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CAPITULO 45❤

Lentamente abro mis ojos mientras les permito adaptarse a la luz que traspasa las cortinas del cuarto, una ligera sonrisa se desliza por mi cara al recordar lo de ayer.

-Damián... - suspiro mientras observo los detalles de las figuras de flores que sobresalen en las paredes de mi cuarto; rosas, tulipanes, lilas y margaritas me rodean.

Lista para disfrutar este día me levanto rápidamente, pero antes de que incluso ponga un pie fuera de la cama mi celular suena, curiosa lo tomo de la mesita a lado de mi cama; es una llamada de Damián.

-Buenos días - saludo.

-Hola, mi morenita, ¿cómo dormiste?

-Muy bien, ¿y tú? - le pregunto, nerviosa comienzo a jugar con el dobladillo de mi camiseta para dormir, sin previo aviso siento como mis mejillas comienzan a calentarse, "Cálmate, mujer, solo te preguntó cómo amaneciste" me reprimo.

-También muy bien, con un poco de calor pero es soportable - me dice de forma casual pero sé que detrás de ese comentario hay un doble sentido, el cual causa que solo me sonroje más.

-Eh... Si, bueno... ¿Ya desayunaste? - cambio de tema mientras me levanto de la cama y comienzo a buscar en mi maleta la ropa que me pondré hoy.

-No, de hecho por eso te llamaba, ¿vamos a desayunar juntos?

Mordiendo mi labio inferior guardo silencio mientras los latidos de mi corazón aumentan. -Esto... Claro, solo deja me doy una ducha y en una hora te veo afuera de mi cuarto... - me callo pues unos golpes en mi puerta comienzan a sonar. -Espera, alguien está tocando mi puerta, ahorita te veo - le digo antes de colgar e ir a abrir.

-Hola, Sharon.

Sorprendida solo frunzo el ceño al ver a Damián ante mí. -Damián...

-¿Puedo pasar? - pregunta, pero entes de que pueda contestar ya está pasando a mi lado.

-¡Hey! - le digo antes de cerrar la puerta e ir tras él. -Damián, sal ahora mismo de mi mini casita - demando en voz alta.

Burlón se gira hacia mí. - ¿Mini casita?

Haciéndole una mueca asiento. - ¿Qué, me dirás que esto no parece una mini casa?

Riendo se deja caer en el sillón. -Tienes razón, esto parece una mini casita.

-Ya, ¡pues salte, Damián! Me tengo que duchar y no pienso hacerlo estando tú aquí - le digo enfurruñada mientras doy un golpe con mi pie en el suelo, esperando demostrar enojo en vez de mi nerviosismo.

Suspirando dramáticamente se levanta. -Bieeeen, me voy.

-Fuera - demando mientras estiro mi brazo en dirección a la puerta.

Riendo sale de mi mini casita.

Sintiéndome victoriosa por mi logro decido irme a bañar, sin en cambio una voz me detiene de nuevo.

-Por cierto, ponte algo fresco porque será un largo día de caminata y hará calor.

Sorprendida me giro en dirección de la voz, encontrando a Damián en la puerta, al ver mi cara de reproche se encoge de hombros.

-Estaba sin seguro, pero ya me voy, y ahora si ponle seguro a la puerta - dice antes de desaparecer.

Corriendo cierro la puerta y le pongo seguro.

Antes de que sea la hora salgo de mi cuarto vistiendo un vestido largo veraniego de color café, unas lindas sandalias a juego y un lindo sombrero de palma.

Al ver que Damián está distraído en el teléfono decido asustarlo. - ¡Boo! - le digo a Damián en cuanto llego a su altura, tomándolo de la cintura.

-¡Mierda! - grita a la par que suelta el celular, cayendo este a la arena.

Riendo a todo volumen me agarro el estómago.

-Chistosita - me recrimina mientras me sigo riendo y él toma su celular de la arena.

Una vez me calmo le doy una palmada en la espalda. -Perdón... Es que estabas tan distraído y yo... - me interrumpo mientras otra carcajada sale de mí.

Poniendo los ojos en blanco sacude su teléfono. -Ja ja ja, vamos a desayunar ya, señorita bromas - intenta decir con enojo pero se le escapa una sonrisa.

En un cómodo silencio caminamos por la orilla del mar mientras vamos a nuestro destino, no tardamos mucho en llegar.

-Que chulo - digo en cuanto lo veo; este tiene vista al mar y no hay paredes, solo tiene el techo de palmas y las mesas junto a las sillas, además de una gran área donde realizan la magia de cocinar.

-Es nuevo pero me han dicho que es muy bueno - me dice Damián mientras tomamos asiento.

-Oh - susurro.

-Mesero, la carta por favor - solicita Damián, de inmediato nos traen dos.

-Gracias - digo en cuanto me entregan la mía.

-¿Estás lista para nuestra aventura que nos aguarda el día de hoy? - pregunta con chulería.

Sonriendo asiento. -Muy lista.

-Muy bien, entonces desayunemos y vayamos a disfrutar este día.

Y así lo hicimos, en cuanto acabamos de desayunar fuimos a nuestra primera parada, los manglares.

Entusiasmados nos montamos en la lancha que nos llevó al hermoso mundo del manglar.

-¡Damián! Mira, miraaa - le digo entusiasmada mientras me giro hacia él y señalo la orilla del agua. -Ahí hay un cangrejo, ¡mira!

-Así es señorita, así como lo acaba de indicar es un cangrejo rojo que junto a sus compañeros suelen habitar estos manglares - nos dice nuestro guía. - ¿Ustedes sabían que los manglares son quienes nos pueden proteger de un ciclón o huracán? - pregunta a todo el público que vamos en la lancha, negamos con la cabeza.

-Pues bien mi lindo público así es, por ello les cuidamo' mucho aquí, de ahí que cuando sale el pronóstico siempre nos dicen "salvemos y protejamos los manglares, porque ellos son quienes nos pueden salvar la vida de un huracán o ciclón"

Asombrada solo asiento.

-Vamos entrando a la cueva del pirata, mi amado público, se le llama así porque en algún momento se encontraron restos humanos y de barcos que se presume eran de los piratas, y como dice el pueblo "ahí se los llevó la changada"

Riendo todos miramos a nuestro alrededor, asombrados de la maravillosa naturaleza del lugar.

-¿Te gusta? - sorprendiéndome la voz de Damián en mi oído suelto un ligero gritito.

-Muchísimo - le digo mientras veo un nuevo grupo de cangrejos rojos en la orilla del agua.

-Me alegra - dice antes de depositar un beso en mi mejilla y regresar a su lugar detrás de mí. Sorprendida solo llevo mi mano a mi mejilla.

"Damián... No sé el porqué de tu comportamiento pero realmente espero que sea para bien" Pienso esperanzada.

Veinte minutos después estamos fuera de los manglares.

-Escuché de un acuario por aquí cerca, ¿vamos? - me propone.

Entusiasmada asiento. -Encantada.

-Y... Ya sé a dónde llevarte a comer - me dice emocionado.

-¿A dónde iremos? -pregunto curiosa.

-A lado del rio Tecolutla.

-Me parece excelente, pero ahora yo pago y no hay discusión al respecto - digo esto último cuando veo que va a reclamar.

-Muy bien mi niña, tú ganas - dice, fingiendo cansancio.

Riendo andamos hacia el acuario.

-Bienvenidos, espero que sea de su agrado su estadía aquí en nuestro maravilloso Tecolutla, Veracruz - nos recibe la recepcionista del acuario.

-Gracias - decimos al unisón mientras nos adentramos en el acuario, no sin antes escapárseme la mirada coqueta que le lanza la chica a Damián, no muy de acuerdo con eso decido tomarlo de la mano, la chica entendiendo la referencia baja la vista hacia los papeles que tiene en su escritorio, perfecto.

-¿Qué fue eso, mi morenita? - me pregunta Damián, con una sonrisa divertida.

De inmediato suelto su mano. -Nada - le digo apresurada mientras camino hacia una enorme pecera.

Sonriendo se acerca. -En realidad me encantó que hieras eso.

Estupefacta solo carraspeo y señalo cualquier pez ante mí. -Ay, Damián, mira ese pez, ¡es hermoso!

-Es igual de lindo que tú - me dice coquetamente.

-Ya - le digo mientras evito que mire mi sonrojo huyendo del otro lado del acuario.

-Oh, Sharon, ven a ver esto - me llama Damián después de unos minutos.

Ya más tranquila regreso a su lado. -Wow, que enorme pez.

-Y que lo digas, princesa.

Un poco descolocada por sus apodos cariñosos a lo largo del día lo volteo a ver, quedando maravillada una vez más por su sonrisa y el brillo en sus ojos.

-¿Te gusta lo que ves? - pregunta de repente, asustándome.

-Eh, no, para nada - digo antes de volver a huir de su lado e ir a ver otros seres marinos, dejando atrás a un Damián sonriente.

Al cabo de las cinco de la tarde finalizamos nuestro recorrido por el acuario y el restaurante a orillas del río, decidiendo finalmente ir un rato a la playa.

-Damián, en serio estoy a punto de quedarme a vivir aquí, Dios, es maravilloso este lugar; su gente tan linda y amable, su flora y fauna tan cautivante, ¡la comida!, sus calles y ahora la playa... Mira el agua tan cristalina y la arena tan suave... Me siento tan bien aquí, sin ningún problema, solo esta tranquilidad tan relajante - digo con cariño al ver las olas del mar irrumpir en la orilla de la arena.

-Lo sé, es hermoso estar aquí y más a tu lado, mi morenita - dice con igual cariño mientras caminamos por la orilla del mar, el agua acariciando nuestros pies.

-Vamos ya, Damián, ¿qué pasa contigo y con los apodos tan cariñosos? - le pregunto suspicaz.

-¿Qué tienen?

-No lo sé, es tan raro escucharlo viniendo de ti, don frialdad - le digo mientras me encojo de hombros.

-¿A caso me has llamado don frialdad? Oh, no, eso sí que no - dice antes de cargarme sin previo aviso y llevarnos al agua del mar.

-¡No, Damián, nooo, no traigo más ropa ¡nos vamos a mojar! - grito mientras me rio, sin en cambio nada de lo que digo le detiene para echarnos al agua.

Riendo salgo a flote junto a él. -Chistosito, he - le digo sonriendo.

-Chistosita, he - me dice mientras se acerca a mí y me junta a su cuerpo.

"Bésalo" me dice esa voz interna pero no lo hago, sino que me detengo a apreciar cada detalle de su rostro; sus ojos y en como el Sol causa que el color verde predomine sobre el color café, el brillo y la alegría que reflejan estos al verme, su cabello y las gotas de agua que caen de este en su rostro, su sonrisa llena de alegría... Sus labios.

-Sharon... - me suplica.

-Hazlo - le contesto en voz baja, sin duda ni temor quiero que me bese tanto como él desea hacerlo, y sin pensarlo más une sus labios a los míos.

Este no es un beso más, no, este es un beso único y especial que declara todo lo que sentimos uno por el otro, cálido y sincero, sin prisa ni rencor, es un beso lleno de anhelo y amor, lleno de palabras y sentimientos.

Solo somos él y yo en este momento.

-Sharon, en verdad gracias por estar aquí conmigo - declara mientras me abraza.

Sintiéndome plena le regreso el abrazo.

-Te tengo una sorpresa, ¿te parece bien si a las ocho te espero afuera de tu mini casita? - me dice mientras salimos del agua.

Curiosa solo asiento. -Claro, ¿te parece bien si nos vamos? Me gustaría ir a ponerme otra ropa.

-Por supuesto, vamos - me dice y sin aviso me roba un beso.

Sorprendida solo sonrío.

Al entrar a mi cuarto solo puedo gritar de alegría y dar pequeños saltitos.

-Damián... Dios, cuanto te amo - susurro mientras me dirijo a la cama pero me detengo a medio camino al ver que encima hay una caja azul, curiosa termino mi trayecto a esta y veo la caja, encontrando una nota encima de esta, sin perder tiempo la tomo con cuidado y la abro.

"Sharon, te tengo una sorpresa esta noche, por favor acepta el regalo que está en la caja, espero te guste, lo elegí personalmente para ti, mi morenita.

Con cariño, Damián"

Mordiéndome el labio dejo la carta y abro la caja, soltando un chillido saco el vestido junto a sus sandalias.

-Damián, esto es demasiado - digo mientras acaricio la delicada tela azul del vestido.

Emocionada me meto a bañar para estar lista a las ocho.

Dos horas después salgo de mi cuarto vestida con el regalo de Damián. Al salir me quedo sin palabras al verlo a él, a diferencia de nuestra cita de hace un momento esta vez él está vestido con un traje negro que le queda perfecto.

-Damián... - le digo inconscientemente.

Regalándome una de esas sonrisas tan especiales viene a mi encuentro pues me quedé a mitad del camino, admirándolo.

-Sharon, te ves hermosa, pareces un ángel - me dice una vez llega a mi altura.

Sin creérmelo sonrío, sintiendo como mi corazón comienza a latir a mil por hora. -Tú también pareces un ángel.

-Mmmh, tal vez aquí tú eres el ángel y yo tu demonio - con su sonrisa ladeada que me descoloca extiende una mano hacia mí.

-¿Me permite este bello ángel ser su acompañante esta noche?

Suspirando le entrego mi mano. -Por supuesto que sí.

Sin más que decir salimos del área del hotel y caminamos por el caminito de piedras blancas.

-Cuando vine con mis padres recuerdo que por travieso me escapé una noche y salí a ver el mar, ese día recuerdo que mis padres se preocuparon tanto que movilizaron a varias personas para buscarme por toda la playa, lo que ellos no sabían es que yo estaba escondido en un montón de palmas secas que había junto a un restaurante - se ríe, sin querer interrumpirlo solo lo observo mientras ve hacia el mar.

-_-Cuando me encontraron hubieras visto la regañada que me llevé ese día - niega con la cabeza mientras una sonrisa nostálgica aparece en su rostro -. A veces desearía que estuvieran aquí conmigo, ¿sabes? -me dice mientras levanta la mirada al cielo y su mirada se cristaliza, conmovida tomo su mano en la mía.

-Seguro ellos están orgullosos de la persona tan linda y trabajadora en que te has convertido, eres un ser humano muy lindo, Damián, siempre te preocupas por tus seres queridos - le digo mientras lo miro a los ojos, queriendo que él sepa que se lo digo de corazón y no por compasión. -A pesar de siempre mostrar esa faceta de chico malo... En realidad eres todo lo contrario - sonrío más mientras le doy un beso en su mejilla.

-Gracias, Sharon - me dice mientras me regala una ligera sonrisa, sin embargo una mirada llena de culpa pasa por sus ojos pero es tan veloz que no estoy segura de ello, por lo que lo dejo pasar.

-Bueno, ¿y a dónde vamos así de elegantes? - le pregunto después de un rato en silencio.

-Quiero llevarte a un restaurante que prepara la mejor comida que he probado aquí en Tecolutla, mmmh, déjame te digo que ahí te hechizan el paladar.

-¿Ah, sí? Bueno pues entonces yo encantada de que me hechicen, aunque lo dudo un poco... - digo misteriosa.

Sorprendido me mira. - ¿Por?

-Porque en estos momentos ya me siento hechizada estando contigo aquí en este hermoso lugar - le digo con chulería.

Riendo coloca un rápido beso en mi cabeza, nerviosa me sonrojo.

-Ah, mira, justo enfrente está el restaurante.

Curiosa miro en la dirección en que señala.

-Oh - digo al ver la enorme estructura de dos pisos ante nosotros. -Déjame adivinar, ¿fue en este restaurante donde el pequeño Damián se escondió? - le pregunto mientras observo como se hace el despistado volteando a otro lado.

-Quien sabe... - dice mientras una sonrisa juguetea en sus labios.

-Ya - le digo mientras terminamos de llegar al restaurante. Entendiendo por fin el porqué de nuestros atuendos. Si bien no es elegante el lugar, sí que tiene su estilo de noche.

-Reservación a nombre de...

-Damián Leandro Montero del Castillo - sorprendida de oírlo usar su nombre entero lo volteo a ver, encontrándome con su mirada.

-Esa es historia para otro día, me refiero a mi segundo nombre - me dice mientras se lleva mi mano a sus labios y le da un ligero beso. Nerviosa siento como electricidad recorre mi cuerpo desde donde besó mi mano hasta la punta de mis pies, cosquillas invadiendo mi estómago.

Sé que se supone que este era un viaje en modo amigos pero tengo que admitir que me es imposible no derretirme ante este hombre, más siendo tan tierno en estos momentos.

-Perfecto, síganme, los llevaré a su mesa - nos dice el joven detrás de su puestos, interrumpiendo nuestro momento.

-Vamos - me dice mientras seguimos al mesero alrededor de las mesas, el cual nos lleva al segundo piso.

-Disfruten su velada, el área es solo para ustedes - nos dice el mesero antes de volver a bajar las escaleras.

-Damián... - susurro ante la hermosa vista frente a mí.

Todo el segundo piso está decorado con rosas blancas y rojas, la única luz en el área es la de las velas que están por todo el lugar, acompañadas por candelabros en el techo y por pequeños patitos en el suelo, al centro del piso se encuentra un enorme corazón de pétalos rojos, encontrándose la mesa y sillas acolchonadas dentro de este, todo teniendo vista hacia el mar.

Solo tres personas nos acompañan, un mesero y dos músicos; un chico que toca el piano y la chica que está cantando una linda melodía que desconozco su nombre.

-¿Y? - pregunta Damián mientras admira con orgullo la imagen antes nosotros.

-Damián, eres todo un romántico, es... Maravilloso, jamás creí que harías algo así - le digo mientras me dejo llevar por el ambiente.

Sonriendo me lleva a la mesa. -Disfruta el momento, mi morenita.

Y así lo hago, mientras cenamos no dejamos que nada nos perturbe, sino por el contrario, empezamos a compartir infinidad de anécdotas e incluso chistes.

-Oh, y eso no fue lo peor, lo peor fue cuando un día en la escuela salí del baño y además de llevar media falda levantada ¡llevaba el papel de baño pagado a mi zapato! - suelto entre risas -. Fue épico, si no fuera porque una de mis amigas me lo dijo, no sé qué hubiera pasado.

Carcajeándose Damián se lleva las manos al estómago. -Diablos, Sharon, en serio que ya eras un dolor de cabeza desde niña.

-¡Hey! - le digo mientras me vuelvo a reír al recordar ese día.

-Ya, ya, me calmo - dice Damián mientras se seca las lágrimas que le salieron.

Sonriendo ambos solo nos miramos el uno al otro, dejándonos llevar por la melodía y la suave voz de la chica.

-Sabes, Sharon, eres tan pero tan hermosa y jamás me voy a cansar de decírtelo - dice antes de levantarse de su silla e ir a mi lado, extendiendo su mano me saca a bailar.

Torpemente me levanto y le dejo guiarme. Ambos sin saber bailar solamente nos dejamos llevar por las notas.

-¿A caso es esto un sueño? - pregunto sin pensarlo.

Sonriendo niega con la cabeza mientras nos movemos de un lado a otro.

-No, mi niña, esto es tan real como tú y yo - dice antes de bajar lentamente hasta mi labios, no me quito y simplemente me dejo llevar, "Incluso si este es solo un sueño, no me importa, porque en estos momentos soy la mujer más feliz del mundo" es lo último que pienso antes de perderme en el sabor de los labios de Damián.

Sonriendo ligeramente seguimos bailando, dejando de lado lo sensual y dejando salir lo romántico.

Después de bailar un rato regresamos a nuestros lugares, encontrándome con una carta y una rosa a lado de mi plato que ahora contiene el postre.

Sorprendida solo observo la carta y la rosa.

-Ábrela -me susurra Damián detrás de mí.

Entusiasmada tomo la carta y la abro:

"Como sabes no soy bueno escribiendo cartas, sin en cambio me encanta escribirlas para ti, mi morenita, solo quería decirte que hoy te ves PRECIOSA, pareces una princesa sacada de un cuento, no, en serio, me recuerdas tanto a una; con ese hermoso cabello que me encanta juguetear con él, con esa sonrisa tan bella que posees, tu risa tan llena de vida, tu voz tan jodidamente seductora y esos ojos tan luminosos que saben sonreírme a pesar de todo... En serio, no sabes cuánto me alegra el estar aquí contigo compartiendo tanto y siendo tan malditamente feliz a tu lado.

Por ello quiero darte las..."

-Gracias -finaliza la carta Damián mientras deja un beso en mi hombro.

Con un nudo en la garganta me giro y tomo su cara entre mis manos, soltando ligeros besos en todo su rostro.

-Damián, gracias por todo, te amo tanto, Dios estoy sin palabras - le digo mientras evito soltar alguna lagrima.

-No llores, mi morenita, todo esto lo hago con cariño para ti - me dice dulcemente antes de besarme. -Ven, vamos a comer este postre, espero te guste tanto como lo haces tú a mí.

Sonriendo como nunca asiento y termino mi postre.

-Ya es tarde, ¿nos vamos? - me pregunta Damián después de acabar de cenar.

Asiento. -Vámonos.

Cuando estamos a punto de llegar a mi cuarto una determinación enorme me invade, por lo que cuando llegamos a la puerta y Damián me da un beso en la frente, le digo:

-Quédate conmigo.

Sorprendido solo me observa. -Pero...

-Sh, simplemente... - no termino la frase y solo abro la puerta, dejándola abierta detrás de mí para que él decida si acepta mi propuesta o no. Al verlo entrar suelto el aire que no sabía que estaba reteniendo.

-Sharon... - comienza pero yo me acerco a él y le silencio con un beso.

-No digas nada, solo dejémonos llevar, este momento es solo nuestro y no hay dudas de mi parte - le digo mirándolo a los ojos mientras llevo mis manos a su cuello.

Sonriendo ligeramente se acerca a mí y me comienza a besar, primero lento, como si fueran ligeras caricias a nuestros labios.

-Damián... - susurro.

-Sharon - dice mi nombre con voz ronca antes de volver a besarme, esta vez de forma más segura y decidida, como si quisiera demostrarme cuanto me anhela, cuanto me ha extrañado.

Queriendo más de él comienzo a desabotonar su camisa, recorriendo con mis dedos la piel que va quedando desnuda hasta que la prenda cae al piso. Sin perder tiempo me gira y comienza a bajar lentamente el cierre de mi vestido, besando mis hombros y mi espalda conforme esta queda al descubierto. Fuego recorriendo cada parte de mi cuerpo con cada caricia de sus labios.

-¿Estás segura de esto? - susurra una vez el vestido cae a mis pies.

Asiento. -Sí, Damián, estoy muy segura - susurro mientras me doy la vuelta y quedo cara a cara con él, sonriendo llevo mis manos a sus mejillas. -Te amo.

Cerrando los ojos toma mis manos y le un beso a cada una antes de soltarlas y regalarme ligeros besos por mi cuello. Perdida por el momento solo me entrego a él y a sus caricias, sintiéndome la mujer más feliz en estos momentos.

Lentamente la ropa va desapareciendo y con ella toda lógica, solamente nuestros besos y caricias hablan por nosotros, cada una toque es una caricia para el corazón, cada suspiro es un te quiero, cada mirada es una promesa no dicha, cada beso es un recordatorio de que el amor solo nace y no se elige, simplemente un día te das cuenta que está ahí y sabes que no hay nada que hacer, pero tú eres quien elige si tomarlo y vivirlo o lo dejas ir.

Por ello en cuanto mi espalda toca la cama y Damián está encima de mí simplemente le digo:

-Te amo tanto, jamás te quiero perder.

Sonriendo me regala un beso en la frente a la vez que entra en mí, alucinada llevo mis manos a su cabello, dejándome llevar por la hermosa sensación que causa cada empuje en mi cuerpo.

Para aumentar la sensación besa mi cuello dándole ligeros mordiscos, electrificando todos mis nervios, sin querer llevo mis manos a su espalda, dándole ligeros rasguños.

Gruñendo Damián aumenta la velocidad de sus movimientos, aumentando nuestro placer.

-¡Ah! - grito cuando da una embestida.

-Joder - gruñe.

-Dios, Damián - gimoteo cuando llego a la cima y estrellas estallan por todo mi cuerpo.

-¡Sharon, joder! - secunda en un grito.

Y así es como sé que no importa quien más llegue a mi vida porque soy solo suya y de nadie más.

Sin decir nada más Damián se acomoda a mi lado, abrazándome.

-Damián...

-No digas nada, mi niña, solo descansa que mañana aún nos queda un largo día - me dice mientras me abraza más cerca y me regala un beso en mi cabeza, todo tan diferente a la última vez.

Contenta por tenerle a mi lado solo asiento y me acomodo para dormir.

Sin saber a ciencia cierta en medio de la noche le escucho decir:

-Yo tampoco te quiero volver a perder, mi amor, solo contigo he encontrado la felicidad de nuevo desde que murieron mis padres... - pero el cansancio me puede más y me rindo de nuevo a los brazos de Morfeo.

DAMIÁN

Confundido y con mis pensamientos a más no parar decido levantarme con cuidado de la cama para no despertarla.

-Sharon, ¿qué me has hecho? - susurro mientras llevo mis manos a mi cabello y la observo dormir en la cama.

-Tan bella e inocente - digo a la vez que me alejo y miro a través de la venta. -Siempre buscando lo mejor para quienes amas, a veces incluso dejando de lado lo que tú quieres para que los demás sean felices... -suspiro. -Tan llena de vitalidad y ganas de vivir, dispuesta a amar sin límites, más bien dispuesta a amarme aun cuando lo que yo solo quería era destruirte. Sin embargo todo lo que te dije hoy en esa carta es real, tan malditamente real que tengo miedo por lo que siento por ti y más aún el reconocerlo...

Sin aguantar más vuelvo a la cama y me siento, llevando mi mano a su rostro acaricio cada rasgo de ella. -Yo tampoco te quiero volver a perder, mi amor, solo contigo he encontrado la felicidad de nuevo desde que murieron mis padres...

Pero no termino mi pensamiento pues imágenes de mis padres sonriendo llegan a mí.

-Campeón, pero que orgulloso estoy de ti - me dice mi padre mientras sacude mi cabello.

Mi madre sonriendo se acerca a nosotros y nos da un beso a ambos. -No cabe duda de que eres todo un Montero del Castillo, mi corazón.

Sintiéndome orgulloso de mi mismo carraspeo y les digo. -Soy orgullosamente su hijo, el cual promete poner nuestros apellidos en alto sin importar nada.

Riendo ambos asienten. -Estoy seguro que lo lograrás, ahora choquemos esos puños - me dice mi padre antes de colocar su mano frente a mí, encantado le regreso el saludo.

-Ay, hombres de mi vida - nos dice mi mamá antes de levantarse. -Bueno, mi dulce Leandro, vamos a lavarnos los dientes para que te vayas a dormir, recuerda que mañana nosotros salimos a una junta y no estaremos para cuando te levantes.

Haciendo una mueca me levanto del sillón.

-¿Regresarán pronto? Me gustaría que tengamos una salida familiar - les digo entusiasmado.

-Seguro, pequeño Leandro - me responden ambos.

-¡Yes! - festejo antes de subir a mi cuarto.

Sin saber que esa sería la última vez que les vería con vida. Mis padres fueron asesinados a sangre fría por la familia de ella. "Ella es la hija de los asesinos de mis padres, quienes me arrebataron a quienes más quería" me recuerdo. Sin en cambio otro pensamiento me invade "pero también es quien ha regresado el sentido a la palabra felicidad a mi vida"

Sintiéndome asfixiado por mis emociones dejo de acariciarla y llevo mis manos a mi rostro. Sin saber que hacer me levanto y me visto, necesitando aire fresco decido salir.

-Si tan solo no fueras hija de ellos todo podría haber sido tan diferente... - susurro antes de cerrar la puerta detrás de mí y salir del cuarto para no regresar.



...

Capítulo nuevo mis amores❤
Con todo mi amor les deseo un fin de semana excelente, al igual que un inicio de semana estupendo 😘
Espero les haya gustado el capítulo 🌹

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Una cena muy curiosa, ¿no creen?🤭


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Les quiero millones.
Atte: yo😂

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