Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPITULO 19🍷

-Tomen asiento, enseguida les atienden – nos dice Juan antes de salir casi corriendo. Pobre hombre ¿Qué le habrá hecho Damián a este señor?

Angustiada empiezo a meditar mis opciones de salida y rescate, por lo que empiezo a observar salidas dentro del restaurante. Hay 2 salidas, la primera es la salida principal, o sea por dónde entramos, y la segunda está en la parte trasera del local. Bien, hay ventanas lo suficientemente grandes como para aventarme y salir por ahí, ya que gracias a los dioses estamos en la primera planta. Así que ante cualquier acción contra mi persona saldré pitando de este lugar, y no, no exagero, Damián está muy raro y la actitud de Juancho –así le puse a Juan– no me alivia, sino por el contrario, estoy inquieta.

-¿Ya sabes qué vas a pedir? – sobresaltada por la interrupción a mis pensamientos observo a Damián, el cual parece que ha estado todo este tiempo observándome.

-Eh... Bueno... Yo... No tengo la carta – le digo lo obvio a Damián, en ningún momento me la pasó.

-Entonces yo encargo ¿Te parece?

-¿Y si mejor me pasas la carta? – le digo seria, yo elijo.

-Como gustes – me dice y me da su carta.

Empiezo a leer los nombres de las diversas comidas pero ninguno me es conocido, ¡Santo cielo, que nombres tan raros hay! Frustrada conmigo misma cierro la carta de un golpe.

-Bien, ordena tú.

Damián sonríe ampliamente y llama al mesero.

-Buenas noches ¿Qué desean pedir?

-Por favor tráigale a la señorita El rodaballo "maître d'Hôtel" y a mi Tournedo Rossini.

-Enseguida.

¡Ay mi Dios! ¿Qué acaba de pedir? Bueno, da igual, ya lo pidió de todos modos.

No hablamos, simplemente observamos la calle a través de la ventana que esta frente a nuestra mesa.

-Aquí tienen – el mesero deja nuestros platillos.

¡No! Pescado no...

Parece que Damián se ha comprometido a hacerme pasar una mala noche, sino fuera porque yo no le he dicho nada acerca de mis comidas nada favoritas sospecharía que lo ha hecho a propósito.

-Provecho – me dice Damián y empieza a comer su platillo, el cual se ve mejor que el mío.

Valiente empiezo a comer también, menos mal que al menos no hay tantos cubiertos como creí, solo los necesarios.

Cuándo mastico necesito de todo mi autocontrol para no escupir la comida. Agua, necesito agua... No encargó nada.

Ok, tranquila, inhala, exhala, no vomites, no lo hagas, no...

-¿Pasa algo, morenita? – levanto la vista de mi plato, Damián se está riendo.

Hijo de p...

Cálmate.

-Sí, excelente.

-Bien – me dice y regresa a su comida.

Enfadada y asqueada toco la Campanilla que nos dejó el mesero en caso de necesitar algo. Damián deja de comer y me observa, serio.

-Dígame – me dice el mesero.

-Por favor ¿Podría traerme vino rosado?

-Enseguida ¿Alguna marca en especial? – no, no sé nada de vinos.

-Eh... Sorpréndame – sonrío.

-Con gusto.

-No sabes nada de vinos ¿Verdad? – me pregunta Damián, confundido.

-No, básicamente no – me encojo de hombros y observo por la ventana que esta frente a nosotros, a anochecido y solo están las luces de los locales frente al restaurante.

-Aquí tienen – el mesero deja una botella cerrada frente a nosotros.

-Yo me encargo – le dice Damián al mesero al ver que este la va a abrir. Y antes de que se vaya el mesero Damián le pide:

-Por favor tráigame tarta de picantón y verduras.

Confundida lo observo, pero parece estar dispuesto a no decir nada ya que vuelve a tomar sus cubiertos y se pone a comer.

Minutos después el mesero deja un platillo que se ve delicioso en el centro.

-Por favor retírele su plato actual a la señorita – pide Damián.

Sorprendida por su petición observo como el mesero me quita el pescado raro y me pone el nuevo.

-Gracias – le susurro a Damián.

El me observa sin decir nada, de hecho solo frunce el ceño.

Gustosa empiezo a comer, al parecer mi estómago estaba hambriento y no le basto el helado.

-Y dime, Sharon ¿A qué se dedican tus papás?

Me paso el bocado. – Mi papá es empresario y mi mamá es abogada.

-Ya veo – vuelve a comer lo que sea que haya pedido.

-¿Y los tuyos? – le pregunto. Damián tensa sus hombros.

-Están muertos – dice después de unos segundos.

Sorprendida me atraganto con el vino. Genial, Sharon, otra cagada, exactamente cuando acaba de morir su abuela.

-Lo siento – susurro. Damián levanta la cabeza de sopetón.

-¿Por qué lo sientes?

-Eh... Bueno, yo... Por tus perdidas, debe ser doloroso perder lo que más quieres en el mundo, tus padres y tu abuela – le explico apresuradamente.

- Lo es ¿Y de dónde eres? – pregunta mientras deja de comer.

-De aquí de México ¿Y tú?

-Igual ¿Tienes hermanos o hermanas?

Heme aquí siendo interrogada en vez de interrogar.

-No, soy hija única.

-Yo igual – me dice antes de que le pregunte.

-¿Tu papá nunca te ha llevado a eventos con sus socios? –me dice, frunce el ceño.

Paso mi bocado y le digo:

-Sí, pero a pocos ya que el prefería que me quedara en casa a estudiar, y para serte sincera no me gustaba asistir a esos eventos, por lo que nunca le decía que no.

-Entiendo ¿Conocías a sus amistades?

Niego con la cabeza. –La minoría, por lo mismo de que no asistía a los eventos me fue imposible socializar con ellos.

-¿Nunca iban a tu casa? – me pregunta curioso a la par de extrañado.

Ahora que lo menciona... –Solo a los que yo conocía... De ahí en fuera nadie más iba.

-¿Por?

Pensativa tardo en contestarle, porque bueno, nunca me lo había preguntado, creo que estaba muy sumergida en mí.

-Yo... no lo sé – le digo mientras observo por la ventana.

-¿Asististe alguna vez con tu papá a su trabajo?

-No, bueno, solo de niña me llevaba a su empresa, pero después dejo de hacerlo – frunzo el ceño

-¿Alguna junta de trabajo?

Tomo mi copa de vino y le doy pequeños sorbos, dejo me mirar por la ventana y observo a Damián, el cual tiene una sonrisa.

-No – contesto.

Mareada por sus preguntas y mis pensamientos me tomo de un trago lo que me queda de vino y me sirvo más

Damián no vuelve a preguntar nada, feliz con mis respuestas al parecer ya que termina de comer con una sonrisa en su cara. No le cuestiono, sino que me pierdo en mis pensamientos.

Una vez que acabamos de comer Damián toca la campanita.

-Hemos acabado – le dice Damián al mesero, el cual se apresura a recoger los platos.

-Deberías de hacerme caso en este consejo, sabes, y no ignorarlo como al primero – suelta una vez que se va el chico mesero.

Yo lo observo confundida. – ¿De qué hablas, cuál consejo?

Una sonrisa de lado aparece en sus labios, y maldita sea, sin poder evitarlo mi mirada baja a ellos, están rosados y disponibles...

-Hablo del primer consejo que te di – me dice detenidamente y espera a que entienda de lo que habla.

-Lo de alejarme de Ryan – le digo, desconfiada, olvidándome de mis preguntas acerca de mi familia.

-Exactamente, ese mismo consejo que ignoraste ¡Tanto que hasta ahora ya hasta tienen citas! Hazme el favor – exclama, mordaz.

Algo extrañada por su comportamiento checo que las puertas del restaurante estén abiertas...

-Por lo que –prosigue– te recomiendo, no, te aconsejo que cuando planees citas con todos tus... – se detiene y observa por la ventana, pensativo – ¿Amigos?

-¿De qué hablas? ¿Qué amigos? No te estoy entendiendo nada, Damián – le digo exasperada.

Suspira. –Amigos, amantes, esposos, cómo quiera que le llamen las chicas como tú. Te digo esto porque bueno, a la otra te podría cachar uno de ellos con el otro – suelta con desdén.

Lo observo sorprendida a la par de ofendida ¿Acaba de decirme lo qué creo que dijo?

-¿Gente como yo? – trato de decirle con voz neutra, pero en vez de eso me sale como un chillido.

Damián vuelve a ver a través de la ventana, no me mira mientras habla. –No me hagas decírtelo.

-Dímelo – demando, ya sé a qué se refiere con "gente cómo tú" pero quiero escucharlo llamarme así, no es masoquismo, solo quiero ver hasta dónde es capaz de llegar su odio hacia mí, cuando yo no le he hecho ni una mierda.

Oh, si, como se atreva a decirlo...

-Chica de varios hombres – me dice.

Enojada me levanto de la silla, tomo mi copa y la de Damián, con todo el odio en mí le aviento el líquido de su copa en la cara para seguirle la mía en su cabello. De inmediato se levanta de su lugar.

-Vete a la mierda, maldito – le digo con voz forzada, y empiezo a caminar hacia la salida principal, dónde me encuentro con Juancho, que preocupado se aproxima hacia mí.

-¿To-todo está bi-bien? – tartamudea mientras ve detrás de mí.

-Sí, Juan – sigo caminando.

-¡Sharon! – me llama Damián, desesperada camino más rápido en busca de un taxi.

Maldita sea ¿Por qué no aparece uno cuando más se le necesita?

-¡Sharon, detente, por favor!

Corro, pero al parecer no lo hago lo suficientemente rápido ya que me alcanza y me toma del brazo. Enojada, me giro, y antes de que se dé cuenta de que está pasando levanto mi rodilla y le pego en sus futuros hijos. De inmediato me suelta y cae de rodillas, adolorido.

-Vuelve a tocarme, animal, y a la próxima te juro que te dejo sin herencia – le digo y vuelvo a caminar.

-Sha-Sharon... Lo siento, Perdóname por favor – me dice detrás de mí. Sorprendida por la cercanía de su voz me giro, Damián camina detrás de mí, agachado, con sus manos en su entre pierna y una mueca de dolor está en su cara.

-Te has excedido Montero, yo no permito que nadie, y escúchalo bien, NADIE, me hable así, y tú no vas a ser la excepción – le digo casi gritando, pero es que cuando me hacen enojar... Soy otra.

-Lo sé, y por eso lo siento, yo... Yo... Acabo de perder a mi abuela, y estoy dolido, tanto que ya no sé qué hacer con mi enojo por su muerte.

Disgustada lo observo, puede que la muerte de su abuela lo haya influido a ese comportamiento cruel, lo sé por experiencia propia, pero...

-Aun así nada te da derecho a comportarte como un completo idiota.

Recuperado del dolor Damián trata de acercárseme, pero yo doy un paso atrás, se detiene.

-Sharon, sé que fui un idiota contigo, lo sé y estoy muy arrepentido, por favor, discúlpame – la última palabra la susurra.

Enojada conmigo misma por ser de corazón blando asiento, de todos modos ya le di su merecido.

-Bien, pero mantendremos las distancias de hora en adelante – le digo con severidad, tanta que Damián levanta la cabeza de golpe y me observa con el ceño fruncido.

-¿Tan grave fue todo? – pregunta.

Estupefacta por su pregunta me acerco a él y lo observo detenidamente, al parecer el vino aún está en su cabello y su ropa ya que sigue mojada, y sin poder evitarlo me empiezo a reír. Damián me observa confundido. Pero es que como no reírme de su aspecto, si se ve muy ridículo.

-Me alegra que te divierta mi estado, pero esto es serio sabes, creo que merezco una tercera oportunidad.

Ante sus palabras mi risa se corta. – ¿No hablas en serio o sí?

-Lo digo muy en serio, por qué no es como que tú seas una inocente palomita, solo basta con mirarme, me echaste vino en la ropa y cabello, además de que me has dado un golpe de muerte – hace una mueca de dolor.

Lo pienso un momento, puede que si me haya pasado con lo del golpe...

-No lo sé – le digo seria.

-¿Lo pensarás? – me pregunta y hace una mueca graciosa.

-Yo... Supongo que sí – le digo y bajo la vista al suelo, la verdad es que hoy ha sido un día de mucho ajetreo y no sé ni que pensar.

Suspira. –Está bien, reconozco que me pasé y asumiré las consecuencias – me dice mientras trata de sacudirse el cabello, salpicándome con gotitas de vino –. Cómo recompensa por mi actitud déjame llevarte a tu casa.

Indecisa miro hacía la calle, ahora sí que hay taxis. Asiento en su dirección.

-Bien, sígueme, el auto está en el estacionamiento del restaurante – me dice.

En cuándo llegamos al restaurante Damián va al estacionamiento por su auto. Mientras espero Juan se me acerca, apenada por la escena que hicimos Damián y yo, enrojezco.

-Hasta luego, señorita – me dice.

Apenada le digo:

-Discúlpanos por la escena en tu local, no volverá a pasar.

Con una sonrisa falsa asiente. –No se preocupe, señorita.

-Gracias.

En eso llega Damián con su coche, se baja y me abre la puerta. –Sube –me indica.

Cansada de todo lo sucedido el día de hoy me subo. Una vez dentro observo como "discretamente" Damián le da dinero a Juancho, extrañada observo como intercambian palabras, Juan asiente y se va, Damián sube al auto y nos vamos.

-Bien, vámonos.

-¿Por qué le diste dinero a Juancho? – le pregunto sin intentar disimular mi extrañeza.

-¿Juancho? – me pregunta, confundido.

-Juan – le aclaro.

-Ah, le pagué lo de la cena.

-¿O sea que te sales de un restaurante sin antes pagar?

-Saliste huyendo ¿Qué querías que hiciera? – me dice con una sonrisa.

-¿Tal vez dejarme ir? – le digo mientras observo la ciudad por la ventanilla del auto.

No contesta.

Damián y yo no volvemos a hablar durante el trayecto, solo por las indicaciones que le doy para llegar a mi casa. Una vez enfrente de ella me quito el cinturón de seguridad y salgo.

-Buenas noches, Sharon – me dice Damián antes de que cierre la puerta.

-Adiós.

Cansada me pongo mi pijama y me acuesto a dormir, cayendo rendida ante el sueño.

¬_¬_¬_¬_¬_¬_¬_¬

¡Este man no aprende deberás!
Yo digo que hay que golpearlo😂bueno no😂Jajaja.

¡Hola mis amores amorezcos!

¿Qué cuentan, todo zen en sus vidas? Espero y sí 💖

¡Teorías!

💕¿Creen que Sharon perdone a Damián?

¿Ustedes creen que Damián logró algún objetivo?

 Si es así ¿Cuál? 💕

Comenten, los estaré leyendo👀

Damián y su cara de desdén, muajajaja👇


Por cierto, si encuentran errores ortográficos por favor háganmelo saber en los comentarios, se los agradecería mucho mis amores amorezcos✨😉

Gracias por votar y comentar💖 

Hay nos amoritos🎀

Atte: Yo😂

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro