💦Capítulo 8-Me encanta💦
Esa mañana no me despertaron los oficiales a las 6:00 AM para ir a hacer ejercicio y desayunar, desperté por mi propia cuenta, sintiendo una extraña sensación de libertad. Me estiré entre las sábanas y avancé al baño para darme una ducha. Me sorprendí bastante al notar que habían distintos jabones, cepillos de dientes y pasta. Incluso habían lociones, ropa, sandalias cómodas y mentas. Eso era todo lo opuesto a una celda, parecía un hotel de cinco estrellas.
Me duché feliz y enredado en la toalla me miré al espejo la horrible cicatriz y los moretes que tenía mi pecho y abdomen. Suspirante me cepillé los dientes y después me dirigí a la cafetera que estaba encima de una mesa frente a la cama. El café estaba delicioso, lo bebí mirando por la ventana a los otros prisioneros mientras jugaban y charlaban en el jardín. Al parecer el vidrio era polarizado porque ninguno de ellos me veía.
Yo no tenía uniforme, yo vestía unos cómodos pants y una camisa holgada. Me sentí como si estuviera en un mundo diferente, un mundo donde la justicia y la compasión existían.
Momentos más tarde alguien llamó a la puerta y cuando abrí era el mismo oficial de la noche anterior.
—Señor. ¿Qué quiere desayunar? —preguntó con una sonrisa.
—Oh... Nada, gracias... —respondí, aún sorprendido—. ¿Por qué no me llamaste para hacer ejercicio e ir al comedor?
—Porque ahora su estadía aquí será distinta —explicó el oficial—. Tenemos órdenes de tratarlo con decencia, excepto por los días en los que viene el fiscal a supervisar, pero cuando eso suceda yo le llamaré con tiempo para que se ponga el overol y le haga compañía a los prisioneros.
—¿Puedo pedir lo que quiera? —pregunté, alzando las cejas.
—Sí —respondió el oficial.
—Quiero ramen —dije sonriendo—. Tráeme muchos y alguna olla eléctrica para cocinarlos, también me gustaría tener Netflix. ¿Será mucho pedir tener un teléfono?
—Si le damos teléfono la llamada puede ser rastreada —explicó el oficial—, pero el Netflix sí se lo podemos instalar.
—Bien quiero eso y una pantalla grande para ver series y películas —añadí.
—Perfecto, señor —dijo el oficial—. Mmm... Una cosa más, tendrá un maestro que le ayudará a estudiar para que pueda graduarse y continuar sus estudios universitarios aquí adentro.
—¿Eso es posible? —pregunté, sorprendido.
—Sí, hay un programa que ayuda a los reclusos para que cuando sean liberados tengan estudios y logren encontrar un trabajo decente —explicó el oficial—. Usted tendrá el privilegio de tener un maestro privado que vendrá a esta habitación a impartirle clases.
—No quiero —dije, sacudiendo la cabeza—. Me refiero a que quiero tener la clase como el resto de mis compañeros. Si me quedo aquí solo todo el tiempo me volveré loco.
—Como usted diga —dijo el oficial.
—Bueno, mientras tanto, te ruego que me traigas ramen que se me hace agua la boca —concluí.
—Sí, señor —dijo el oficial, sonriendo antes de salir de la habitación.
Cuando el oficial regresó horas más tarde, llevó distintos paquetes de ramen que me hizo agua la boca nada más verlos. Me lancé sobre ellos como un hombre hambriento, y no recuerdo cuánto comí, pero disfruté bastante mientras veía Netflix en la pantalla grande que habían instalado en mi habitación. Estaba contento, cómodo y relajado, sintiendo que por fin había encontrado un poco de paz en ese lugar.
Pero mientras comía y veía televisión, empecé a pensar en mi salud y mi bienestar. Si seguía comiendo ramen todos los días y no hacía ejercicio, engordaría en un abrir y cerrar de ojos. Y no quería eso. Quería mantenerme en forma, quería sentirme fuerte y saludable.
Así que pedí un gimnasio en casa, y al día siguiente, los oficiales fueron a instalarlo en una habitación contigua a la mía. Tenía todo lo necesario para mantenerme en forma: pesas, máquinas de ejercicio, una cinta de correr y hasta un saco de boxeo. Me sentí emocionado y agradecido.
Comencé a hacer ejercicio de inmediato, sintiendo el sudor y la adrenalina que me recorrían el cuerpo. Me sentí vivo, me sentí libre. Y cuando terminé, me duché y me senté en la cama, sintiendo que había encontrado un equilibrio perfecto entre la comodidad y la disciplina.
Mi nueva vida en la prisión era mejor de lo que nunca podría haber imaginado. Tenía comida deliciosa, entretenimiento y ejercicio. Y sobre todo, tenía la esperanza de un futuro mejor, gracias a Jimin y su influencia.
Los días y horas se pasaban volando, y antes de que me diera cuenta, ya había aprobado el examen de fin de cursos de bachillerato y me había graduado. Me sentí orgulloso y emocionado cuando me entregaron el diploma, y me tomaron fotografías con otros prisioneros que se graduaron junto conmigo, mis compañeros de clase. Todos sonreíamos y nos abrazábamos, celebrando nuestro logro.
Después de la graduación, aplicamos para estudiar como universitarios. Elegí administración de empresas, ya que Jimin me aconsejó hacerlo por medio del oficial. Me dijo que sería una excelente opción para mi futuro, y que me daría las herramientas necesarias para triunfar en el mundo empresarial.
Yo estaba como pez en el agua, los prisioneros me respetaban, hasta se podría decir que me tenían miedo. No volví a ver al hombre que me molestaba y se rumoreaba que había muerto a causa mía, aun así todo se mantenía en eso; rumores. Nadie se atrevía a hablar sobre el tema, y yo no quería saber nada más.
Mi nueva vida en la prisión era irónica. Era el rey de la prisión, yo no estaba encerrado, todos, incluso los oficiales estaban encerrados conmigo y eso me levantaba bastante el ego. Me sentía poderoso, me sentía invencible. Tenía todo lo que quería, y nadie se atrevía a desafiarme.
Los oficiales me trataban con respeto y deferencia, y los prisioneros me miraban con admiración. Me habían dado un apodo, "El Rey", y todos lo usaban para referirse a mí. Me sentía como si estuviera en un trono, gobernando sobre mi propio reino.
Aun así quería salir de la prisión algún día, y quería hacerlo con dignidad y respeto. Quería demostrar que incluso en el lugar más oscuro, podía encontrar la luz y triunfar.
Así que seguí adelante, estudiando y trabajando hacia mi futuro. Sabía que Jimin estaría orgulloso de mí, y que él estaría allí para apoyarme cada paso del camino. Y con esa idea en mente, seguí adelante, listo para enfrentar cualquier desafío que se me presentara.
—Mañana cumplo veinte años —dije caminando en medio de los asientos del aula—. Quiero que me canten feliz cumpleaños y un pastel de fresas.
—Pides muy poco, Jungkook —dijo Kuu, uno de mis compañeros. Era un hombre mayor, tenía cerca de cuarenta años y estaba ahí por cargos mucho peores que los míos.
—Soy una persona bastante humilde —dije sentándome en el escritorio.
—Díselo a tus zapatos de diseñador —dijo Víctor, un chico dos años mayor que yo.
—¿Quieres unos? —pregunté alzando las cejas—. Si vienes a mi habitación y me complaces puedo considerar darte un par.
Víctor se ruborizó.
—Estoy bromeando, aunque no crean estoy aquí por amor. —Suspiré.
—¿Por amor? ¿Ya nos vas a contar cuál fue tu crimen? —preguntó Lucas, él era diez años mayor que yo.
—No, no les contaré. Pero... —Me puse de pie de nuevo—. Tengo un novio tan hermoso que parece un ángel.
—Juraría que eres Hetero —dijo Kuu.
—Las apariencias engañan. —Sonreí—. ¡Oh profesora, ya llegó!
La profesora era una hermosa mujer de algunos treinta y cinco años. Ella era rubia, nunca nos dijo su nombre, pero parecía casada y olía muy bien.
—Siéntate Jeon.
—¿En tus piernas, miss?
—No me hagas sacarte del aula...
—Solo porque es amable le paso la amenaza, de lo contrario ya la hubiera despedido —le dije regresando a mi asiento.
—Comencemos, vamos a analizar el comportamiento de...
Y me perdí en mis pensamientos. ¿Qué estaría haciendo Jimin? ¿Dónde se encontraba? ¿En casa? ¿En la universidad? ¿Tenía novio? ¿Algún ligue? ¿Me olvidó?
—Por Dios Jungkook, Jimin te ama por eso tienes todos estos beneficios —murmuré.
—¿Qué dijiste Jeon? —preguntó la maestra y sonreí.
—Nada, solo repetía lo mismo que usted.
—Bien, centrémonos en la clase...
—Joven Park, es hora de leer el testamento —dijo el señor Lee, su voz seria y formal—. Tiene que ducharse y acompañarme.
Sentí un golpe en el estómago al escuchar esas palabras. No estaba listo para enfrentar la realidad de la muerte de mi padre. Me parecía que todo había sucedido demasiado rápido, demasiado repentino.
—Lo siento, yo... No tengo ánimos de hacerlo —respondí, tratando de evitar la conversación.
—Usted es el mayor beneficiado por ser hijo único —insistió el señor Lee—, así que no puede faltar.
—¡Es mi padre! ¡No quiero escuchar su absurdo testamento cuando me he quedado solo!
El señor Lee se acercó a mí y puso una mano en mi hombro.
—Señor, usted no está solo —dijo con suavidad—. Todavía tiene a su madre.
Me sentí un poco calmado por sus palabras, pero todavía no estaba listo para enfrentar la realidad.
—Señor Lee, espere afuera que ya salgo —dije finalmente.
El mayordomo salió de mi habitación y me cambié de mala gana, de verdad no quería ver el testamento de mi padre. Era difícil para mí haberlo perdido tan repentinamente en ese accidente de auto. Yo quería presentarle a Jungkook cuando saliera de prisión para que me diera su bendición con él y poder hacer una enorme boda, pero ahora todo se quedará en deseos.
Cuando bajé a la sala principal, mi madre se acercó a mí para besar mis mejillas, luego me tomó de la mano y nos sentamos juntos en la sala de estar. Su presencia me confortó un poco, pero todavía me sentía perdido.
El notario comenzó a leer el testamento y, como era de esperarse, todo quedó a mi nombre, excepto la casa, esa se la dejó a mamá, junto con una suma bastante grande de dinero. Me sentí abrumado por la responsabilidad que ahora pesaba sobre mis hombros.
Estar en esta situación me era complicado, yo era solamente un estudiante millonario y despreocupado, pero a partir de ese momento tenía que velar por los intereses de la empresa de papá.
—Joven Park, también le dejaron esta memoria —dijo el notario entregándome una memoria usb color negro en la mano—. Revísela en soledad, nadie más que usted puede ver el contenido.
Me sentí intrigado por la misteriosa memoria, pero no dije nada.
—Bien —murmuré.
—Tomará el control de la empresa cuando se gradúe, mientras tanto hay un directo ejecutivo asignado. No se preocupe por nada de eso, todo está solucionado —dijo el notario.
Me sentí un poco más tranquilo al saber que alguien experimentado estaría a cargo de la empresa hasta que yo estuviera listo para tomar el control.
—Bien —volví a murmurar.
La reunión terminó y me quedé solo en la sala, con la memoria usb en la mano y un montón de preguntas en mi mente. ¿Qué contenía la memoria? ¿Qué quería decir mi padre al dejármela? ¿Y qué pasaría con la empresa ahora que él no estaba?
—Ahí están los muertos de tu padre —dijo mamá acercándose a mí con mirada perdida.
—¿Muertos? Mamá. ¿Ya tomaste tus pastillas?
—¿Debería tomarlas? —me preguntó poniéndose de pie y yéndose a la cocina.
Negué con la cabeza porque en realidad me quedé solo, mamá estaba desquiciada, perdió la cordura muchos años atrás.
Cabizbajo subí a mi habitación para revisar la memoria, habían distintas carpetas con fechas, nombres extraños, pero abrí la que decía "El pecado de Jimin." ¿Mi pecado?
Hice click y la información que había ahí adentro me dejó boquiabierto.
Papá sabía lo que hice junto con Yoongi, él sabía acerca de la existencia de Jungkook.
Papá tenía evidencia de nuestro crimen. ¿Por qué no hizo nada para castigarme?
Tragué saliva nervioso al borrar la carpeta, después ingresé a distintos documentos.
Todos y cada uno de ellos guardaba un secreto de sus amigos, empleados e incluso de sus enemigos. ¿Qué clase de persona era papá?
Hice click en otra carpeta, esa tenía el año de nacimiento de mi padre y al abrirla me encontré con su biografía, con cada uno de sus secretos.
Papá era un mafioso.
Hizo crecer su fortuna con negocios ilícitos y la empresa era una fachada.
Y yo, acababa de convertirme en heredero de su empresa y en el nuevo jefe de la mafia sur coreana.
Parecía una película de Hollywood.
—Me encanta —susurré sonriendo de oreja a oreja.
Actualización doble porque es mi cumple y estoy feliz🫶🏻
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