
2. Plática nocturna.
—Esto ha sido increíble.
—Sí...
—¿No crees que hay que repetirlo?
—¿O... Otra vez?
—Lo dices como si lleváramos muchas.
—No... No siento... las piernas...
—Oye, intenta respirar mejor, te dará algo si sigues así.
—Agua...
—Está bien, está bien, ya voy.
—Gracias...
—¿Mejor?
—Mejor. Uf.
—Sí que tienes mala cara.
—Acabas de destrozarme. ¿Cuántas veces vamos al hilo?
—Como un par de veces.
—¡Venga, ya! Te dije que esta era...
—¡Pues también la mía!
—Ciertamente me tenías ganas, mira que no dejarme descansar...
—Cállate.
—Dios, menos mal la cama está reforzada con mi energía maldita, ¿pretendías matarme a base de cogidas, Asa?
—No le hables así a quien guarda tu virginidad, Sukuna.
—Eres una mocosa arrogante.
—Aquella que has designado como tu reina, cariño.
—¿Desde cuándo eres tan confiada? Extraño a la Asa que se ponía como corderito cada que me acercaba a fastidiarla.
—Desde que descubrí que el gran Ryōmen Sukuna es virgen.
—Era. Una malcriada vino a usarme.
—Y lo volveré a hacer.
—Depravada sexual, una vez recupere energías voy a doblegarte.
—Quiero ver que lo intentes.
—¿Cómo es que no estás mal si también es tu primera vez?
—Adrenalina.
—¿Ah? Acabamos de coger, explícate.
—Cabalgar dos al mismo tiempo es difícil, requiere concentración, determinación, excitación, valentía...
—Ya entendí.
—Lindo.
—Deja de tratarme como un idiota, soy un rey.
—Shh... ¿mejor?
—Desgraciada, sabes que me encantan mis almohadas. Esto no te salvará de mi venganza.
—También te quiero, eh.
—Sí, sí, el rey te adora, déjame descansar un rato más.
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