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Capítulo Quince

Aquello de que siempre después de la tormenta sale el sol, se hacía más real que nunca para Jungkook. Parecía que luego de todas las abrumadoras noticias que había recibido las últimas semanas, ahora todo retomaba a la calma.

Seokjin también se sentía así. Al mirar a su omega que tarareaba una canción con los ojos cerrados y con una bonita sonrisa a su lado, mientras él conducía por las calles de Daejeon. Era sábado y parecía que todo volvía a su lugar.

—Cuando lleguemos al hotel, recuérdame de llamar a Taehyung. Quería asegurarse que llegáramos a salvo.

Seokjin asintió. Hacía frío, pero dentro del auto se sentía una particular calidez. Jungkook había encontrado un amigo. Uno de verdad. Parecía como que Tae y Jungkook se hubieran estado esperando toda la vida, porque desde el momento que el doctor entró al cuarto de la clínica del omega, todo había ido bien.

Naturalmente Taehyung no tenía palabras para agradecer a Jungkook el haberlo rescatado y sanado. Gracias a su acción como sanador, ahora disfrutaba de sus tres pequeños y de su alfa. Fue fácil para ellos conectar. Hablaron de todo, del pasado, de lo difícil que había sido para Taehyung al principio cuando conoció a su alfa, por la oposición de Seon Woo, pero como con el tiempo se habían vuelto muy buenos amigos.

Nadie dudaba del amor que se tenían el uno por el otro, pero el vínculo que se había formado entre Kook y Tae era diferente. No dependían de otras personas para estar unidos. Eran ellos dos. Los dos omegas que rápidamente se volvieron cómplices y mejores amigos.

Todos en la manada estaban sorprendidos. Y aunque Jungkook todavía no aceptaba el ser parte de ella, al menos había congeniado de maravillas con uno de los miembros.

Habían tenido que posponer este viaje por una semana, por todo lo que había ocurrido, pero ahora iban directo hacia la mujer que era la única esperanza para el omega de entregarle alguna información de su familia biológica. Iba a ser rápido, pues el celo del omega estaba a punto de llegar. Jungkook ya comenzaba a percibir como la temperatura de su cuerpo había subido unos poquísimas milésimas de grado.

El primo de Jin había hecho un excelente trabajo y tenían la dirección de la mujer. El beta había reservado una habitación en un bonito hotel de la ciudad, para poder descansar y pasar el celo del omega, si es que llegaba a presentarse. Podía percibir la incomodidad que éste comenzaba a sentir. Y el dulce aroma que se intensificaba. Por eso al beta no le sorprendió que al llegar al hotel y subir a la habitación, Jungkook le arrebatara un beso apasionado. En pocos segundos, el omega tenía desnudo a Seokjin y prácticamente estaba trepando en su cuerpo. Y eso que el celo aún no llegaba...

—Tal vez, debimos quedarnos en casa y esperar a que tu celo pasara...—Seokjin no se quejaba de lo caliente que se sentía su precioso omega, pero ahora mismo habían venido a otra cosa.

—El celo aún no llega, pero necesito que al menos pongas tus dedos ahí..., por favor...me calmaré y podremos ir tras esa mujer.

—Yo no quiero poner sólo mis dedos ahí..., quiero tomarte completamente.

Eso fue todo lo que Jungkook necesitaba escuchar. Tiró del beta sobre la cama y sin ningún tipo de preparación, se montó sobre él, hundiéndose en el erecto y dispuesto pene de Seokjin, quien lanzó un gemido que debió escucharse en todo el piso.

—¡Jungkook! Tú debiste avi... El omega realmente no estaba escuchando. Simplemente se movía en un ritmo sinuoso, saltando sobre el miembro erecto que cepillaba su útero y le provocaba gemidos de placer.

Seokjin consideró que en ese momento las palabras estaban de más y tomó las caderas del omega, para marcar el ritmo. Suficiente control ya había tenido. Era su turno de manejar la situación. Lo atrajo hacia su cuerpo y comenzó a masajear su espalda y sus glúteos, que eran tan redondos y perfectos. Fue un movimiento rápido y sin mucha sensualidad. Era más bien una necesidad apremiante producto del pre- celo que estaba sintiendo el omega. Aun así, cuando ambos alcanzaron el orgasmo, fue memorable.

Jungkook cayó agotado sobre la cama. Llevaba mucho tiempo tomando supresores, por lo que había olvidado lo que el calor provocaba. Aunque ahora estaba seguro de que el tener al beta, su beta a su lado había incrementado su sensibilidad. No recordaba haberse comportado así, cuando Sung-Hoon compartía con él los celos. Tal vez no alcanzarían a volver a casa. De todas formas, no deberían preocuparse demasiado.

Hoseok había hecho los arreglos necesarios para que dos médicos temporales los supliera por una semana.

—¿Te sientes mejor? —Seokjin estaba con una sonrisa de satisfacción y con la respiración agitada. No podía imaginar cómo sería Jungkook en celo, si ahora se comportaba como un pequeño lobo salvaje.

—Estoy mejor. Lo siento. Nunca me había sentido así. Creo que tu aroma provoca esto...

—Jungkook...sabes que no tengo aroma. Soy un beta.

—Te equivocas. Si lo tienes. Yo puedo percibirlo. Supongo que es porque te amo...o tal vez sea esta cosa...la de ser Sanador. El doctor Park, Namjoon, dijo que mis sentidos son más desarrollados que el de otros omegas..., sólo que yo no le he descubierto. Pero a ti, siempre pude olerte. No sólo tu perfume...tu olor..., es tierra húmeda...

Seokjin se sonrojó. Como médico sabía que incluso los betas tenían un aroma particular, pero que era imperceptible para el resto de la población. No se comparaba con el aroma de alfas y omegas. Como su Ggukie que olía a cerezos. Y primavera. Y era hermoso que el omega pudiera percibirlo. Ni siquiera él sabía cuál era su aroma.

—Ven aquí—. Tiró del cuerpo de JungKook, para sentirlo, para colmarse de él, de la misma forma como Jungkook lo hacía ahora, pasando su nariz por el cuello el beta—¿Quieres dormir un rato?

—No realmente. Creo que lo mejor será ducharnos e ir a buscar la dirección de Song Seon Mi. Si ella no tiene nada que decir, habré perdido toda esperanza de encontrar a mis verdaderos parientes.

Seokjin lo acarició y lo besó. Esperaba fervientemente que la mujer pudiera darles alguna información. Habían llevado incluso dinero en efectivo, si es que era necesario, para obtener lo que necesitaban.

Una hora después, Jungkook apretaba con fuerza la mano de Seokjin. Estaban frente a la dirección que se suponía era la casa de Song Seon Mi. El omega no recordaba su rostro, pues había tenido tres betas cuidando de él, las cuales nunca le dieron tampoco muestras de cariño, por lo que no guardaba un recuerdo agradable.

Seokjin, más decidido que su pareja, tocó el timbre y unos segundos después, una mujer mayor abría la puerta. Al ver a la pareja se sorprendió, más aún cuando vio a Jungkook. Lo reconoció.

—Buenas tardes, estamos buscando a Song Seon Mi. Soy el doctor Kim Seokjin y él es el doctor...

—Jeon Jungkook...—la mujer estaba paralizada en la puerta sin entender cómo es que el chico estaba frente a su puerta. El chico que había dejado cuando tenía catorce años. El pobre niño que había crecido sin amor.

—Lamento venir así. Pero necesitamos hacerle unas preguntas. Yo le puedo explicar si usted nos permite.

La mujer seguía mirando a Jungkook, de una manera que tanto a él como a Seokjin les pareció extraña. Obviamente estaba impactada por encontrárselo después de tantos años, pero había algo más. Los invitó a pasar y sentarse.

La casa no era grande, pero estaba bien arreglada. La mujer ofreció té y los dejó un momento a solas para prepararlo.

Jungkook estaba nervioso. Recordaba vagamente a la mujer, cuando era niño había muchos empleados en la casa. Todavía sus madres gozaban de privilegios económicos, que fueron perdiendo con el tiempo.

La mujer llegó con las tazas y las sirvió en silencio. Luego se sentó frente a ellos, esperando las preguntas que de alguna manera intuía que llegarían.

—Hace unos días—comenzó Jungkook—me enteré que mis madres, no son mis madres biológicas—. La mujer hizo un gesto de sorpresa y comprendió todo—. De acuerdo a lo que me he enterado, ellas me habrían recibido de alguien que trabajó en la casa. He venido hasta usted para que me pueda contar de las otras personas que trabajaban en casa. Si sabe algo de esto...

La mujer miró a Jungkook y bajó la vista. Era como si estuviera avergonzada por algo.

—Jungkook-Ah. Primero que todo me alegra ver que te has convertido en un muchacho hermoso y fuerte. Entonces, ¿eres médico? —El omega asintió—. Siempre sospeché que esas víboras, lo siento, pero no puedo llamarlas de otra manera, no eran tus verdaderas madres.

—¿Que la hizo pensar eso? —preguntó Seokjin.

—Choi Go-Eun cuidaba su cuerpo y figura de forma casi enfermiza. Ella decía que no tendría hijos que arruinaran su belleza. Pero, al parecer tu abuelo tenía otros planes. Una vez las escuché discutir sobre un asunto de la herencia y el nieto que el señor Jeon esperaba. Ahora puedo estar segura que la aparición de Jung Yerin y sus problemas familiares fueron de gran ayuda para ellas.

Jungkook abrió sus ojos. No recordaba ese nombre. No sabía quién era, pero intuía que algo tenía que ver con él.

—Era una buena mujer. Te pareces a ella. Cuando te vi aquí en mi puerta, fue como si todo mi pasado cayera sobre mí y todas las piezas encajaron.

La mujer entonces comenzó a relatarle a Jungkook todo lo que había pasado en aquellos meses previos a su "nacimiento". Yerin trabajaba en la casa y tenía un hermano omega que vivía en el campo. Se había embarazado de su alfa, pero éste lo había dejado y había marcado a otra omega.

—Yerin estaba muy preocupada por él. Su hermano había caído en la depresión por la pérdida de la marca y su embarazo estaba mal. Eran pobres y carecían del sustento básico. Tu madre alfa escuchó cuando Yerin me decía todo esto. En ese momento fingió preocupación y se la llevó para hablar a solas con ella.

—¿Entonces, ellas le pidieron a Yerin que le dieran el niño que su hermano tendría?

—Nunca lo supe, porque Yerin no dijo nada. Días después me dijo que su hermano estaba mejor, pero que debía irse al campo a cuidarlo. Y que la señora le había dado permiso. Ella se fue, llevándose todas sus pertenencias. Un mes después, tus madres, buenos esas mujeres se fueron a quien sabe dónde, diciendo que necesitaban irse de la ciudad, para cuidar de su embarazo. Todos quedamos sorprendidos, porque nadie sabía que estaba esperando un hijo, y de pronto tendría uno. Tres meses después llegó contigo en sus brazos...Yerin no volvió y yo tuve mis sospechas..., pero claro nunca pude tener la certeza...hasta ahora.

—Usted sabe dónde fue Yerin o de que pueblo venía.

—Ella me contó que su familia era de la provincia de Gyeongsang del Norte, y que su hermano y familia vivían en un pequeño poblado arrocero.

Seokjin tomó nota del nombre del provincia y el dato del poblado arrocero. Esperaba que no fuera tan difícil ubicarlo, más aún con el nombre de la mujer. Habría que buscar a la familia, pero si tenía que levantar cada piedra, lo haría. Miró a Jungkook que una vez más había adoptado su postura gélida y cerrada. Sin ninguna emoción.

—Siento no poderles dar más información. En esa época, las comunicaciones eran difíciles y no tenía como ubicarla o saber de ella.

—Está bien. Al menos ahora tenemos un nombre y un lugar donde buscar. Le agradecemos habernos recibido—Seokjin miró a Jungkook, pero éste no dijo nada.

Ambos se pararon y dieron gracias a la mujer por la información. Esperaban poder encontrar las piezas que faltaban.

Antes de irse, la mujer detuvo a JungKook.

—Me alegro verte Jungkook-ah. Y que tengas a alguien a tu lado. Se nota que ambos se quieren mucho. Esas mujeres...nos prohibían acercarnos a ti, más allá de lo necesario. A veces, con las otras betas, a escondidas te sacábamos de la cuna y te abrazábamos..., cuando creciste, comenzaste a rechazar el contacto físico. Siento mucho no haberte dado el cariño que merecías...yo...es un peso que llevo hasta el día de hoy. Por eso me fui de esa casa...no soportaba la forma como ellas te trataban. Por eso mis sospechas que no eras su hijo.

Jungkook no aguantó más. Su muralla cayó y derramó las lágrimas que estaba conteniendo. Todo era culpa de esas mujeres. De sus madres, no sólo se negaron a darle amor, sino que además obligaron a los otros a también negárselo.

—No tiene que sentirse culpable. Con la información que me ha dado, podré seguir en la búsqueda de mi verdadera familia. Necesito encontrarlos, saber qué fue lo que pasó y porque me entregaron a ellas.

—Estoy segura que Yerin pensó que era lo mejor para ti, para su hermano. Él iba a morir. No había esperanzas para él. Te puedo asegurar que era una buena mujer.

Seokjin envolvió en sus brazos a Jungkook. Se despidieron de la mujer y salieron de la casa. Afuera estaba helado y una fina llovizna comenzaba a caer. Cuando Jungkook entró al auto, se quedó llorando en silencio.

Miró a Seokjin que le acariciaba sus manos y estaba en silencio, simplemente acompañándolo con su presencia. Para el omega, todo lo que estaba descubriendo implicaba pequeños dolores a su corazón, sin embargo, la presencia del beta era su fuente de energía. El amor que recibía de Seokjin le permitía sobrellevar el dolor de su pasado. Un pasado que lo había marcado, en muchos aspectos, un pasado que lo habían convertido en una persona tímida, poco empática e incapaz de mostrar sus emociones.

—¿Estas bien?, quieres que vayamos a hotel o quieres que vayamos a algún lugar?

—¿Crees que hay algún lugar donde podamos correr?

Seokjin buscó en su teléfono. Había un parque a un kilómetro, donde podrían dejar salir a sus lobos sin temor. Así es que sin decir nada más, condujo hasta allí.

No era un lugar muy grande. Más bien un pequeño parque, como los que habían cerca de los condominios en Seúl, pero serviría. Jungkook sentía la imperiosa necesidad de dejar que su lobo saliera. Se había sentido así, desde el día que descubrió su "don".

Guardaron sus ropas y se transformaron de inmediato y se echaron a correr a través del prado. Seokjin corría al lado del omega, observando cuan libre parecía sentirse. Era un cambio total, todavía recordaba cuando Sung-Hoon se quejaba que a Jungkook no le apetecía hacer esto. Aceleró un poco el paso y el omega lo siguió.

Jungkook podía sentir a su lobo libre y relajado. Alejando todos los oscuros pensamientos que todavía guardaba respecto a su familia biológica y las mujeres que lo habían adoptado.

Llegaron al final del camino, donde había una carretera interior. Jungkook se sentó. La lengua afuera, producto del esfuerzo realizado, pero satisfecho. El lobo de Seokjin se acercó y pasó su lengua por toda su cara. El omega hundió su nariz en el cuello del beta y se quedaron así, por varios minutos.

Una hora más tarde, ambos estaban en la cama del hotel besándose. Habían concluido que de ninguna manera llegarían a Seúl antes del celo del omega y se habían entregado a pasarlo en aquel lujoso hotel.

Jungkook estaba deleitado sintiendo todo el peso del beta sobre su cuerpo. Se habían duchado y estaban en pijama. A pesar de que el calor se acrecentaba en el omega, el haber corrido en aquel pequeño bosque le había arrebatado un poco de energía y se sentía más calmado.

Seokjin estaba preocupado, pues Jungkook había evadido todo el tiempo la conversación con la mujer. Primero, en aquel bosque sólo corrieron mucho y luego en el auto, el omega durmió. Y al llegar al hotel, se habían duchado y estaban ahora en la cama. Seokjin se acostó a su lado y se acurrucó bajo su pecho. Necesitaba que Jungkook sacara todos esos pensamientos que seguro ahora lo estaban atormentado.

—No has dicho nada sobre la conversación con tu cuidadora ¿no quieres hablar conmigo de esto Ggukie?, no es bueno que lo guardes para ti, todas esas preocupaciones que estoy seguro están dando vueltas en tu cabeza.

Jungkook miró a Seokjin. Ya habían pasado suficiente tiempo juntos, como para saber que el beta lo conocía de la cabeza a los pies. También sabía que no se conformaría hasta que él dijera todo lo que tenía en mente. Y no es que no confiara en Seokjin para abrir sus pensamientos y sensaciones, pero ahora mismo se sentía todavía confundido.

—¿Quieres que sea sincero? —Jungkook lo miró a los ojos y se mordió el labio—. En realidad, tengo miedo. Tengo mi mente dividida entre querer seguir adelante y dejar todo como está.

—¿No quieres saber quién es tu familia? ¿Quién fueron tus padres?

—Es que dices...familia, ¿pero lo son? Me vendieron Seokjin o al menos me entregaron en manos de esas mujeres. ¿Y si llegamos a encontrar a esa tal Yerin, mi tía y en realidad no quiere saber nada de mí? No sé si podría soportar otra humillación así, otro desprecio.

Seokjin se quedó en silencio. En cierta forma, JungKook podía tener razón, pero Seon Mi había dicho que Yerin era una buena mujer.

También había dicho que eran pobres. Probablemente nunca tuvieron los medios para buscar a Jungkook o temieron hacerlo y también ser despreciados.

—Creo que en esta historia hay muchas preguntas sin respuestas, no sabemos toda la verdad. Ella amaba a su hermano y estaba preocupada por él. ¿Crees que alguien así, podría cerrarte la puerta en la cara? Tal como dijo Seon Mi, probablemente pensó que entregarte a tus madres adoptivas era lo mejor, seguramente pensó que ella no podría darte una buena a vida. Gyeongsang del Norte es una de las provincia más pobres de Corea, Ggukie. Imagina hace veintiocho años, lo era aún más. No deberías renunciar a encontrarlos.

—Lo sé. Y tienes razón en lo que dices. Sólo no quiero sufrir una decepción. No ahora que todo es diferente para mí. Desde que estás conmigo, he cambiado. Soy una mejor persona. Puedo relacionarme mejor con mis pacientes, con el personal de la clínica. Incluso ahora tengo un amigo...uno de verdad, no me siento listo para un golpe en la cara.

—Estoy seguro de que no será así. Y me alegro que puedas ver ese cambio en ti. Eres un hombre y un omega encantador, Jungkook. Sólo no lo dejabas ver. Pero ahora que has abierto un poco más tu mente y tu corazón, la gente que te rodea puede conocerte y saber que eres más que un trozo de hielo.

—Tú lo viste antes..., incluso cuando era así contigo...tan frio.

—Yo no me iba a dar por vencido. Mi lobo y yo estábamos convencidos que tú eras nuestro. Y no íbamos a perder esa batalla. Aun a costa de tu mal humor y tus rechazos. Al final, lo logré y estoy feliz de haber perseverado. Míranos ahora, enamorados, juntos, a punto de pasar tu celo como pareja, solo lamento no ser un alfa y poder marcarte. Desearía poder hacerte mío de todas las formas posibles.

—Pero yo soy tuyo. Ya te he dicho que no necesito una marca. No voy a dejarte. Te amo Jin. Te amo muchísimo y quiero ser tu compañero de vida.

Seokjin sintió que su corazón se detenía por un momento. Y luego latía muy rápido. Esa era una confesión muy especial.

—¿De verdad Jungkook? ¿Lo dices de verdad? —Jungkook sonrió y besó los labios de Seokjin.

—Claro que sí. Sé que siempre estás con esa cosa de la marca y si aparece mi destinado...y todas las otras tonterías que como beta piensas...que no tienes olor...que no me puedes anudar..., pero Jin, yo no pienso en lo que no me puedes dar, sino en lo que sí me das. Y en lo que me has dado. Y es mucho más que algo físico. Esto es real. Nuestro amor es real y es fuerte. Y nada podría romperlo. Ni siquiera el destino. No puedo imaginarme amando a alguien que no seas tú. Tú eres perfecto para mí, tú eres quien está destinado a ser mío y yo a ser tuyo. No necesitamos una mordida, un nudo, para saber que nos amamos.

—Jungkook...

—Me has dado valentía, y tu fortaleza cuando más la he necesitado. Me has enseñado a amar y a demostrar ese amor..., eso es todo lo que necesito saber para estar seguro que sí, eres mi compañero de ahora y para siempre.

—No sé ni que decir...yo...te amo...

—No tienes que decir nada...¿por qué mejor no me besas y vemos que pasa?

Seokjin entendió a la perfección lo que JungKook estaba insinuando. Lo besó. Su cara, su cuello, su clavícula y finalmente su boca. Un beso profundo que los hizo gemir a ambos. De pronto el cansancio que habían sentido se había desvanecido. La habitación de hotel también parecía haberse desvanecido y ambos comenzaron a mover su cuerpos, a acomodar sus posiciones para poder rozarse, para poder tocarse y gemir con cada roce de piel.

Seokjin iba a tomar a JungKook, iba a hacerlo suyo, sin marca, sin nudo, sólo con la fuerza de su amor.

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