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El pueblo de los mil habitantes

Kim Namjoon quedó viudo cuando su esposa dio a luz a su segundo hijo. Desde entonces se hizo cargo de criar y educar con amor, respeto y comprensión a sus dos hijos: Jungkook y Jimin. Ambos hermanos, aunque distintos en muchas cosas, eran cómplices de otras. Pero su relación estaba un poco tensa ya que su padre les pidió que se mudaran a un pueblo lejos de la civilización (al menos eso es lo que Jungkook decía) La realidad era que, el pueblo al que iban era pequeño, solo había una escuela, una pequeña tienda de conveniencia que venía siendo el supermercado del lugar, un pequeño parque, una iglesia, una plaza en la que distintas personas vendían comidas típicas y el cementerio. ¿Población? No superaba los mil habitantes, pero Namjoon para eso estaba en ese pueblo, para encontrar la manera de hacerlo atractivo para los turistas, ya que una hermosa cascada, manantiales y fauna silvestre fuera de lo común podrían causar gran revuelo en las grandes ciudades si eran promovidas de la manera correcta.

Jimin se bajó sonriente de la Suburban negra dejando la puerta abierta para que Jungkook bajara tras él. Pero el semblante del segundo hijo de Namjoon no era nada agradable, mucho menos sus acciones ya que azotó la puerta con fuerza aturdiendo los oídos de su padre y hermano, quienes giraron las cabezas para verlo con el ceño fruncido y mirada juzgadora.

—Golpear la puerta no hará que regresemos a la ciudad —dijo Namjoon, seguido de eso continuó caminando hacia el portón de la nueva casa.

—Ya deja de lamentarte, pronto encontrarás algo que te guste de este lugar —Jimin trató de calmar a su hermano, que era dos años menor que él.

—De seguro ni siquiera hay internet —se quejó.

—¡Si hay internet! —gritó Namjoon desde la entrada de la casa, en seguida sonrió para añadir—: Lo necesito para trabajar.

—Solo piensa en el trabajo... —musitó Jungkook.

—Y tú sólo piensas en ti mismo —añadió Jimin rodando los ojos—, ¡no te quejes si elijo la mejor habitación!

De mala gana siguió a su hermano mayor arrastrando los pies. La casa era grande y antigua con suelos de madera al igual que la mayoría de las decoraciones, con la luz apagada parecía siniestra, pero por lo menos la electricidad funcionaba de maravilla. Lo que era de admirar eran las enormes habitaciones ya que cada una tenía un balcón. En el patio el el jardín estaba lleno de flores y césped mal cortado. Pero eso pronto se solucionaría.

—Para hacer la elección justa cada quién va a tomar un papel del uno al tres. La habitación más grande y con vista al frente es la uno, las otras dos son del mismo tamaño, pero una tiene vista al jardín y la otra tiene la vista tapada por un árbol.

—Yo primero. —Jungkook tomó un papel sin avisar abriéndolo rápidamente. Hizo los ojos para atrás dejando caer el papel y subiendo rápidamente a la habitación que le tocó.

—Creo que le va a costar adaptarse... —murmuró Jimin al agacharse para ver qué papel le había tocado—. Le tocó la tres —contuvo la risa.

—Y mientras más se queje peor le irá —dijo Namjoon estirando el vaso en el que quedaban los papeles restantes hacia Jimin para que eligiera uno.

Jimin estiró la mano tomando el papelito sin pensar sonriendo de oreja a oreja al ver que le tocó el número uno.

—Lo siento papá, te toca el cuarto junto a Jungkook.

—Así es mejor porque los tendré bien vigilados. Sube tus maletas, no seas como tu hermano que las dejo tiradas.

—Ay papá. —Hizo puchero—, viajamos cuatro horas para llegar aquí, estoy cansado, mis piernas entumidas y tengo hambre. Dejemos las maletas para después...

—Sube tus maletas —Lo miró directo a los ojos—. Y dile a tu hermano que suba las suyas, yo subiré las mías y después veré que cenaremos.

—¡Bien!

Jimin tomó sus maletas subiendo a la planta alta haciendo demasiado ruido con los pies, eso provocó que el polvo de la madera se levantara a su paso. Namjoon reía al verlo, ambos eran sus hijos pero sus personalidades completamente diferentes. Jimin era como su madre y Jungkook era igual a él.

Jungkook abrió la ventana de su cuarto porque acababa de sacudir el polvo de la cama y se estaba ahogando, salió enojado al balcón y miraba el árbol que le cubría la vista al jardín desordenado cuando algo brillante en el suelo captó su atención. Curioso se agachó a tomarlo, era un collar en forma de círculo con las letras "KT" grabadas en el centro. Le pareció que era de plata por lo tanto decidió guardarlo para venderlo más tarde. Se estaba embolsando el collar cuando Jimin apareció corriendo a la habitación asustándolo con su entrada ruidosa.

—¿Te asusté?

—Para nada...

—¡Te asusté! —dijo riendo—, oye no es tan malo el lugar. Aquí podemos estar conectados con la naturaleza, además estudiaremos en casa. No más bravucones.

—¿Te molestaban en la escuela? —preguntó Jungkook con el ceño fruncido.

—Ah digamos que... no era popular.

—¿Te molestaban? —Alzó las cejas.

—Digamos que mientras tú ibas de fiesta en fiesta con tus novias yo era molestado por Yoongi de la clase C-21 —Jimin encorvó los hombros.

—¿De fiesta en fiesta con mis novias? Jimin iba a hacer tareas, ellas no eran mi tipo.

—¿No son tú tipo? ¡Ellas son guapísimas!

—No lo entenderías.

—¡Kim Jungkook! —gritó Namjoon desde la planta baja—. ¡Ven por tus maletas!

—Uy olvidé decirte que papá quiere que subas las maletas que dejaste tiradas.

—Ash.

Jungkook salió corriendo por sus maletas, luego padre e hijos limpiaron el polvo de la casa a medida que esperaban la comida que Namjoon pidió a domicilio. Horas más tarde se prometieron nunca más volver a pedir comida de ese pueblo porque le faltaba sazón.

Al caer la noche cada uno se fue a su cama, Jungkook escuchaba música desde su teléfono con los audífonos a todo volumen mientras arrojaba una pelota anti estrés al techo. Sin darse cuenta miró el reloj y eran las 2:00 AM

Dispuesto a dormir apagó la música dando vueltas en la cama tratando de encontrar la manera más cómoda para dejarse caer en los brazos de morfeo, pero le era imposible ya que no estaba acostumbrado a esa cama, ni tampoco a ese lugar.

—No te asustes solo estoy buscando mi cadena —Escuchó a alguien hablarle por la ventana.

De inmediato se puso de pie encendiendo la luz y tomando su maleta vacía como arma amenazo al chico moreno y guapo que estaba al pie de la ventana.

—Te dije que no te asustaras...

—¿Qué haces aquí? Vete

—Ya te dije que vengo por mí cadena. Seguramente la dejé aquí antes de la mudanza. —Al decir eso entró a la habitación.

El chico era un poco más alto que Jungkook, su cabello cafe castaño, ojos cafés, labios provocadores y sonrisa que ocultaba mil secretos.

—¿Cuál es tu nombre?

—Kim Taehyung —sonrió de oreja a oreja ocasionando que el estómago de Jungkook se revolviera.

—La encontré.

—¿En serio? Entrégamela.

—¿Por qué lo haría? Estaba en mi casa —encorvó los hombros.

—Mira niño —lo miró de arriba a abajo—, esta era mi habitación antes de mudarme, se me olvidó así que por favor; entrégamela —Estiró la mano luciendo cansado.

—Lee mis labios; No. —Jungkook se estaba divirtiendo con la situación. Conocer a ese pueblerino de madrugada en su propia casa era algo fuera de lo común y eso lo emocionaba.

Taehyung se abalanzó hacia Jungkook chocando con su cuerpo y provocando que ambos cayeran al suelo, claro que el pueblerino quedó encima del chico de Ciudad. Ambos se miraron a los ojos, Jungkook sonreía burlándose de Tae porque no logró quitarle el collar y Taehyung parecía sorprendido, como si se le hubiese aparecido un fantasma.

—¿Vas a quedarte encima de mí lo que resta de la madrugada? —cuestionó Jungkook.

—Si es posible me quedaría toda la vida —ronroneó en voz baja tomando con su mano derecha la muñeca de Jungkook.

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