Capítulo Veintitrés (Final 2da. Parte)
—¿Crees que me veo muy delgado? —Jungkook se miraba al espejo y preguntaba a Taehyung que intentaba mantener quieto a sus tres hijos que gateaban por todo el vestidor.
—Creo que bajaste un poco de peso, pero te ves todavía muy guapo. Seokjin-hyung probablemente se desmayará cuando te vea caminar hacia él.
Jungkook miró a su mejor amigo y comenzó a reír. Podía imaginar a su precioso beta mirándolo y comiéndoselo con la mirada. Si había algo que le agradecía a su prometido era que, a pesar de llevar tiempo juntos, incluso viviendo, trabajando y estudiando juntos, siempre le hacía sentir el hombre más deseado del mundo. Con sus palabras sucias, sus besos lascivos, la forma que le hacía el amor.
—Estoy nervioso...quiero que todo resulte bien. Esto es tan importante para Jin..., no es que no lo sea para mí...
—Estoy seguro de que lo es. Sólo que, para él, es lo es todavía más. Quiere hacer una diferencia. Una evidencia de lo mucho que te ama y que eres su omega...para siempre. Nam hyung y yo hemos aprendido tanto a través de nuestra propia manada. Tenemos dos parejas destinadas, una que no lo era y, sin embargo, creo un nuevo vínculo. Y luego llegaron ustedes, un beta y un omega, que contra todo pronóstico y evidencia se vinculó. Para Seokjin-hyung sólo queda un paso y ya que no puede dejar una marca definitiva, el matrimonio se convirtió en su fuente de marcación.
Jungkook lo sabía y lo entendía a la perfección. A pesar de que él, no necesitaba nada más para estar seguro que Kim Seokjin era su destino, estaba feliz de poder complacerlo y celebrarlo con sus nuevos amigos y su nueva familia.
—Bien señor Jeon—los interrumpió el beta que estaba tomando las últimas pruebas al traje—. Daré los últimos toques y su traje será enviado al lugar de celebración de su matrimonio en la mañana. Su prometido le está esperando afuera con sus amigos.
—Bueno cachorros, vamos por su padre. Es su turno de hacerse cargo de ustedes, pequeños delincuentes—. Los lobitos seguían corriendo alrededor del vestidor y entre Tae y Jungkook los tomaron para salir.
Jungkook miró a Seokjin y se fijó en sus ojos. Brillaban de la emoción. Mientras todo era revolución en el vestíbulo de la tienda del diseñador, con los cachorros pasando de mano a mano entre sus padres y Namjoon y Sung-Hoon uniéndose a la fiesta de bebés, ellos simplemente se miraban. Había un amor tan profundo en la mirada de Seokjin que Jungkook no pudo evitar emocionarse. Se acercó al beta y le dio un abrazo muy apretado, inhaló su aroma natural, mezclado con el perfume y la loción de afeitar. Perfecto para su delicada nariz. Ese era el lugar seguro al cual acudía siempre que se sentía agobiado por el trabajo, los estudios o la boda.
—¿Todo está bien? —preguntó con timidez Seokjin—¿El traje?
—Todo está bien. Demasiado bien. Sólo quiero que llegue el día y hacerlo. Ya sabes nuestra boda.
—Te amo Jungkook, ¿lo sabes verdad? —Seokjin se había separado y lo miraba seriamente.
—Claro que lo sé. Porque yo siento lo mismo. Te amo, ahora aquí, y mañana y pasado y todos los demás.
—¡Awwww...! —la pareja se dio vuelta para comprender que de pronto la lucha con los cachorros había terminado y sus amigos los estaban escuchando y viendo y además haciendo esas tiernas exclamaciones.
Jungkook se puso todo colorado y escondió su cabeza en el ancho pecho de su prometido, mientras los demás miraban todavía con ternura a la pareja.
Ya estaban listos para ir cada uno a su casa, cuando Sung-Hoon se acercó a Jungkook y le pidió unos minutos a solas. El alfa ya había hablado con Seokjin sobre lo que necesitaba decirle a Jungkook.
También lo había conversado largamente con su compañero Sunoo.
Jungkook se sorprendió y miró a Jin, sin comprender que sucedía. A pesar que mantenían una muy buena relación profesional con él y Sunoo se había convertido en un buen amigo, su relación con el alfa siempre era un poco más fría que con el resto de los miembros de la manada. El omega podía sentir al lobo de Sung-Hoon un poco a la defensiva.
—Te esperaré en el auto—. Seokjin le dio una sonrisa y una mirada cálida, animando a su omega.
Estaban aún en el vestíbulo del taller, pero nadie estaba merodeando, por lo que estaban solos.
Jungkook se quedó parado con las manos en los bolsillos de su chaqueta esperando a que Sung-Hoon hablara.
—Sabes Jungkook—comenzó el alfa—creo que esperé demasiado tiempo para esta conversación. Siempre soy directo en mis asuntos, pero en esto... eludí este momento. Lo hablé con Sunoo y me di cuenta que era porque sentía remordimiento y culpa.
—Sung-Hoon no hay nada respecto a mí, por lo que debas sentir culpa.
—Yo creo que sí, Jungkook. Siempre fui honesto contigo sobre mis sentimientos y lo que era para mí nuestra relación, pero fui egoísta al no darme cuenta de tus sentimientos y en cierta forma no darles importancia. Y lo lamento. Te pido disculpas por no haber intentado conocerte un poco más. En ese tiempo yo era otra persona. Agobiado por la muerte temprana del omega que el destino había escogido para mí...incapaz de establecer una relación...
—Sung-Hoon, de verdad lo entiendo. Sólo lamento que no hayas confiado en mí para contarme lo que había en tu pasado, pero yo también era otra persona, mi empatía era nula y también actuaba de forma egoísta. Pero como le dije hace un tiempo a Sunoo, me alegro de que lo nuestro no haya resultado. Estábamos destinados a personas maravillosas que nos ayudaron a superar lo malo que había en nuestras vidas. Y a renacer. No tiene que seguir habiendo ninguna barrera entre nosotros. ¿No crees?
Sung-Hoon sintió un gran alivio al sacar esos pensamientos y sentimientos de él. Hacía tiempo que quería pedir sinceras disculpas a Jungkook. Sentía que se lo debía. Todos acusaban al omega de su falta frialdad y apatia, pero él tampoco había actuado de forma empática. Y ahora, con todo aquello al fin saliendo, sentía que podía construir un puente sincero de amistad con el omega.
Cuando Jungkook llegó al auto donde Seokjin lo miraba expectante, dejó un beso en los labios del beta. Y luego, volvió a besarlo y otra vez. Sabía que Seokjin tenía mucho que ver en la conversación que acaba de tener con Sung-Hoon. Su beta ¡era tan protector! Y era agradable y lindo saber que siempre estaría a su lado para protegerlo y cuidarlo. No le incomodaba, no lo hacía sentir débil, ni inferior. Simplemente tenía a su compañero, en todo el sentido de la palabra. Alguien que siempre estaría para él.
—Gracias—fue la única palabra necesaria para decirle a su prometido.
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En algún momento, luego que su novio de ese momento lo dejara por un alfa, Seokjin creyó que nunca podría encontrar un omega que lo amara lo suficiente para que no le importara su condición de beta. Alguien que no podría darle una marca o hijos de forma natural.
Ahora, mientras esperaba de pie mirando hacia el pasillo desde donde vendría el omega audaz que decidió amarlo lo suficiente...no, más que suficientemente, para compartir la vida con él, comprendió cuan equivocado había estado.
Sonrió con nervios cuando la dulce melodía de Epiphany comenzó a sonar y todos se pusieron de pie. Ahí estaba. Jeon Jungkook, hermoso, brillando con una sonrisa que a Seokjin, simplemente le robaba el corazón.
Jungkook caminó del brazo de su mamá, Yerin, quien orgullosa apenas aguantaba las lágrimas, recordando a su hermano. Miró hacia adelante y vio a su hermoso beta, que lo esperaba también ansioso al lado de su padrino, Sung-Hoon. Todo parecía un sueño, una fantasía, pero Jungkook se dio cuenta que era real. Que al final del pasillo, lo esperaba alguien que aprendió a amarlo, aun cuando al principio sólo podía ver a un omega amargado y apático.
Yerin besó a su sobrino-hijo y se lo entregó a Seokjin.
Los novios se miraron y un pensamiento fugaz llegó a través del lazo. El irreal lazo que los unió más allá de su género y que en ese momento en la celebración de su matrimonio iba a fortalecerlos.
Namjoon comenzó la ceremonia presentando a los novios, explicando el significado del matrimonio y de cómo la manada se iba a fortalecer a través de la unión inquebrantable del Sanador y del Beta. Sanidad y Equilibrio. Elementos esenciales en la comunidad que estaban construyendo.
Cuando llegó el momento de los votos, el silencio era sobrecogedor:
—Ggukie. ¡Eres tan guapo! —Jungkook sonrió nervioso—. Te ves precioso. Pensé en todo lo que tenía que decirte hoy aquí... mis promesas...y luego entras, tan elegante, tan precioso y delicado, que me quedo sin palabras...—Jin tomó entonces las manos de Jungkook entre las suyas—, pero, ante todo, quiero gritarle al mundo lo mucho que te amo. Descubrirte fue todo un desafío, ¡pero valió tanto la pena! porque hoy estamos aquí para coronar este viaje en que fui aprendiendo a saber quién eras realmente, mientras caía enamorado por ti. Si, Jungkook prometo cuidarte, serte fiel, estar en salud y enfermedad, pero ante todo prometo amarte con devoción cada día, a admirar tu belleza. Tus ojos, tus labios. Cada hermoso rincón de tu cuerpo. Y también cada rincón de tu preciosa alma. Me entrego a ti como hombre y como beta, para ser tu compañero, tu amigo, tu amante, tu todo—Seokjin, recibió entonces el anillo y lo colocó en el dedo de su omega—te tomó a ti, Jeon Jungkook como mi esposo y omega, en esta vida y en las que han de venir.
—Seokjin, no se decir palabras bonitas como tú, pero ¡gracias! Por cuidar de mi cuando más lo necesité, por quererme cuando ni siquiera yo me quería mucho. Por romper mi fobia social y mi apatía y ayudarme a ser el nuevo Jungkook. Es tan cliché, pero de verdad cada día siento más y más amor por ti, y quiero estar cada día de mi vida a tu lado. Quiero construir una familia contigo—Jungkook tomo el anillo y con delicadeza puso la mano de Jin entre las suyas—Te tomo a ti Kim Seokjin como mi esposo y mi beta, en esta vida y en las que han de venir.
Ambos se miraban anhelantemente. Diciéndose en silencio las palabras que la emoción no habían dejado salir.
Namjoon entonces se preparó para bendecir la unión de SeokJin y Jungkook.
—El amor no mira con los ojos sino con el alma* y esta noche bendecimos a esta pareja que supo mirar el alma del otro más allá de cualquier coraza. Seokjin y Jungkook, se unen en una promesa de amor eterna y constante, que trasciende incluso nuestro propio entendimiento... Cuando encontramos a nuestro compañero o compañera, humano y lobo se funden y el hilo del destino nos une. Hoy, declaro como esposos a Kim Seokjin y Jeon Jungkook, miembros amados de nuestra manada. Que diosa luna ilumine siempre su unión y permanezca eternamente —Namjoon miró a ambos con una sonrisa—ya pueden besarse chicos...
El beso que siguió a esas palabras fue dulce, apasionado, emocional. Seokjin puso sus labios sobre los de Jungkook y sintió como su corazón latía con furia. Su lengua entró en la boca del omega y su conexión se abrió de inmediato. Miles de pensamientos, de emociones se transmitían, mientras sus lenguas se enlazaban y jugaban. A lo lejos, casi como un eco, podían sentir los aplausos y vítores de sus familias y amigos. Pero lo más importante podían sentir el amor del uno por el otro.
Horas más tarde, cuando la fiesta estaba en pleno apogeo, Seokjin logró robarse a Jungkook de su grupo de amigos y llevarlo a la azotea del hotel donde celebraban su matrimonio.
La luna brillaba en todo su esplendor. Todos habían podido sentir su poder sobre sus lobos.
Seokjin se limitó a abrazar a su ahora esposo por atrás, poniendo sus manos alrededor de su cintura y su barbilla en su hombro, mientras disfrutaban de la gran Seúl iluminada y la belleza del río Han.
—Creo que todos se divierten. Tía Yerin y mamá no han dejado de hablar en toda la noche de los nietos...
—Tu madre no ha dejado de hablar de nietos desde aquella cena en que aceptó nuestra relación. Pero es normal. Quieren ser abuelas...
—No quiero que te sientas presionado por eso Ggukie...
—No lo hago—el omega acarició las manos de Jin y echó su cabeza hacia atrás—. Somos especialistas en fertilidad y confío ciegamente en Hobi-hyung. Vamos a traer cachorros a este mundo, yeobo.
Seokjin suspiro. Ahora que estaban casados, Jungkook había comenzado a usar ese apodo cariñoso. Le gustaba.
—¿Eres feliz Ggukie?, porque yo lo soy. Hoy te has convertido en mi esposo. Ahora sí eres mi omega de todas las maneras posibles. Y quiero hacerte muy feliz, siempre.
El omega se soltó de los brazos de Seokjin, sólo para darse vuelta y envolver sus brazos alrededor de su cuello.
—Soy feliz. Eres mi esposo. Eres mío—mientras sonreía, besó con suavidad los labios gorditos de su beta—. Recuerdo aquel primer día que llegaste a la clínica y todas y todos los omegas y betas te miraban con deseo. Incluso ese antipático de Kwon que te coqueteó abiertamente. ¡Estaba tan celoso! Claro en ese momento ni siquiera lo reconocía...
—Dijiste que no serías mi guía turístico todo el día... Estabas tan enojado. Tu olor se había vuelto ácido... Supongo que eso me dio mi primera esperanza...
—Ahora no necesito sentir celos de nadie, porque el hermoso doctor Kim, es mi esposo, mi beta y por sobre todo mi compañero. Para siempre.
—Me encanta el "para siempre" —Seokjin lo besó, sintiendo el aroma dulce de su omega.
Había sido un camino difícil para llegar al corazón del omega. Tal vez otro lo hubiera alejado, pero para él había sido toda una aventura. Y no se arrepentía.
Jungkook, también podía sentir el aroma tenue de Seokjin, mezclado con su perfume. Tierra, madera, tabaco, pero sobre todo Jin tenía el aroma de hogar. Era su lugar seguro, ahí donde siempre sería su refugio y fortaleza. El hombre que lo hizo salir de su angustiante soledad y frialdad. Ahora eran esposos.
Ambos miraron a la caprichosa diosa luna que había entretejido una vez más, un destino atípico para ellos, que los había hecho destinados y compañeros. Jungkook cerró sus ojos y se sintió en paz. Le habían dado un preciso don, sanar almas. Pero, ante todo, dio gracias porque el hombre y beta que ahora besaba su cuello había logrado sanar sus viejas heridas. No más frío, no más soledad. Ahora tenía amigos, familia y sobre todo tenía a Seokjin.
*Frase tomada de "Sueños de una noche de verano"
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