Supongo que tienes razón.
Aquello sorprendió a Zayn. El Landon que él había conocido jamás habría permitido que un Alfa le dijera que algo no era de su incumbencia. Al parecer, el verdadero amor lo había cambiado de verdad. O quizá sólo había madurado.
— Liam se pondrá bien —dijo Landon—. Y eso es lo que importa, aunque vuelva a San Antonio y no lo vea hasta que vaya a visitarlo—apoyó de nuevo los brazos en las rodillas y miró a Zayn con la barbilla en las manos—. Y tú les has salvado la vida a Brody y a él y mi familia tiene una gran deuda contigo. Y aunque no sea asunto mío, he visto que Liam y tú habéis estado juntos toda la tarde y que lo habéis pasado bien...
—Landon... —lo interrumpió Dirk.
El Omega le dio una palmadita en el brazo.
—No te preocupes, no voy a insistir —miró a Zayn—. Pero después de todo lo que has hecho hoy, quiero que sepas que lamento lo que Liam y yo te hicimos la noche de la graduación —vio que Zayn lo miraba sin comprender—. ¿No te lo ha contado Liam?
—¿Qué me hicieron? —preguntó Zayn con cautela.
—¡Oh! —parpadeó Landon—. ¿No te lo ha dicho?
Dirk lanzó un gruñido. —¿De qué estás hablando ahora?
Landon miró a Zayn y luego a su marido. —¡Oh, Señor! Creo que he metido la pata.
—¿Por qué? —preguntó Dirk.
Landon se ruborizó. Se enderezó en la silla y agitó las manos en el aire.
—Oh, bueno, no es para tanto. Después de todo, hace muchos años de eso y todos éramos muy jóvenes y tontos. Pero Zayn, tú y yo habíamos terminado y yo sentía que tenía que ir a la fiesta. Hasta estaba propuesto como príncipe del baile. Así que sentía que tenía que ir pero no me apetecía nada. Y el acompañante de Liam se puso enfermo y él sí quería ir y...
Zayn empezaba a entenderlo y no le gustaba. Miró a Landon con incredulidad.
—Y míralo de este modo —siguió diciendo Landon—. Aunque Liam no te lo haya dicho todavía, lo que hicimos no tiene nada de malo, ¿verdad? Oh, no sé por qué le doy tanta importancia. Fue una travesura de adolescentes, algo de lo que nos arrepentimos tanto Liam como yo. Ah, y espero que nos perdones a los dos.
Zayn no habría podido contestar aunque hubiera querido.
—Lan, cariño, me he perdido. ¿Puedes ser más claro? —le pidió Dirk.
El Omega lo miró.
—Liam y yo nos cambiamos la noche del baile de graduación. Yo me quedé en casa y me hice pasar por él y él se puso mi traje y fue al baile con Zayn en mi lugar.
—¡Vaya, que me condenen! —Dirk miró a Zayn—. ¿Y tú no te diste cuenta?
—Me temo que no —consiguió contestar el Alfa con una voz tranquila que no traicionaba el torbellino emocional que tenía lugar en su interior. Al mismo tiempo, la última pieza del puzzle empezó a dar vueltas en su mente antes de encajar limpiamente en su sitio.
La última pieza tenía la cara de Brody.
¿Qué les pareció? Finalmente se ha enterado....✨
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