Capítulo dieciocho: Dependencia
Capítulo dieciocho: Dependencia.
Azhar.
Un teléfono no deja de sonar, eso es lo que me despierta. Estuve sin poder dormir hasta más allá del amanecer, perdida en el internet, intentando entender lo que sucedió, pero la conclusión no fue alentadora: Nada tiene sentido.
Mi madre está muerta y esa mujer apareciéndose ni siquiera la conozco ¿Quién carajos es la Sunny a la que llama? Es todo una locura, pero tras serenarme, tomar café y darme una ducha, volví en mis cabales ¿Voy a perder la cordura por esto? No, esa no soy yo. Tal vez tantas fiestas me han fundido el cerebro junto al licor, la marihuana o éxtasis. Quizá solo estoy viendo a gente muerta porque soy una médium o algo así de raro.
O tal vez solo tengo un tumor en mi cerebro matándome de a poco y si esa es una sospecha real debería ir a un médico, pero sorprendentemente primero quiero ver a un espiritista ¿Dónde consigo a uno? ¿Salen en anuncios de internet?
El teléfono suena una vez más y contesto sin ver el identificador de llamada.
— ¿Si?
—Hola, Azhar.
¿Leonid? Alejo el teléfono de mi oreja para leer bien el nombre de la llamada entrante y de paso veo a hora dándome cuenta que es pasada la una de la tarde. Así que Leonid, el hombre del que no he sabido desde hace un tiempo, en quién pensé muchas veces y quien todavía me tienta, me está llamando un domingo.
— ¡Vaya! Es bastante inesperado saber de ti ¿Debo sentirme honrada? Pensé que estaba en la tierra de los olvidados.
—Difícilmente se olvida a una mujer cómo tú.
—Sí, definitivamente tomaré esto cómo un halago —digo y su risa es baja.
Vuelvo a abrir mi portátil para retomar mi búsqueda y leer las anotaciones en Word que hice durante las horas que me mantuve despierta, todo lo que percibo a través del teléfono es la respiración de Leonid y eso me gusta, me hace sentir anclada a algo mientras indago en mi locura.
—Terminé de leer tu libro...Y empecé otro, supongo que tu pluma es bastante adictiva.
— ¿Mi pluma? ¿O toda la suciedad que escribo? —Me rio— Dame tus opiniones, estoy abierta a la crítica.
Abro ambos libros que compré aquella vez en la librería, pero es difícil concentrarse cuando hablas por teléfono con semejante hombre y quieres concentrarte en cada cosa que te dice. Mira nada más lo vergonzosa que me pone esta atracción y deseo hacia Leonid Walsh.
—Es un libro hecho para entretener y cumple su cometido. Narras muy bien, la química y tensión que manejas entre los protagonistas es lo que me alucinó un poco —Hace una breve pausa—. Fue caliente de leer, demasiado. Eres buena, muy buena.
—Me alegra escucharlo —Sonrío—. Espero me sigas leyendo.
—Es muy posible que lo haga.
Se hacen unos pocos segundos de silencio en los que me encuentro sonriendo.
—Entonces, rechazaste ser mi amigo, pero ¿Qué significa esta llamada?
—Dijiste que querías verme alguna vez surfear ¿Quieres venir?
— ¿A verte surfear? ¿Una tarde en la playa? Me apunto —No dudo ni siquiera unos segundos.
—Eso fue rápido, Azhar.
—Es domingo y no tengo planes.
Riendo por lo bajo me pregunta si debe pasar por mí o lo alcanzo a lo que respondo que nos encontremos en el lugar porque algo me dice que, de hecho, ya se encuentra en la playa y que esta llamada pudo ser algo más cercano a un impulso que algo planeado. Cuando la llamada finaliza, me tomo diez minutos para guardar la información que recaudé (poca), marcar la página de los libros en la que estaba, guardar en favoritos las páginas y escribir un rápido mensaje a África.
Azhar: necesito un espiritista, consígueme uno
África perra frívola: ¿Qué? De acuerdo. Buscando uno en mi lista de contactos
Azhar: hablo en serio por favor
África perra frívola: okaaaaaay no entiendo pero veré qué hago
Le envío un agradecimiento con corazones y me pongo en marcha para mí no cita con mi no amigo y mi no algo. Me doy una ducha rápida, posterior a ello me encuentro feliz de que abajo todo está limpio, porque siempre me encargo de mis asuntos de depilación - más por decisión propia de preferencia que pensando en convencionalismo sociales – y me coloco el primer bikini que encuentro, cubriéndolo con un vestido largo. Consigo una gorra, lentes de sol, mi bolso y salgo rápido de la habitación.
En el sofá Priscila se encuentra hablando por teléfono de cosas que no entiendo ni presto atención y cuando doy un saludo, ella solo me da un ligero asentimiento volviendo su atención a la conversación que ahora mantiene en un tono de voz más bajo.
Haciéndole saber que de hecho no soy una chismosa sobre sus misteriosos asuntos, salgo del apartamento, pido un Uber y mientras lo espero, solo pienso en que espero pasármela bomba y tener un descanso de lo loquísima que se ha puesto mi vida.
El conductor es raro y espero que mi mirada le esté enviando la suficiente vibra de perra malvada para que sepa que no debe meterse conmigo, pero cuando sus miradas lascivas se vuelven demasiado, finjo hablar por teléfono diciendo los datos del conductor que se leen en el pequeño cartel, eso lo hace actuar menos espeluznante. Gracias al cielo divino, el llegar a la playa lleva menos de lo esperado porque podría haber terminado a los golpes con el conductor.
Cuando estoy lo suficiente cerca de la arena, me es inevitable no sacarme las sandalias, la sensación es agradable, me gusta, quizá debería venir más seguido a la playa, tal vez incluso podría intentar escribir en la playa.
Antes de que pueda llamar a Leonid para saber su ubicación exacta y hacerle saber que ya me encuentro aquí, el teléfono en mi mano vibra y no tardo en descubrir que se trata de un mensaje de él.
Tentación: A tu izquierda
Alzo la vista y dejo ir una respiración lenta entre mis labios cuando encuentro a una distancia considerable a Leonid Walsh con un wetsuit que se ajusta a cada lugar de su cuerpo, mientras más me acerco, más me enamoro de toda esa lycra ajustada cubriéndolo.
Al detenerme frente a él, pese a tener lentes de sol, supongo que es consciente de que mi mirada viaja por todo su cuerpo, deteniéndose en algunas zonas más que otras porque la tela se ajusta a cada centímetro de su achocolatada piel. Leonid es todo músculo, parece uno de esos chicos de Instagram o uno de esos personajes de los que escribo obscenidades. No es que quiera volverlo un objeto sexual o cosificarlo, pero es inevitable no apreciar cada curvatura, músculo y firmeza en su cuerpo, sí, incluso hago una repasada rápida por la entrepierna. Tal vez estoy siendo grosera en lugar de descarada, pero es difícil no verlo, sin embargo, sonriendo me quito los lentes para encontrarme con sus ojos marrones.
— ¿Llego tarde al encuentro inesperado?
—Solo unos pocos minutos, pero eso me dio tiempo para prepararme —Sonríe.
—Sí, te veo muy preparado —digo, estirando una mano para tocarle de manera sutil un brazo—. Me gusta tu wetsuit.
Específicamente lo que me gusta es cómo le queda y aunque no lo digo, creo que él intuye el trasfondo de mis palabras.
— ¿Qué tanto te gusta?
—Lo suficiente —deslizo los dedos por la tela cubriéndole el brazo hasta dejar caer la mano.
Vuelvo mi atención a su rostro en el momento justo para verlo lamerse los labios y tragar con fuerza ¿Qué te estoy haciendo, Leonid Walsh? ¿Te tiento tanto o más de lo que me tientas tú?
—Así que hoy me siento y te veo romper olas —Cambio de tema para no ponérsela tan difícil—, es un plan magnifico y entretenido.
Me acerco para acariciar la tabla que sostiene a su lado, estoy tan cerca que un lado de nuestros torsos se roza y siento la calidez que emana de él. Cuando alzo la vista hay distancia entre nuestros rostros, pero no la políticamente correcta.
— ¿Tiene algún nombre tu tabla de surf? —murmuro viéndolo a los ojos pese a que su boca me atrae demasiado.
—Solo la llamo nena —responde con una risa baja.
—Oh, nena, déjame montarte —intento hacer mi voz gruesa y hay algo en sus ojos que me hace enarcar una ceja— ¿Así la halagas cuando rompes olas? Te gustar montar a tu nena ¿No?
—Tal vez eres demasiado astutas con las palabras.
—Tal vez estás analizando demasiado lo que digo, porque solo estoy diciendo algo honesto ¿No es eso lo que haces? ¿Montar duro a tu nena? —Le sonrío antes de retroceder.
Mordiéndose el labio inferior da una larga mirada al cielo soleado, cómo si buscara algun consuelo en la larga extensión azul sobre nosotros, luego su atención regresa a mí y no puedo evitar preguntarme: ¿Qué pasará por su cabeza?
— ¿Listo?
—Siempre.
Aunque la tentación de dejarlo ir adelantándose para ver su espalda y trasero es tremenda, me conformo con caminar a su lado mientras hacemos una charla trivial sobre la falta de tráfico hoy y el recuerdo de nuestro primer encuentro aquí en Mosman. Por supuesto que me llamo a mí misma vagabunda y él le resta importancia asegurando que no estaba tan mal ¡Qué caballero!
Me detengo tan cerca de la orilla sabiendo las posibilidades de que alguna ola podría alcanzarme a los muslos, razón por la que me enrollo hasta la mitad del vestido antes de dejarme caer en la arena con el bolso al lado y sin lentes de sol para no perderme el espectáculo que en cualquier momento iniciará el morenazo que me trajo hasta aquí.
Hay una mujer surfeando en diagonal, pero ella parece una principiante, de resto no hay más personas, tal vez se trate de que es domingo o que esta es un área con olas muy fuertes, porque mucho más allá hacia la costa más tranquila, veo varias sombrillas en la arena y personas en el mar.
—Vi una película en donde un tiburón aparece repentinamente y come el brazo de la chica ¿Prometes que eso no pasará, Leonid?
Se paraliza por un momento y luego ríe mientras me hace saber que no cree que eso suceda, pero seamos honestos, esto es Australia y las posibilidades de encontrar depredadores en el mar no son escazas, en un momento puedes estar nadando y al siguiente viendo algo inesperado que te hará decirte: "Ufs, casi muero".
— ¿No ves los vídeos en internet de lagartos enormes caminando por la arena repentinamente? Podrían venir del mar.
—Pero ¿Has visto con tus propios ojos que eso suceda? ¿Algún tiburón o incluso una medusa?
Ver hacia arriba porque él se mantiene de pie hace que el sol sea un desgraciado con mis ojos, pero me aguanto porque quiero verlo al hablar.
—Bueno, no.
— ¿Lagartos, cocodrilos o pirañas? —insiste y detecto la diversión en su voz.
Cocodrilos sí, pero en la casa de Rebecca y no es algo que deba mencionar así qué termino riendo junto a él.
— ¿Pretendes asustarme y que no vuelva al mar?
—No, Leonid, no deseo que desistas o renuncies a un "pasatiempo" —Hago las comillas con los dedos— que tanto te gusta, ahora ¿Me muestras cómo montas a las nenas? —Sonrío acomodando la gorra sobre mi cabeza—, perdón, quise decir: cómo montas tu nena y me refiero a la tabla, claro.
—Claro —dice con lentitud—, déjame mostrarte, ponte cómoda.
—Siempre estoy cómoda con en mis viajes, de esa manera me resulta más divertido el paseo.
—Eres algo más...
—Soy muchas cosas. Ahora, ve a montar.
Cuando se gira lo escucho reír, todo lo que hago es verlo cuando comienza a adentrarse al mar No puedo evitar morderme el labio viendo la redondez de su trasero y cuán amplia es su espalda. Apoyando las manos contra la arena e inclinándome hacia atrás trato de no perderme ningún detalle.
El surf no es algo en lo que me haya interesado alguna vez, pero tal vez hoy me parezca interesante. Lo veo en el mar y me digo que es lo suficientemente valiente para ir más profundo cuando las olas parecen lo suficiente enojadas para arrastrarlo.
— ¿Acaso me estoy preocupando por él? Eso sería insólito.
En un principio mientras lo veo alejarse pienso que podría aburrirme y en efecto lo hago durante los primeros minutos mientras nada cada vez más lejos, es algo bueno que tenga una excelente vista para no perderlo de vista. Sigue siendo aburrido mientras navega entre suaves olas que no me dan ni un poco de emoción y me pregunto si así será todo el rato.
Acalorada con el sol castigador, me bajo los tirantes del vestido y retorciéndome me lo saco quedando en bikini, saco el protector solar del bolso, aplicándomelo mientras veo a Leonid no hacer nada y me pregunto si será así durante otros minutos más, pero me incorporo cuando lo veo nadar hacia una ola aterradora que pareciera que se lo podría tragar ¿Debo tener en marcado rápido el número de emergencia? Porque si se lo traga ni loca me meto a esas profundidades por él.
Estoy muy tensa sin perder de vista su nadar hacia esa monstruosidad, no me doy cuenta de que estoy conteniendo la respiración hasta que lo veo ponerse a pie cómo un maldito profesional y luego lo hace: él monta esa ola.
La respiración escapa de mí con lentitud mientras sigo el movimiento hipnótico de su cuerpo. Intento entender cómo mantiene el perfecto equilibrio y cómo un hombre con su porte y estatura puede manejar la gravedad de tal forma y por último, sonrío, volteándome la visera de la gorra hacia atrás porque no quiero perderme nada de este momento, ya no me parece aburrido. Es magnífico.
Lo veo una y otra vez romper olas. No puedo decir que me vuelva una fanática del surf, pero definitivamente me gusta verlo pese a que el sol me quema, espero el protector sola esté haciendo lo suyo, debo hacer una mención especial al agradecimiento a mí misma que traje conmigo una botella de agua en el bolso porque me permite hidratarme durante los minutos en los que él me demuestra sus habilidades.
Se siente bien observar a alguien hacer algo que le apasiona incluso da algo de envidia porque quisiera sentirme de esa manera hacia algo, encontrar un motivo por el que me desviva, algo en lo que además de ser buena lo sienta tan necesario cómo respirar. Una pasión, un incentivo, un motivo, un todo.
Veo de reojo una notificación en mi teléfono, pero antes de ver los mensajes sin leer no puedo resistirme a abrir la aplicación de la cámara y hacer el suficiente zoom para grabar a Leonid tomando una nueva ola. Agradezco esta tecnología costosa que me da la oportunidad de conseguir un vídeo decente pese a la distancia entre nosotros.
—Ese es un bombón de chocolate con mucho talento —digo sin importarme que mi voz se escuche en el vídeo—. Tanta tentación.
El vídeo dura apenas dos minutos y medios, después de ello, abro los mensajes del grupo con mis amigos dejando adrede de último los múltiples mensajes de Caleb. Ha estado escribiéndome demasiado y siento que se está volviendo escalofriante.
Caleb: deja de jugar. Obedéceme
Caleb: me estoy cansando
Caleb: te tuve paciencia Azhar demasiada
Caleb: no podemos solo seguir follando libremente?
Caleb: no acaba cuando tú quieras
Caleb: no recuerdas lo que haces?
Caleb: yo lo sé todo. Ven a mí y te lo diré
Esto último es totalmente nuevo y hace que trague ¿Cómo sabe de mis lagunas? ¿Y por qué suena cómo una ayuda en la misma medida en la que podría ser una trampa? ¿Qué tipo de caos se ha vuelto mi vida?
Afectada por el hecho de que sepa sobre mis actuales problemas, me rindo y comienzo a responderle, pero mi teléfono parpadea y comienza a salir y entrar a aplicaciones con rapidez.
— ¿Qué carajos? Por favor no me digan que no perdí este teléfono, pero que sí lo jodí —mascullo dándole golpes con la mano para que reaccione.
Cuando se estabiliza, el contacto de Caleb no está registrado, no hay rastros y desde luego no me memoricé su número de teléfono ¿Por qué iba de hacerlo? Pero ahora ¿Cómo sabré de él? ¿Cómo podré exigirle que me diga lo que sabe? Porque tal vez él tiene alguna pista, alguna respuesta.
«Sunny» Aprieto los labios con fuerza y no volteo, la voz viene desde atrás, pero me niego a encontrar de nuevo a la aparición de esa mujer desconocida, me niego a aceptar que algún demonio o cosa loca está detrás de mí. Ignoro sus susurros sobre ir con ella, sobre ser mala y dejarla ayudarme. Mantengo la vista en el teléfono y tarareo en voz baja sintiendo los vellos de mi cuerpo erizarse cuando un escalofrío me recorre.
Vete, por favor, vete. Desaparece.
Un mensaje de texto llega y cuando lo abro, es un número privado con un simple mensaje que me tensa:
"Cuida tu espalda, no te descuides..."
— ¡Ven conmigo! —el grito es desconcertante y alarmante, suena demasiado cerca, es tan potente que grito y en automático gateo frente a mí antes de voltear.
No hay nadie, solo arena extendiéndose mientras el corazón me late con locura y el eco de lo que fue un grito aterrador rebota en mi cerebro. Con manos temblorosas me arrodillo y guardo el teléfono en el bolso sin dejar de ver alrededor.
No quiero estar sola.
Y con ese último pensamiento, consigo ponerme de pie, sacarme el vestido del todo y comienzo a caminar hacia el mar, hacia esas olas de las que quería alejarme. Esta no es un área para tomar un dulce baño, pero las olas no rompen con tanta fuerza en la orilla y yo necesito compañía, estar sola últimamente trae todos estos sucesos extraños que me aceleran el corazón y me hacen sentir impotente.
Pasé de estar despreocupada por la situación y tomármelo a broma a comenzar a experimentar diversas emociones y si no lo controlo, podría terminar sintiendo miedo.
El agua es fría contra mis pies y luego contra mis muslos, cuando me llega a las caderas una ola rompe en mí haciéndome perder el equilibrio y que me hunda inhalando mucha agua salada que me hace emerger tosiendo y con un ardor en la garganta, también hace que la gorra – que no recordaba tener – navegue lejos de mí, un objeto que se perderá en el mar.
— ¿Todo bien, Azhar?
Limpiándome el exceso de agua de los ojos y aclarándome la garganta para alejar el ardor, soy capaz de ver a Leonid acercándose, haciendo flotar la tabla de surf a su lado. Abro y cierro la boca sin saber cómo responderle "no estoy bien porque cuando estoy sola una mujer desconocida o mi mamá muerta aparecen queriendo llevarme" "no estoy bien porque alguien gritó en mi oído, pero ahora no está" "no estoy bien porque un mensaje extraño me llegó y no sé qué rayos pasa"...Ninguna respuesta suena bien incluso si son verdades.
—Todo bien, yo solo tenía calor —Me abanico con una mano.
Con las manos me acomodo los dos triángulos que me cubren cada pecho y él sigue el movimiento de inmediato, no fue algo adrede, pero tomo eso cómo una distracción para lo que acaba de suceder minutos atrás.
No queriendo pensar más en lo que sucede, me concentro en él y en jugar un poco, así que me aprieto las tetas cómo si intentara exprimir el exceso de agua y eso consigue que los pezones se marquen contra la tela amarilla. Tal vez Leonid no quiere ver, pero no sabe cómo detenerse y yo tampoco sé cómo parar porque odio la idea de pensar en otras cosas que me harán preocupar.
—Te escuché gritar —dice despegando con lentitud su mirada de mis pechos que ya se encuentran libres de mi agarre.
—Lo siento, no suelo ser tan gritona, lo prometo.
— ¿Cómo haces que todo...?
— ¿Todo qué? —Sonrío y sacude la cabeza.
—Nada.
— ¡Mierda! —digo viendo detrás de él— Viene una ola a revolcarme cómo una sarnosa con piquiña —advierto y ríe.
Voltea para confirmar mis palabras y vuelve su atención a mí, acercándose lo suficiente para que su traje mojado me acaricie la piel y los pezones se me frunzan más con el roce de nuestros cuerpos.
—Uno, dos...Tres ¡Salta! —Me dice.
Lo hago de inmediato y aunque trago agua al menos no soy arrastrada de manera vergonzosa por el mar. Riendo por lo bajo lo hago avergonzarse diciéndole que ese fue un grandioso consejo y luego deslizo una mano por la tabla de surf flotando a su lado. La cuerda que generalmente envuelve su tobillo se encuentra en su muñeca para no perderla.
—Quiero montar —Me lamo los labios al decirlo y veo ese brillo en su mirada—...Tu nena ¿Me dejas montarla?
—Los aprendices o principiantes —dice con la voz algo rasposa— no pueden tomar olas aquí.
—Yo no quiero romper olas, yo solo quiero montar con tu ayuda ¿Puedo? —Lo veo a través de mis pestañas y no me pierdo la manera en la que su nuez de Adán baja cuando traga con fuerza.
»Solo ayúdame a subir, flotaré mientras tú me sostienes al montarla.
Soy consciente del doble sentido en mis palabras y me encanta ver que le afecta, no seré arrogante diciendo que soy la mejor en charla sucia, pero el juego de las palabras calientes parece ser un don que se me debe reconocer.
Leonid sale de sus pensamientos o su estupor y sonrío cuando siento sus manos en la piel desnuda de mi cintura para alzarme. Su agarre es suave, cálido y me trae un calor sobre la piel que nada tiene que ver con el sol, sin embargo, falta darme impulso con un empujón en el trasero, pero sé que está indeciso sobre si eso es algo bueno, pero ¿No es una simple ayuda? Solo eso.
—Vamos, Leonid, tu solo ponla en mi culo y empuja hacia arriba.
Es evidente que estoy haciendo referencia a la palma de su mano, pero me encanta jugar.
— ¡Por Dios! —dice carraspeando la garganta.
—Solo ponla en mi culo y ya, yo hago el resto.
No lo estoy mirando cuando siento una de sus manos cubrirme una de las mejillas del culo, agarrar e impulsarme hacia arriba. Sus dedos consiguen un leve rose con la costura de lado de la parte inferior de mi bikini y me muerdo el labio mientras termino en la dichosa tabla. Una vez arriba, me siento a horcajadas y sonrío cómo alguien que ha hecho una conquista.
Él hace girar la tabla para que estemos frente a frente. El venir de las olas me tambalea por lo que me tomo con fuerza de las orillas para no caerme; no es que me guste mucho esta experiencia de subir a una tabla, pero me gusta la manera en la que Leonid ahora me mira.
—No es tan difícil montarla, se siente bien.
—También te ves bien —se le escapa.
—Gracias, tal vez esto de montar sea lo mío.
—Tal vez.
Me tomo el tiempo de exprimirme el cabello bajo su atenta mirada y luego recuerdo mi paranoia sobre los animales salvajes por lo que veo al agua esperando que algo loco emerja, pero lo único loco que al parecer podría hacerme daño en este lugar es mi mente jugándome malas pasadas con esa mujer o mi mamá.
Llevo la vista a la arena, pero solo se encuentra la principiante que surfeaba hace un rato, también veo hacia mis pertenencias no muy lejos, cercanas a la orilla, lo que me hace pensar en Caleb, sus mensajes y la desaparición de su número en mis contactos, el mensaje misterioso... ¿Quién podría ayudarme con esto? ¿En quién podría confiar?
Pienso en el hombre atractivo de la discoteca, sus palabras y la manera en la que después se fue, pero no sé quién es y mucho menos cómo encontrarlo. Pienso en mis amigos, pero ¿Cómo podrían ayudarme ellos? A mis amigos nunca les hablo de mi vida, no tengo familia y la policía no parece una opción ¿Con qué me deja eso? Me siento cómo alguien que se metió en una cueva oscura sin siquiera saberlo.
Lo que antes tomaba con despreocupación ahora no es indiferencia, cosas están pasando, cosas de las que no sé. Las lagunas, las pesadillas, las apariciones, las voces, el hombre misterioso en la discoteca, Caleb, la sensación de ser observada...La manera extraña en la que comienzo a sentirme.
— ¿Azhar?
La voz de Leonid me trae de vuelta junto al balanceo de otra ola que me salpica. Lamiéndome los labios y haciendo una mueca por la salinidad, le doy mi atención.
—Parece que durante un minuto tu mente se fue lejos.
— ¿Crees en los fantasmas? —pregunto y su sonrisa es inmediata, clavo mi vista en el encantador hoyuelo en su mejilla.
—Soy escéptico sobre ello, estoy en un 50/50 ¿Por qué la pregunta inesperada?
—Simple curiosidad —Con la mano le salpico agua al pecho—. Así que Leonid...
— ¿Si?
— ¿Cuéntame cómo terminas en una playa con una mujer que no es tu prometida y de la que no quieres ser amigo? Que sepas que tu rechazo pica.
— ¿Nos ves siendo amigos?
Nos veo de muchas formas y siendo amigos no es una de ellas, así que niego con la cabeza en un movimiento lento.
—Pero tampoco te veo siendo malo —digo con honestidad—. Creo haberte advertido que soy malas noticias. Tal vez soy un fuckgirl —digo riendo por lo ridículo que suena—. ¿Por qué te dejas tentar?
Evito ir dando vueltas y prefiero ir al punto, ha sido suficiente rodeos, creo que deberíamos sincerarnos un poco porque las cosas se están volviendo confusas ¿Me quiere lejos o me quiere cerca para torturarse y torturarme?
—Eres consciente de que eres una tentación, Azhar.
—Si te hace sentir mejor, tú también eres una gran tentación —Lo veo directo a los ojos—. No quiero ser una villana ni te obligaré a hacer algo que no quieres, pero necesito algo de honestidad de tu parte ¿Qué es lo que pretendes? ¿Qué es lo que quieres de mí?
»Veo toda esta chispa volar, casi palpo una gran tensión sexual y creo que coqueteamos ¿Cuál es el punto de todo esto, Leonid Walsh?
Pocas salidas, conversaciones largas, insinuantes miradas y algunos toques, eso es todo lo que hemos compartido, es muy parecido a nada, pero aun así por una razón resulta significativo para mí. Sé que no es un capricho porque he tenido miles, tampoco es amor a primera vista, pero es un cosquilleo, una emoción, expectativa y la sorpresa de que te guste alguien incluso más su personalidad que su físico y créanme este es un físico muy, pero muy bueno.
Y es precisamente porque lo veo cómo algo más que un polvo que no quiero perjudicarlo, tal vez aún hay algo de decencia en mí, pero es un buen hombre, de los pocos, y le esperan cosas buenas, pero sabiendo todo esto ¿Por qué estoy aquí? ¿Por qué celebro sus grietas? ¿Por qué lo tiento? ¿Por qué me presto a confundirlo?
¿Qué tan mala puedo llegar a ser? ¡Joder! ¿Por qué estoy siendo esta persona tan emocional ahora? ¿Por qué inexplicablemente estoy sintiendo un atisbo de culpa? Me siento rara, tal vez sea yo quien deba evitar a este hombre que me hace pensar y cuestionar todo lo que hago.
Hay muchas razones por las que soy indiferente, por la que vivo cómo si no hubiese un mañana y aunque muchas de ellas no las encuentro en mis recuerdos, ser de esta manera ha sido mi manera de ser feliz o un intento extraño de felicidad.
Con su silencio y mis confusos pensamientos, bajo de la tabla, es un movimiento demasiado brusco que termina haciéndome caer dentro del agua y tragar un poco así que emerjo tosiendo.
—Me sentaré en la orilla, sigue haciendo surf, Leonid.
—Iré contigo.
—Quieres seguirme, pero ¿Siquiera sabes por qué?
No me responde y avanzamos hacia la orilla. Dejándome caer sobre la arena tomo algo de agua viéndolo dejar la tabla a un lado y sacarse el traje hasta dejarse el torso descubierto. Una ola hormonal me invade viendo toda esa piel tensa achocolatada y ejercitada extenderse con pequeñas gotas de agua, él toma asiento a mi lado a una corta distancia.
Cuando le ofrezco de mi agua, la acepta, hidratándose mientras me habla sobre haber olvidado bajar las botellas de agua de su auto por estar distraído, lo siento cómo una indirecta, pero no lo comento.
Luego nos quedamos en silencio hasta que vuelve a hablar.
— ¿Has escuchado de Marissa y de mí?
—No mucho, pero Albert me comentó sobre la pareja ideal de sociedad y no es que trato de sonar mal, de hecho, sí hacen una bonita pareja.
—Desde afuera muchos podrían pensar que es un compromiso de conveniencia o que somos molestamente perfectos.
No quiero que me hable de su relación, no quiero que se desahogue conmigo porque no creo ser la persona ideal para ello, pero él no se detiene.
—No somos perfectos, es verdad que nos amamos, pero... —Se rasca el pecho y debido a que su mano estaba en la arena, consigue ensuciarse— No somos perfectos. Discutimos lo suficiente y tenemos opiniones encontradas sobre varios aspectos.
— ¿Cómo cuáles?
—Piensa que hacer surf es una pérdida de tiempo y que debería ser más agresivo sobre mi plan para ascender en la compañía. Pienso que ella debería meterse menos en mi vida y que sus pastillas para dormir son peligrosas incluso si la hacen sentir mejor.
»Quiere una boda inmediata, yo quiero un compromiso largo, pero aun en medio de todas estas diferencias tenemos algo, algo que nos alimenta y nos hace permanecer juntos, no me deja ir, yo no la dejo ir. ¿Dependencia? No lo sé, pero de alguna manera no pienso sobre el futuro sin ella estando ahí porque hemos sido un equipo y de alguna forma nos complementamos. La amo, es difícil de entender, pero nos amamos.
Supongo que dentro de poco viene la línea en donde soy cortada cómo una flor desde la raíz.
—Leonid, no tienes que darme explicaciones, puedo entenderlo. Cómo te dije, no te obligaría a nada.
—Marissa tiene una enfermedad que ha hecho estragos en nuestra relación y que intento entender —traga—, no me siento con el derecho de decirlo y prometí no hacerlo, nadie lo sabe, solo yo, pero eso ha hecho que me engañe más de una vez...Muchas veces y no es algo que pueda evitar, no es su culpa.
Soy una mujer lista y en mi mente hago un rápido sondeo sobre sus palabras que me suenan mucho a una historia que escribí hace mucho y de la que investigué bastante. Tal vez él prometió no decirlo, pero no pasa nada si soy yo quién lo descubre.
—Tiene dependencia sexual...Ninfomanía —susurro.
Voltea a verme y sus labios carnosos se juntan antes de que retire la mirada ¡Mierda! Esa chica no debe pasarla bien, sí, consigue un montón de orgasmos, pero es un apetito sexual fuera de control sobre el que no tiene poder, con el que se lastima porque leí lo suficiente para saber que muchas personas después del acto se odian. Lo peor es que esto aún ni siquiera se clasifica cómo una enfermedad, pero para mí lo es. Todas las adicciones son enfermedades que traen consigo una difícil batalla.
Me inclino un poco buscando su mirada y ahí, en sus ojos, veo el destello de dolor en sus ojos. La ama y cada encuentro sexual que ella ha llegado a tener con otras personas, lo ha marcado.
—No es su culpa, no puede...Controlarlo. Hemos ido a terapias, ha visto médicos. Puede pasar periodos trimestrales en control, pero cae, siempre termina cayendo —suspira—. En un principio sentí que no era suficiente, que era el problema, que tal vez no la saciaba, pero incluso ahora sabiendo de lo que se trata...No es fácil.
» ¿Cómo acusarla de ser infiel cuando no tiene control? ¿Cuándo le duele tanto o más que a mí? Hombres, mujeres y sé que no conozco de todos los engaños. Algunas veces pensé en dejarla, pero cuando llora y me dice que no quiere hacerlo entiendo que no tiene control y el amor que siento me dice que no puedo dejarla sola, que no quiso engañarme —Toma un puñado de arena y luego con lentitud la deja caer entre sus dedos—. A veces me siento cómo esta arena, cayendo sin control alguno, deslizándome fuera de mi propia vida...
Por un largo momento no tengo palabras para decir. Es un tema que hasta yo puedo ver cuán delicado es. Marissa está enferma, digan lo que digan, está enferma y su prometido es el único en saberlo, un hombre que ha decidido avanzar sobre cada persona que se ha involucrado sexualmente con ella. Establece que se aman, pero también que es una dependencia emocional, que son un equipo y que no puede dejarla, énfasis en el "no puede", porque él no dijo "no quiero". Hay tantas cosas mal en todo esto que no puedo tomar ni un poco de responsabilidad dando un consejo del que no tengo idea, porque no logro comprender el enredo en el que está envuelto y lo complejo de su relación.
—Cuatro años en una subida y bajada, de este secreto entre nosotros, de impotencia y perdón, de reproches y resentimiento, de amor y locura.
— ¿Por qué te comprometiste?
—Porque...Llevaba meses siendo monógama y pensé...Que tal vez, estaríamos bien. Me dejé llevar por el amor y la realización de creer que lo teníamos en control y entonces, dos semanas después, una mujer estaba en su cama y la mañana siguiente, fue otro hombre.
¿Qué tan dañado está su corazón y el de ella? esto parece una trágica historia de amor y dolor en donde este último predomina con mayor fuerza.
—Nunca le he sido infiel, nunca —Me ve con fijeza—, porque nunca sentí tentación de hacerlo. Sé lo que se siente que quien amas ponga sus ojos, sus pensamientos, sus manos y sus besos en alguien más, no se siente bonito y duele cómo el carajo.
»Me dije que nunca le haría eso a ella porque no pretendo hacer una venganza, pero tú...Es demasiado —Hace un ademan con la mano hacia mí—. Me envuelves y no sé cómo pararlo, lucho contra el impulso de ir por ello...Por ti —Traga notablemente—. Ella me engaña porque está enferma, pero ¿Por qué razones la engañaría yo?
De nuevo no tengo respuestas y él se inclina lo suficiente para que note los destellos de marrón más claro dentro de sus ojos oscuros, sus labios se encuentran sumamente cerca de los míos y su cercanía tiene revoloteando emociones confusas en mí.
Antes de saber que de esto, estaba dispuesta a meterme con un hombre con novia, no estaba bien, pero siempre he sido egoísta, decir que saber la verdad cambia las cosas es absurdo, porque sigue teniendo novia. Lo distinto es que ahora si Leonid cayera no se vería cómo un bastardo infiel, porque con honestidad, tal vez este hombre está en algún tipo de precipicio mental ¿Cómo encuentra la fuerza para quedarse cuando admite que cada vez le duele?
—No te juzgaría, yo no lo haría, pero ¿Te juzgarías a ti mismo por caer? —Alzando una mano acaricio su mejilla, por primera vez tenemos un contacto que no es únicamente cordial— ¿Alguien te hizo saber que no eres de piedra y que eres tan vulnerable cómo cualquier otro ser humano?
» ¿Sabes lo que vi en ti desde el inicio? Grietas, muchas de ellas y ahora ellas tienen sentido. Lo que sucede con ellas es que siguen creciendo, se extienden y solo nos queda las esperanzas de esperar que no terminen rompiéndote —Alejo la mano—. No tienes que hacerlo y me refiero a mí, pero también a ella.
»No sé sobre el amor, pero sí sé sobre lo tóxico y tal vez tienes una mezcla enorme de ambas cosas ¿Los resultados de eso son buenos?
Retrocedo lo suficiente para que no estamos con tanta cercanía y tomo mi vestido comenzando a ponérmelo. Recojo mis pertenencias y luego me pongo de pie, él también lo hace.
—Es hora de que me vaya, Leonid, creo que tienes mucho sobre lo qué pensar.
—Puedo llevarte...
—No, creo que un viaje en bus estaría genial y esta vez traigo dinero.
Hago referencia a cuando nos conocimos y eso hace que esboce una pequeña sonrisa. Acercándome, apoyo una mano sobre su antebrazo y me levanto sobre las puntas de mis pies dejando un beso en su mejilla.
—No te castigues demasiado, no has hecho nada malo, Leonid.
Le doy una de mis sonrisas y comienzo a alejarme con las sandalias en mis manos, una gorra perdida en el mar y un secreto que no me pertenece sobre la prometida de un hombre que deseo ¡Vaya lío has hecho ahora, Azhar! Calzándome las sandalias una vez estoy lejos de la arena, comienzo mi caminata hacia la parada de bus más cercana.
Hoy ha sido demasiado: Caleb, el mensaje, la mujer, la historia de Leonid y Marissa...Yo solo quería divertirme y eludir la mierda que es mi vida, pero veo que ya eso no es posible.
Escucho el rugir de un auto y pienso que tal vez es Leonid que insistirá en llevarme porque siento que se detiene a mi lado, pero cuando me volteo, me encuentro con un auto deportivo negro con el techo descubierto y un hombre que luce impresionante llevando lo que se ve, con un rápido vistazo, cómo ropa muy costosa y a la medida. Trae lentes de sol, pero aun así puedo ver los ángulos increíbles de su rostro que ahora dibuja una sonrisa pequeña llena de indiferencia. Tez blanca, cabello castaño despeinado por conducir al viento y aspecto muy imponente.
— ¿Recibiste el mensaje? —Me pregunta y su acento es casi igual al tipo de la discoteca, un poco más ligero.
—Tú...
—No, no fui yo —desestima con una mano—, pero sé de ello. También recibiste el mensaje en la discoteca ¿Verdad?
— ¿Qué rayos...?
—Todos somos villanos, Azhar, incluso tú —Pese a los lentes de sol, puedo decir que me ve con intensidad—. ¿No te has dado cuenta? Tocas y destruyes, todo lo que esté contigo perecerá... ¿El prometido de otra? También podría incluirse.
—Eres tú...
—No, no soy yo. Soy uno de los tipos malos, pero no de ese bando, pero tranquila, vamos a ayudarte.
— ¿Qué sabes?
—Por lo visto más que tú, cuídate. No puedo hacer todo el trabajo, pónmelo un poco más fácil, vida. Ahora, date prisa, creo que podrías perder el próximo bus.
—Espera, espera...
Con rapidez me agarro a la puerta del auto y lo veo tensarse, pero no pone en marcha el auto. Cuando me estiro y en un arrebato le arranco las gafas, ojos grises con destellos de verde, me regresan la mirada.
Su mirada es fría, calculadora y distante, pero cuando se pasea por mi rostro hasta mi cuello hay un brillo ahí, una chispa de fuego que obtiene una reacción en mí que no reconozco.
—Vida, no debiste hacer eso ¿Ahora cómo impedirás no soñar conmigo? —pregunta en un tono burlón.
— ¿De dónde eres? ¿De dónde es tu acento? ¿Quién eres? —Disparo una pregunta tras otra.
Él se lame los labios y mis ojos se quedan en el movimiento, cuando vuelvo a sus ojos la chispa es mucho más grande y algo raro está pasando entre nosotros.
—Aun no es el momento, vida —Hace una pausa— y francamente deberías quitar tus manos de mi auto, están sucias y me cabrea que ensucies algo que es mío.
Hace énfasis en la palabra "mío" y me ve de una manera en la que en algun lugar de mi cerebro me pregunto: ¿Soy tuya?
Pero ¿Qué carajos? Retrocedo alejando mis manos porque este intercambio es todavía más extraño que el del hombre de la discoteca ¿De dónde vienen? ¿Quiénes son?
— ¿Quién eres? —Repito— ¿Y por qué me estás llamando vida?
Lentamente despliega una sonrisa que si bien no luce feliz, está llena de malicia y...No me asusta, al menos no del todo.
—Porque sorprendentemente me estás haciendo sentir vivo. Se mala, pero no tanto —dice.
El auto ronronea y reacciono acercándome, pero a toda velocidad él se aleja dejando más confusión conmigo ¿Quién era? ¿Y por qué todos parecen saber algo que yo no? Todo lo que me queda es el recuerdo de sus ojos, los lentes de sol en mis manos y un corazón latiendo con rapidez.
OMG, OMG, OMG. Señores, preparénse, a partir de aquí poco a poco irán apareciendo respuestas y cosas... O personas...O personajes...O pistas...
Sé que mayormente estamos bromeando diciendo "soy ninfómana" pero tal cómo lo dijo Diosa Azhar, es una enfermedad que muchas personas padecen y con la que se sufre, es bueno tenerlo en cuenta porque el mundo necesita de más personas empáticas y es bueno nutrirnos de conocimientos y saber que algunas personas liberan un dura batalla con adicciones difíciles de controlar.
Para más noticias de la historia: Instagram: DarlisStefany / Twitter: Darlis_Steff / Younow: DarlisStefany
Espero les guste.
Un beso.
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