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Él tenía veinte, casi veintiuno, era mas joven que ella; por eso parecía una locura. Alguien tan joven casándose con una mujer con un hijo de trece años, en una sociedad repleta de prejuicios, era como un argumento de ficción. ¿Había casos? Sí, pero eran mayoría los hechos contrarios.
Por otro lado, su mansión era gigante pero las necesidades las suplia él mismo. Si era necesario contrataba una empresa para que hicieran una limpieza completa del lugar, nada más. La privacidad era algo que él cuidaba mucho y por eso solo éramos los tres. Cuando llegué, me preparé para ser considerado el estorbo y que, tal vez, tarde o temprano tendría que irme de allí.
En cambio, en mi cumpleaños número catorce al llegar de la escuela, una mesa repleta de mis platillos favoritos y un pastel decorado con notas musicales de chocolate me sorprendieron en casa. Se me hizo agua la boca, hasta que una explosión leve me asustó...
- Ups... Se supone que no debía ser tan fuerte. - dijo Sehun y se disculpó con los ojos. - ¡Feliz cumpleaños Chanyeol! - agregó entre susurros, se veía gracioso- Tu madre no se sentía bien... está durmiendo. - seguro está ebria, me dije. - Pero eso no quiere decir que no podamos celebrar tu cumpleaños. - sonrió. - Espero que no sea demasiada comida, un chico en crecimiento lo necesita.
- No soy un niño... - salió sin que pudiera pensarlo.
- Lo sé. En cualquier momento serás más alto que yo, va a ser traumático para mí.
- ¿Hubieras preferido... que sea más pequeño?
- No. Estoy bien con el gigante, alegre y musical Chanyeol.- tenía algo detrás de la espalda - Y creo que es momento de que todos te conozcan. - me dio un sobre de color azul - Es... son tus papeles, los vas a necesitar. Te inscribí a una escuela de música. Sé lo mucho que te gusta y estoy seguro de que con la ayuda adecuada vas a llegar muy lejos, por eso me tomé el atrevimiento de hacerlo. Tal vez el cambio sea un poco brusco pero podrás salir adelante... - se estaba poniendo nervioso.
- Yo... ¡Gracias! - Lo abracé tan fuerte y él soltó una dulce risa.
- Me alegra que te guste... Supongo que debemos ir a la mesa antes de que todo eso se enfríe.
- Lo comeré aunque esté frío.
- Eso es bueno, pero algunas cosas saben mejor recién hechas. ¿Qué dices? ¿Vamos? - se dirigió hacia la mesa y yo lo seguí como un niño pequeño.
Él, definitivamente, era diferente.
- ¿Cómo te ha ido en la escuela?
- Bien... - no podía parar de comer.
- Ve despacio.
- Sí... - el comenzó a reír.
- Me dices que sí pero haces todo lo opuesto.
- Dentro de poco no seré un niño pequeño y tendrás que aceptarlo.
- Aunque no lo creas - suspiró - siempre estuve preparado para esto.
No tenía idea de cuánta verdad había en esas palabras hasta que cumplí los diecinueve años. Aún así, fue el mejor cumpleaños de mi vida.
- ¿Qué demonios te sucede? - gritó ella.
- Estoy cansado de tus tonterías.
- Cállate, tu no entiendes nada.
- ¿No entiendo? Eres una borracha, una mentirosa... y ahora una maldita drogadicta. ¿Dónde conseguiste esa porquería? ¿Quieres matarte?
- ¡No! ¡Deja de molestarme!
- ¿Molestarte? Estabas tirada en medio del patio, semi muerta.
- ¡Basta! ¡Para ya! Él puede llegar en cualquier momento.
- ¿Desde cuándo te importa? Siempre haces lo que se te da la gana. ¡Ah! Lo olvidé, haces lo que se te da la gana cuando él no está. Pero eso se terminó. ¡Voy a decirle todo!
- ¡No! No lo hagas, va a odiarme y me sacará de aquí. No puedo, no puedo volver a como era antes.
- No...
La puerta se abrió como siempre y Sehun ingresó con su traje, en esa ocasión negro, se veía cansado pero aún así sonrió y nos saludó.
- Ya llegué. - se detuvo- ¿Ocurre algo?- ella fue corriendo hasta su habitación y cerró la puerta. - ¿Chanyeol?
- No... No pasa nada. - Mi enojo había desaparecido.
- Pero....
- Está muy cansada.
- ¿Debemos llevarla a un médico?- preguntó preocupado.
- ¡No! Solo está cansada. Necesita dormir. - me miró por unos momentos y solo suspiró.
- Está bien. ¿Puedes pedir algo para comer? - dejó su portafolio sobre la mesa ratona. - Voy a cambiarme. - y se fue, ellos ya no compartían habitación. No sabía cuánto tiempo más esto duraría y eso me aterraba.
- Sí.
Sehun volvió después de unos minutos y comimos las pizzas que pedí. En ese momento él se veía realmente triste. Cuando la cena terminó, cerré de un solo golpe la puerta de mi cuarto y golpeé y le grité a mi almohada para descargarme. La odiaba tanto... ¿Por qué? Porque ella lo estaba lastimando. Si antes su vida me importaba poco... después de esto la consideré el cáncer del nuestro hogar. Tenía que hacer algo con ella. Yo la conocía mejor que nadie... Tenía las horas contadas en esa casa.
El golpe de un vaso de vidrio rompiéndose me alertó y baje hasta la cocina. Sehun... Sehun estaba desmayado, mi mente se nubló. Corrí hasta él y lo llevé hasta el sofá de la sala.
- ¡Sehun! ¡Sehun! ¿Qué te ocurre? - comenzó a parpadear y se enfocó en mí.
- Yo... estoy un poco mareado.
- ¿Qué? - miré en sus bolsillos - Estos medicamentos, ¿estas enfermo?
- No... son de un tratamiento... pero ya no los tomaré más. Me están haciendo daño.
- ¿Qué es lo que hacen?
- No es importante. - intentó levantarse.
- Dime...
- Las uso para... dormir.
Me estabas mintiendo. Pero no lo sabía, tenías un gran secreto y estaba más que claro que no podías confiar en nadie.
¿Qué era? Me contaste todo, incluso hablabas de cosas vergonzosas conmigo. ¿Qué tan grave era como para no decírmelo?
Lo llevé a su habitación. Sin embargo, yo no pude dormir. Necesitaba respuestas. Mi mundo se estaba viniendo abajo y no me quedaría de brazos cruzados esperando el trágico final.
No, no dejaría que la vida me quitara lo único bueno que tenía. Aquella noche algo dentro de mí se transformó, necesitaba cuidarlo y descubrir aquello que le estaba haciendo daño.
Un secreto que circulaba en la Sangre, pero que se filtraba en pequeñas dosis por su cuerpo, en sus emociones y en su accionar. Algo mucho más fuerte que una máscara creada para la sociedad.
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