CAPITULO 33 💋
-Tú que dices Tobi, ¿voy o no voy? - le pregunto a mi pequeño chihuahua, quien solo mueve su colita como respuesta.
-¿Eso es un sí? Porque si es así recuerda que mañana tengo clases al igual que hoy. Y considerando que no debería ir...
No termino de hablar cuando mi celular empieza a sonar. Exaltada lo saco de mi sudadera.
Mi mamá.
-¿Qué tal si se lo dejamos a ella? - le digo a mi perrito mientras me siento en un sillón. Con Tobi a mi lado.
-¡Mamá! - le digo entusiasmada.
-Hija, ¿estás bien? ¿Todo bien por allá?
-Sí, claro ¿por qué no habría de estarlo? - le pregunto, extrañada por sus preguntas tan repentinas.
-Por nada, pero como no nos haz llamado muy seguido desde hace días... ¿Qué te ha mantenido tan ocupada como para no llamar a tus padres, jovencita?
Nerviosa empiezo a acariciar a Tobi. Porqué si bien es cierto que he sido algo desconsiderada al no llamar... Pero considerando todo lo que ha pasado en estos días...
-No pasa nada mamá, es solo que la escuela me ha mantenido ocupada, ya sabes, la carrera de Medicina no es fácil.
Silencio.
-¿Mamá? – digo después de unos segundos al no recibir respuesta.
-Sí, lo sé hija - se queda callada. Cuando creo que no dirá nada vuelve a hablar. – ¿Tu falta de tiempo no es causada por un chico, verdad?
¿Lo sabe, sabe de Damián? No, ¿cómo lo va a saber estando a kilómetros de aquí?
"Pero ¿Por qué no decirle la verdad?" me susurra esa molesta voz de mi conciencia.
Niego con la cabeza. Apenas e iniciado esta relación y el anunciarla con mis padres es demasiado pronto. Ni siquiera estoy segura de que lleguemos a mucho...
-Claro que no mamá. Mira, para que estés tranquila prometo llamarte más seguido ¿sí?
-Bien, al menos una vez al día - me dice autoritaria.
-Me parece perfecto - le digo mientras acaricio la cabeza de Tobi. A decir verdad esta llamada está siendo incómoda, cosa que antes no pasaba.
-Hija, sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad? - me dice con voz suave.
-Lo sé - me levanto del sillón. -Siento dejarte así mamá pero se me hace tarde para ir a la Universidad - le digo después de otros segundos en silencio.
-Oh, sí, no te preocupes, cariño. Llámame cuando llegues de la escuela - me dice antes de colgar.
Al parecer al final la decisión será mía, pienso mientras le doy de comer a Tobi.
*
En cuanto salgo del taxi me apresuro a entrar a la escuela; en busca de Mel.
Desde nuestra charla el día de mi cita con ojos bonitos, ella no se ha vuelto a contactar conmigo, cosa algo preocupante ya que normalmente no pasamos tanto tiempo sin mandarnos un mensaje o algo por el estilo.
-Sharon – escucho que me llaman. Me detengo en busca del dueño de la voz.
Es Diago.
-Hola – le digo en cuanto está a mi lado.
-Oye, quería hablar contigo de algo, no sé si puedas venir conmigo a un parque al término de tus clases – me dice con una sonrisa brillante.
-Eh... sí, claro - checo la hora en mi reloj antes de contestar –. ¿A las doce de la tarde te parece bien?
-Perfecto, paso por ti al término de tu última clase – me dice antes de darse la vuelta e irse, dejándome con una pregunta rondando en mi cabeza ¿Cómo sabe dónde será mi última clase si no se lo dije?
Pero no lo pienso más, ya que veo el carro de Mel estacionarse en el aparcamiento.
Espero hasta que sale para ir a su encuentro.
-Hasta que al fin apareces – le digo, poniéndome frente a su carro.
-Sí, bueno, como estabas tan ocupada con el patán ese no quise interrumpirte – me dice mientras cierra su coche y empieza a caminar hacia la entrada de la Universidad.
-Ya – le digo poniéndome a su lado.
-Por cierto ¿y tu carro? – me dice a la par que se detiene y empieza a examinar el estacionamiento.
Me encojo de hombros. –Digamos que mi presupuesto es limitado.
Sorprendida se gira hacia mí. – ¿Entonces en que te viniste hoy?
Sonrío ligeramente mientras empiezo a caminar, con Mel a mi lado. –En taxi.
-Bien... – dice lentamente –. ¿Y tus padres ya lo saben?
-No tienen porqué – digo, algo insegura.
Dudo que a mis padres les agrade saber que estoy viajando en transporte público, en especial que ese transporte se está pagando con mi trabajo que aún no ha abierto sus puertas y quién sabe si lo hará.
En eso alguien se interpone en mi camino, causando que me detenga. Me sorprendo al ver quien es; Ryan.
Asustada busco con la mirada a Melanie, quien me da una sonrisa de disculpa antes de irse.
Enfurruñada regreso mi atención al chico en mi camino.
-Ryan – le digo cuidadosa.
-Sharon, tenemos que hablar – me dice con voz suplicante.
Estoy a punto de replicar cuando vuelve a hablar. –Sé que ahorita no puedes, bueno, no podemos. Por eso permíteme invitarte a comer.
-Lo siento, Ryan, pero no puedo, tengo... Tengo algo que hacer.
-Hey, Sharon.
Simplemente genial.
Miro por sobre el hombro de Ryan, justo a tiempo para ver como Diago deja de sonreír al ver con quien estoy.
Ryan de inmediato se tensa y frunce el ceño.
-¿Sí? – contesto una vez que llega a nosotros.
Diago vuelve a sonreír. –Nada, solo quería comprobar lo de al rato, digo, para ver si nos vamos en tu coche o el mío.
-¿Con qué eso es lo que tienes que hacer? – dice Ryan, dejando notar el disgusto en su voz.
-Sí, Ryan, así que si quieres que hablemos tendrá que ser en otro momento. Ahora si me disculpas tengo clases – le digo mientras me cruzo de brazos, tratando de parecer firme ante mis palabras.
Suspirando Ryan se pasa las manos por el cabello. –Bien, entonces dime cuando puedes hablar conmigo.
Asiento, pensativa. –Si te parece bien a las cinco de la tarde puedes venir a mi casa, seguro que a esa hora ya estoy libre.
Con una sonrisa fugaz asiente. –Me parece bien. Cualquier cosa que me ofrezcas la tomaré.
-Vale ¿Ahora me puedo ir? – le digo mientras acomodo mi mochila en mis hombros.
-Claro.
Ignorando a Diago comienzo a caminar hacia mi clase. Cuando creo que no me ha seguido aparece justo a mi lado.
-¿Necesitas algo? – le digo con voz apremiante.
-No respondiste a mi pregunta.
Tardo un momento en recordar a que se refiere.
-Oh, tu coche me parece bien. De todos modos yo ya no tengo auto.
-¿Cómo es eso posible? ¿Qué le pasó a tu cereza andante? – me pregunta confuso.
Sin poder evitarlo una sonrisa aparece en mi cara al escuchar como llamó a mi auto.
-Ya ves, me gusta economizar, ahora el taxi es mi amigo.
-¿Economizar?
-Ajá.
-Bien, entonces ya le busco señorita economizadora – y sin más desaparece entre la marea de alumnos.
*
-¿Y de que querías que habláramos? – le digo a Diago una vez salimos de la Universidad.
-Primero me gustaría llegar a nuestro destino ¿Qué dices?
-Vale – sin poder evitarlo sonrío.
No tardamos en llegar a un parque grande donde las únicas personas que se encuentran en él pasean a sus mascotas. Ningún niño se ve por este lugar, a estas horas seguro aún están en clases.
Tomamos asiento en una de las pocas bancas vacías que encontramos bajo la sombra de un árbol.
-Ya voy yo por los helados, espérame aquí. Tú helado sabor...
-Si se puede que sea un poco de todos – le digo con una enorme sonrisa.
Riendo Diago se va al carrito de helados.
Aprovecho la oportunidad para revisar mi celular, en busca de alguna señal de Damián.
Hoy no acudió a sus clases y en todo el día no he recibido nada de su parte. "Paranoica" me susurra esa voz interna y en esta ocasión le tomo la palabra. Tampoco es como que Damián se tenga que reportar conmigo a cada rato. Por lo que al ver que no hay nada de su parte trato de no tomarle importancia.
Sin en cambio tengo un mensaje de mi mamá, preguntando si ya estoy en casa. Ruedo los ojos y le contesto con un escueto mensaje diciéndole que fui al parque a por un helado.
Guardo mi celular, justo a tiempo ya que Diago aparece ante mí. – ¡Tachan! un helado de cuatro sabores para la hermosa Sharon.
Algo sonrojada le doy las gracias y tomo mi helado de su mano.
Pasamos unos minutos en silencio, disfrutando de la tranquilidad del parque. Al menos hasta que Diago habla.
-La verdad es que no te pedí esta cita por una razón en especial – me dice en voz baja. Sorprendida volteo a verlo.
-No entiendo, entonces para que... – dejo la frase al aire, atrapada en su mirada. Imposible no hacerlo cuando sus ojos se centran un momento en mis labios antes de regresar a mis ojos.
Nerviosa me vuelvo a voltear hacia enfrente, mirando a un señor que le lanza un frisbee a su perro, el cual sale corriendo tras él y se lo vuelve a llevar a su dueño, que repite la acción de lanzar el frisbee otra vez.
Un carraspeo llama mi atención, Diago ya no me mira, está concentrado en el árbol frente a nosotros. –Solamente quería pasar el rato contigo, con eso de que normalmente tienes a tu lapa en casi cada lugar que vas.
Frunzo el ceño ante esa declaratoria. – ¿Mi lapa?
-Damián – aclara.
Extrañada me giro hacia él. –Damián no es mi ''lapa'' – le digo con voz incrédula.
-Sí lo es, puede que no te hayas dado cuenta pero parece que siempre está al pendiente de quién se te acerca, en especial tipos guapos como yo.
Sonriendo niego con la cabeza. –Ya, pues vete alejando no vaya a ser que en estos momentos Damián aparezca de la nada y te arruine tu belleza.
-Ya quisiera ver como lo intenta – dice socarrón.
Riendo vuelvo a negar con la cabeza. –Diablos, entonces hay que tenerte cuidado, joven delictivo.
Se encoje de hombros y sonríe. –Sé artes marciales.
Sorprendida me le quedo viendo. – ¿Estas de broma?
Niega con la cabeza. –De chico mi padre me mandó a tomar clases de ese tipo. Ya sabes, era demasiado hiperactivo en casa.
Estoy a punto de soltar una frase ingeniosa cuando mi celular empieza a sonar. Saco mi aparto que no deja de sonar con la canción de Perfect de Ed Sheeran.
Diago me observa divertido.
Lo ignoro y veo de quien se trata.
Damián.
Sin poder evitarlo un revoloteo de mariposas inunda mi estómago. –Ya vuelvo – le digo a Diago mientras me levanto y pongo distancia entre nosotros.
-Hola – me dice una voz profunda al otro lado de la línea.
-Hola – contesto, y sin poder evitarlo le suelto mi duda –. ¿Por qué no fuiste a clases? – pero en cuanto esas palabras salen de mi boca me arrepiento de haberlas dicho, no quiero parecer una novia controladora.
-Tenía cosas que hacer – después de un momento de silencio agrega: -Solo llamaba para preguntarte si aún deseas salir esta noche.
-Oh, yo... – volteo hacia donde esta Diago. Ahora se ha terminado su helado y me observa, interrogante. Dejo de verlo –. Realmente preferiría dejarlo para mañana.
-¿Todo bien? – me pregunta. En eso escucho de fondo la voz de una mujer llamándolo.
-Damián ¿Dónde estás? ¿De quién es esa voz? – le pregunto, desconcertada. Sintiendo como las mariposas se convierten en horribles serpientes que atacan mis entrañas.
-Espera – me dice, y al parecer tapa la bocina con algo, pero eso no evita que escuche un "compórtate" de su parte. Horribles nudos se tensan en mi pecho, pero no digo nada.
Cuando creo que ya no contestará regresa –. Es Kenndrew, me tengo que ir.
Cuelga.
Contrariada regreso a donde Diago.
¿Qué era Kenndrew? Claro y yo soy Zeus, ya saben, con mi voz de macho con pecho peludo, lomo plateado y no sé qué más.
Desecho ese pensamiento.
-¿Todo bien? - me pregunta Diago en cuanto vuelvo a sentarme.
¿Acaso hoy todos se pusieron de acuerdo para hacerme esa pregunta? Estoy a punto de decirle algo sarcástico pero al final me muerdo la lengua. No tengo porque desquitarme con Diago.
-Sí, todo bien, ¿en qué estábamos? – le digo distraídamente mientras cavilo las posibilidad sobre a quién pertenecía la voz muy femenina en la llamada, ¿Natalia? Lo dudo, la de ella es suave y dulce, la de la llamada en definitiva no lo era. ¿Verónica? Tal vez, de hecho no la vi en todo el día...
Estúpidos celos empiezan a hacer acto de presencia.
-De hecho estaba a punto de decirte si querías ir al museo – me dice, algo cuidadoso.
¿Tan disgustada me veo?
-Gracias por la oferta, Diago, pero a decir verdad prefiero irme a casa – le digo mientras le ofrezco una sonrisa de disculpa.
Él sonríe. –No hay problema, vamos, te llevo.
Agradecida lo sigo hasta llegar a su coche. El transcurso del camino lo pasamos en un cómodo silencio.
Una vez en mi casa me da un casto beso en la mejilla antes de subir a su auto y desaparecer calle abajo.
Suspirando entro a mi casa y sin más me tiro en la cama, observando mis libros, los cuales literalmente me exigen que haga mi tarea. Haciéndoles caso los saco y empiezo a trabajar.
No sé en que momento pasa pero me quedo dormida.
*
Desorientada abro mis ojos lentamente, al darme cuenta de que estoy recostada en un libro me levanto abruptamente. Dándome cuenta de que lo que me levantó fue el sonido del timbre, el cual suena incesantemente.
Sin perder tiempo me dirijo a abrir la puerta. Sorprendiéndome de ver a Ryan fuera.
-Hola – me saluda.
Aun desorientada frunzo el ceño. – ¿Qué haces aquí?
Divertido alza una ceja en mi dirección. –Bueno, pues no es por nada pero tú me has citado aquí – al ver que no entiendo suelta una risilla.
Entonces recuerdo. Con las mejillas coloradas me hago a un lado, dejándolo pasar.
-Toma asiento ¿Gustas algo de beber? – le pregunto mientras me dirijo a la cocina.
-Agua estaría bien.
Una vez sentados en el sofá grande y con agua en mano empieza a hablar.
-Antes que nada te pido disculpas por todo.
-¿Específicamente qué? – le digo mientras le doy pequeños sorbos a mi agua.
Con una sonrisa triste observa su vaso intacto en la mesilla para luego mirarme. –Por haber sido un idiota de primera contigo, cuando tú fuiste todo lo contrario – estoy a punto de hablar pero su mirada me detiene, en sus ojos no hay más que sinceridad –. Te pido disculpas por haberte mentido sobre mis viajes, mi vida... – mi corazón empieza a latir descontrolado, dolor se instala en mi pecho. –En especial mis intenciones contigo y el haberte ocultado mi relación con mi novia.
Evito su mirada, observando mis manos en mi regazo.
Crudo dolor hace mella en mí, permitiendo que las siguientes palabras que le digo se sientas amargas en mi boca. –Y prometida.
Solo escucho su brusca inhalación. –Y prometida – repite.
Vuelvo a mirarlo, una emoción extraña se refleja en su mirada, pero esta desaparece casi de inmediato, siendo remplazada por dolor. Evita mi mirada.
-Nunca debí de jugar con tus sentimientos de esa manera, no tenía ningún derecho – niega con la cabeza –. Sé que en estos momentos me odias y lo entiendo, créeme que lo hago.
-No te odio, Ryan, a pesar de todo no lo hago – le digo en un susurro, centrándome en sus ojos, los cuales me observan sorprendidos –. Yo... la verdad es que ya te perdoné desde hace unos días. Claro, no fue justo el que me ilusionaras así, ni mucho menos que hayas jugado conmigo – suspiro. –Ni siquiera sé tus razones para hacerlo – cuando intenta hablar pongo mi mano a su boca, callándolo. –Tampoco quiero saberlas, serán en vano y no cambiaran el daño causado – una frágil sonrisa aparece en mi cara.
>> Aun así, Ryan, te perdono – dejo mi vaso de agua en la mesita.
Ryan toma mi mano de su boca y le da un ligero beso, sin poder evitarlo mi piel se eriza, él se da cuenta pero no dice nada sin en cambio pone su otra mano en ella, cubriéndola completamente.
-Gracias, Sharon, significa mucho para mí el oírte decir eso, acabas de quitarme el peor peso de mi espalda, pero en serio, gracias por perdonarme – luego de un momento me pregunta temeroso: -¿Podré alguna vez volver a ser tu amigo y recuperar tu amistad?
Sonrío un poco más. –Claro, solo con una condición – le digo con seriedad fingida.
-La que sea – me dice curioso.
-Prométeme que no volverá a haber mentiras ni secretos entre nosotros, en especial si es sobre mí. Siempre serás honesto conmigo sin importar nada más. No más engaños.
En ningún momento dejo de mirarlo a los ojos, permitiéndome ver cruzar la extraña emoción de hace unos momentos en sus ojos, pero de nuevo no la identifico ya que se acerca mí y me abraza, sorprendiéndome.
-Te lo prometo Sharon – feliz por su respuesta me relajo en sus brazos y le regreso el abrazo.
En estos momentos no hay problema alguno que me preocupe, ni siquiera el de saber quién es la chica con quien estaba Damián, ni mucho menos que estaban haciendo. No, solo existe la suave fragancia de Ryan que me recuerda a los días soleados, al verano y a la tranquilidad.
Lo único que importa en este momento es que tengo de regreso a mi amigo, nada más.
#####
Antes que nada, antes que todo
¡Bienvenidas todas esas nuevas personitas que se han unido a esta familia, es un honor tenerlas aquí!💖Sigan disfrutando de esta historia que escribo con todo mi amor para ustedes😊💖
Ahora sí, espero que les haya gustado este capítulo 🙊 cada vez se pone esto mejor ¿no?😉
Ryan y Sharon😍👇
Con el ánimo al 100 de pronto estar con ustedes mis amores amorezcos🌹me despido✌
Hay nos amoritos💎les mando abrazos friolentos mis amores❄
Linda noche😉✌
Atte: yo😂
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro