—¡No, no lo hagas por favor! Al menos hazlo por mi bebé —Suplicaba una mujer en lamentación sosteniendo debajo el manto de su blusa una cría con tan sólo dos meses.

—Sabes exactamente que está mal no obedecer a tu esposo, y más si eres creyente de Dios, no? —Supuso una voz proveniente de un insignificante personaje varonil, desde una corta distancia, haciendo temblar el cuerpo de aquella mujer que se encontraba acorralada entre un precipicio de alta magnitud entre los apartamentos.

En ése momento el bebé empezó a llorar...
—Pero no tenía otra salida, por favor déjame ir. —Meciendo en sus brazos al bebé, la mujer suplicó nuevamente y una pequeña gota de sangre salió de una herida en su mano derecha.
Tenía las rodillas debilitadas de tanto correr a causa de la persecución. Su cabello era largo, pero estaba sudado y maltratado.
—Lo siento, pero yo no puedo hacerte eso. Es mi naturalidad, mi única especialidad. No elegí este camino simplemente es lo que soy es lo que me hace ser yo. —Dando tres pasos hacia delante el individuo empujó a la mujer hacia el vacío que con todo y llanto cayó hasta el fondo del edificio emanando un leve alboroto entre los demás. —La oscuridad o la muerte...