Capítulo Veintiuno
Un año y unos meses después...
Seokjin miraba a su omega, quien aún dormía. Era tan bonito. Su respiración era calmada y su rostro tranquilo. Todas aquellas tormentas que Jungkook había atravesado el último año se habían disipado. Su única preocupación era el doctorado que había comenzado, pero como a Seokjin todavía le quedaba un año, ahora iban juntos a la universidad, luego del trabajo.
Para Seokjin también había sido un año de grandes cambios, pero el mayor de ellos había sido encontrar a su doctor, quien se convirtió en su compañero, de una manera muy particular. Él era un beta y nunca imaginó que tendría un vínculo con el omega del cual se enamorara.
Ahora ese vínculo era real y era lindo poder conectar sus pensamientos a través del día con los de Jungkook aun cuando ambos estuvieran ocupados con sus pacientes.
Sin embargo, él no podía marcarlo. De vez en cundo enterraba sus colmillos en el cuello dulce y bonito de su omega, pero la marca siempre terminaba desvaneciéndose. Y a pesar de que el omega le decía que eso no tenía ninguna importancia, pues tenían un vínculo invisible a través del hilo dorado que siempre se presentaba cuando hacían el amor, el beta quería una marca visible para que el resto del mundo viera. Tal vez era una tontería y hasta podría considerarse un sentimiento demasiado posesivo, pero no podía negar su naturaleza animal. Su lobo quería marcar a su compañero, por eso una idea comenzaba a rondar en la cabeza del beta. Matrimonio.
Seokjin comenzaba a planear una ceremonia formal, aunque no estaba seguro si el omega estaría de acuerdo. Jungkook, a pesar de su imagen seria y un poco empaquetada que todavía tendía a mostrar, en el fondo era un espíritu libre.
Jungkook se movió en la cama y abrió sus ojos, encontrándose con la mirada escrutadora de su beta.
—Buenos días, ¿por qué despierto y me estás mirando así? ¿Me salió algo en la cara durante la noche? ¿Y por qué todavía no me has besado?
Seokjin había estado demasiado concentrado en sus pensamientos y no se había dado cuenta que el omega estaba despierto.
—Lo siento cariño, estaba pensando en demasiadas cosas—. Se agachó para besarlo y Jungkook de inmediato buscó su cuerpo para enrollarse en él.
—¿Y puedo saber cuáles son todas esas cosas que ocupan tu pensamiento y que te distraen de tu deber de besarme?
Seokjin volvió a mirar en forma seria al omega, preguntándose si era el momento de decirle la verdad acerca de sus pensamientos, o era mejor por ahora inventar una excusa.
—¡Seokjin! —Jungkook se enderezó y miró al beta. Hacía días que lo notaba pensativo y hasta distraído. Primero pensó que era el estrés producto del último año de doctorado. Luego pensó que sería por algún paciente con complicaciones. Pero al parecer no eran ninguna de esas razones. Y entonces, desde hace unos días comenzó a preocuparse. ¿Jin estaba pensando en dejarlo? No es que dudara del amor del beta, pero...no podía entender qué era tanto lo que lo mantenía con los ojos puestos en algún lugar del infinito.
—Bebé..., no es nada. Tengo algunas ideas dando vueltas, pero déjame ordenarlas y te prometo que lo hablaremos. No por favor...no hagas pucheros...Jungkook...Ggukie...—El omega no era el tipo de hacer pucheros o tener comportamientos infantiles, pero ahora se le había apetecido molestar a Seokjin, pues esa respuesta evasiva no le había gustado en lo absoluto—. Te prometo que te diré todo lo que estoy pensando pronto.
—Sabes que confío en ti. Todo lo que quiero que sepas es que si tienes alguna preocupación cualquiera sea, puedes y debes hablar conmigo. No quiero invadir tu privacidad entrando en tus pensamientos, pero si hay algo mal, necesito que lo digas..., tal vez no me he dado cuenta de algo... a veces me vuelvo un poco el Jungkook de hace un año y me desconecto de mis emociones...si eso te ha afectado por favor dilo.
Seokjin odiaba que Jungkook tuviera esa clase de pensamientos, porque estaban absolutamente lejos de la realidad. Era todo lo contrario. Pudo ver la preocupación de su compañero, pero definitivamente no le pediría matrimonio en la cama recién despertando. Él quería que fuera un momento especial. ¡Ni siquiera tenía un anillo!
—Tú no has hecho nada malo, al contrario, eres perfecto para mí y lo sabes. Te amo tal y como eres. Lo he hecho desde que te conocí. Y siento tu amor, aun cuando como dices tú, a veces te desconectas de tus emociones y te vuelves un poco arisco..., pero esa parte de ti también la amo y no la quiero cambiar...
Jungkook se acurrucó en el cuerpo de Seokjin. Era un alivio escucharlo. Sabía que era tonto por pensar que en algún momento lo había dejado de amar. Su vínculo era fuerte y la vibración de los sentimientos profundos de Jin tocaban cada fibra de su ser. Estaba seguro de que cuando estuviera listo, le diría que es lo que tanto rondaba en su cabeza. Levantó la suya para encontrarse con los ojos ardientes del beta, quien lo besó profundamente mientras comenzaba a meter sus manos entre el pijama. Eso era todo para el omega. Las manos grandes de Seokjin apretando sus pezones y viajando hacia su vientre y su pene. Sí...eso era perfecto...no importaba si se retrasaban un rato en llegar al cumpleaños de los cachorros.
El problema fue que llegaron después de que los pequeños cachorros de Tae y Sunoo apagaran las velas. Luego de hacer el amor, se habían levantado a desayunar, pero perezosamente volvieron a la cama y Jungkook insistió tanto en mordisquear los pezones de Jin, que este no se puedo resistir y terminó hundiendo su pene en el omega un par de veces más, lo que los dejó a ambos totalmente agotados. Se durmieron y no despertaron pasada la hora de almuerzo. Por lo que tuvieron que correr hasta la casa de Sung-Hoon, donde al llegar, todos los miraron con curiosidad.
Jungkook se sonrojó, pues se sintió como si trajera un cartel colgando de su cuello, que dijera "Jodidamente follado por mi beta". Nadie tendría por qué saber el motivo del retraso, pero tampoco podía encontrar una verdadera excusa. Decidió que lo mejor era poner ese rostro serio y de "no me importa lo que ustedes piensen" y comenzó a saludar a todo el mundo. Había lobeznos corriendo entre sus piernas, pero cuando la pequeña Yu-Jin olió al omega, se detuvo y se convirtió en bebé para estirar los brazos hacia su tío favorito.
—¿Cómo está la reina de esta manada? —preguntó con cariño. El vínculo que había creado con la pequeña desde aquella vez que la tuvo en sus brazos en la consulta y descubrió y sanó su dolor, había crecido.
Sus lobos siempre se conectaban y el omega se encargaba de "limpiar" de cualquier molestia a la pequeña lobezna, que estaba seguro era una alfa. Era lindo verlos juntos.
Seokjin se quedó mirándolos y una ola de emoción lo envolvió. Ahora estaba seguro. Quería el matrimonio y los cachorros. Ser una gran familia.
La pareja se acercó a sus amigos, que hablaban sobre la cantidad de cachorros que podrían llegar a la manada.
—Es bueno verte Ggukie. Gracias por salir de la cama y de los brazos de tu compañero y venir al cumpleaños de nuestros hijos.
—Lo siento Sunoo, nos dejamos llevar y luego nos quedamos dormidos. Seokjin es...maravilloso en la cama. No pude evitarlo...
—Demasiada información...interrumpió Yoongi.
Seokjin sintió como sus orejas ardían ante las palabras de su omega y todavía más ante la pregunta de Tae.
—Y tú Seokjin, ¿cuándo pondrás un cachorro en este vientre? —Tae tocó el delineado vientre de Jungkook.
—Nooo, tú tranquilo. Seokjin y yo ya decidimos que sería el próximo año. Déjame al menos terminar un año del doctorado...Además, debemos ver con el abogado todos los temas legales...ya sabes aun cuando ambos sabemos que estamos enlazados, legalmente no tenemos pruebas...es importante que si nacen cachorros puedan estar protegidos.
Seokjin no había considerado aquello. Tal vez en algún momento cuando hablaron de cachorros, probablemente Jungkook lo mencionó y sabía que el omega tenía razón. Pero, además, él no quería desproteger a Jungkook. A pesar de que tenía su pequeña fortuna, herencia de su abuelo, también quería que tuviera pleno derecho sobre las cosas que él tenía y que ahora, legalmente...no eran de Kook. Pero si ellos se casaban...
Desde aquel día, Seokjin no pudo sacar la idea de su cabeza y empezó a planear todo. No le dijo a nadie. Sabía que ninguno de sus amigos, podría guardar el secreto.
Lo primero fue la compra del anillo. Y por primera vez desde que lo conoció, se lamentó de vivir, trabajar y estudiar con su omega. ¿En qué momento podría deshacerse de él, para ir a ver el anillo de compromiso?
Así que no tuvo más remedio...
—Hola Tae..., ¿Cómo estás? Me preguntaba si hoy podrías invitar a almorzar a Jungkook. Necesito hacer algo y necesito que lo distraigas...
—Hola Jin-hyung..., ¿Por qué necesitas que distraiga a Kook? Que yo sepa aun no es su cumpleaños...no me digas que pretendes ver a algún omega o...
—Por favor Taehyung, ¡cómo puedes pensar eso! Necesito ir a comprar algo, es una sorpresa y no, ¡no te lo puedo decir!, sólo invítalo y vayan a comer. Te puedo devolver el dinero..., no lo sé...puedes invitar a Jimin si los puede alcanzar...o a Sunoo..., sólo necesito que te lo lleves al menos por una hora...hoy tiene pacientes después de las cuatro...por eso es el día perfecto.
Tae no hizo ningún comentario, Seokjin sólo podía sentir su respiración y se preguntó en que estaba pensando el omega...
—Está bien, voy a confiar en ti..., Sunoo casualmente está aquí hablando con hyung, podemos ir los tres...pero...luego me tendrás que decir cuál es el secreto...
—Lo prometo Tae y gracias.
Diez minutos más tarde, pudo sentir ese pequeño zumbido que percibía en su mente, cada vez que el omega le hablaba por su lazo.
—Jinnie...—la voz de Jungkook en su cabeza se sintió clara. Cuando su omega le hablaba a través del vínculo, Seokjin sentía como todo su cuerpo reaccionaba. Estaba escribiendo una receta para la beta que recién comenzaba su embarazo, pero podía comunicarse con su hermoso niño.
—Bebé... ¿qué ocurre?
—Tae y Sunoo quieren venir por mi para almorzar... ¿te importa? Quieren algo así como un almuerzos de omegas...les dije que era una estupidez estereotipada, pero ambos me mandaron a la mierda por pensar así...
—Está bien bebé, ve con ellos...de todas formas debo ir a ver a mi ejecutivo bancario...
—Está bien Jinnie...ven a besarme antes de que esos dos me secuestren...
—Lo prometo Ggukie...
Justo antes de irse, Seokjin fue a la consulta de Jungkook. Apenas entró, el omega se puso de pie y lo abrazó y enterró su nariz en el cuello del beta.
—¿De verdad no te importa que te deje solo hoy?, no entiendo que tienen esos omegas con esas reuniones de género..., es ridículo.
Seokjin se rio mucho. Sabía que Sunoo también odiaba todas esas cosas sobre lo que debían o no debían hacer según su segundo género, pero también sabía que habían inventado esa excusa para llevarse a Kook.
Era tan bueno que confiaran en él, sin hacer preguntas. Privilegios de ser manada, pensó. Así que simplemente besó al omega, arrebatándole como siempre el aliento. Estaba emocionado por lo que iba a hacer.
Tenía agendada una hora con un prestigioso joyero de la ciudad. Al fin las conversaciones que escuchaba cuando salían con los amigos de Jungkook servían para algo. Ellos habían hablado de este joyero, de la alta calidad de sus joyas y su omega también se había mostrado interesado. Razón suficiente para buscarlo. Así es que finalmente se despidió de Kook y salió hacia la joyería.
El lugar efectivamente quedaba en un barrio exclusivo de Seúl y era muy elegante. Una beta lo estaba esperando, con una serie de anillos de compromiso con diferentes combinaciones de metales y también de precios. Todos eran hermosos. Finalmente se decidió por uno con ora rosa y unos pequeños diamantes. Suerte que Yerin le había dado a Kook un anillo de su papá y que le había quedado a la perfección. Seokjin se lo había sacado sin que se diera cuenta y ahora podía saber la medida exacta que su omega necesitaba.
Al salir de la joyería con el anillo en su bolsillo, sentía como su corazón saltaba de alegría y anticipación. Quería dárselo a su Ggukie y pedirle matrimonio.
Cuando llegó a la clínica, Jungkook aun no estaba de regreso. Lo que le dio tiempo para planificar el momento que lo haría. Tendría que esperar hasta el fin de semana que ambos no tendrían clases.
💜💜💜💜💜
—¿Sucede algo? Puedo sentir como tu aroma está extrañamente distinto. ¿Pasó algo en el banco? ¿O con algún paciente? —Jungkook miraba a Seokjin mientras conducía hacia la universidad. Apenas se habían visto después de la hora de almuerzo y ahora notaba como su compañero estaba un poco... ¿alterado? Extraño, porque ni siquiera había preguntado por Tae o Sunoo.
—Ggukie, soy un beta. Sé que puedes sentir mi aroma, pero no creo que tu olfato sea tan bueno como para capturar diferencias. Y nop, no me ocurre nada.
—Tal vez mi olfato no sea bueno, pero te olvidas de que el de mi lobo sí. Y soy tu compañero y tengo un enlace poderoso. No me puedes ocultar que tu aroma está distinto. Sigues misterioso y voy a seguir respetando eso, hasta que decidas decirme que ocurre. Pero una vez más, debes confiar en mí.
—Lo hago mi amor, lo juro—. Aprovechó un semáforo en rojo y besó los labios de su omega, que lo miraba con el ceño fruncido.
Seokjin siempre se había considerado una persona paciente y controlada. Pero ahora mismo, sus emociones lo traicionaban. Había pensado en una romántica cena, para pedirla a Jungkook matrimonio, pero ahora sentía la urgencia de hacerlo. Sentía que la pequeña caja que llevaba en su chaqueta pesaba una tonelada. Y luego estaba la mirada cada vez más desconfiada de su omega. Sabía que no le diría nada, pero también sabía que era curioso y probablemente comenzaba a sentirse ansioso. Desde que había descubierto aquel don de sanador, todos sus sentidos estaban agudizados y su percepción de emociones era tremenda. Más todavía con él, por el grado de intimidad que compartían.
Así es que luego de clases, y de hablar de trivialidades en el viaje a casa, cuando llegaron a ésta y Jungkook fue directo a la cocina a buscar algo para calentar y comer, decidió que este iba a ser el momento. Después de todo ¿Para qué esperar? Estaba seguro de que fuera la que fuera la respuesta de Jungkook, no iba cambiar por una cena elegante.
Entonces, sacó la pequeña caja y la dejó sobre la mesa de café. Sabía que el omega vendría con una bandeja con comida para ambos.
Efectivamente, unos minutos después, Jungkook intentaba dejar la bandeja en la mesita, cuando notó la pequeña caja. Su corazón se aceleró. Mordió su labio y miró a Seokjin que le sonrió tímido. El omega con cuidado se sentó y acomodó la bandeja sin rozar la caja, que sin duda contenía un anillo. Hizo un rápido repaso mental: no era su cumpleaños, no era su aniversario..., estaba bastante seguro de que no era ninguna fecha especial.
Volvió a mirar al beta, que ahora tenía la caja entre sus manos temblorosas.
—Seokjin...
—Yo...—Jin intentó aclarar su voz, que de pronto se sentía pequeña—. Todavía recuerdo el día que te vi en aquel bar. Cuando te conocí, sin conocerte. Incluso aun puedo sentir la pequeña conmoción que le causaste a mi corazón...
—Ojalá te hubiera visto en ese instante Jinnie...
—Pero el destino estaba escrito de otra forma Ggukie. Y creo que no pudo ser escrito de mejor manera. Tuve que luchar por ganar tu corazón y créeme que ha sido la mejor batalla de mi vida. Eres mi compañero y el amor de mi vida. Y aunque sé que nuestro vínculo espiritual es sólido y único, todavía quiero hacer este vínculo aún más especial.
Jungkook lo único que hacía era mirar con sus ojos de ciervo a Seokjin y morder su labio, sin saber dónde poner sus manos. Tenía una intuición acerca de donde iba este monologo de su beta, pero no podía ser verdad...
—He pensado mucho...y sé que te he preocupado más de la cuenta. Pero créeme que el centro de todos esos pensamientos eres tú, Jungkook. Mi omega. Mi doctor. Mi sanador. Mi hombre. Y primero debes saber que te amo muchísimo y que por lo mismo..., yo quiero que te conviertas, además, ... en mi esposo—. Entonces Seokjin abrió la caja y un hermoso anillo brilló ante la mirada emocionada de JungKook—. ¿Jeon Jungkook, te casarías conmigo?
El fuego subió por los ojos del omega y luego dos lágrimas rodaron por su rostro. Él, el omega más solitario. Aquel que no había sabido amar. El que tuvo que aprender a mostrar sus emociones y confiar en el amor de las personas. Él, Jeon Jungkook, tenía un hermoso hombre y beta mirándolo con un anillo entre sus manos.
—Toda mi vida estuve solo. Sin alguien que me amara de verdad y yo sin saber amar. Un día apareciste tú y entraste a mi vida sin preguntarme y sin que te importaran mis rechazos, mi mal humor, o incluso mis palabras hirientes. Entonces, conocí el verdadero amor. Me cambiaste Seokjin. No fue descubrir el don de la sanidad o encontrar una manada o a mi verdadera familia. Fuiste tú. Tu amor sincero y despreocupado. Entonces, mi respuesta es sí, sí quiero casarme contigo. Porque sé que estamos unidos de muchas maneras y esta unión será la demostración que todos podrán ver de lo mucho que te amo.
Seokjin sentía que su corazón y sus lágrimas estallarían. Lo abrazó y lo besó cómo siempre lo hacía. Lleno de pasión, lleno de necesidad.
Porque él nunca estaría lo suficientemente satisfecho de los besos que le arrebataba al omega. Siempre iba a necesitar más y más.
Jungkook respondió. Su boca abriéndose para recibir la cálida humedad de Seokjin. Su lengua golpeando en cada uno de los rincones de su propia boca hambrienta y necesitada.
Ambos olvidaron la comida, el anillo y el cansancio de un día de trabajo. Se desnudaron, se miraron y sus manos buscaron cada pedazo de piel. Seokjin besó a Jungkook de la cabeza a los pies. Su boca recorriendo el caliente cuerpo del omega, que se entregó cerrando sus ojos y exponiendo su cuello. El beta besó y mordió con suavidad, provocando escalofríos en el cuerpo del omega. Sus manos tomando las caderas de Jungkook y adorando cada rincón de ese hermoso cuerpo. Besó sus pezones, chupó uno a uno. Besó su ombligo, su pubis y finalmente besó su pene. Desde la base, hasta la punta. Su lengua saboreó el líquido preseminal y JungKook gimió. Su entrada se lubricó y Seokjin también lo saboreó. Ese aroma que hacía endurecer su miembro. Su mano fue hasta la entrada de Jungkook, sus dedos entraron con facilidad, mientras el omega seguía respirando aceleradamente.
—No me hagas esperar..., entra por favor...
Seokjin lo dejó sobre la alfombra de su sala. Vio los ojos grandes de Kook que estaban brillantes por el deseo y algunas lágrimas que todavía no se secaban. Era hermoso. Era suyo y ahora sería su esposo. Suyo.
Con cuidado se posó sobre él. Sus pechos juntos. Sus vientres rozándose. Podía sentir la erección de Jungkook golpeando su vientre. Se acomodó y hundió su pene dentro de la entrada olorosa y mojada del omega. Este arqueó su cuerpo y separó más sus piernas, para luego envolverlas en el cuerpo del beta.
Movimientos suaves, embestidas lentas, mientras besaba el cuello del omega, mientras adoraba con su boca todo aquel hermoso cuerpo.
—Más fuerte Seokjin, te quiero sentir muy dentro de mí...
Seokjin tomó impulso, salió del cuerpo del omega y con una fuerte embestida entró, haciendo gritar su nombre a Kook. Se sentía tan bien, tan caliente y húmedo. Sus embestidas comenzaron a ser rápidas y hasta erráticas, imbuido en la fragancia excitante del omega.
Escuchando sus hermosos ruidos, mientras era embestido de manera salvaje por el beta. Sus lobos asomados, sus ojos ardiendo.
—¡Te amo! —Fue todo lo que Jungkook alcanzó a decir antes de explotar en su orgasmo. Seokjin continuó embistiendo y finalmente enterró sus dientes en el cuello expuesto, mientras se corría en una sensación de felicidad y placer únicas. Eso era todo lo que quería. Sentir a su omega, a su ahora, prometido. Al hombre y omega que sería su compañero, su mejor amigo y pronto su esposo.
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