7
—Escucha.— Liam se acercó más a Zayn—. ¿Lo oyes?
En la distancia, al norte, más allá de los robles azotados por el viento, sonaba la sirena de tormentas del pueblo.
Liam palideció.—¡Oh, Dios mío! Brody...
—Tranquilo —le aconsejó Zahir—. De momento es sólo un aviso. Entren de una vez —les sostuvo la puerta abierta.
En el salón sólo quedaba una hilera de personas que cruzaban ordenadamente en dirección a la cocina. El director del club estaba al final de la cola. En el extremo opuesto, encima del escenario, esperaba la tarta de boda de Landon, rodeada del equipo del grupo de música.
— Zahir, por favor, ¿has visto a Brody? —preguntó Liam.
Zahir iba delante de ellos y lo miró por encima del hombro.
—Lo siento, no lo he visto. Pero hemos intentado hacer bajar a los niños primero. Vamos. Ponte a la cola.
—Tenemos que encontrar a Brody —insistió el Omega—. ¡Brody! —se soltó de Zayn y corrió al escenario, como si el niño pudiera estar escondido allí entre el equipo de música. Al no obtener respuestas, enterró el rostro en las manos—.¡Oh, Dios mío! ¡Oh, Dios mío!
Zayn lo alcanzó.—Liam —lo tomó de los hombros y lo volvió hacia él.
—No, no... — Liam lo empujó en el pecho—. Suéltame.
El Alfa no lo soltó.—Vamos, no te pongas histérico. Zahir ha dicho que seguramente esté ya en el sótano — Liam lo miraba aterrorizado, con el cuerpo temblando.
Zayn volvió a tomarle de la mano—Ven. Lo encontraremos.
Liam se dejó llevar. Entraron en la cocina con Zayn disculpándose con la gente que esperaba, a los que aseguraba que no pretendían colarse.
Detrás de las puertas, entre los mostradores de acero y los electrodomésticos de tamaño industrial. Molly, Dirk y Heck se hacían cargo de la multitud.
—Así es, amigo —decía Molly en la cabecera de la cola, cerca de la pared interior donde empezaban los escalones que llevaban al sótano—. Sigan con calma pero no paren.
—Tranquilos —añadió Dirk—. Hay sitio para todos.
—De dos en dos —intervino Heck—. No hay necesidad de empujar.
Uno de los invitados gritó—¡Pero somos cientos de personas!
—¡Eso! —intervino otro—. ¿Cómo pueden decir que hay sitio?
—Lo hay —repuso Zahir, que se había colocado entre Molly y Dirk—. Yo he estado abajo y les aseguro que es tan grande como el salón de baile. Hay varias habitaciones y espacio de sobra para todos.
Zayn calculo que dos tercios de los invitados estaban ya abajo. La cola avanzaba con rapidez. Liam se soltó de Zayn y corrió hasta su padre.
—¿Brody ha bajado ya? —preguntó.
Heck frunció el ceño.—Yo creía que estaba contigo.
—¿Mamá? ¿Landon?
Heck miró adelante.—Ya han bajado.
Liam se volvió a Molly.—¿Has visto bajar a Brody?
Molly, que seguía dirigiendo la cola de gente, negó con la cabeza.—No, creo que no lo he visto. Puede que haya bajado sin que lo vea, pero he estado pendiente de los niños y no...
En ese momento se apagaron las luces y un respingo colectivo brotó de todas las gargantas. Los envolvieron las sombras, aunque todavía entraba algo de luz gris por las puertas abiertas del salón. Alguien soltó un gemido aterrorizado.
—¡Ya está aquí!—No pasa nada, amigos —dijo Zahir—. Hay luz de sobra para bajar. Sigan avanzando —la cola había despejado ya la puerta del salón y en poco tiempo estarían todos abajo.
—¡Oh, Dios mío! —Liam se volvió hacia las puertas que llevaban al comedor.
—¡Liam, espera! —gritó su padre—. Tienes que...
Él no se detuvo.—Tengo que buscar a Brody.
Heck empezó a seguirlo.—¡Liam!
Zayn se colocó delante de él.—Tú cuida de la cola, te necesitan. Yo me ocupo de Liam.
—Mi nieto. ¡Santo cielo! Tenemos que...
—No te preocupes, lo encontraremos —repuso Zayn. Corrió a alcanzar a Liam sin esperar la respuesta de Heck.
Liam llegó al comedor, desierto ahora salvo por las mesas desnudas y las cajas llenas de platos.—¡Brody! —gritó—. ¿Dónde estás?
—Liam. Espera.
El Omega no hizo caso y cruzó el arco que llevaba al vestíbulo.
—¡Brody! ¡Brody!
Y esa vez obtuvo al fin respuesta.—¡Papi!
El niño salió corriendo de entre las sombras que llevaban al salón del fondo.—¿Qué pasa? Está todo oscuro. Estábamos jugando al escondite y yo he esperado mucho tiempo escondido, pero...
Liam se convirtió de pronto en la personificación de la calma. Levantó una mano.—Tenemos que movernos —le tendió la mano y el niño corrió y se aferró a él.
Fuera hubo un ruido muy raro, como si un tren se acercara hacia ellos. Brody abrió unos ojos como platos.—¿Qué es eso?
—Por aquí — Zayn agarró la mano libre de Liam y corrió tirando de él de regreso a la cocina. Abrió la puerta y empujó al Omega y al niño delante de él. Para entonces, el ruido era más alto que ningún tren. Rugía a su alrededor, envolviéndolos. Se rompieron muchos cristales en una serie de explosiones que parecían llegar de todas partes a la vez, en el comedor, el salón de baile... por todo el club.
El rugido se hizo aún más alto. Zahir estaba solo en la puerta abierta que daba al sótano.
—¡Vamos, daos prisa!
Y entonces el tornado cayó sobre ellos. Las puertas cerradas que daban al comedor se abrieron y saltaron de sus goznes a la otra habitación. Al mismo tiempo, las puertas del salón de baile se abrían y cerraban dos veces antes de saltar también de sus goznes. Los rodeó un infierno. Cazos, sartenes y un número indeterminado de objetos punzantes volaban por los aires.
Zayn empujaba a Liam y a Brody delante de él y se abría paso como podía mientras el mundo entero se soltaba de sus amarres y el rugido se convertía en un monstruo que los engullía vivos.
Después de eso todo fue muy lento. Un minuto, dos tal vez, convertidos en una eternidad de terror, de explosiones súbitas y ruido. El monstruo salvaje del viento aullador levantó a Brody del suelo y lo lanzó directo hacia Zahir, quien lo atrapó milagrosamente en el aire.
—¡Vete! —gritó Liam —. ¡Bájalo ya!¡Llévalo contigo!
Zahir se volvió y empezó a bajar mientras Brody llamaba a su padre a gritos y tendía las manos por encima del hombro de Zahir como si pudiera salvarlo con sólo la voluntad de sus diez años.
Zayn sujetaba a Liam con fuerza por la cintura y lo empujaba hacia delante. Los objetos lo golpeaban... el mango de un cuchillo, un bol de madera, un plato que se rompió en su hombro. Pero no le dolían. Sentía los golpes como si fueran dirigidos con intención. El monstruo salvaje luchaba con él y él se defendía. El monstruo no podía ganar.
La puerta que llevaba al sótano saltó de sus goznes, se elevó por el aire, pasó por encima de sus cabezas y salió volando por el agujero donde habían estado las puertas del salón de baile. Liam gritó.
Zayn lo empujó hacia delante.
—Vamos, vamos, podemos lograrlo.
El Omega siguió avanzando valientemente. Arriba, en el segundo piso, se oyó un ruido atronador. La mente de Zayn consiguió identificar el sonido, había cedido el tejado. Siguió empujando a Liam desde atrás y cada centímetro que avanzaban hacia la puerta del sótano era un triunfo, una victoria sobre el monstruo que rugía, los golpeaba y amenazaba con separarlos.
Llegaron a la puerta y Liam se disponía a meterse en la escalera cuando las paredes empezaron a ceder. Entre el rugido surgió otro ruido de gemidos y gritos horribles.
Zayn se tambaleó en el suelo movible. Liam gritó su nombre y se volvió a agarrarlo. Antes de que el Alfa pudiera decirle que siguiera adelante, que bajara la maldita escalera, un tazón blanco gigante de amasar apareció volando directamente hacia Liam. Lo golpeó en la sien y se partió limpiamente en dos, con ambas piezas parándose un instante en el aire antes de salir volando en direcciones opuestas.
De su frente salió un chorro de sangre que saltó en todas direcciones.
Las paredes caían sobre ellos. Sartenes y bandejas volaban a su alrededor, y Liam tenía una expresión triste y rara.
—Perdoname—dijo, mientras la sangre le entraba en la boca y manchaba su traje rosa y el traje de él—. Lo siento mucho. Lo he estropeado todo...
Cerró los ojos bajo la cortina de sangre, cayó hacia él y el Alfa lo recogió en sus brazos, lo levantó contra el pecho y se lanzó hacia las escaleras. Cuando empezaba a bajarlas, cedió el techo y se estrelló contra el suelo.
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