"Ciel, ¿eres tú?"

Fue algo estúpido preguntar aquello, estaba seguro de que sí eras tú.

Pero no sentía que lo fueras.

"No lo sé, ¿a qué te refieres con quién soy?", contestaste.

"Eres Ciel, ¿no?"

No respondiste.

Luego de un prolongado silencio, dejaste escapar un sollozo.

Eso estabas haciendo, llorando de nuevo.

Y yo no sabía la razón de tus lágrimas, ni siquiera podía darme una idea.

"Sí", dijiste por fin.

"¿Dónde estás?"

"Sebastian, y-yo... Él... Ayúdame"

Y la llamada se cortó.

Bastó con que dijeras eso, para que me largara a correr de nuevo.

En dirección a tu casa.