━━━03
—Soy la muerte misma—decía MinHo enojado mientras un policía lo requisaba.
—Sí claro—respondió el policía sarcástico.
—Digo la verdad, y si no me sueltas te adelantaré tu partida—el policía rodó los ojos para empujarlo más contra la pared.
—¿No sé supone que la muerte debe tener una guadaña?—preguntó el otro policía.
—La tengo, pero se la llevó mi asistente pr error.
Y ahora sí ambos hombres empezaron a reír a carcajadas.
—Amigo, definitivamente se te olvidaron las pastillas—Minho los iba a matar, después de encontrar a Yuki y matar al angelito.
Angelito, es palabra no iba con esa pelusa. Yuki no era una virtud, era una maldición que le habían impuesto.
━━━UNA HORA ANTES━━━
MinHo miraba como uno de sus empleados de recolección de almas, se encontraba con la pierna rota.
—¿Qué te pasó?
—Yuki—respondió Yugyeom con tranquilidad—. Jamás había visto una cucaracha, así que me dispuse a matarla para ser su príncipe azul—dijo irguiéndose y sacando el pecho, cosa que a MinHo le recordó una paloma.
—¿Y la cucaracha era del tamaño de King Kong para romperte la pierna?
—No, lo que pasa es que...—hizo una pausa—, volaba.
Y un escalofrío recorrió a Yugyeom. Que luego narró como ante el volador insecto salió corriendo con Yuki, y ambos terminaron cayendo por las escaleras. Bueno, sólo él, porque Yuki volaba.
MinHo suspiró profundamente tratando de calmarse.
—¿Y por qué no puedes trabajar?
—Tengo la pierna rota.
—Puedes sanarte con magia.
—Pero la magia es adictiva y prefiero evitar adicciones—Minho chasqueó los dedos provocando que Yugyeom no pudiera hablar.
—Te cubriré por hoy, mañana te quiero sin ese yeso y con un estimado de 100 almas.
Yugyeom asintió a lo que MinHo se levantó y salió de su oficina. En el escritorio Yuki se encontraba mirando un punto en la pared.
—¿En qué piensas?—preguntó pasando su mano frente a la cara del angelito.
—En vatos chichones.
—¿Qué?—preguntó MinHo mirando seriamente a su asistente que parpadeó repetidamente para verlo.
—¿Que?
—¿Qué dijiste?
—Nada.
—Mejor lo olvido—murmuró para sí mismo—. Debo ir al mundo humano, así que portate bien y no dejes que nadie pase a mi oficina después que Yugyeom se largué en unos minutos, y si no se va, tíralo desde el ventanal, para que así si quiera faltar a trabajar.
—¡Lléveme!—exclamó Yuki levantándose rápido para acercarse a MinHo.
—No.
—¡Lléveme!—lloriqueó tirándose al suelo para aferrarse a la pierna de MinHo, que trató de sacudirselo cosa que era imposible.
—No te voy a llevar.
—Entonces no lo suelto.
MinHo miró los ojitos desafiantes de Yuki. Ese angelito pensaba que lo iba a derrotar, pues estaba muy equivocado.
—¿Aún sigues aquí?—preguntó Yugyeom saliendo de la oficina de MinHo con un ramo de flores.
—¿Y esas flores?
—Como me quedaré, tengo planeado compartir este tiempo con Yuki.
El azabache miró a su asistente que le miraba con ojos suplicantes.
—Lléveme con usted.
Bien. Tendría que salvar a su pelusa de Yugyeom.
—Mala noticia para tí, Yuki se va conmigo.
Y antes de poder Yugyeom quejarse, MinHo abrió un portal para desparecer con su asistente.
Cuando Yuki abrió los ojos se encontró en brazos de MinHo, él cual estaba de pie en un parque, pero en una parte apartada.
—¿Llegamos?
—Sí, ahora quédate cerca de mi—dijo MinHo bajando al angelito para poder hacer aparecer su guadaña—. No quiero que tú curiosidad nos vaya a delatar, así que comporta...¡Yuki, baja de ahí!
El angelito estaba sentado en la copa de un árbol mirando a todo el parque maravillado, cosa que llamó la atención de varios infantes.
El ángel hizo un puchero ante el tono de reproche de su jefe, y no tuvo de otra que bajar del árbol.
—Fue divertido.
—No lo vuelvas a realizar.
El peli-rosa ignoró a su superior y empezó a caminar mirando todo. Hasta que se acercó a un grupo de personas, adentro había un señor con una graciosa nariz roja.
Miró a MinHo que había tomado asiento en un banco mientras trataba de ubicar las almas de ese sector. Así
—Le daré un caramelo a quien me traiga una flor.
Los ojitos de Yuki se iluminaron, pero cuando estaba dispuesto a ir por la flor, una niña de coletas volvió con una flor amarilla. El angelito se sintió triste de no poder recibir el caramelo.
—Ahora le daré otro caramelo a quien me traiga una hoja seca—esta vez estaba dispuesto a ganar.
Se apresuró pero la niña de las coletas volvió con la hoja. La pequeña mocosa se atrevió a sacarle la lengua. Esa mierda ya era personal.
—El último caramelo es para quien me traiga algo único.
Yuki miró a la niña que le sonrió burlona. Haría a esa mocosa llorar. Así que se apresuró a tomar la guadaña de MinHo, sin que esté lo notara, corrió hacia el hombre y le mostró la guadaña.
—Tenemos un ganador—y le entregó el caramelo a Yuki que le sacó la lengua a la niña, que molesta fue a dónde su madre y le dijo que se fueran.
Yuki más feliz que nunca buscó a su jefe, curiosamente no lo encontró y eso hizo que se preocupara.
¿Qué se podría hacer un hombre como MinHo?
Lo que no sabía es que la policía se lo había llevado, ya que muchas mujeres madres de familia le habían reportado por actitud sospechosa y su cara de asesino desquiciado.
Y lo único que MinHo se preguntaba, mientras la policía se lo llevaba era, ¿dónde estaba su guadaña y Yuki?
¿Qué les pareció?
A mi en lo
personal no me
gusto mucho
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