sesenta
Constantemente te quejabas del dolor en tus caderas y baja espalda, mientras me mirabas mal.
"Quise ser más gentil contigo, pero tú no ayudaste en lo más mínimo...", me excusé.
"¿Qué pude haber hecho yo, una criatura tan inocente, para incitarte a corromperme con tanta brusquedad?", preguntaste, con un tono socarrón.
"Mmmh, déjame pensar, criatura inocente", dije con burla.
Me llevé una mano a la barbilla, y coloqué una expresión pensativa en mi rostro.
"Quizás gemir incontables veces que vaya más rápido, que me apresurara... O tal vez gritar tan alto mi nombre, que a de seguro hasta los vecinos se enteraron de lo mucho que nos divertimos"
Y, con la cara roja, me lanzaste una de las blancas almohadas que tenías a tu alcance.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro