CAPITULO 31💘
-¿Dónde está mi labial? – repito mientras empiezo a revolver mi maquillaje.
-Sharon.
-Debería estar en este cajón...
-Sharon.
-El color guinda es hermoso y perfecto para la ocasión, no puedo creer que justo hoy haya decidido desaparecer – digo con frustración.
-Sharon...
-¡Victoria, aquí está! – digo con un chillido mientras agarro el labial y voy al espejo para aplicármelo.
-¡Sharon, hazme caso! – me grita Mel.
Suspirando la observo a través del espejo. –Mel, te la has pasado todo el tiempo diciéndome que deje a Damián y que lo mande a freír espárragos. Cosa que no haré – vuelvo a lo que estaba, pero no me pierdo su mirada furiosa.
-Bien, pero es que estás cometiendo un grave error al salir con... Con ese idiota.
Dejo el labial en mi bolso y la encaro. –Entiendo que él y tú no se lleven bien... Pero una relación es de dos y no de tres – esto último lo digo en voz baja.
Aún más enojada Mel se para de mi cama y me señala con un dedo. –No digas que no te lo advertí.
-Ni siquiera me has dicho porque dices todo esto de que él es malo y me hará daño – le digo cuando se empieza a alejar. Mel se detiene y se pone recta.
-Porque ya te ha hecho daño ¿O ya se te olvidó? No seas tan ingenua como para creer que no lo volverá a hacer – dice antes de desaparecer por la puerta.
Indecisa me quedo mirando mis zapatos. Mel tiene razón, si Damián ya lo hizo una vez ¿Por qué no hacerlo otra vez?
Por ello en cuanto suena el timbre me armo de valor y tomo mi bolsa. Él no me volverá a hacer daño.
***
Salgo del auto y observo perpleja mí alrededor. –En serio no puedo creer que me hayas traído aquí – le digo en cuanto él sale del lado del conductor, algo disgustado porque no lo dejé abrirme la puerta.
-¿Por qué no?
Sacudo la cabeza. –De todos los lugares que me imaginé... Nunca se me pasó por la cabeza que un zoológico sería tu elección.
Porque claro, Damián no me quiso decir a dónde iríamos. Simplemente me dijo que me pusiera algo casual pero elegante a la vez, en cuanto me dijo eso la desconfianza me invadió al recordar la primera vez que no me dijo a donde iríamos y yo me vestí tan casual y me terminó llevando a un restaurante de lujo. Por lo que heme aquí con un vestido y arreglada, en conclusión, fuera de lugar, una vez más.
Miro mi vestuario y lo observo a él. Damián está vestido con sus jeans obscuros que se ajustan a su cuerpo junto a una camiseta blanca, la cual no es ajustada pero tampoco deja poco a la imaginación. Dios, se ve tan bueno...
Atrapa mi mirada y alza una ceja en mi dirección. – ¿Pasa algo, morenita?
-No, todo bien – le digo con una sonrisa mientras camino hacía la entrada del zoológico, evitando su mirada.
Al menos traigo sandalias y no tacones. Odio los tacones y ellos a mí. Recuerdo la primera vez que me puse unos de mi mamá y terminé de bruces al suelo; al final del día tenía un dolor de cabeza y un moretón en mi cara, oh si, definitivamente me odian.
Damián me alcanza y toma mi mano entre la suya. Sorprendida observo nuestras manos entrelazadas, sintiendo como mi corazón se acelera y un calor inesperado invade mi pecho.
-Ya verás que te la pasarás genial – me dice Damián entusiasmado, causando que levante la mirada de nuestras manos y la centre en sus ojos, los cuales brillan como los de un niño en una noche de navidad.
Es hermoso.
Mientras él va por las entradas observo a la multitud que sale del zoológico; en su mayoría son familias con sus pequeños hijos.
En cuanto llega Damián a mi lado le externo mi duda que ronda por mi cabeza. –No es por nada ¿pero no crees que ya es tarde para que hayamos venido al zoológico? – volteo a verlo y al ver su sonrisa me pierdo en sus labios.
-Sí, es tarde, pero ellos – señala a las personas que salen del zoológico –. Vinieron a la función de día. Nosotros – me acerca a él y pone un beso en mi frente, causando una revolución de mariposas en mi estómago – venimos a la de la noche.
Extrañada lo observo. –Nunca he oído hablar de funciones nocturnas.
-Eso es porque nosotros iremos al zoológico sin ir realmente al zoológico.
Confusa me alejo de él. – ¿Cómo que no pero sí?
Sacudiendo la cabeza me toma de la mano y nos encamina a la entrada.
-Fácil, te tengo una sorpresa.
Curiosa observo como no nos dirigimos hacia la entrada del zoológico, sino hacia un lateral.
-Damián, juro que si no me dices a donde vamos no me moveré de aquí – y para dar énfasis a mi demanda dejo de caminar. Damián se detiene.
-Ya te dije, es una sorpresa – intenta tirar de mi pero yo me resisto, causando que me suelte.
Suspirando se pasa una mano por el cabello, frustrado.
-Bien, aquí – señala el zoológico detrás de él –. Se ha implementado una nueva atracción en la parte trasera del zoológico donde se encuentra un restaurante, el cual... – se detiene. –En realidad quiero que sea una sorpresa, Sharon ¿Crees que has tenido suficiente información como para seguirme?
-Bueno... Yo... Sí – le digo, sintiéndome algo culpable por ser tan exigente. Claro, tampoco es como que me pueda culpar después de todo por lo que me ha hecho pasar.
Tomándome de nuevo de la mano tira de mí. Me dejo guiar por él y por nuestro nuevo guía que se nos ha unido, el cual nos explica que antes de ir al restaurante nos dará un recorrido por el zoológico.
Emocionada me dejo envolver por la vista de los hermosos animales. Donde no podía faltar mi animal favorito, el oso panda. Fascinada observo a los osos comer su bambú.
-Se ven hermosos – digo en voz alta.
-No tanto como tú – me dice una voz profunda en mi oído. Sonriendo me giro hacia Damián.
-Gracias – le doy un casto beso en los labios.
Confundido se aleja. – ¿Por?
Me giro de nuevo hacia los pandas. –Nunca había visto un panda, al menos no hasta ahora, siempre que iba a los zoológicos con mi familia los pandas parecían dispuestos a esconderse ya que o no había pandas o no podían ser vistos por el público por inciertas razones – digo con voz apesadumbrada.
Sin ningún comentario de su parte seguimos recorriendo el zoológico. Al menos hasta que el atardecer empieza a dar paso al anochecer.
-Es hora – me dice Damián al oído
Yo solo asiento, perdida en la belleza del camino que supuestamente nos llevará al restaurante.
Dejamos atrás el sendero que lleva a los animales y tomamos uno nuevo, el cual es de madera y este es iluminado solamente por antorchas que están en los laterales. Causando unas hermosas sombras en los árboles que hay a nuestro alrededor.
Hechizada volteo a ver a ojos bonitos, el cual ya me observa. Las sombras juegan en su rostro, haciéndolo ver irrealmente guapo. Sin poder evitarlo llevo una de mis manos a su mejilla, el recarga su cara en mi toque y sin previo aviso deposita un suave beso en mi palma. Sonriendo volvemos a caminar.
No tardamos mucho en llegar al final del sendero donde visualizo la hermosa estructura de madera ante nosotros.
–Es hermoso – digo en un susurro.
-Sabía que te encantaría – me dice Damián detrás de mí, el cual pone su brazo alrededor de mi cintura y observa el restaurante.
No sé en qué momento pasó pero la noche ha hecho acto de presencia, permitiendo así que la única iluminación sea la del restaurante.
-Pero nosotros no iremos para allá.
Confundida lo observo. – ¿Ah no?
Sonriendo toma mi mano y seguimos caminando. –No
No pregunto, solo lo sigo.
Pasamos por otro sendero de madera y antorchas hasta llegar a un claro donde sin poder evitarlo suelto un jadeo y tapo mi boca con mis manos, sin poder dar crédito a lo que ven mis ojos.
En medio del claro hay una base de madera con una mesa en medio, la cual tiene velas blancas, un mantel verde claro y dos sillas de madera. Las únicas paredes son cortinas transparentes amarradas con listones rojos, y eso no es todo, en cada esquina de la base se encuentra una antorcha, colocada en el suelo.
-Ahora mira hacia el cielo – me dice al oído Damián, le hago caso y...
-¡Dios mío! – el cielo es hermoso, tan brillante y vivo; las estrellas junto a la luna llena se ven claramente y ninguna nube las ronda, permitiendo así que las velas y las antorchas sean suficientes para poder ver con claridad nuestro alrededor. Simplemente es...
-Perfecto – sin aguantar un segundo más me giro y atraigo a Damián hacia mí, en ese momento una canción que conozco empieza a sonar y no podría estar más que de acuerdo con la letra. Me acerco a Damián y pego mis labios a los suyos, besándolo. Al principio parece sorprendido y no hace nada pero luego sigue el juego de mis labios y lleva sus manos a la base de mi espalda, devolviéndome el beso de forma suave. Paso mis manos por su cuello y lo atraigo más hacia mí, necesito tenerlo más cerca, besarlo y no respirar.
Lamentablemente momentos después me separo, en busca de aire.
Damián sube su mano hasta mi mejilla y la acaricia. A pesar de que su tacto es suave su mirada es otra historia, hay ferocidad, hambre y deseo, lo sé por como sus pupilas se han dilatado y las motitas verdes en sus ojos han predominado en el color café.
Tomando una respiración profunda pega su frente a la mía. –Deberíamos ir a la mesa.
-Deberíamos – le digo mientras una sonrisa juguetea en mis labios, la cual al final hace acto de presencia.
Damián también sonríe y se aleja. Caminamos hasta la mesa y tomamos asiento, por supuesto él es todo un caballero con lo de la silla.
Pedimos nuestros platillos y nos quedamos en silencio, observándonos mutuamente. No tarda en llagar la comida y dejamos que los sonidos de la noche nos invadan.
-Te ves hermosa – me dice Damián justo cuando estoy a punto de llevar un bocado de comida a mi boca.
Sonrojada sonrío. –Tú no te quedas atrás.
Y así durante toda la cena hablamos de cosas triviales, nada serio, cosa que agradezco, no es como que quiera meter seriedad a nuestra cita.
-En realidad quería que esta cita fuera especial, única – me dice cuando terminamos de comer y han retirado nuestros platos sucios, la música sigue sonando de fondo.
-Lo está siendo – le digo y sin poder evitarlo una enorme sonrisa aparece en mi rostro.
De pronto Damián se levanta y toma algo de abajo de la mesa; una manta.
-Ven – me toma de la mano y una vez más siento como un cosquilleo llena mi estómago y mi pecho, asiéndome sentir querida.
Solo caminamos unos cuantos metros lejos de la mesa y la luz.
Damián extiende la manta y me indica que me siente, pero yo me recuesto, mirando hacia el cielo. El hace lo mismo.
-Sigo sin creer lo hermoso que se ve el cielo estrellado – le digo en un susurro.
-Lo sé, es una vista maravillosa – me dice. Sonrío y volteo a verlo, pero él no está viendo el cielo, no, me está viendo a mí.
Pasa su mano por mi mejilla y acaricia mis labios con la punta de sus dedos. –Maravillosa.
Sonriendo se acerca a mí y me empieza besar, lenta y suavemente. A veces dejando pequeños besos aquí y allá en mi nariz, mi frente, mi cuello, mis labios.
-Gracias – le digo una vez que regresamos a ver las estrellas. –Ha sido una hermosa noche.
Como respuesta su mano captura la mía y le da un ligero apretón. No digo nada y él tampoco, no hacen falta las palabras. Solo importa el que estemos aquí y ahora, disfrutando de este hermoso paisaje. No hay celos ni problemas, solo somos él y yo en nuestra pequeña burbuja de amor. Aquí estamos a salvo de todo lo malo. Pero una parte dentro de mí sabe que esto no será para siempre y sin saber cómo también sé que esta podría ser nuestra única y feliz cita.
Sandeces, me digo a mi misma y dejo de lado ese sentimiento, dejando que solo el éxtasis de este momento me invada.
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Mis amores amorezcos💐aquí un pedacito más sobre la historia de estos "enamorados"😂
Espero y les haya gustado, si es así no olviden dejar su estrellita💖✨y ya saben, me encanta leerlos en los comentarios😉
El camino al restaurante 😍👇
Hay nos amoritos😘
Recuerden que los amo mis lectores💐
Tengan una linda noche, tarde o día💪
P.D: sí, la canción que coloqué es la que suena y reconoce Sharon😉💖🎉
Atte: yo😂
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