Capítulo Veinte
El omega miraba a los cuatros lobos que estaban sentados frente a él. Caminó hacia ellos y pasó su cabeza bajo el cuello de cada uno. El lobo de Tae se relajó cuando sintió al lobo de Jungkook acercarse. Sintió un calor en su cuerpo y pudo darse cuenta como cada nudo que tenía en su cuello y espalda se relajaban. Yoongi dejó de sentir ese molesto dolor de cabeza que tenía de hace varios días y que ninguna pastilla había eliminado. Sunoo también sintió como su cuerpo se relajaba y soltaba.
Por su parte el mayor de los omegas Chi Yeol, sintió como la ira que había acumulado los últimos días a raíz de un pequeño robo en el museo que trabajaba, desaparecía.
Jungkook juntó las manos de sus cuatro amigos y puso la suya sobre ellas. Mientras su lobo seguía pasando su cabeza bajo el cuello de los lobos. Una luz brillante apareció y el hilo dorado una vez más se hizo presente. Todos los omegas de la manada en perfecta armonía y bajo el cuidado de su Sanador. Cuando al fin todos abrieron sus ojos, la sala de estar de Chi Yeol se iluminó y luego un exquisito aroma dulce la inundó. Era maravilloso como los aromas de los cinco se mezclaba y complementaba.
—Gracias Jungkook, nunca podremos estar lo suficientemente agradecidos por lo que haces por nosotros—Chi-Yeol le extendía un jugo, pues luego de aquellas sesiones de sanación, el omega quedaba un poco cansado.
—Para mí también tiene un efecto sanador hyung. Y estoy agradecido de poder estar hoy con ustedes. Mañana Seokjin y yo iremos al fin al lugar donde vive mi tía Yerin. Las últimas noches no he dormido bien, pero hoy al estar con ustedes me siento mucho mejor.
—Sabes que suceda lo que suceda, siempre tendrás a tu beta y a nosotros, tus amigos y tu manada—Taehyung tomo las manos de su amigo y las apretó con cariño—. Todos los que estamos aquí y nuestros alfas te amamos Jungkook. Tal y como eres. Así como tú nos has aceptado tal y como somos.
Jungkook al fin había liberado sus prejuicios y había aceptado que él también formaba parte de esta manada tan especial. Incluso con Sunoo, se sentía protector, pues había entendido que la manada se había formado a partir de él y Sung-Hoon, que eran la pareja central y que ellos debían brindarles confort y paz para que procrearan. Al menos esa era la explicación que Namjoon le había dado y no la objetó. Ahora estaba en paz. Su omega y él eran especiales y lo sentían más aun cuando estaban en los brazos cálidos del hombre y beta que los había amado, incluso antes de derrumbar todos aquellos muros.
La puerta de la casa se abrió y un torbellino pareció invadir aquel espacio de tranquilidad. Alfas llenos de cachorros de todas las edades irrumpieron bulliciosamente. Los trillizos, hijos de Yoongi, fueron de inmediato a los brazos de su papá, al igual que los dos pequeños hijos de Namjoon y Chi Yeol.
Taehyung y Sunoo en cambio se acercaron a los coches donde sus alfas traían a los cinco cachorros más jóvenes que completaban un cuadro precioso.
Seokjin se acercó a su omega y lo besó—Te he extrañado—le susurró bajito—. Estos niños tienen demasiada energía.
Jungkook sonrió, al ver el rostro cansado de su beta. Diez cachorros eran suficientes para cansar a cualquiera.
—¿Todo estuvo bien?
—Maravillosamente bien. Estoy listo para mañana. Hacer este proceso de sanación con el resto de los omegas fue realmente bueno.
Al final, toda la manada se reunió en torno a Jungkook y Seokjin. La fuerza de su lazo, el amor y comunión que los unía se manifestó en la paz que inundó a la pareja que se sentía preparada para enfrentar lo que el destino tenía para ellos a la mañana siguiente.
Cuando llegaron a casa, SeokJin tiró de Jungkook para que se sentara a horcajadas sobre sus piernas. Sacó con lentitud su chaqueta y camisa y cuando tuvo su piel desnuda a disposición lo acarició con cariño y paciencia. Quería que su omega se relajara. Que en esos breves momentos juntos, nada más importara que ellos dos.
—Estoy orgulloso de ti. De lo que haces por los demás, de tu entrega, pero quiero darte este momento sólo para ti. Quiero amarte, acariciarte y besarte hasta que mi aroma se impregne en ti.
Jungkook permaneció en silencio mientras Seokjin apretaba sus pezones y besaba su cuello. Pronto su cuerpo reaccionó y la humedad de su entrada se hizo latente. Con cuidado Seokjin le quitó y se quitó la ropa.
Ahora estaban desnudos, el omega impaciente por recibir a su compañero.
—Te amo y mañana nada va a ser diferente entre nosotros. Pase lo que pase tu y yo somos uno. Destinados por la fuerza de este amor.
SeokJin levantó a Jungkook para guiar su pene a la entrada húmeda del omega. Un gemido escapó de la boca de Jungkook. Sus ojos ardiendo de amor y pasión.
—Creo en cada palabra que me has dicho Seokjin. No sé qué va a suceder mañana, pero tú eres la seguridad y mi hogar siempre... Te amo...
Así en el silencio de la noche, sus cuerpos se balanceaban a la perfección. Cada embestida era seguida de gemidos y gritos de placer. Cuando alcanzaron el clímax y el hilo dorado brilló, su vínculo se hizo más fuerte y sin mover sus labios ambos prometieron estar para siempre unidos por ese amor infinito.
💜💜💜💜💜
E
l paisaje se volvía un poco más desolador, en la medida que se adentraban a la zona rural. Las pequeñas casas se veían en mal estado al igual que algunos sembríos. Jungkook empezó a preguntarse en qué condiciones vivía su tía biológica.
Habían llegado la noche anterior al distrito, habían conseguido un cuarto en un hotel para descansar, antes de continuar viaje hacia el interior de la provincia. Seokjin miraba de reojo a Jungkook. El omega podía tener un rostro tranquilo, pero su aroma lo traicionaba. Seguía siendo dulce y atrayente para el beta, pero podía notar las gotas acidas que se mezclaban con él.
—Estoy aquí para ti, Jungkook—. Puso su mano sobre el muslo de su compañero, quien lo miró y sonrió. El aroma se suavizó y Seokjin siguió manejando.
—Lo sé. Estoy nervioso, pero haber estado con mis hermanos de manada fue bueno. Es gracioso ¿sabes? Soy el Sanador, pero en realidad cada vez que cumplo ese rol, siento que en realidad yo me sano. No tengo idea que va a pasar en un rato más, cuando lleguemos allá y le diga quien soy..., pero es lo que tengo que hacer ¿no? No puedo ser un cobarde. No ahora.
—Estoy orgulloso de ti—Seokjin le dio una amplia sonrisa y apretó un poco su pierna—. Sí se necesita valentía para hacer esto, pero estoy seguro de que todo va a salir bien. Eres encantador. Ningún alma buena podría no quererte. Ya viste como te ganaste a mi propia madre.
Jungkook se quedó en silencio y luego comenzó a reír. Había traído un recuerdo a su cabeza y no lograba todavía entender en que momento había cambiado tanto, él, su mundo, el amor que sentía por Jin...
—¿Dije algo gracioso? —Seokjin miró al omega, que reía y movía la cabeza en negación.
—No..., estaba recordando aquella vez que fuiste a mi oficina y yo te dije tantas estupideces..., te grité, te insulté y tú ni siquiera parpadeaste. Me dijiste "¿ya terminaste?" y luego simplemente me llevaste a la cafetería de la clínica...tu perseverancia es la que me tiene aquí, cariño..., jamás podré demostrarte lo agradecido que estoy por eso...
—Bah..., no seas bobo. Me lo agradeces con cada sonrisa tuya. Y más aún cuando te entregas con tanta confianza a mis brazos. Yo sabía que en algún momento tendrías que ceder. Jamás me rendí contigo. Ya te lo dije. Estabas hecho para mí. Yo sólo llegué a reclamarte...—Seokjin llegó hasta una destartalado portón de madera y se detuvo—. Bueno Ggukie, hemos llegado. Cruzando este portón está tu familia biológica.
Jungkook se estremeció. Seokjin bajó para abrir el portón y poder seguir hacia la propiedad. Cuando volvió al auto, abrazó a Jungkook y besó sus labios.
—Nada de lo que pase allí cambiará lo que hay entre tú y yo. Soy tu familia, tu principio y tu final. Y luego está la manada que son también parte de nuestra familia. No estás solo Jungkook. Nunca más lo estarás.
El omega asintió en silencio. Había demasiadas emociones atascadas en su garganta como para decir algo. Simplemente se aferró a las palabras de su beta, al amor que podía sentir a través de su vínculo y le indicó a Seokjin que siguiera.
A pesar de ser un terreno gigantesco, estaba desolado. Algunas siembras secas por ahí, y algunas gallinas, eran todo el panorama. Seokjin se detuvo frente a una pequeña casa, que se notaba necesitaba urgentemente arreglos. Antes de bajarse, una mujer se asomó por la puerta. Con un delantal y secando sus manos, miró el lujoso auto, con un rostro preocupado.
—Jungkook...—el beta miró a su compañero, que parecía paralizado—. Debemos bajar...
El omega respiró, mordió su labio y abrió la puerta. Decidido a enfrentar lo que fuera. En cuanto la mujer lo vio, abrió sus ojos y un grito de asombro salió de su boca.
—Buenas tardes. Lamento irrumpir así en su propiedad. Estoy buscando a Jung Yerin..., soy el doctor Jeon. Jeon Jungkook.
La mujer seguía sosteniendo su mirada en el omega, mientras algunas lágrimas rodaban por sus ojos.
—Eres igual a él..., eres idéntico a Woo-Jung...—y entonces la mujer se echó en los brazos de Jungkook llorando desconsoladamente.
El omega sorprendido miró a Seokjin que simplemente miraba la escena, tratando de entender. Probablemente Jungkook se parecía mucho a su padre...al hermano de la mujer. Y ella lo había reconocido.
—¿Tía Yerin? —Preguntó tímidamente el omega, tratando de calmar a la mujer.
—¿C.. cómo supiste?, ¿tus madres te lo dijeron? Eres tan hermoso...no puedo creer que estés aquí...que me hayas encontrado...
—Creo que es mejor si entramos y nos calmamos. Soy el doctor Kim Seokjin. El compañero de Jungkook. Le podemos explicar todo...
La mujer estaba totalmente aturdida. Finalmente los hizo pasar a la pequeña casa. Estaba en muy malas condiciones, pero estaba limpia y ordenada. Los hizo sentarse y luego se perdió en la cocina, volviendo con sencillos vasos de limonada.
—Lo siento..., no hay mucho que pueda ofrecerles...
—No se preocupe..., muchas gracias—Seokjin recibió su vaso y tomó la mano de Jungkook que temblaba de pies a cabeza, nervioso y conmocionado por la forma como la mujer lo había recibido.
Poco a poco JungKook fue contándole a su tía Yerin, todo lo que había pasado. Cómo había descubierto la verdad acerca de su adopción y la búsqueda que había emprendido. Yerin se horrorizó cuando supo la forma como las madres de Jungkook lo habían criado y todo el sufrimiento del omega.
—No puedo creer todo esto...yo sabía que ellas no eran las mejores personas..., pero ansiaban tanto un hijo... ellas me prometieron que te amarían y que te darían todo lo que yo no podría. Tu papá ..., él estaba muriendo y sólo tenía fuerzas porque quería que tu vivieras. Cuando le conté de la adopción, aceptó porque pensaba que podría darte un mejor futuro. Luego ellas me echaron de la casa, dijeron que no querían que yo estuviera ahí cuando tu crecieras... también pensé que era lo mejor...lo siento tanto pequeño...jamás creí que ellas no podrían quererte...
Jungkook procesaba con cuidado cada palabra que su tía le estaba diciendo. Entendía que su papá y ella habían creído todas las mentiras que esas lobas le habían dicho. En realidad, no estaban deseosas de tener un hijo para amar y cuidar, sino para asegurar la herencia de su abuelo...No podía culparlos. Además, se daba cuenta, dada las condiciones en que vivían, que eran personas muy pobres, sin los medios para poder saber de él o siquiera intentar buscarlo...
—Hubo un tiempo, en que traté de saber de ti, pero ninguno de mis contactos que aun trabajaban en la casa de ellas me quisieron decir nada... sólo que tú estabas bien. Que ibas a una gran escuela, que tenías muchos juguetes..., pensé...pensé que eras feliz...fue mi culpa...debí averiguar más...se lo debía a Woo-Jung, él confió en mí, para dejar a su hijo...
—No puedes culparte por esto...no lo sabías y no había formar que lo supieras..., pero yo ahora estoy aquí...quería conocerte, saber quiénes fueron mis padres...si ellos...me amaron, al menos mi papá omega, tu hermano. Sé que el alfa lo dejó...yo sólo necesito saber a donde pertenezco...
—Oh Jungkook..., claro que tu papá te amaba..., él intentó vivir, luchó contra la depresión, pero ni siquiera su don pudo salvarlo..., podía sanar a otros...pero no a si mismo...
Jungkook y Seokjin se miraron, tratando de entender... ¿acaso su papá también era un sanador?
—¿Un don? ¿A que te refieres?
—Se que es difícil de creer, más aún si ambos son médicos. Estoy segura que no creen en estas cosas, pero yo lo vi...tu padre era un Sanador...mi abuela decía que en las antiguas manadas había un omega que era dulce y pacífico y que tenía el don de sanar las almas rotas y los quiebres que a veces sucedían entre el lobo y su humano...tu papá podía hacerlo...muchas veces lo hizo con nuestros hermanos y otros miembros de la manada que en ese entonces vivían aquí...muchos luego tuvieron que irse cuando los campos se secaron y no había trabajo...él tenía ese don...se que no lo creerás...
—Yo también soy un Sanador—Jungkook lo dijo con la voz quebrada por la emoción. Entonces no era un hecho al azar. No era un simple juego del destino o de los dioses. Él lo había heredado de su padre...— Nosotros..., Seokjin y yo somos parte de una pequeña manada en la ciudad. Lo descubrí por casualidad, al salvar a un paciente..., pero puedo hacerlo, puedo sanar a los miembros de mi manada...
Yerin volvió a romper en llanto y abrazó a su sobrino que estaba a su lado. Después de tantos años, de no saber que había sido de aquel pequeño cachorro que confiadamente había dejado en manos equivocadas...ahora estaba aquí, hecho un hombre y un omega precioso, y además con el don que su hermano había llevado por tanto tiempo...
Cuando ella se calmó, Jungkook comenzó a hacer muchas preguntas. Se entero de las pésimas condiciones en las que su tía y su esposo vivían, ya que este ultimo estaba con una depresión muy fuerte, ya que hacía tres años habían perdido toda la siembra a causa de una plaga. Desde entonces no habían podido levantar y actualmente vivian de lo poco que cosechaban y que Yerin lograba vender en los pueblos cercanos. Habían pensado en vender el terreno, pero había algunos problemas legales que se lo impedían, por lo que se encontraban de brazos cruzados. Entre ellos el que existía una acta de nacimiento de Jungkook, pero sin nombre y que nunca había sido inscrito, por lo que había un vacío legal que le impedía a Yerin ser la única heredera.
Jungkook comenzó a pasearse por la pequeña estancia. Miles de ideas revoloteando en su cabeza.
—Vamos a resolver todo eso. Tengo un abogado que se encargará del tema legal. Podemos hacer una prueba de ADN y demostrar que soy tu sobrino y el hijo de Woo-Jung...Pero no tienes que vender...vamos a hacer florecer esto de nuevo..., vamos a construir una casa..., sembrar...
Jungkook estaba realmente entusiasmado con el mundo que sentía se abría ante sus ojos. El tenía el dinero de su abuelo y ahora sabía dónde exactamente lo gastaría. El no necesitaba para sí mismo de el, pues su profesión le permitía tener una vida holgada. Además, con Seokjin compartían los gastos y les quedaba dinero incluso para ahorrar.
Seokjin miró a su omega y trató de calmarlo. Estaba hablando sin considerar lo que su tía o su esposo que aún no conocían pensaban. La mujer se veía feliz de haberlo encontrado o que él los hubiera encontrado, pero otra cosa era los planes que Jungkook parecía haber creado en su cabeza.
—Ggukie...—Seokjin tiró suavemente de él—. Debes calmarte. Vinimos a aquí a conocer a tu familia. Todavía queda mucho que hablar..., luego podrás hacer planes...
JungKook miró a su beta. Se volvió a sentar. Seokjin como siempre tenía razón. Es que se había dejado llevar por el entusiasmo y la alegría de saber que podía hacer algo por su familia. Su verdadera familia. Además, su tía lo quería...
—Lo siento. Es sólo que quiero ayudarte..., eres mi familia...yo no puedo volver simplemente a Seúl sabiendo que vives aquí, con necesidades.
—Jungkook..., mi mayor felicidad es que hayas venido. Había perdido toda esperanza de algún día verte..., conocerte. Mas aun que te veo y es como ver a Woo-Jung, mas aun con su don heredado por ti...es demasiado...para mí. yo. La mujer volvió a romper en llanto. En ese
momento la puerta de la casa se abrió y un hombre muy delgado y demacrado entró. Era un beta, igual que su tía, un hombre mayor, que parecía abrumado por la vida y todo lo que le rodeaba. El lobo de Jungkook se impacientó de inmediato y quiso ir en búsqueda del lobo afligido que no se veía bien. Jungkook se dio cuenta de aquello. Debía ser el esposo de su tía.
El hombre miró a los dos hombres sentados en su pequeña sala y tampoco pudo ocultar su sorpresa al ver el rostro de Jungkook.
—Sang Min no vas a creerlo. Este es Jungkook el hijo de Woo-Jung. Vino con su compañero el doctor Kim. Él supo la verdad de su origen y me estuvo buscando...
—Eres igual a tu papá..., no puedo creerlo. Durante tantos años hemos
pensado en ti... él era mi mejor amigo.... cuando pasó todo lo de tu
padre...su muerte...nada volvió a ser igual. Fue como si una maldición hubiese caído sobre nosotros...
—Sang Min no digas eso...
Jungkook tomó la mano de su tío y cerró sus ojos. El beta se quedó paralizado y miró a Seokjin quien le sonrió...
—Es el Sanador de su manada, sólo confié en el...—Seokjin conocía ese rostro de Jungkook. Lo había visto innumerables veces cuando a él mismo lo sanaba de su estrés post exámenes de la universidad..., lo había visto cuando calmaba los cólicos de los cachorros de Sunoo o de Tae..., su omega, su precioso omega dueño del don más lindo, estaba actuando.
El omega de Jungkook fue tras el beta que estaba acurrucado en un rincón oscuro. Su pelaje estaba sin brillo y pegado al cuero. Lo tocó con su pata y notó lo frío que estaba. El beta color gris gimoteaba de dolor y pena...
"ya no hay dolor...ven conmigo, yo te puedo llevar de regreso...haremos esto juntos...reconstruiremos todo esto de a poco...yo estaré aquí...lo prometo..." El omega transmitía sus propios pensamientos al beta que continuaba acurrucado sin reaccionar. Podía sentir la angustia del lobo, por no poder ser el líder que su familia necesitaba. La muerte de su mejor amigo y luego años después, la pérdida de la cosecha lo tenía en un dolor eterno, del cual no podía salir.
"Mi papá ya no está, pero yo he venido para ayudar, para que seamos una familia..., por favor inténtalo, regresa conmigo". El beta poco a poco comenzó a darse vuelta y vio los ojos amables del omega blanco y marrón. Se levantó temblorosamente, pero el omega se puso a su lado y lo sostuvo con su cuerpo. Finalmente, el lobo mayor se levantó y aulló en agradecimiento...
Yerin lloraba al ver la luz brillando alrededor de su esposo y de su sobrino. Para Seokjin ya casi no era novedad, pero siempre era hermoso ver a su Jungkook actuando y lo llenaba de orgullo y de más amor si es que era posible.
Sang Min abrió sus ojos y sintió como si un peso se hubiera soltado de su hombros y de su cuerpo. Como si hubiese retrocedido en el tiempo y no tuviera los cincuenta años que tenía, sino muchos menos...
Horas más tarde, todavía la familia reunida comentaba los planes que Jungkook tenía para ellos. La pareja había decidido aceptar la ayuda del omega y estaban emocionados por comenzar una nueva vida.
Finalmente, Seokjin y Jungkook se despidieron, prometiendo volver al día siguiente con algunas llamadas hechas y víveres para al menos suplir las urgencias que tenían.
Esa noche en el hotel, Jungkook se paseaba de un lado a otro, hablando con su abogado, quien se haría cargo de sanear la parte legal de la propiedad. Jungkook era dueño de una parte y si bien iba a cederla a su tía, quería pedirle un pedazo de la tierra, para construir una casa y una piscina donde recibir a su manada. Seokjin por su parte contactó a un viejo compañero alfa de la secundaria, que hacía asesorías agrícolas y ganaderas, y quien se comprometió a ayudar a organizar el campo, mientras buscaban un administrador que ayudara al matrimonio de betas.
La manada en masa estaba en línea escuchando a Jungkook y Seokjin sobre todo lo que había ocurrido y como el don de Jungkook había alcanzado a su familia. Todos querían ayudar, de una u otra manera y el omega no podía estar más agradecido.
Eran las once, cuando al fin estaban acostados, y Jungkook al fin lloró en los brazos de su beta. Lloró toda la amargura contenida en años de dolor,de abandono, de frialdad, de vivir una vida sin ser amado. Ahora lo era. Tenía una manada, una familia y por sobre todo tenía a su beta. A su Seokjin, quien lo llenaba de besos, para calmarlo, mientras acariciaba su rostro y su pelo. Sí, había pasado mucho tiempo desde aquel Jungkook que había hecho lo posible por sacarlo de su vida y más que nunca Seokjin estaba feliz de no haberse rendido, de haber luchado por el arisco omega, al cual ahora consolaba en sus brazos y a quien nunca abandonaría. Jungkook lo sabía. La promesa que siempre su beta le hacía "nunca vas a estar solo..." sabía que era una realidad. Seokjin era su todo, su principio, su final, su equilibrio. Su fuerza para ser el omega que nunca imaginó que llegaría a ser. El Sanador de toda una manada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro