CAPITULO 58🍷
Sin ganas de hacer nada más que quedarme en mi casa coloco música en la pantalla y voy por el libro que dejé a medias ayer, pero ni tiempo me da de acomodar mi trasero en el sillón porque mi teléfono comienza a sonar como loco.
-Maldita sea, ¿ahora qué mierda pasó? – me quejo mientras lo alcanzo de la mesilla y veo quien es, frunciendo el entrecejo contesto, un tanto extrañado. – ¿Alma?
-Mi niño, que bueno que me contestas – dice con verdadero alivio.
Regresando a mi posición primaria me rasco la cabeza. – ¿Pasó algo? No me digas que regresaron esos...
-No, no, no, para nada pero gracias por preocuparte, mi niño. Si te llamé fue porque creo que tengo en mi poder a alguien que estoy segura de que te interesará tener de vuelta.
Dejando salir un suspiro lleno de frustración me voy a mi cuarto para cambiarme, después de todo no creo que sea buena idea salir en pijama y pantuflas a la calle.
–No me digas que es Zed porque si no juro que lo haré mierda por su irresponsabilidad de embriagarse tanto – digo con disgusto.
-Siéntate mejor porque una vez que te diga de quién se trata en realidad, te caerás de culo.
Ligeramente interesado termino de calzarme mis zapatos de vestir y voy por un abrigo, listo para enfrentarme al infernal clima de las siete de la noche.
"De nuevo, maldita sea, yo solo quería descansar un día sin tener que preocuparme por algo" pienso con amargura una vez que el viento golpea mi cara y alborota mi cabello.
-Tú dirás.
///
-No puede ser cierto – mascullo una vez que llego al viejo pero conocido bar.
Esto sí que es una locura, ¿por qué de entre tantos lugares ella tenía que terminar aquí? Justo en el lugar donde pasé varios años de mi vida yendo y viniendo desde que Alma, esa caritativa señora de cuarenta años, me dio un rincón donde dormir y un trabajo donde invertir mi tiempo en los últimos años de mi estadía en las calles...
"A veces sí que la vida es muy extraña"
Abrumado por la situación, salgo del auto y me adentro en las profundidades del alcohol. Pasando entre las mesas redondas de madera echo un rápido vistazo a todo el local, intentando identificarla, lo cual no me es difícil pues la veo cerca de la barra.
Tirando de mi abrigo hacia mi cuello, me acerco, ignorando las miradas descorteses de los demás borrachos.
"Joder, ¿cuánto tiempo tiene que no vengo aquí? Seguro que como medio año" cavilo con pesadez.
-Hola – la saludo, pero al ver que ella solo mira la botella en sus manos lo intento de nuevo. –Sharon, es hora de irnos
Levantando su cabeza se me queda mirando con acusación.
-Tú... - dice mientras arrastra la palabra.
Sentándome frente a ella intento quitarle la botella, pero para sorpresa de mí y de su embriagues, es más rápida que yo y se la lleva más cerca de su pecho. –Ladrón... ¿Qué... Intentas hacerrrr?
Mirándola a los ojos puedo asumir que está muy ebria, por lo que vuelvo a lanzar la pregunta del millón ¡¿Cómo cojones llegó hasta aquí?!
-Ya es tarde y tenemos que irnos, están a punto de cerrar.
Dándole un corto trago a lo restante de su bebida, dice:
–Toooonteriasss, aquí no van a cerrar haaasta que sho me vaya...
-Hey, pero si tú ya te vas – hablo de manera lenta, como si estuviera tratando con una niña chiquita.
Mirándome como si le hubiera dicho un buen chiste comienza a sonreír. – ¿Me voy?
Asintiendo estiro mi mano hacia ella. –Sí pero antes tienes que darme eso que traes en tus manos, ya sabes, es cosa del bar.
Soltando una risita estira la botella pero cuando estoy a punto de tomarla ella la quita de mi alcance y le da otro trago.
-Solo, mh, eso, solo te la daaaaré si me prometes algo muuuuy importante... - dramatiza.
Intrigado levanto una ceja y asiento, aún sin creer que me encuentre en esta posición. – ¿Qué quieres?
Acercándose se inclina sobre la mesa y me hace señas para que yo haga lo mismo, le hago caso y me acerco.
–Solo me voa ir si... Me prometes que me llevaaaaras con Dami Dami Damiánshito – me susurra antes de que un eructo le salga sin ton ni son.
Alejándome de un brinco me permito pararme y poner mis manos en mi cintura mientras ella me mira con burla.
"Jodida mierda, esos eructos ni yo los doy" pienso con admiración.
Pero entendiendo la razón del porqué está así, me coloco a su lado. –Te lo prometo, ahora dame esa botella y vámonos.
Sonriendo lánguidamente me dice que va al baño, no sin antes asegurarme de que nos iremos en cuanto regrese.
Masajeando mis cienes comienzo a contar mentalmente, al menos hasta que una mano se posa en mi hombro, poniéndome en guardia me giro en dirección a quien me tocó.
-Nunca cambias, siempre tan quisquilloso, mi niño – observa Alma con cariño, dejando salir con orgullo su acento del Norte.
Sonriendo me siento en el lugar que era de Sharon y le señalo a ella el que era mío. – ¿Cómo te has encontrado en estos meses?
Aceptando mi propuesta se sienta y junta sus manos sobre la mesa. –Muy bien, las ventas van en aumento ya que al parecer últimamente a muchas personas les han roto el corazón.
Sabiendo que hace referencia a Sharon, le digo:
–En estos tiempos cada vez es más difícil encontrar un amor sincero.
Negando con la cabeza lleva su mano derecha a su marcada mejilla por los largos años de trabajo. –Te equivocas mi niño, el amor sincero existe pero en estos tiempos, como tú les llamas, está más escondido y a veces muchas personas no lo quieren ver o tienen miedo de sentirlo, y para muestra de ello; tú – dice con esa característica sabiduría que muchos años atrás me salvó de cometer muchas estupideces.
-Yo no tengo miedo de sentirlo – esquivo.
Analizándome con reproche me señala con su uña pintada de rosa. –No lo tenías, pero ahora lo tienes – dejando de señalarme mira hacia los baños. –Aunque no me preocupo, ya te llegará tu otra mitad.
-Alma...
–No entiendo porque ustedes los jóvenes se dejan caer tan fácilmente ante una desilusión amorosa, ¡Por Jesucristo! Pero si existen muchas ciudades por visitar y amar...
No del todo convencido y a la vez incomodo por haber entrado en este tema decido desviarme por algo más fácil.
–Gracias por cuidarla, pero me sigo preguntando, ¿cómo es que llegó hasta tu bar si ella vive al otro lado de la ciudad? Además, ¿cómo es que la conectaste conmigo? – le pregunto antes de pasarle la botella de Sharon.
Levantándose la toma. –Lo primero se lo tendrás que preguntar cuando esté sobria, y respecto a cómo fue que la conecté contigo... - caminando hasta llegar a mi lado acaricia mi cabeza, aturdido solo me quedo quieto en mi lugar. –Después de unos tragos ella solita empezó a soltar nombres y entre ellos estaba el tuyo.
-Gracias – repito y observo hacia los baños, justo a tiempo para ver a Sharon encaminarse al escenario, en alerta me paro lentamente, "¿Qué va hacer?"
-Déjala, esa chiquilla tiene mucho que sacar de su ronco pecho.
Echando un vistazo alrededor del bar me centro en las cinco personas que están en sus respectivas mesas, perdidos en sus propios problemas.
-No te preocupes que ellos no le harán nada, entienden todo por acá y respetan el dolor de cada quien – dice antes de despedirse e ir detrás de la barra, no sin antes decirme con decepción:
-Cuando regrese el bribón de Damián, te prometo que le voy a dar una buena regañiza que no se la va a acabar, mira que dejar así de mal a esta hermosa señorita.
Con resignación solo veo hacia el escenario donde una borracha Sharon agarra el micrófono, pero dejo de prestarle atención en cuanto mi teléfono comienza a sonar.
-Damián – saludo de manera seca.
-Hermano, hasta que me contestas – dice con sarcasmo.
-No exageres, ¿qué quieres? – digo antes de que Sharon comience a cantar, dejándome atónito pero no solo por su voz que ya no suena tan embriagada sino por la canción que está entonando.
-Ya sabes qué quiero.
Dejándome llevar por el disgusto aprieto el teléfono. –Te largas sin decirle nada a nadie, ¿y ahora quieres información de Sharon? ¿Es eso es lo que putas quieres?
-Pero que cojones...
-Si eso es lo que tanto deseas, entonces escucha, y escucha muy bien porque estoy seguro de que esto es para ti – escupo antes de alejar el teléfono y colocarlo en dirección a ella mientras canta:
-Con saña me lograste enloquecer... Y yo caí en tu trampa ilusionada. –cerrando los ojos ella aprieta con más fuerza el micrófono –. De pronto todo aquello se acabó... Faltaste a la promesa de adorarnos... - dolor, fino y claro dolor sale de entre su palabras. –Me hundiste en el olvido por creer que a ti no llegarían jamás los años... ¡POR TU MALDITO AMOR...! No termino con mis penas.
Sin soportar más tiempo, llevo de nuevo el teléfono a mi oído. –Listo, ya escuchaste lo que has causado, ahora si me permites gran príncipe –ironizo. –Tengo cosas que hacer.
-No te atrevas o... - no término de hablar cuando el pip me responde.
Enfadado aviento el celular hacia la alfombra, maldiciendo a todo el mundo en el proceso mientras la desgarradora voz de mi morenita se incrusta en mi ser, dejando un vacío en mi estómago.
-¿Malas noticias?
-Está mal – digo con culpa después de cerrar los ojos.
Sintiendo como Verónica se sienta en la silla que está a lado de mí, suelto un gruñido.
-Te lo dije – dice de manera negativa.
Abriendo los ojos me siento en el suelo. –Sigo sin creer que tengas esta postura.
-Creí haberte dejado en claro las cosas en el aeropuerto.
Apretando los labios recuerdo perfectamente sus palabras de ese día.
"- ¿No vas a ir tras ella? – me apremia Verónica. –Si no lo haces vas a perderla para siempre.
Apretando los puños a mis costados doy un paso hacia adelante pero casi de inmediato doy uno en retroceso. –No – digo antes de ver desaparecer a Sharon entre tantas cabezas.
-Prepárate para su desprecio entonces.
Molesto me doy la vuelta y comienzo a caminar hacia nuestro vuelo.
-Vámonos ya"
-Por cierto, ¿recuerdas el proyecto halcón? – cambia de tema al sentir mi mal humor.
Intentando alejar la opresión que hay en mi pecho dejo que los negocios entren en mi campo mental.
-Lo hago.
-Sobre eso... Creo que ya tengo nueva información – afirma con orgullo mientras se levanta y se dirige hacia el mini bar.
-¿Hablas en serio?
-Muy enserio, y si todo sale de acuerdo a mi plan entonces tendremos esa información en una semana – alzando una botella de vino me la señala, yo solo levanto mi pulgar derecho a modo de afirmación.
-¿Confiabilidad?
-La mejor que encontrarás de algo que al parecer sucedió hace algún tiempo.
Sin sentirme del todo satisfecho deshago mi corbata y voy por mi copa. –No creo que sea buena idea tomar, después de todo son casi las tres de la madrugada.
Sonriéndome con maldad choca su copa con la mía. – ¿Cuándo hemos tenido buenas ideas? Además, se ve que te hace falta después de esa llamada.
Ignorándola comienzo a caminar hacia mi habitación. –Cuando salgas cierra bien, y... - deteniéndome en el marco de la puerta me giro hacia ella, mirando detenidamente como su figura se mueve con gracilidad por la sala. –Gracias, no sé qué hubiera hecho sin ti – digo con sinceridad.
Guiñándome el ojo toma su bolso. –Estarías perdido, primor.
Sonriendo la dejo en la sala, desesperado por sacar cada palabra que mi morenita cantó con tanto dolor, dolor causado por mi mísera culpa.
-Creo que quiero vomitar...
Sin saber que hacer detengo el auto de golpe y abro su puerta.
"Lo que me faltaba" pienso con pánico mientras ella se inclina para sacar todo, rápidamente me ladeo sobre el asiento y le sujeto el cabello con una mano en lo que con la otra le sobo la espalda.
Llorando se vuelve a sentar y yo solo continuo el camino hacia su casa, un tanto inquieto por lo sucedido. Pero para mi sorpresa, al llegar nos encontramos con una chica sentada en el escalón de la entrada.
Saliendo del auto voy hacia ella, no sin antes demandarle a Sharon que no salga.
-Hey, ¿quién eres y qué haces aquí? – pregunto, pero todo queda atorado en mi garganta en cuando ella se levanta y me observa.
Es la compañera de trabajo de Sharon Middleton, aquella mesera que se convirtió en su amiga luego de alejarse de la Salvatore...
Sin dar a demostrar mi reconocimiento, me quedo callado y solo espero su respuesta.
Ceñuda se cruza de brazos. –Primero, ¿tú quién eres y por qué carajos me hablas así?
Ofuscado por su respuesta estoy a nada de replicarle cuando escucho una puerta cerrarse.
-Moni... Moni, bebé... Que alegrilla verte aquí en... - deteniendo su andar mira a su alrededor, para luego reírse y continuar caminando pero falla en el proceso y cae al suelo.
Tallando mi frente voy hacia ella y la levanto.
-¿Pero qué diablos le pasó? ¡Yo no la dejé así hace dos horas! – dice con indignación la señorita mesera antes de abrir la puerta y ayudarme a llevarla a su cuarto.
-¿Qué quieres decir con que TÚ no la dejaste así hace unas horas? –interrogo.
-En la tarde a eso de las dos, salimos al centro comercial que está por el metro, compramos varias cosillas y a las cinco ya estábamos de regreso en su casa, después de eso me marché porque tenía algo que hacer con mi hermano.
Gabriel Hernández Rosas, hermano de Mónica Hernández Rosas y cabeza principal desde pequeño de su familia, veintiséis años, metro ochenta de altura, estudios máximos hasta la preparatoria, actualmente trabaja en una fábrica como auxiliar principal de su gerente y no tiene ninguna unión sentimental.
Extrañado por toda esta situación al igual que ella, dejamos caer a Sharon en su cama donde se extiende como una estrella de mar y dice:
-Oigan, ¿no tienen calor? Porque yo sí tengo muuucho calorsito calooorrr.
Ignorándola suelto el aire de mis pulmones y aprieto el puente de mi nariz. – ¿Entonces me estás diciendo que casi en cuanto te fuiste ella huyó al otro lado de la ciudad para embriagarse? – pregunto con incredulidad.
-Oye, que te estoy diciendo toda la verdad así que deja de estar de pesadito.
Sin dejar de decir incoherencias, Sharon comienza a envolverse con su colcha, tal y como si fuese un taco, y no lo digo yo sino ella.
Mirándola con compasión solo puedo pensar en un enorme: "Jodete Montero, me debes una grande"
Sin embargo eso no me impide notar como la señorita mesera me repasa con la mirada de pies a cabeza.
-Aunque no me creas, te aseguro que así sucedieron las cosas –puntualiza con rudeza. –Por cierto, tú eres uno de los amigos que tiene en común ella y el rufián que la dejó por otra, ¿verdad?
Sin mostrar ninguna emoción solo levanto una ceja.
-Y estoy casi segura de que eres Kenndrew – continua con desagrado. –El mejor amigo de él.
Sin afirmar ni negar nada me cruzo de brazos.
Molesta por mi actitud camina hacia mí, y yo, estoicamente no me muevo pues quiero ver hasta dónde llega este nuevo ser vestido con unos jeans y una chamarra de cuero negro, y que solo mide un metro sesenta.
-Muy bien, niño bonito, si no quieres hablar entonces eso quiere decir que eres un jodido pedo de unicornio, por lo que así te llamaré; pedo de unicornio – dice con orgullo una vez que se detiene frente a mí, dejando un metro de distancia.
¿Pedo de unicornio? ¿Pero qué mierda?
En desacuerdo con su apodito, elimino esa distancia y me quedo a solo centímetros de ella, siendo consciente de la diferencia entre nuestras alturas pues yo fácilmente le saco una cabeza de más, sin embargo eso no evita que nuestras respiraciones coquen, otorgándonos un nuevo aire lleno de tensión.
-Señorita mesera, no sabes con quien se está metiendo...
Sin intimidarse solo se ríe. –Como si me importara – murmura, no sin antes mirar mis labios y lamerse los suyos.
"Malditamente sexy"
Sin darme tiempo a nada, Sharon decide hablar, logrando separarnos de un salto.
-Ya bésense.
Con nerviosismo, Mónica expresa un apresurado:
-Iré por agua y algo para que se tome, sino mañana amanecerá con una jaqueca horrenda.
Sin moverme de mi lugar solo veo como Sharon me mira con curiosidad.
-¿Por qué no se besaron?
"¿Qué si quería besar a la señorita mesera? Jodidamente sí" pero no le digo nada y solo me encojo de hombros.
Agudizando su mirada se queda callada solo por unos segundos antes de sentarse y mirar el suelo, por lo que cuando vuelve a hablar me sorprende la crudeza en su voz.
-Damián... ¿Él me odiaba?
Incomodo me rasco la nuca. –Yo no diría eso...
-¿Entonces por qué... Por qué... Se fue?
De nuevo no digo nada, pues esa pregunta aún no me es contestada al cien por ciento.
Sin rendirse inclina su cabeza y se centra en mí. – ¿Tú... Alguna vez te has... Enamorado?
Curioso por su pregunta me recargo en su pared color crema, la suspicacia haciendo acto de presencia, "¿Le digo o no? Al final de cuentas mañana no recordará nada"
-Sí – expreso con frialdad.
- ¿Y... Te han roto el... Corazoncito?
Asiento. –En su momento lo hizo alguien muy importante para mí.
-Mh... ¿Y cómo se iama? ¿Yo, yo la conozco? – pregunta después de un rato.
-Verás...
-No sé si esto le servirá pero es mejor que nada – se queja la señorita mesera mientras entra al cuarto, salvándome de decir una pendejada.
-Ya que tú estás aquí, creo que yo me iré – anuncio con apremio, sintiéndome de repente un poco asfixiado por todo.
Mirándome con extrañeza le da la pastilla y el vaso con agua a su amiga. – ¿Todo bien? Estás un poco pálido.
-Sí, sí, es solo que no me he sentido bien de salud, creo que es gripe –explico con rapidez. –Creo que lo mejor será que me vaya, de todos modos he de suponer que te quedarás aquí para cuidarla.
-Sí, solo llamaré a mi hermano para avisarle. ...
Sacando una tarjeta de mi abrigo, se la paso. –Perfecto, aquí está mi número, llámame por cualquier cosa – mirando su rostro paso saliva sonoramente. –En caso contrario yo te escribo mañana.
Saliendo como alma que lleva el diablo de ese lugar, solo me permito respirar una vez dentro del carro, como si los amargos recuerdos los hubiese dejado en esa casa y no en mi corazón.
Encendiendo el auto comienzo a conducir hasta que estoy cerca de mi casa, ahí es donde me estaciono a la horilla de la carretera y golpeo el volante, para después recargar mi frente en este.
"-Te amo.
Alterada, se aleja. –No lo digas, no...
Asustado llevo mis manos a sus mejillas, capturando así sus incesantes lágrimas. –No llores.
-Es que no lo haría si tan solo tú...- alejando mis manos da un paso hacia atrás. –No puedo, no podemos, tú mereces algo mejor que una simple sirvienta.
Sin creer lo que me está diciendo la miro con horror. –Deja de decir eso, a mí no me importa lo que eres sino quién – al ver que no dice nada paso mis manos por mi cabello, lleno de impotencia. –Nunca me ha importado que seas una empleada de esta casa y jamás lo hará porque te amo.
Respirando agitadamente da otro paso en reversa, como si mis palabras fueran golpes que la empujan lejos de mi alcance.
-Pero a mí sí, yo no te merezco.
Con miedo maldigo en voz baja. – ¿Por qué te importa tanto nuestras jodidas "posiciones"?
Esquivando mis ojos se frota su brazo derecho con su mano izquierda. –Solo mírame y mírate, somos tan... Diferentes que yo nunca tendría cabida en tu mundo. Así que como sirvienta de esta casa, te pido que de ahora en adelante solo me trates como una empleada más.
Dejando caer mis brazos a mis costados la dejo pasar a mi lado sin interceptarla"
Yo sabía que ella me amaba, me lo había dicho y demostrado tantas malditas veces... Pero eso no evitó que me doliese lo que me dijo, por lo que días después, cansado de siempre luchar por los dos, cumplí con lo me pidió y no le volví a insistir, por lo que solo me limité a mirarla de lejos, grabando cada gesto de supuesta indiferencia que me mostraba.
Y así fue hasta el día en que se marchó de mi lado.
Después de media hora por fin estoy más calmado y me voy a mi casa.
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Preciosuras, espero que les haya gustado el capítulo🥰
Y anda, que Kenndrew a pasado por varias cosillas a lo largo de su corta vida, aunque... Le falta pasar por más.
Nuestra querida Sharon al parecer se nos perdió, muy mal por ella.
Jsjs, yo amo la canción en multimedia 😍
Y Verónica... No es tan cule** como todos creen 👀, bueno sí.
Y bueno, deseándoles lo mejor en esta vida me despido de ustedes mis amores, nos vemos en los capítulos finales... Que espero tenerles listos pronto porque ya saben #modo_regreso_a_clases😔 esta semana, por lo que les pido paciencia🥺❤
ATTE: yo xd
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