Capítulo Diez
Mientras manejaba de regreso a casa, con Jungkook a su lado, Seokjin sabía que habían llegado a un punto en que algo iba a cambiar en su relación. Hasta el momento la mayor parte del tiempo la habían pasado juntos en la clínica, en medio de sus descansos y pacientes. El contacto físico estaba limitado a los besos y abrazos. Sabía, además, que el omega seguía usando supresores, por lo que su celo no se había manifestado o había sido moderado. Nada que el omega no hubiera podido solucionar por sí mismo. Al menos eso esperaba. No. Él estaba seguro, confiaba en Jungkook.
Pero, ahora mientras Kook no dejaba de hablar sobre lo grandioso que se había sentido corriendo como lobo, Seokjin no podía evitar sentir una oleada de deseo por él. No era de hierro, y quizás fuera que el omega tenía un aroma más fuerte, producto de su transformación o de haber corrido o era ese sonrojo en sus mejillas, que tenían a Seokjin, cachondo. Esa era una palabra vulgar, pensó, pero era exactamente como se sentía. Tenía ganas de detener el automóvil y saltar sobre el omega para lamerlo y besarlo y chuparlo y todo..., sin embargo, sabía que todavía no era el momento. Quería darle a Jungkook mucho más espacio para que se sintiera cómodo, querido y deseado. No iba simplemente llevarlo a su cama, para una sesión de sexo que le dejara al omega la sensación de simplemente haber sido usado.
—Seokjin, ¿me estás escuchando? —. El beta miró de reojo a Jungkook y pudo notar que tenía los brazos cruzados sobre su pecho y sus labios fruncidos. Sí, tal vez se había perdido en sus pensamientos y no había
escuchado las últimas cuatro frases que el omega tan entusiastamente le había dicho.
—Lo siento Ggukie..., me distraje por un momento. Estaba pensando en realidad, si querías quedarte en casa hoy—. Tal vez fue una propuesta muy arriesgada y que había salido sin procesar del todo, más aún con todo lo que se estaba reprochando y pensando en lo que no debía ser, pero probablemente algo de su lado animal aún estaba en la superficie, lo que le provocaba ese grado de ansiedad, que sabía, no se iría tan fácilmente.
El omega miró por la ventanilla sin responder. No es que lo haya tomado tan de sorpresa. Había llegado a camas ajenas, luego de una copa en un bar o de un baile desenfadado. Esto era distinto por supuesto a todas esas situaciones. Seokjin y él estaban en algo más, y eran adultos y era lógico que el siguiente paso que el beta buscara era el sexo. Pero él, hubiese esperado que existiera un mayor grado de intimidad entre ellos. Siendo sincero, estaba un poco desilusionado.
Seokjin notó la turbación en Jungkook. Y se arrepintió de lo que le había pedido. Por supuesto que lo mal interpretaría. Bueno no tanto, pero justamente era lo que había tratado de evitar.
—Jungkook..., no es...no es lo que estás pensando...—había llegado a su casa y estaba estacionado en su porche—. Tengo una habitación de huéspedes...Yo sólo deseo pasar el resto del fin de semana contigo, no...necesitamos llegar ahí...
El omega miró a Seokjin que tenía las orejas rojas y los ojos asustados. Había sinceridad en ellos y sintió como su cuerpo se relajaba y
probablemente esos latidos tan rápidos de su corazón, eran, porque el beta una vez más no lo había decepcionado.
—Yo entendería si tú...
Seokjin tomó las manos de Jungkook entre las suyas. Sus ojos eran tan bonitos, llenos de vida y luces brillantes. Cada vez que se fijaba en ellos, era como si se perdiera en medio del universo.
—No voy a negar lo mucho que te deseo. Antes...cuando me hablabas, estaba perdido en pensamientos acerca de ti y tu cuerpo...no puedo esconder eso y, además, quiero que sepas lo hermoso y deseable que eres..., pero yo quiero y puedo esperar. No voy a dejar que hoy entres en mi casa para clavarte contra una pared..., sólo quiero hacer la cena contigo, ver una película o jugar un rato video juegos. Luego podemos ir a dormir y mañana desayunar juntos...
Jungkook sintió estremecer su cuerpo cuando Jin le confirmó lo mucho que lo deseaba. Tampoco podía negar que sentía una gran atracción sexual por el beta. Pero, sentía la necesidad de ir descubriéndose paso a paso, sin urgencias.
Seokjin se había quedado en silencio, probablemente esperando su respuesta. Sabía que no presionaría más.
—Tengo una muda de ropa en mi auto, pero no venía preparado para quedarme...
Si eso era todo lo que a Jungkook le preocupaba, para Jin estaba perfecto.
—Tengo todo lo que puedas necesitar. Entonces, ¿te quedas?
—Me quedo—respondió con seguridad el omega.
Unas horas más tarde, luego de ducharse, por separado y ponerse ropa limpia, Jungkook miraba con curiosidad, la forma como Jin se movía en la cocina. El beta sabía exactamente qué hacer y hacía parecer que preparar Jajangmyeon fuera lo más simple del mundo. Especialmente para él, que apenas podía con un envase de ramyeon.
—¡Ggukie! No puedo creer que no sepas preparar tu propia comida.
—¿Cómo dices eso? Sólo porque soy un omega, ¿debería saber cocinar?
—No tonto. Da igual. Pero es importante que sepas cocinar. Imagina una emergencia y no puedes comprar comida de delivery. ¿Qué harás? Morir de hambre.
—En ese caso te llamaría y te pediría que fueras a cocinarme.
—Eres un desvergonzado Jeon Jungkook..., pero sí, tienes razón, te iría a cocinar—. Jin dejó un tierno beso en los labios del omega que lo hizo suspirar.
Después que terminaron en la cocina, se sentaron en aquellos sofás que tanto habían llamado la atención de Jungkook y no se había equivocado. Eran cómodos y parecían hechos para hundirse y reposar su cabeza en el pecho de Seokjin. Luego de recorrer casi todas las plataformas de streaming, decidieron ver una película romántica, acerca de destinados que se separaban y volvían a reencontrarse. Muy lacrimógena, pero que los mantuvo entretenidos mientras la cenaba terminaba de estar lista.
Eran cerca de las ocho, cuando Jungkook comenzó a acomodar los cubiertos y servicios para comer. Seokjin lo observaba y podía ver en él, una cierta paz que no tenía cuando lo conoció por primera vez. No podía imaginar aquel iracundo omega que Sung-Hoon le había descrito, cuando supo que estaba con Seon-Woo. Era como si fueran dos personas diferentes. Sabía que Yoongi estaba haciendo un excelente trabajo y a pesar que el omega poco le contaba de aquellas sesiones, sabía iba bien encaminado. Pero había algo más, un brillo especial en sus ojos grandes y luminosos. Y quería creer que él había logado aquello. Se aferraba a esa esperanza, porque sabía que estaba enamorado. Él quería a Jungkook. Sus sentimientos eran un amor puro y sincero por el chico esquivo y un poco arisco. Supo en ese momento que no podía seguir ocultándole lo que en verdad sentía. No estaba seguro si el omega estaría en la misma página que él, pero, aun así, sentía que se lo debía.
—¿Por qué me miras así? ¿No he puesto bien la mesa?
—Tengo que decirte algo importante, pero debo confesar que estoy un poco asustado.
Jungkook terminó de acomodar las servilletas y se sentó. La comida ya estaba en la mesa y lista para ser servida. Seokjin se sentó frente a él y sentía como su corazón latía muy rápido.
—Puedes decirme lo que sea Jin—. Jungkook estaba asustado. Su lobo se puso inquieto ante la ansiedad del beta. Dado que no tenía aroma, era difícil saber cuál era exactamente su estado emocional, pero sabía que Seokjin sabía exactamente el de él. Ansiedad. Temor. Miedo al rechazo y a escuchar algo que no quería, pero que probablemente era inevitable.
Sintió ganas de llorar, pero se contuvo, a la espera de lo que el beta tenía que decirle.
Seokjin tomó las manos del omega a través de la mesa y masajeó con cariño sus nudillos. Jungkook tenía manos firmes y masculinas. Sus uñas recortadas y su piel suave como la de un bebé.
—He disfrutado este día como nunca. Además, el que hayas aceptado quedarte conmigo y confiar en mí, me llena de felicidad. Creo que lo más fascinante de nuestra relación es que somos como dos polos opuestos y ya sabes eso que dicen...que se atraen. A diferencia de ti, que te cuesta mostrar tus emociones y sentimientos, a mí me cuesta contenerlos...creo que ya te has dado cuenta—Jungkook sonrió ante esto último y estaba completamente de acuerdo. Ahora, su corazón estaba expectante por la forma como el beta le estaba hablando.
—¿Qué es lo que tratas de decirme? —. Jungkook comenzaba a ponerse inquieto.
—Lo que te quiero decir mi precioso omega, es que...—Jin tenía las orejas rojas y mordía su labio con nerviosismo—. Jungkook..., estoy enamorado de ti. Te quiero.
Las palabras que salieron de la boca de Seokjin y que entraron a los oídos de Jungkook, se sintieron como una explosión de sentimientos y emociones contenidas. El beta miró al omega, que abrió su boca con asombro, mientras sus ojos emitían un brillo especial. Era la primera vez. La primera vez que alguien le decía... te quiero.
Simplemente rompió a llorar.
Probablemente desde que nació, Jungkook se sintió solo. Sus primeros recuerdos de infancia eran desde que tenía tres años y las betas que lo cuidaban, sin darle ningún cariño. Sus madres apenas tocándolo.
Conforme creció, esas dos mujeres fueron endureciendo todavía más su
trato. Ninguna le dio a su hijo un "te quiero" que llenara ese vacío que iba creciendo en el alma del omega. Nunca conoció tampoco el amor de una pareja. Sabía que Sung-Hoon lo había estimado, pero tampoco experimentó con él, la pasión más allá de lo que el celo puede dar. Y ahora, frente a Kim Seokjin que había llegado a su vida de forma tan inesperada, no podía dejar de llorar, luego de escucharle pronunciar aquellas significativas palabras.
—¿Jungkook? —Seokjin se levantó de la silla y fue hasta el omega, para tirar de él y abrazarlo. Quería envolver todo el dolor que el omega derramaba en esas lágrimas, quería tomar esa amargura y tirarla por un abismo donde nunca más pudieran alcanzar a Jungkook.
—Nunca nadie.... El beta lo entendía. Muy en el fondo de su corazón lo sabía. Y le dolía, porque no podía comprender que alguien creciera y viviera sin una gota de amor. Pero ahora, él se encargaría de llenar cada espacio, cada recuerdo, cada momento de amor. Porque él quería tanto al omega. Tanto que sentía que su corazón estallaría. Su risa, su terquedad, incluso su frialdad. Todo en él era precioso.
—Ggukie. Te quiero, te quiero, te quiero, te quiero—repetía una y otra vez, mientras el omega continuaba llorando en sus brazos. No importaba si sus sentimientos no eran correspondidos aún. Ya llegarían a eso. No importaba.
El omega respiró hondo y trató de controlar sus emociones. ¡Era tan difícil esconderlas de Seokjin!, pero quería decirle algo importante. Se apartó del fuerte agarre de Seokjin y con sus ojos todavía inundados de lágrimas, pronunció aquellas palabras que tampoco nunca le había dicho a nadie.
—Yo también te quiero Seokjin. Estoy enamorado de ti. Sólo lamento si no he podido demostrarlo de manera adecuada—. Nuevas lágrimas saltaron. ¡Se sentía tan tonto! Quería recuperar su compostura habitual.
¿De dónde había salido tanta emocionalidad? Su omega chillaba dentro de él gimiendo por salir a la superficie para ser consolado por el lobo de Seokjin.
Seokjin ante esa confesión le arrebató un beso apasionado. De esos que hacían que Jungkook sintiera que se le iba la vida. El omega abrió su boca y dejó que el beta entrara y saboreara cada rincón. Sintió como su cuerpo se estremecía ante el calor que emitía el cuerpo de Seokjin.
Había deseo, pero también podía percibir un temblor de emoción. Sus lenguas se enredaban y ambos gemían y Jungkook se dejó ir y sus manos volaron al pelo suave del beta para acariciar. Sentía por primera vez en su vida, la necesidad de tocar, acariciar y demostrar todo ese amor que comenzaba a crecer a pasos agigantados.
El beso tuvo que terminar cuando el omega gimió para tomar una bocanada de aire. Se miraron. Seokjin sostuvo su rostro y besó su nariz y luego sus ojos que todavía tenían lagrimas acumuladas.
—No esperaba escuchar eso aun..., no sabía si sentías lo mismo, pero estoy tan feliz...cuando te vi aquella noche en ese bar...de alguna manera fue como intuir que eras tú...tal vez sea egoísta de mi parte. Sé que en algún lugar del mundo hay un alfa destinado para ti, pero siento...aquí—indicó su pecho—que soy yo el dueño de tu destino.
—Ni siquiera pienso en esas tonterías Seokjin..., el destino, alfas...estamos los dos hoy. Todavía me siento aturdido por tus sentimientos hacia mí. Sé que no soy fácil de querer...
—Todo lo contrario, Ggukie..., es muy fácil quererte...aun cuando me hayas rechazado y haya tenido que luchar contra tus barreras..., no fue difícil quererte.
—Ya no digas tantas cosas cursis...
—Eres mi inspiración...
—¡Seokjin!... —el omega le dio un pequeño golpecito en el pecho al alfa. Creo que es hora de comer ¿no crees?
El beta recordó que la comida todavía bullía caliente sobre la mesa.
—Es una buena idea. Vamos a comer y vamos a secar esas lágrimas— El beta pasó una servilleta con suavidad por el rostro del omega.
Jungkook sonrió.
—Deja de tratarme como un bebé, yo puedo hacerlo...
Se sentaron a comer. Jin sonrió ante el comentario de Jungkook. Eran esos momentos en lo que se daba cuenta que para el omega el lenguaje del amor relacionado con gestos hacia el otro no estaba en su sistema. Pero él se sentía en la misión de enseñarle. Poco a poco. No había apuro.
Luego de cenar, dejaron un desastre en la cocina lanzándose agua y besándose con cada plato que lavaban. Terminaron agotados sobre el sofá, luego de limpiar y secar.
Para el omega, todo lo que estaba viviendo era totalmente nuevo. Despertar sus emociones era fácil al lado de Seokjin. También se sentía menos tímido en acariciar, pegarse a su cuerpo y comenzar una ronda de besos dulces.
En algún momento de aquellas rondas, los besos se intensificaron, ambos sintieron la necesidad de tocar más allá de sus ropas. Seokjin tomó la iniciativa y metió sus manos por debajo de la camiseta que Jungkook se había puesto. Por primera vez pudo sentir el calor de su piel. Igual que sus manos su espalda era suave y fuerte. El omega se estremeció ante el toque, que probablemente esperaba con ansiedad. Dejó que recorriera su espalda y su vientre. Sintió como su cuerpo reaccionaba, más aún cuando Seokjin rozó sus pezones.
—¿Puedo? —preguntó el beta, no queriendo ir más allá de donde el omega quisiera llegar.
—Si por favor, Jin...
Esas palabras susurradas fueron suficientes para que el beta se atreviera a masajear los pezones cafés que ya se levantaban. Jungkook siento como su entrada comenzaba a lubricarse poco a poco y su pene comenzaba a reaccionar. Instintivamente se sacó la camiseta y tiró también la de Jin. Por primera vez estaban semidesnudos el uno frente al otro.
—Llévame a tu cama.
Seokjin miró un poco asombrado al omega. No se lo esperaba.
—Tú, ¿estás seguro?
—Sólo llévame. No sé hasta dónde llegaremos..., pero quiero tenerte cerca de mí.
Seokjin lo condujo al dormitorio. Lo besó y tiró del omega, para sacar el cinturón de sus jeans y bajar la cremallera y desabrochar el botón. Sus manos tocaron sus caderas y el borde de su bóxer blanco. Llevó sus manos al trasero de Jungkook y masajeó con suavidad.
Jungkook se separó y esperó a que el beta también se sacara la ropa. Seokjin no dejaba de mirarlo y eso sólo provocaba que su entrada cada vez lubricara más. Sabía que su aroma se había intensificado y el beta podía percibir la excitación.
Sólo en bóxer, ambos se tumbaron en la cama. Seokjin acomodó a Jungkook y se posicionó encima de él, besándolo desde su cabello hasta los dedos de sus pies. Recorrió su cuello, sus clavículas, su pecho, su vientre y ombligo. Acarició sus muslos, y besó su interior. El omega comenzaba a gemir.
Con temor finalmente comenzó a bajar el bóxer, cuando vio que el omega no se oponía, lo sacó por completo. Era hermoso. Su pene estaba duro y sin dudarlo le dio un beso en la punta.
El omega se estremeció, y arqueó su cuerpo invitándolo a más...
Seokjin llevó entonces su boca hasta el apetitoso miembro, mientras tocaba con sus dedos la entrada húmeda.
Jungkook gemía y se retorcía, en una ola de placer tan diferente a cualquier otra. Ni siquiera en celo había sentido ese calor que parecía envolverlo por completo. El beta seguía succionando su pene y Jungkook simplemente apretaba sus ojos y gemía.
—Jin...yo...voy...
—Córrete para mí, Ggukie...
Jungkook estalló. Todas esas malditas estrellas y luces bailando sobre sus ojos, en el momento en que el orgasmo lo tocó. Todas aquellas sensaciones nunca vividas, parecían acariciar su cuerpo desnudo, haciéndolo sentir que vibraba en una ola de placer interminable.
Seokjin simplemente lo observaba, mientras se terminaba de desnudar. Su pene erecto saltó ante aquella imagen y comenzó a acariciarse.
Jungkook abrió sus ojos y pudo ver al beta masturbándose sobre él. Era una imagen llena de lujuria. Con Jin con sus labios gruesos abiertos, sus ojos dilatados. El omega se incorporó y quitó la mano del beta. Poniendo la suya sobre el pene duro. Comenzó a hacer movimientos rápidos y firmes, mientras Seokjin lo besaba con pasión. Unos tirones más del omega y Seokjin se vino en su mano en un grito de éxtasis total.
Ambos se desplomaron sobre la cama, exhaustos. Jin lo besó. Jungkook se dejó besar. Sus respiraciones agitadas. Felices de haber llegado a ese punto. Felices de quererse y más importante aún, ser querido.
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