Capítulo Trece
Jungkook no había parado de llorar, mientras le contaba a Seokjin lo ocurrido en la oficina de su madre o más bien de la que él creía era su madre. En la medida que avanzaba en su relato y que Seokjin lo escuchaba atentamente, simplemente acariciando sus manos o secando con su manga las mejillas del omega, éste se dio cuenta que sus lágrimas no eran por el dolor de saber que esas mujeres no eran sus madres. Si no más bien, por el sentimiento de saber que su padre omega lo había vendido. Aun cuando había muerto, un hondo resentimiento se anidó en su corazón. Y volvió a tener esa sensación de soledad, de no pertenecer a ningún lugar. Que no tenía una identidad. ¿Cómo podría saber ahora, quién era realmente?
—No sé nada de mis orígenes. Quien en realidad fueron mis padres. Es como no saber quién soy—. El omega se quedó mirando hacia un punto en el espacio, con los ojos enrojecidos y sintiendo sus labios resecos—. No puedo creer que él me haya vendido..., que no me haya amado...
Seokjin no había intervenido en nada aún, escuchándolo, tratando de entender lo que había ocurrido y evitando demostrar la rabia y odio que sentía hacia aquellas mujeres, que habían destrozado a su precioso omega. El sólo quería tomarlo en sus brazos y recomponerlo, cuidarlo y protegerlo de la pena que ahora mismo lo tenía en un estado de desastre total.
—En primer lugar, ¿no has pensado que esas mujeres te mintieron? ¿Qué tal vez tu padre omega no te vendió? No lo sabes Kook. No sabemos que artimaña usaron esas mujeres para engañar a tu abuelo. No deberías creer la mierda que te hayan dicho sobre tus padres.
—Pero, no tengo forma de saberlo...
—Podemos buscar la forma. Averiguar, ese abogado tal vez sepa algo, o las personas que trabajaron en casa de tu madres. Podemos ubicarlas.
Tengo contactos en la policía. Un primo alfa es detective y estoy seguro de que nos puede ayudar. He traído sus cinco hijos al mundo sin cobrarle ni un won y siempre me ha dicho que me lo debe...
Jungkook miró con ojos esperanzados al beta. ¿Y si fuera cierto? Tal vez incluso su verdadera familia lo hubiera buscado, pero ellas se habían encargado de alejarlos. Era una pequeña ilusión que no sabía si tenía derecho a tener. Tal vez, incluso, merecía todo que le pasaba porque toda su vida había vivido en una burbuja.
—Tú... ¿me ayudarás? —Bajó la vista y movió sus manos nervioso—.¿todavía me quieres? Pensé que te había decepcionado, luego de nuestra discusión...
Seokjin lo abrazó. Se sentía miserable por la forma cómo había tratado a Jungkook. Mas ahora, al saber todo lo que había significado la vida del omega. Era admirable, que una persona pudiera crecer y llegar tan lejos y bien, estando absolutamente desprovisto de amor y compañía. El omega era fuerte y tal vez ahora todos esos muros que había construido le habían servido para soportar este momento. Si le hubiera ocurrido a él, probablemente estaría enloqueciendo. Jungkook estaba destrozado, pero seguía ahí, de alguna forma de pie.
—Perdóname Ggukie..., nunca debí presionarte de esa manera. No dudes de mi amor por favor. Te quiero, no importa quienes son o fueron tus padres. Estás por encima de eso. ¿no te das cuenta? Eres médico, trabajas en un lugar que ayuda a aquellos que no pueden tener hijos. Tienes un gran corazón. No dudes de ti mismo.
Jungkook lo escuchó. Aun con su corazón roto, sintió alivio al saber que nada había cambiado entre ellos. Que Seokjin estaba ahí, para él y lo seguiría estando.
—Yo también lamento haberme comportado así, respecto a los cachorros de Sung-Hoo. No es que no me importe...es sólo que ese omega...
—Oye...está bien. Todo tiene su tiempo. No tienes que lidiar con eso ahora. Lo importante ahora es descansar.
Seokjin lo apartó un momento y buscó en su bolso. Sirvió un vaso de agua y se lo ofreció al omega.
—Tómalo Ggukie. Necesitas dormir y descansar. Le enviaré un mensaje a Hoseok, avisándole que no irás mañana.
El omega tomó la pastilla y se abrazó al beta. Se sentía horrible por faltar al trabajo, teniendo ya un médico menos en la clínica, pero tampoco se sentía capaz de atender a nadie. Parecía como si todo su cuerpo pesara una enormidad y comenzaba a sentirlo adolorido por haber soportado tanta tensión.
Seokjin lo tomó en sus brazos y lo llevó a su cama. Le quitó los zapatos, la camisa y los pantalones. Jungkook prácticamente estaba dormido. Le puso un pantalón de pijama y lo dejó con la camiseta que traía puesta.
Luego lo tapó. El omega, simplemente se acomodó y no despertó.
Salió de la habitación y marcó el número de Hoseok. Era un poco tarde, pero era necesario explicarle la situación al director de la clínica.
Afortunadamente, el alfa respondió inmediatamente.
Veinte minutos después, volvía a la habitación. El omega estaba un poco inquieto, pero no había despertado. Luego del schock inicial, Hoseok había comprendido absolutamente la situación. Atenderían los pacientes más críticos y reagendarían al resto. Además, se comprometió a que Yoongi visitaría a JungKook.
Seokjin estaba cansado. Había estado todo el día pensando dónde Jungkook se encontraba, para descubrir al final del día, que su precioso omega, había descubierto una verdad terrible. Era inevitable no sentir pena por él. Cuán dura debió haber sido su vida, creciendo al cuidado de personas que no le expresaron cariño o que apenas se preocupaban de él. Sin embargo, tenía una corazonada. Tal vez si encontraban a su verdadera familia, Jungkook al fin podría sentirse parte de algún núcleo. Sabía que era complicado no sentirse parte de una familia. Después de todo, eran también lobos y éstos siempre habían necesitado a sus manadas. Que con la modernidad hubiera desparecido el término no significaba que, dentro de sí, aun necesitaran pertenecer a una.
Envidiaba un poco lo que Sung-Hoon tenía con su hermano Namjoon y los otros. Tal vez, él podría encontrarle a su omega un lugar donde encajar. Se acostó a su lado e instantáneamente el omega se volvió hacia él, rodeándolo con sus brazos. Besó su cabeza y cerró sus ojos. Él le encontraría un lugar a su precioso Jungkook.
A la mañana siguiente, Jungkook despertó solo en la cama, con el ruido de la ducha. Miró su teléfono y eran las siete de la mañana. Por un momento se sintió confundido. Luego, un millón de imágenes vinieron a su cabeza. Y el dolor reapareció. Pero ahora, también sentía paz. El recuerdo del beta escuchándolo y cuidándolo, lo hizo sentir mucho mejor.
—Despertaste mi amor—. Jungkook miró hacia Seokjin que venía saliendo de la ducha envuelto en una toalla y sonrió. Se veía hermoso. Era hermoso—. ¿Cómo te sientes? ¿Pudiste dormir bien?
—Estoy bien. —Seokjin ya estaba a su lado en la cama, acariciando el cabello desordenado del omega. —Gracias por cuidar de mí. Debería ir a trabajar.
—No tienes que hacerlo. Nos las arreglaremos ¿Por qué no intentas dormir un poco más y luego te tomas el día en forma calmada?
Jungkook sabía que lo que Seokjin le estaba proponiendo era lo que debía hacer. Todavía sentía su pecho apretado y su lobo también se mantenía inquieto. Aun así, el sentimiento de culpa por faltar a la clínica no lo abandonaba.
—Creo que sería buena idea que te quedaras conmigo un par de días ¿Recuerdas que dijimos de pasar el fin de semana juntos? Lo podemos adelantar. Aun cuando tenga que ir a clases, prefiero que llegues aquí y no a tu casa que la sentirás todavía más fría.
El omega sonrió, cuando Seokjin se acercó para llenarlo de besos en su cara, ¿cómo podría resistirse a una invitación tan tentadora? Era tan bueno para él comprobar que en realidad, nada había cambiado entre ellos y a pesar que sentía que todavía el resto de su vida daba una y mil vueltas, al menos sabía que el beta era su lugar seguro.
—Entonces iré a casa a buscar mis cosas..., y gracias, no quiero estar solo estos días. Sé que debo ocuparme de lo que sucedió ayer. No sé lo que esas mujeres pretenden hacer. Hablaré con Lee, tal vez él sepa algo sobre mi origen.
—No te apures. Trata de recordar el nombre de alguna de las betas que te cuidó. Tal vez podamos encontrarla. Ya sabes, mi primo puede ayudar.
Jungkook asintió y besó a Jin en la mejilla. Volvió a acomodarse en la cama. Todavía se sentía bajo los efectos del somnífero que Seokjin le había dado la noche anterior.
Las siguientes horas del días transcurrieron rápidas para ambos. Jungkook había ido a casa y recogido todo lo que necesitaría para estar varios días en la de Seokjin. Le gustaba la idea de compartir un hogar con él. Le gustaba su departamento, pero ahí no estaba el aroma sutil del beta. No estaba su presencia, y todo lo que lo hacía sentir seguro.
Estaba triste aún y tal vez un poco perdido en su identidad, pero el sólo leer los mensajes que Jin le enviaba entre pacientes, lo hacía sentir mucho mejor. Su lobo también estaba más calmado y por primera vez en mucho tiempo se sintió en comunión con su parte animal. Algo impensado hace meses atrás. Quería ir a correr con Jin, sentir el crujir de sus huesos en la transformación, volver a dejarlo salir.
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H
oseok estaba en la oficina de Seokjin. Al fin tenían un respiro y estaba ahora escuchando con más detalles la historia de su joven médico.
Realmente le tenía afecto a Jungkook, además de admiración, porque sabía que con el tiempo se convertiría en un médico brillante.
—Entonces, ¿vas a ayudarlo a buscar a su familia biológica?, puedo ayudar. Mi padre tiene muchos contactos, estoy seguro de que puede darme un par de nombres a los cuales podrías acudir.
—Gracias. Por ahora Jungkook me envió el nombre de una de las betas que lo cuidó hasta que tenía cerca de doce años. Song Seon Mi. Le he dado su nombre a mi primo que trabaja en la policía.
—Está bien, pero si no obtienes nada, me avisas. Estoy seguro que papá conoce perfectamente a alguien capaz de ubicarla. Pero lo más importante es que te mantengas a su lado. Jungkook te necesita más que nunca. Desearía que esa enemistad que siente por Sunoo no existiera. Encajaría perfectamente con él y con sus amigos. Tae y Jimin. Son fantásticos. ¿los conoces? Tae se atiende aquí. Tiene un embarazo de alto riesgo.
Sung-Hoon, le había comentado respecto a Tae a Seokjin. Le había preguntado su opinión, ya que el omega había desarrollado una preeclampsia que obligaría a sacar a los trillizos que esperaba antes de tiempo. También desearía que esa animosidad entre los omegas desapareciera. Sería un buen circulo para Jungkook. Pero por ahora era un tema que no valía la pena abordar.
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J
ungkook había estado llorando. Seokjin lo sabía, con sólo escuchar su voz a través del teléfono. Deseaba correr hasta su casa y abrazarlo fuerte. Pero estaba amarrado en la clínica y luego debía ir a la Universidad. Si seguía faltando a clases sin una justificación como la que tenía Sung-Hoon, terminaría perdiendo el año.
—Ggukie...estuviste llorando... ¿recuerdas que te quiero mucho y que siempre estaré para ti? —el omega gimoteó a través de la llamada.
Extrañaba a Seokjin. Y ya no tenía miedo en decirlo y mucho menos en sentirlo.
Durante todo el día había estado meditando acerca de su vida. De su forma de ser y cómo necesitaba realizar un cambio, aun cuando no tenía muy claro por donde comenzar.
—Sólo son momentos ¿sabes? Cando pienso en todo estos años que he vivido engañado. Pero te prometo que estaré bien. Yoongi hyung debe estar por llegar. Gracias por enviarlo..., Y Jin...no quiero que estés preocupado por mí. Debes trabajar y luego ir a clases. Prometo que estaré bien. Yo también te quiero mucho.
Seokjin sintió una pequeña emoción. Algo había cambiado en Jungkook. Más allá del dolor que obviamente estaba viviendo. Sentía que su omega se había suavizado. Como si de pronto las emociones que por tanto tiempo reprimió, estuvieran aflorando.
—Estoy más tranquilo sabiendo que al menos un rato, tendrás compañía. Habla con Yoongi. Te veré en la noche. Compra lo que quieras. Te quiero.
Jungkook rio bajito, y aunque se sentía absurdamente cursi, le lanzó un beso. Y luego cortó.
Yoongi llegó quince minutos después.
—¿Cómo estás? —el omega miró a Jungkook y sutilmente percibió su aroma. A pesar de que no era tan dulce como siempre, podía notara que no había notas amargas o acidas en él. Eso era positivo. Y probablemente se debía a Seokjin.
—Ayer estaba devastado y quebrado. Cuando ellas me dijeron que no era su hijo, tuve esa sensación de vértigo, ¿sabes?, cómo si el suelo se abriera bajo tus pies. Todo lo que yo pensaba que era, no existía.
—Si existe Jungkook. No has perdido nada de tu esencia. Sigues siendo el mismo hombre, el mismo omega. Sientes, respiras, vives. Eres un médico que trae cachorros al mundo. Un joven que está aprendiendo a no esconder más sus emociones.
Jungkook rompió en llanto otra vez. Le conmovían las palabras del psicólogo. Podía sentir lo genuinas que eran. Seokjin también se lo había dicho, pero el beta estaba enamorado de él. Yoongi era un amigo. Alguien que se preocupaba de él sin tener ningún lazo en particular y eso lo hizo sentirse muy bien.
—Sé que es un golpe fuerte. He conocido algunos casos de adoptados que se enteran mayores que lo son. Sé que es diferente, porque las familias que los acogieron los amaron, pero, aun así, sienten que algo cambia, que se rompe. Pero, esta es tu oportunidad de ser tú mismo. No eres parte de esas mujeres que te criaron en la indiferencia y el desamor. Por lo que no tienes que ser igual. Estás aprendiendo a demostrar tus afectos y ahora, que estás libre de su influencia, estoy seguro que será más fácil.
Era cierto. Jungkook, a pesar del dolor inicial, se sentía agradecido de no tener nada que ver con ellas. Su origen, su fuente provenía de otro lugar. No sabía todavía de donde, pero Seokjin le había dado la ilusión que podía ser mejor y se estaba aferrando a ello.
Yoongi se quedó con él mucho tiempo. Hablaron de la manada. Le explicó toda la teoría de Namjoon acerca del círculo que se había formado entre ellos. De la proteína Z y lo que implicaba que cada uno viera un hilo dorado que los rodeaba. Para Jungkook era casi increíble. Como hombre de ciencia, le costaba creer que ese mundo espiritual existiera. Que sus lobos pudieran estar tan conectados. Ahora entendía mejor la fuerte relación que existía entre todos ellos. Por un momento sintió un poco de envidia. Pero luego al pensar que él tenia a Seokjin, su corazón se calmó. Era más que suficiente para él. Ser amado por Kim Seokjin lo era todo.
Eran las diez, cuando Seokjin llegó a casa. Fue tan agradable que al entrar unos brazos fuertes lo abrazaran. ¿Quién decía que Jungkook era frío, si le estaba regalando el abrazo más memorable de su vida? Sentir su dulce aroma lo volvía loco. Jungkook había dejado los supresores y poco a poco su aroma se intensificaba. Sabía que el celo estaría cerca, en un par de semanas y sería maravilloso.
—¿Tienes hambre? —preguntó el omega, separándose un poco del abrazo reconfortante.
—Oh sí...estoy hambriento—Y sin que Jungkook pudiera decir nada, Seokjin lo besó. Tal como sus palabras, era un beso hambriento, necesitado. Su lengua hundida en la profunda y maravillosa boca del omega. Sus manos recorriendo desde el preciso cabello semi rizado del omega, para caer sobre sus hombros y luego sobre su cintura, estrecha, bonita. Pero Jin no se detuvo, seguía aferrado a su boca, devorando, probando. Entonces sus manos bajaron al redondo trasero del omega.
Llevaba un pantalón de chándal y Jin pudo comprobar que debajo...no había nada.
—Jin...—Una voz que se convirtió en gemido, cuando el beta comenzó a masajearlo. Perdiendo la cabeza Jungkook comenzó a restregar su cuerpo en el de Seokjin. Quería sentirlo, necesitaba su calor, su aroma a colonia y jabón. Necesitaba estar desnudo y sentir su piel caliente sobre la suya.
Seokjin se separó de su boca y tiró de él al dormitorio. Ya no podía esperar más. Quería hacer el amor con el hombre y el omega del que estaba enamorado, como nunca en su vida. Y estaba seguro que jamás podría volver a amar de la forma que lo hacía con Kook.
El omega se dejó llevar, soltando más feromonas dulces que hicieron que el pene de Jin se alzara sobre sus apretados pantalones.
Al llegar al dormitorio, Seokjin le quitó la camiseta que traía puesta. Besó su clavícula, sus pezones. Y lo instó a recostarse en la cama, mientras él se despojaba de la camisa y comenzaba a desabrocharse el cinturón y el botón del pantalón.
Jungkook ya respiraba agitado. Sintió como el lubricante comenzaba a mojar su entrada, como ésta se contraía en anticipación. Lo necesitaba. Quería a Jin dentro de él, rompiéndolo, estirándolo...
Seokjin terminó de sacarse los pantalones. Sus bóxer mojados por el presemen, mientras admiraba el cuerpo precioso de su omega.
—Eres precioso. Tan bonito—. Tiró del borde de los pantalones de Jungkook y éste levantó su trasero para ayudar a sacarlos. Y ahí estaba. Hermoso, grande, grueso y erecto. Besó la punta del pene de Jungkook y éste de inmediato arqueó su cuerpo. Estaba tan excitado. Abrió sus piernas por instinto golpeando al beta con su aroma fuerte y dispuesto.
Seokjin comenzó a lamer y chupar el miembro de Jungkook, mientras sus dedos comenzaban a explorar la entrada húmeda y dispuesta del omega.
—¡Sí! —gritó Jungkook—Más...dame placer...toma todo de mí...por favor...
Ni siquiera estaba en celo, pero sentía que el calor y la excitación eran abrumadores. Era el efecto que Seokjin lograba en él.
El beta continúo chupando, fijando sus ojos en la mirada ardiente del omega. Podía sentir en su boca el sabor del presemen de Jungkook y eso logró excitarlo todavía más.
Por un momento soltó el miembro y fue hasta la boca del omega, besándolo con pasión y amor.
—Te quiero tanto Jungkook, eres tan precioso—. Su boca recorriendo cada lugar, cada parte del cuerpo del omega. Sus lunares preciosos, su piel suave y que olía tan bien.
—Te necesito dentro...por favor, mi amor...
Seokjin podía ver a Jungkook retorcerse de necesidad. Fluyendo lubricación de su entrada, con sus piernas abiertas, listo para recibirlo.
—Voy a entrar Ggukie...—Jungkook sólo asintió y gritó de placer, cuando al fin sintió el miembro de Jin deslizarse por su mojado y necesitado ano.
Para Seokjin hacer el amor por primera vez con JungKook era un regalo. Su omega era tan bonito, con sus mejillas sonrojadas, sus pezones erectos, su pene duro y húmedo. Sus embestidas eran lentas, pero enérgicas, todo el omega se ajustaba a la perfección a su cuerpo. Juntó sus cuerpos. Podía sentir como su vientre rozaba el pene de Jungkook, mientras lo penetraba una y otra vez y Jungkook gemía, y se retorcía y decía su nombre, mientras mordía sus labios.
Entonces sus embestidas se hicieron más fuerte, todo su cuerpo en perfecta conexión con el del omega.
Jungkook ni siquiera tuvo que tocar la punta de su pene, para correrse. El orgasmo lo alcanzó, justo cuando Jin rozó su útero. Todas las estrellas del universo explotaron frente a él. Su esperma saliendo en una explosión de placer inigualable, mojando ambos vientres. Seokjin apresuro sus embestidas, repitiéndole al omega lo hermoso que era, lo mucho que lo quería. Su orgasmo llegó justo cuando Jungkook abría sus ojos y pudo ver en ellos al lobo y al hombre rendidos al placer, que él y sólo él les había brindado.
—¡JUNGKOOK! —Fue el grito que salió de su garganta, al mismo tiempo que su semen inundaba el interior de su precioso omega.
Otro orgasmo sacudió a Jungkook al escuchar su nombre y sentir el calor del líquido caliente llenando su interior.
Seokjin sonrió. Lo besó. Le hundió la lengua en esa preciosa boca. Jungkook lo abrazó y el beta dejó caer su peso.
La habitación parecía dar vueltas alrededor de ellos. Ambos agotados. Ambos llenos. De placer, de dulzura, de amor. Algo nuevo comenzaba a formarse entre ellos. Y de alguna manera ambos sabían que era algo bueno y hermoso.
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