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3

—¡Vamos, Simba, ven aquí!

Brody salió de la piscina y corrió por los azulejos hasta el césped, que se extendía hasta la hilera de robles y nogales que bordeaban el jardín del rancho. Brody corría por la hierba, mojado y riendo. Simba lo perseguía ladrando animadamente.

El sol había empezado ya a bajar detrás de los árboles. Liam y Zayn estaban sentados al lado de la piscina.

—Creo que se lo ha pasado bien —comentó el Alfa.

El Omega sonrió y tomó un sorbo de su margarita. —Más que bien. Le ha encantado montar en pony y se ha comido un kilo de costillas.

—Eso no es mérito mío. Las costillas son la especialidad de Miranda.

Miranda Coutera era una beta, el ama de llaves del rancho.

Zayn levantó su vaso.

—Y las margaritas también.

Liam chocó su vaso con el de él.

—Por Miranda.

—Por Miranda —repitió Zayn con suavidad.

Se encendieron las luces de la piscina y un mosquito zumbó cerca del oído de Liam. Él se dio un manotazo en el cuello y se echó a reír.

—Una noche de verano en Texas. No hay nada igual.

—¡Eh! Por lo menos no hace cuarenta grados de calor húmedo —sonrió Zayn—. Todavía.

Se miraron a los ojos. Liam carraspeó.

—Eso es algo que me gusta de San Antonio. No es tan húmedo como esto.

—No me has dicho en qué trabajas.

—Soy ayudante de dentista. Es un curso de dos años. Me lo pagó mi padre cuando nació Brody.

—Creo que alguien me dijo que tu Alfa era dentista...

Liam asintió. —Conocí a Andy cuando empecé a trabajar para él. Yo llevaba la consulta. Entré de ayudante y resultó que se me daba bien ocuparme de la parte económica. Soy buen contable y tengo talento para invertir —la realidad era que había triplicado sus bienes en los años que había pasado con Andy—. Cuando mi Alfa se puso muy enfermo para trabajar, vendí la consulta, así que, aparte de ocuparme de mis inversiones, podríamos decir que estoy entre trabajo y trabajo.

—O sea, que eres libre de ir adonde quieras —comentó Zayn.

Liam asintió. Era libre... aunque no tenía planes de moverse. Le gustaba San Antonio y había sido feliz allí.

Y empezaba a oscurecer. Había llegado el momento de despedirse. Dejó su vaso en la mesa.

—Es tarde y...

Zayn levantó un frasco de spray que había en la mesa.

—Prueba esto. Es natural. De citronela, creo. Te vuelves invisible para los mosquitos.

—Pero creo que debemos...

—Vamos. Pruébalo.

Liam miró a Brody, que rodaba por la hierba riendo mientras Simba intentaba lamerle la cara, y tomó el spray.

—Gracias.

—De nada. Ponte también en los tobillos. A los mosquitos les encantan los tobillos.

Liam se echó por las piernas, los brazos y el cuello.

—¿Mejor? —preguntó el Alfa con voz ronca cuando Liam devolvió el frasco a la mesa.

—De momento, sí —repuso el Omega.

Zayn se recostó en su sillón de hierro. —Con mosquitos o sin ellos, esto es muy hermoso —miró la hilera de árboles.

Liam observó un momento su perfil fuerte y pensó que era muy atractivo. Siguió luego su mirada hacia el cielo amplio y despejado de Texas, donde se veía todavía un brillo naranja y púrpura, el final de un glorioso atardecer.

—Hermoso, sí...

—Yo he visto los arrecifes de coral de Bora Bora, he subido a la torre Eiffel y he estado a los pies de la Esfinge, pero antes no era capaz de ver la belleza de mi jardín. Me refiero a cuando era niño.

Liam sabía por qué.

—Por el viejo Zacher, ¿verdad?

Zayn lanzó un gruñido.

—El abuelo y yo nacimos para no entendernos —su abuelo había sido famoso por su inflexibilidad, tanto en los negocios como con la familia. Había dirigido el rancho Doble Z con mano de hierro.

—Tu abuelo era algo aparte —comentó Liam.

Zayn se encogió de hombros.

—Con Zahir no se portaba mal, a su modo mandón, claro, pero a mí no me soportaba. Estaba seguro de que yo tenía que haber nacido de una aventura de mi madre Omega con un forastero. Y eso de tener que criar al hijo ilegítimo de su voluble hija lo volvía loco. Es una pena que ya hubiera muerto cuando nos enteramos de la verdad —sonrió. Su abuelo había muerto cuatro años atrás y la verdad sobre su padre la habían descubierto el verano anterior—. Yo no soy más bastardo que Zahir. Si yo lo soy, Zahir también.

Liam pensó en aquella palabra. «Bastardo». Era una palabra fea, que ya tenía poco significado... excepto para tradicionalistas como el viejo Zacher o Heck Payne...

—Nuestro padre se casó más de una vez —siguió hablando Zayn—, aunque todavía no sabemos con quién se casó primero.

Liam no lo escuchaba. Miraba a su hijo rodar por la hierba. Zayn siguió la dirección de su mirada.

—Perdona. No pretendía ofenderte.

Era uno de esos momentos, y había habido varios durante la velada, en los que podía haberle dicho que Brody era su hijo.

—No me has ofendido —repuso.

Zayn lo miró a los ojos.
—¿Seguro?

Liam asintió.

—No sé si tu madre o Landon te han contado lo que descubrimos el año pasado sobre Blake Malik.

—Me lo contaron los dos. Creo que todo el pueblo habló de eso.

La historia era que Blake Malik, el secuestrador del hijo de su hermano, era también el padre de Zahir y Zayn. Se suponía que Blake había muerto justo después de concebir a Zahir, pero no había sido así. En realidad había vivido treinta años más, oculto en Oklahoma. Y él era el Alfa con el que se había fugado Penélope cuando esperaba a Zayn.

—Imagínate —dijo éste con ojos brillantes—. Tengo familia que no sabía que tenía. Un montón de primos Malik en Wyoming y una en Hill Country, casada con un veterinario. Tengo medio hermanos en Nevada y otro en Oklahoma. Dos primas en el norte de California y la rama más famosa de la familia, los Malik de Los Ángeles. Son más ricos que nosotros, muy ricos. Y no olvidemos a Dekker, el bebé Malik al que secuestró mi padre hace tantos años. Ahora tiene treinta años y es detective privado en Oklahoma City.

—Eso es mucha familia —asintió el Omega.

—Y eso no es todo. Tengo un tío abuelo. James, que tuvo siete hijos. Y Blake tuvo más hijos. Zahir, mi medio hermano Marsh y yo estamos casi seguros —parecía complacido consigo mismo.

—Te encanta —sonrió Liam—. Te gusta tener tanta familia.

—Sí. A Zahir al principio le costó aceptar que nuestro padre fuera tan embustero, pero a mí no. Para mí fue muy importante saber al fin quién era y saber que tengo familia por todos los Estados Unidos me hace sentir... no sé, como que tengo vínculos. Después de todo, todos estamos aquí para algo.

—¿Para qué? —sonrió Liam—. ¿Para qué estamos aquí?

Zayn se inclinó hacia el Omega, que hizo lo mismo sin pensar. El Alfa le miró la boca y después los ojos.

—Yo volví el año pasado al pueblo para buscar algo... algo que llevaba toda mi vida buscando.

—¿Y ese algo es...?

—No me metas prisa —susurró el pelinegro—. Ya voy.

—Bien.

—En los dos últimos años empecé a pensar que vagar por el mundo no me llevaba a ninguna parte, que estaba buscando lo que tenía justo aquí, de donde había partido.

—¿Y qué era? —no pudo evitar preguntar Liam.

Zayn sonrió.

—No tenía ni la más remota idea.

—Un momento. A ver si lo entiendo. ¿Volviste aquí a buscar algo pero no sabías lo que era?

—Exacto. Sólo sabía que si venía a casa lo encontraría por fin.

—¿Y cómo sabías eso?

—Liam. Lo que importa es que lo sabía, no cómo.

—Ah. ¿Uno de los misterios profundos de la vida?

—Exacto.

—Simplemente lo sabías.

—Sí.

—¿Y lo has encontrado?

—Buena pregunta —rió el Alfa. Se puso serio—. Para mí ha sido importante instalarme en casa de mi abuelo, descubrir quién soy, enterarme de toda la familia que tengo... —movió la cabeza y lo miró con admiración, primero a los ojos y luego la nariz, la boca, la barbilla, hasta subir de nuevo a los ojos.

Liam sintió un escalofrío. Se echó a reír, en parte por nervios.

—Todavía no me has contestado. ¿Lo has encontrado?

—¿Te das cuenta de que todos esos años, cuando éramos niños, no te vi nunca? Ahora me cuesta creerlo. ¿Cómo pude ser tan tonto?

A pesar de la magia del momento, Liam oyó por fin campanas de advertencia. Se apartó un poco de él y se sentó recto.

—Bueno, hace años era Landon el que...

Zayn movió la cabeza.

—Una locura. Es imposible.

Liam no se atrevió a preguntar el qué.

—Pero después de tantos años, te vi salir del coche en la gasolinera —continuó Zayn—. Y al verte, pensé...

—No —dijo Liam.

El Alfa parpadeó. Pero guardó silencio. Sus ojos se llenaron de preguntas, preguntas que Liam sabía que no iba a responder esa noche.

Era demasiado. No tenía que haberse inclinado hacia él ni haberle suplicado que le hablara de esa cosa misteriosa que estaba buscando.

No tenía derecho a oír lo que Zayn había estado a punto de decir.

—No digas nada más, por favor.

Zayn tomó su muñeca y por un momento ambos se miraron a los ojos. Liam tuvo la sensación de que caía...

Y caía.

Se puso tenso y apretó la mano en un puño.

Y Zayn se llevó ese puño a la boca y le besó los nudillos apretados.

Una ola de calor le subió por el brazo y le produjo piel de gallina por todo el cuerpo.

Antes de que pudiera controlarse lo suficiente para apartarse, Zayn lo soltó.

—Perdona —dijo—. Me parece que voy muy deprisa.

—Tenemos que irnos —repuso Liam con rapidez—. ¡Brody!

Su hijo se sentó en la hierba.
—¿Sí?

—¡Ven! Tenemos que irnos.

—¡Ay, papá...!

—Va en serio. Ven.

Brody se levantó y fue hacia ellos arrastrando los pies y con Simba trotando detrás.

—Papi Li, por favor.

—Es tarde, hijo. Vístete en la caseta.

—Pero Simba y yo...

Liam adoptó una expresión severa.

—Date prisa.

Brody gruñó un poco, pero se alejó hacia la caseta con Simba pegado a los talones.

—¡Vaya! —comentó Zayn—. Qué duro!

Liam hizo una mueca. —Mucho —bromeó—. Así que no te metas conmigo.

—Espero que podamos repetir esto —comentó el Alfa.

—Sí. Ah, eso estaría bien...

—¡Eh! ¡Mírame!

Liam se obligó a mirarlo a los ojos.

—Me lo he pasado muy bien y Brody también —dijo. Apartó la vista—. Tengo que vestirme.

—Lo sé — Zayn le sonrió de un modo que Liam no supo interpretar del todo. En parte era aprecio y en parte era algo más...

Algo muy, muy peligroso. Algo íntimo y tierno.

Liam se levantó de un salto y se dirigió a la caseta, muy consciente de tener la mirada de Zayn clavada en la espalda.

El Alfa lo observó alejarse maravillado. ¿Cómo podía haber ocurrido eso? ¿Cómo podía estar tan seguro de pronto? No lo sabía.

Y además, el cómo no importaba. Hacía pocos días que lo conocía porque el pasado no contaba para él. Cuando eran adolescentes, él no conocía a Liam... no como ahora.

Cuando lo miraba ahora, ya no veía a Landon. Ahora lo veía a él, a Liam James, totalmente independiente de su hermano gemelo. Y podía verlos a los tres... a Liam, Brody y él mismo. Podía verlos claramente.

Los veía como una familia. Veía las veladas como ésa que tendrían a menudo, veía sus vidas, la de Liam y la suya, criando juntos a Brody.

Y después, cuando Brody fuera mayor y se marchara, veía a los dos solos... a menos, claro, que hubiera más hijos que criar, cosa que también le parecía bien.

Todo le parecería bien siempre que pudiera tener a Liam a su lado el resto de su vida.

Era algo extraño y muy nuevo para él, porque nunca se había visto así con otra persona. Había conocido a bastantes Omegas y vivido algunas aventuras apasionadas, pero la pasión no había durado y Zayn no había esperado que durara, no por nada, simplemente porque no se veía quedándose, porque siempre sabía que llegaría el día en el que se marcharía.

En el último año, sin embargo, había cambiado. Había echado raíces en su pueblo natal y ahora no le costaba trabajo verse como un hombre de familia; se veía como el Alfa de Liam y futuro padre de Brody.

Y le gustaba lo que veía.

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