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- ¡Chanyeol! ¿Por qué hiciste eso? - gritó mi madre.

- Ese imbécil se lo merecía.

- Esa no es una razón para golpear a alguien.

- Él... él...

- ¿Tienes idea del lío en el que te has metido?

- No es importante.

- ¿En verdad crees que se terminará tan rápido?

- No es importante.

- Chanyeol...

La puerta se movió de golpe y Sehun se abrió pasó apresuradamente hasta mí. Sus manos tomaron mi rostro y lo observó durante unos minutos.

- ¿Quién te hizo esto?

- Sehun... - ella trató de intervenir.

- Chanyeol... ¿Quién te hizo esto? - su expresión era fría.

- Yo...

- Fue un mal entendido. - dijo ella.

- ¿Qué?

- Una pelea nada más y yo gané.

- ¿Cómo puedes estar orgulloso de eso? - me reprochó.

- Se lo merecía. - su expresión se volvió más fría.

- No vuelvas a hacerlo. - sus ojos tenían toda mi atención. - ¿Me escuchaste? No quiero que vuelvas herido a casa. - se fue a su habitación.

- Eres un mocoso con suerte. - suspiró ella - Y eres igual a mí.

- No, no lo soy.

- No dijiste nada hace tres años. - sonrió.

- No lo hice por ti.

- Pero no lo hiciste únicamente por él. Yo puedo ser una extraña y él puede dejarme cuándo quiera. Pero tú, ¿qué eres? Nada te une a él. - se fue a su habitación.

- Voy a deshacerme de ti. - dije entre dientes.

Y no era mentira. A los dieciocho años ya tenía un excelente plan para destruirla. Solo tenía que mover los peones y todo saldría de maravilla.

- ¿Reunión de padres? - leyó ella sin interés alguno.

- ¿Tienes una reunión Chanyeol?

- Sí. - perdón Sehun.

- Tendré que arreglar mi agenda... pero iremos mañana sin falta. - se retiró a su oficina.

- ¿No son problemas?

- No. No acostumbro a arruinar lo que me interesa. - sonreí.

- Solo es cuestión de tiempo, querido.

- Sí, solo es cuestión de tiempo. - susurré.

Uno nunca puede saber que inconvenientes pueden surgir y yo no era la excepción.

Ellos llegaron a mi escuela a la hora acordada. Mi madre fue al baño; y Sehun se paseó por los corredores hasta quedar de pié en el medio de ellos atrapado por los cuadros que adornaban las galerías, sin darse cuenta de que el timbre de receso había sonado y que estaba rodeado de adolescentes hormonales de todas las edades más que dispuestos a darle un tour por la secundaria. Él solo estaba ahí; la representación perfecta de los sueños húmedos de cualquier puberto.

- ¿Cuándo llegaron? - interrogué de golpe haciendo que saltara.

- Me asustaste. - me regañó- Llegamos hace un momento. - miró a su alrededor - ¿Dónde está tu madre?

- Te recuerdo que tú llegaste con ella. - Lo señalé.

- Sí... pero...

- No importa. La reunión se canceló.

- ¿Qué? ¿Por qué no me avisaste? - frunció las cejas.

- Fue un imprevisto y ya era muy tarde.

- Tengo que buscar...

- Ella sabe cuidarse sola. Ven, tengo que mostrarte algo. - tomé su mano y lo llevé por los corredores hasta uno de los salones desocupados. Necesitaba hacer tiempo para que el plan funcionara. Ella era muy predecible, materialista y aprovechada; no había margen de error.

- ¿Qué hacemos aquí?

- Quería que conozcas mi lugar favorito. Aquí tengo todo lo que necesito.

- Ya veo. - sonrió.

- Me dejan ocuparlo mientras lo tenga en buenas condiciones.

- Es bueno que te permitan hacer eso.

- Sí.

- La graduación está cerca. ¿Qué quieres para cenar ese día?

- Voy a pensarlo.

- ¡Chanyeol! - gritó mi profesora o debo decir mi enemigo natural. - ¿Estás aquí?... Oh. Hola, no sabía que tenías compañía.

- Hola, me llamo Oh Sehun, mucho gusto.

- El gusto es mío, señor.

- Ese... ¿Es su bebé? - sí, esa mujer tenía un bebé.

- Sí, es mi pequeña. ¿No es hermosa? - Yo quería vomitar.

- Sí... ¿puedo cargarla?- su mirada estaba clavada en el carrito rosa.

- ¡Claro!

Mi profesora y yo quedamos aturdidos al ver como Sehun se abalanzó sobre el carrito. Le hablaba dulcemente a la bebé, le cantaba, incluso la levantó y la acurrucó contra su pecho. Sus acciones se veían tan naturales y hermosas que caí rendido a él. Definitivamente su mayor sueño era ser padre, pero la vida nunca se lo permitió.

- Creo que ya es hora de irnos. - dijo mi profesora y pude ver como el cuerpo de Sehun reaccionó a estas palabras. Él observó por última vez a la bebé y se la entregó a su madre.

- ¿Nunca pensaste en adoptar?

- Uh. No, es decir, la idea cruzó por mi mente muchas veces pero...

- ¿Deseabas más un hijo de tu sangre?- me estaba sintiendo raro.

- No es eso. Cuando estaba pensando en concretar esa idea, tu llegaste y eso pasó a segundo plano.

- No era un bebé pequeño...

- Eso es verdad. Ya eres más alto que yo y más fuerte, pero en ese entonces eras un niño y no pude evitar volcar mis deseos paternales en ti. Eres mi hijo Chanyeol.- la caja que estaba sosteniendo la dejé caer al suelo.

- ¡No! - el abrió los ojos de golpe.

- Chan...

- Tengo que ir a buscar algo ya vuelvo.

Abandoné el salón como alma que lleva el diablo, tenía que pensar. Pensar en cómo explicarle a Sehun mi reacción. Pensar en cuál sería la mejor forma de llegar a él y no como un hijo.

Unos sonidos extraños se escuchaban en una oficina. Me acerqué lentamente y pude ver a mi madre besándose con un profesor de primero. Sí, había caído como una estúpida. Ese hombre era un mujeriego de primer nivel y un bastardo.

La zorra nos dejó dos semanas después para huir con esa basura. Sehun estaba confundido, pero parecía más asustado por otras cuestiones. El divorcio fue rápido y sin complicaciones, ella solo quería largarse. La representación teatral la tenía tan agotada que no se despidió de nadie, solo se fue.

Era sorprendente ver como la casa se volvió más feliz cuando se fue. Ella era una enfermedad para nosotros, un parásito. Obviamente, yo no era parte de su nueva vida y, como era de esperarse, me dejó con Sehun.

Un año entero, dejé que las cosas siguieran como antes, pero ya no podía más. Necesitaba a Sehun. La soledad de mi habitación y mis manos ya no me complacian en lo más mínimo. Mis dedos querían tocarlo, su aroma me volvía loco y su cariño y amabilidad no eran de ayuda. Él no era mi padre, jamás lo vi así.

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