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Epílogo

- ¡Ven aquí pequeño... - choqué contra el sillón de la sala y caí sobre nuestras dos mascotas, Vivi y Toben, que adoptamos cuando nuestro hijo cumplió un año.

- Supongo que Eunae no está interesado en ir a bañarse. - dijo Sehun mientras se sentaba en el otro sillón.

- No, no quiere pero ya se cansará.

- Seguramente quiere bañarse contigo.

- Puede ser. - Sonreí.

Se veía hermoso cargando a nuestra pequeña, ella tan sólo tenía un año y parecía entenderlo todo. Llegó a nosotros tres años después de Eunae y era la princesa de la casa. Nuestro hijo siempre se colaba a la pieza de ella para jugar y contarle cuentos, tal como Sehun había hecho con él. Bomboncito, así le decía su esposo, era pequeña y delicada. Siempre decíamos que Eunae era nuestro sol y ella era nuestra hermosa luna, completaban y guiaban nuestro mundo.

- ¿Ya comió?

- Sí, en cualquier momento va a dormirse. - acarició la cabeza de la bebé - Puedes llevarla a la cuna y yo bañaré a Eunae.

- Bien. - Tiré la toalla, literalmente. - Pero dile que la próxima vez no sé me va a escapar.

- Seguro. - me dejó cargar a nuestra hija y me dio un beso.

- ¿Muchos premios por no hacer nada? Por eso nuestros hijos son así. - Sonreí.

- Me gusta dar premios. - se dio vuelta y se fue.

- Necesito que duermas muy profundamente esta noche. ¿Puedes hacerlo amor? - Le dije a mi pequeña y apagué la luz de su cuarto.

En el comedor me encontré con un Sehun mojado y feliz.

- Bañarlo es todo un reto, le gusta mucho jugar.

- Sí, no paraba de hablar y sonreía por todo. - suspiró - Gracias Chanyeol.

- ¿Lo dices en serio?

- Sí. - asintió.

- Yo siento algo diferente... estoy muy agradecido y dudo que la vida me alcance para pagarlo.

- Chanyeol...

- Escucha... - lo detuve, me acerqué a él y lo abracé - me diste una vida feliz, una vida. Me diste dos hermosos hijos y un maravilloso esposo. Me mostraste lo bien que se sentía ver el amanecer todos los días, cuando antes apenas deseaba despertar. - él se aferró a mi - Lo que yo te di no tiene ningún punto de comparación.

- Sí, nuestros bebés. - estaba llorando de felicidad.

- Sí, ellos son maravillosos. - lo besé con dulzura. - No quería hacerte llorar amor.

- Lo sé, no pude evitarlo.

- Eres hermoso.

- Tu eres el amor de mi vida Chanyeol.

- Siempre me ganas. - Sonreí. - Estoy en tus manos Sehun... Debemos tomar un baño.

- Sí.

- ¿Vamos?

- Vamos. - tomó mi mano y subimos las escaleras.

- ¿Cómo conseguiste que Eunae se durmiera? - Le pregunté.

- Termine de vestirlo y cayó desmayado en la cama. - Sonrió. - La carrera lo dejó agotado.

- Lo sabía, yo gané. - escuché su risa.

- Supongo que sí.

El agua de la tina rodeaba nuestros cuerpos, nos ejabonabamos y frotabamos mutuamente. Los besos eran un accesorio del momento y las caricias, también. Salí del cuarto de baño con Sehun entre mis brazos. Nos secamos apresuradamente y nos derrumbamos en la cama.

Nuestros cuerpos se conocían a la perfección. Mi semilla fue sembrada dos beses en su vientre y aún no estábamos contentos con ese número, queríamos un par más porque la casa era muy grande y nuestro amor es... aún no encuentro con qué compararlo.

Me paré a los pies de la cama, observando. Sehun abrió sus hermosas, largas y dúctiles piernas y la imagen que se presentó ante mi destruyó todas mis barreras. Mi mirada le hizo sonrojarse y cuando atinó a cubrirse me sumergí entre sus muslos y sus extremidades se cerraron sobre mis caderas. No necesitábamos preparación, los juegos previos en el baño habían hecho el trabajo. Los besos cubrían y amortiguaban los sonidos del amor. Mi pene atravesó profundamente en él y sacudió sus nervios. Las sensaciones viajaban por nuestros cuerpos con cada golpe. El choque de nuestras pieles invadió el aire. Mis manos sujetaban sus nalgas y las de él, recorrían mi cabeza, mi cuello y mi espalda. Lo jodí salvajemente contra la cama y las uniones de la misma chirriaban como si un terremoto se estuviera desarrollando en nuestra habitación.

Me detuve un momento, llevé las piernas de Sehun a mis hombros, levanté un poco su cadera y volví a penetrarlo con la misma intensidad. Él absorbía sus gemidos mordiendo su labio inferior y yo lamía y besaba sus muslos. Nuestro deseo sexual no había disminuido nada, nos encendíamos día a día.

- ¿Vas a tomarlo todo, hermoso? - sus ojos se entre abrieron y suspiró ahogadamente. - Voy a venirme dentro... vamos, conmigo. - aumenté las penetraciones y nos vinimos tan fuerte que Sehun tuvo que cubrirse la boca.

Minutos después, nuestros cuerpos seguían temblando de excitación. La cabeza de mi esposo estaba recostada sobre mi pecho mientras mi brazo izquierdo descansaba en su espalda baja, él se había dormido.

- No te mentía cuando te dije que me lo diste todo... si tu no hubieras hablado con mi madre, nunca te hubiera conocido. Tu dulzura y amabilidad me salvaron, me encontraste y me salvaste. ¿Qué hubiera sido de mi vida sin ti? No necesitaba imaginarmelo, mi madre era la ruta a seguir. - lo miré - Por eso no podía decirte nada... si ella te perdía, yo... yo también. Mi antigua realidad, mi verdadera realidad, aquella a la que estaba acostumbrado, esa soledad, se volvió mi peor pesadilla. Un punto de salida al que no deseaba volver, si eso implicaba dejarte. Me sentía culpable... actuaba, actuaba como ella lo hacía. Me enamoré de ti antes de darme cuenta y eso me hizo seguir, mi egoísmo me hizo seguir. Estaba perdidamente enamorado de un sueño, mi sueño imposible. Te amo Oh Sehun. - Sonreí desganado- Me pregunto si me seguirias amando si supieras lo que hice con mi madre... y el profesor ese. - Lo besé y lo abracé con cariño hasta dormirme.



Cuando la respiración de Chanyeol tomó el ritmo que le corresponde durante el sueño profundo, unas delicadas pestañas abanicaron el aire lentamente y se abrieron para dejar al descubierto un par de ojos brillantes que miraban fijamente a la nada.

- Tu nunca serás como ella Chanyeol, eras un buen chico y eres un maravilloso hombre y padre. Amas a nuestros hijos y a mi. - lo miró - Tú y yo no nos debemos nada. Ambos nos hemos dado una familia. Te amo. - depositó un beso sobre su pecho y se acurrucó contra él.

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