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Capítulo 7

Diez años antes

La puerta estaba a punto de ceder, los golpes de los exterminadores sonaban como una lluvia de piedras dispuestas a castigar a un condenado, quebrando impacto tras impacto la vana idea de hallar un camino que no condujera a empaparse las manos con sangre.

—Nadie va a arder —aseguré, tras darme la vuelta y encararme con el desgraciado del reluciente traje rojo—. Eso se acabó. Contuve el fuego para que no volviera a pasar.

Un enfermizo gozo esculpió una profunda sonrisa en el rostro de ese maldito.

—No estás en disposición de imponer condiciones. —Giró un poco la cabeza y observó por las rendijas de la ventana la densa capa de polvo negro que flotaba alrededor del sanatorio—. Debiste haberlo pensado antes de encerrarme y apagar la llama roja. —Miró la puerta, movió un poco los dedos de las manos e inspiró complacido mientras alrededor de ellos se generaban chispas rojas—. Has desatado el abismo, has liberado la ceniza, y es hora de ponerle fin.

Los exterminadores echaron la puerta abajo y me apuntaron con armas que expulsaban chorros de una potente mezcla corrosiva. Solté el aire con impotencia, resignado, como si estuviera bajo el aplastante peso de un alud, con toneladas de nieve impidiéndome reaccionar mientras estas trituraban mis esperanzas, y me preparé para lo inevitable.

Cuando me arrojaron la lluvia ácida, el desgraciado del traje levantó la mano y varias llamaradas rojas, que crepitaron al emerger de la piel, consumieron la sustancia, atravesaron la puerta e inflingieron en los cuerpos de los exterminadores una combustión espontánea; el fuego prendió los órganos internos hasta surgir por las bocas y los ojos.

—No, no —repetí mientras veía a los hombres revolcarse en el pasillo, gritando como si tuvieran las entrañas rociadas por litros de gasolina y les hubieran lanzado una lluvia de cerillas a sus intestinos—. Basta, no quiero matar a nadie más —le pedí a ese maldito, que tan solo sonrió y salió del lavabo.

—Como te he dicho, tenías que haberlo pensado antes de abrir la puerta al polvo negro. —Dirigió la mirada hacia la habitación en donde se consumían despacio las personas más importantes de mi vida y caminó hacia ellas—. Hay que sellar la brecha antes de que los restos de las ascuas extintas acaben con la capa de la realidad y todo se derrumbe.

Salí al pasillo, lo seguí a paso rápido y lo frené, cogiéndolo del hombro.

—No te voy a permitir que les hagas nada. —Tiré de él y chocó contra una camilla—. Por fin me he recuperado de lo que pasó. Por fin soy feliz.

Un moribundo, que estaba tumbado en la camilla, le tiró de la manga y le suplicó que lo ayudara. El desgraciado del traje me miró con indiferencia, prendió la llama roja y calcinó la mitad del cuerpo del pobre desdichado, que supuró grasa como un jabalí cociéndose en una hoguera.

—Eres un necio, y siempre lo has sido —pronunció muy despacio mientras el anciano gritaba—. Tu egoísmo te ha cegado. —Señaló los moribundos tumbados en camillas a los laterales del pasillo—. ¿Ha valido la pena tener unos años de una ilusoria felicidad que sabías que no duraría? —Observó con desprecio a un niño toser polvo negro—. Este mundo se muere, agoniza, y lo hace por tu culpa. —Me miró a los ojos—. Y, sí, me da igual el destino de tu especie, pero no el mío.

Sus palabras, afiladas como estacas, atravesaron un corazón al que ya le costaba latir al tener que soportar el peso de la culpa.

—No sabía que pasaría esto... —solté, incapaz de contener las lágrimas ante el dolor que causó la enfermedad a la que sometí a mis seres queridos—. Solo quería ser feliz. Tener una vida después de lo que pasó. Formar una familia y vivir tranquilo el resto de mis días.

A nuestro alrededor, en las paredes del pasillo se crearon agujeros de niebla de los que surgieron alargados brazos gelatinosos, repletos de cortes y de palpitantes verrugas cubiertas por centenares de diminutos ojos, muy hinchados y envueltos en una espesa masa casi transparente de la que se desprendía diminutas esporas verdes.

—Draert, nunca tendrás una vida normal —me habló casi quitándose esa asquerosa máscara de arrogancia que siempre estaba fundida a sus facciones—. Solo te queda asumirlo, aceptar que hiciste una ofrenda a las entidades del vacío, y que ahora tendrás que llevar a cabo otro sacrificio para que este mundo y la realidad en la que existe no se conviertan en polvo negro. —Observó los centenares de ojos amarillos, finos y estirados, que producían fuertes brillos tras la negrura de los agujeros en las paredes—. Solo otra ofrenda recluirá las ascuas extintas. —Apartó la mirada cuando los alargados brazos agarraron a los moribundos y los arrastraron hacia los orificios de niebla—. No hay otro modo de frenar este mal que resquebraja la existencia.

Entre lágrimas, negué con la cabeza con la mirada fija en el cristal desde el que se veía el interior de la habitación en la que se encontraban mis tesoros.

—No puedo... —Lo miré a los ojos—. Y tú tampoco... —Se dio la vuelta y caminó hacia ellos, pero lo alcancé, me arrodillé y le cogí el pantalón—. Por favor, no lo hagas. Otra vez no. Son mi vida.

El desgraciado del traje giró un poco la cabeza y me contempló con una renovada arrogancia.

—Tú elegiste que esto pasara cuando renunciaste a la llama, cuando la apagaste y me encerraste en un pozo oscuro. —Me empujó con la pierna y caí de espaldas contra las frías baldosas cubiertas por finos montones de polvo negro—. Ahora hay que destruir la brecha que desgarra la capa de la realidad.

Se separó unos pasos de mí y centró la mirada en el cristal de la habitación donde estaban mis dos hijos, mi pequeña y mi pequeño, y mi mujer, embrazada de poco más de un mes, tumbados en camillas, agonizando, con muchas partes del cuerpo cristalizadas, convertidas en abultados fragmentos de centelleantes rocas negras.

—No sabía que pasaría esto... —susurré.

El desgraciado del traje caminó hasta la puerta de la habitación y la abrió.

—Quizá seas capaz de creerte que no sabías que lo que hiciste corroería la realidad —me dijo, tras levantar la mano y apuntar hacia mis tesoros—. Quizá no te sea difícil engañarte, pero, mírame a los ojos y sé sincero, en el fondo eras consciente de que algo pasaría, que algo no iba bien, y que tus hijos y tu mujer se convertirían en portales a las ascuas extintas.

Debería haberme levantado, haber negado lo que decía, haberme enfrentado a él, pero tenía razón, no sabía qué eso pasaría, no del todo, pero sí que solo era cuestión de tiempo que la desgracia retornara y que lo pagaran los que se habían convertido en las joyas de mi vida.

Sentí la esencia de las entidades del vacío alcanzar el pasillo en busca de otra ofrenda y, aunque traté de cerrar los ojos, de no ver cómo mi familia ardía por mi culpa, en el momento en que el desgraciado propagó las llamas rojas, mi consciencia se movió muy despacio, abandonó la ilusión de que se encontraba en un cuerpo tumbado en el corredor y reveló la verdad: quien estaba sacrificando a mi familia era yo, no él, ese maldito todavía se encontraba recluido y no sería liberado hasta que se completara la ofrenda.

No los quemé para salvar el mundo, el mundo me daba igual, no frené La Plaga para que no consumiera la capa de la realidad, lo hice para que mi familia dejara de sufrir. Les prendí fuego con la llama roja para que sus cuerpos, mentes y almas, se diluyeran con el polvo negro y quedaran recluidos en una prisión en el vacío. Agrandé la lista de mis pecados porque era la única forma de mantener la vana esperanza de que algún día podría traerlos de vuelta.

                                      Representación de la culpa de Draert creada con nightcafe.

🌟 Muchas gracias por leer y pasarte por esta locura. Espero que te esté gustando. 🌟

🥺 Por fin tenemos una de las grandes revelaciones de la novela. 🥺

◼️ ¿Qué opinas de Draert después de saber qué pasó? ¿Ha cambiado la opinión que tenías de él? ◼️

🔸 ¿Crees que la mayoría de personas harían lo que hizo o que actuarían de otro modo? 🔸

🔵 Draert habla de otra ofrenda, ¿qué crees que pudo pasar más en el pasado? 🔵

✔️ Ya nos podemos hacer una mejor idea del dolor de Draert, pero aún quedan muchos misterios. Estaré encantado de leer y comentar cualquier teoría, a ver si así desenmarañamos los enigmas. 🤔

⭐️ Si te gusta la historia, se agradecen los comentarios y los votos. Además sería de mucha ayuda si compartes o le hablas de la novela a alguien que le pueda interesar. ⭐️

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