💦Capítulo 7-Eres mi criminal💦
Jimin se acercó a la puerta para asegurarse de que tuviera seguro, después sus ojos brillaron al ver los míos y comenzó a deslizar el cierre del overol naranja que llevaba puesto, acarició mi abdomen con sus delicados dedos y depositaba dulces y feroces besos en mi cuello. Sentía amor en sus caricias, pero también muchísimo deseo.
Le ayudé a desvestirme y cuando quede desnudo del torso me soltó y apretó los puños al mismo tiempo que negaba con la cabeza.
—¿Quién te ha estado golpeando, mi niño?
Mi estómago se revolvió, Jimin me estaba hablando de manera tan cariñosa. ¿Lo hacía porque de verdad me amaba o era porque estaba saldando su deuda y cargando con sus pecados? Sacudí mi cabeza haciendo a un lado esos pensamientos intrusivos, era obvio que me amaba porque de otro modo no hubiera venido a visitarme. No estaríamos aquí, juntos.
—El primer día me tocó estar en la celda con el jefe de la cárcel. Al parecer le di mala impresión y me ha estado molestando desde entonces.
—¿Él te hizo la herida en la mejilla y te golpeó? —Negué con la cabeza.
—Lo hizo alguien más bajo sus órdenes. —Los ojos de Jimin se llenaron de lágrimas, pero no estaba triste, estaba furioso—. No lo volverá a hacer, te lo aseguro.
—No hablemos de eso, mejor dime. ¿Cómo están las cosas allá afuera? ¿Tú estás a salvo de cualquier investigación?
—Sí, todo gracias a ti. —Me tomó de la cintura con fuerza, mis bellos se erizaron ante su agarre—. Ni en mil vidas podré pagarte lo que estás haciendo.
—No espero ningún pago, cariño. —Sonreí con sinceridad.
—Y eso te hace mucho más valioso para mí.
Siguió deslizando el cierre de mi overol y yo le arranqué los pantalones con dedos hábiles, giré su cuerpo y sus manos se sostuvieron de la pared. Mi miembro erecto estaba desesperado por poseerlo, por recordarle que aunque no estuviéramos juntos físicamente era mío para siempre, que yo era suyo y que mi gran amor por él era la causa de mi sacrificio.
Cubrí su boquita con mi mano antes de introducirme en su interior para evitar hacer un escándalo y que nos descubrieran, él me mordió y yo disfruté de su calidez.
Entraba y salía, un frenesí de sensaciones y gritos contenidos en aquella lavandería dentro de la cárcel. No esperaba ni en un millón de años llegar a estar en esa situación, preso y con un hermoso joven millonario a mi merced mientras le daba placer.
Mi rubio logró quitar mi mano de sus labios y escuché su risa.
—¿Por qué la risa?
—Estamos... Cogiendo... En prisión.
Sonreí, después salí de su interior y lo giré hacia mí. Él no protestó cuando me alejé para acercar una silla y sentarme con las piernas abiertas para invitarlo a sentarse encima mío.
Se sentó con cuidado mordiéndose los labios al sentir mi deliciosa longitud. Pegó su frente con la mía y le di un dulce beso.
—Jimin, ya no quiero que vuelvas a venir.
—¿Qué dices? —preguntó quedándose quieto, ambos nos quedamos quietos, pero yo seguía en su interior.
—Este lugar es peligroso, yo he sido condenado a veinte años. No puedo estar contigo, quiero terminar con nuestra relación y...
—No digas estupideces. —Colocó sus manos en mis hombros—. Yo... —Comenzó a dar leves saltos encima mío—. Si no quieres verme no vendré más, pero te aseguro que voy a sacarte de este lugar y cuando lo haga te daré la mejor mamada de la vida. Así que espera por mí.
—¿Cuanto? ¿Veinte años? —Sonreí jadeante—. Seremos viejos, estudia, conviértete en aquello que quieres ser y olvida a este asesino...
—Tú no eres un asesino —susurró en contra de mis labios.
—Ahora lo soy por ti —contesté de la misma manera.
—Te odio... —masculló con ojos llorosos y lo tomé de la cintura moviéndome en círculos dentro suyo.
Comencé a besar su cuello y a morder su piel con suavidad, dejé marcas sutiles y a propósito para que allá afuera me recordara un par de días más.
Las piernas de Jimin temblaban avecinando su orgasmo, sintiendo el placer hasta lo más profundo de su ser. Eyaculé en su interior, y él eyaculó casi al mismo tiempo sintiendo sus propios fluidos resbalar por sus costados debido al movimiento de las embestidas que seguían desenfrenadas.
A pesar de estar en prisión me sentí glorioso, dichoso y bendecido. Dejé caer mi cabeza hacia atrás al mismo tiempo que las lágrimas de Jimin escurrían por su rostro.
Ambos respirábamos cansados, yo estiré mis manos para acunar el rostro de Jimin, limpiando cada una de sus lágrimas. No me gustaba verlo llorar, lo detestaba.
—No llores.
—Entonces no termines conmigo —susurró y sonreí.
—Soy un criminal.
—Eres mi criminal —dijo con ojitos enamorados y asentí con la cabeza.
—Bien, yo te seré fiel aquí adentro así que espero lo mismo de ti allá afuera... Aunque si un día conoces a alguien que haga palpitar tu corazón y que haga el amor mucho mejor que yo, entonces eres libre de hacerlo. No te sientas atado a mí.
Sonrió al mismo tiempo que sorbía sus mocos y se limpiaba la cara con el torso de la muñeca.
—No te olvidaré nunca, eres mío Jeon, totalmente mío.
—Sí, soy tuyo hasta el día que tú quieras.
—Imbécil. —Le di dos toquecitos en los muslos para que se pusiera de pie y entendió de inmediato.
Me puse de pie para tomar alguna prenda recién lavada de la lavandería, después regresé para limpiar el abdomen de Jimin, él intentó quitarme la toalla, pero no deje que lo hiciera, al ver que no podría conmigo se rindió. Una vez limpio comenzamos a vestirnos.
Él con su traje y yo con mi overol.
—Te quiero Jungkook, mucho.
—Eso ya se sabe, mi Jimin. —Lo abracé con fuerza oliendo su cabello.
—Voy a hacer pagar al tipo que te lastimó.
—Si lo haces enojar me irá peor aquí en la cárcel.
—No lo haré enojar, voy a aniquilarlo.
Sonreí, alejándome de él y cruzando los brazos.
—No pagaré doble condena, mi niño.
—Y no lo harás. —Sonrió de oreja a oreja—. Déjamelo a mí.
—Y a todo esto... ¿Cómo entraste?
—El dinero hace milagros. —Tomó mis manos entre las suyas—. No estás solo, yo te convertiré en el rey de este lugar.
—No me interesa el reinado en prisión, solo quiero que seas feliz allá afuera.
—Lo seré siempre y cuando tú estés bien.
Luego de un par de besos húmedos más, nos separamos con renuencia. Yo salí de la lavandería custodiado por el mismo oficial que me había llevado allí, pero esta vez no me sentía ansioso ni temeroso. Porque acababa de ver a Jimin y eso me llenaba de paz.
El oficial no me llevó a mi antigua celda. En su lugar, me condujo a una distinta, una que parecía pertenecer a un hotel de lujo más que a una prisión. Me llevó a una celda que tenía un colchón cómodo, con sábanas blancas y suaves, e incluso una mesita de noche con golosinas y un frigobar.
—¿Qué es este lugar? —pregunté al entrar a la habitación que incluso tenía aire acondicionado y una ventana con vista al jardín donde jugaban básquet ball.
—Su nueva celda, señor —dijo el oficial, con una reverencia.
—¿Señor? —cuestioné sorprendido. ¿Qué había cambiado?
—Órdenes de arriba —respondió el oficial, sin mirarme a los ojos—. Que tenga buena noche.
Me quedé sin palabras. ¿Jimin había hecho eso? ¿Había utilizado su influencia para mejorar mi situación? Me sentí emocionado y agradecido.
Me dejé caer en la cama, feliz por primera vez luego de mucho tiempo. Pude descansar el cuerpo, relajarme y disfrutar de la comodidad. Nada mejor que dormir en una cama cómoda después de follar con mi novio.
Sonreí al recordar los momentos que habíamos compartido en la lavandería. Jimin siempre sabía cómo hacerme sentir especial, cómo hacerme sentir amado. Y ahora, esta celda era un recordatorio de su protección.
Me acosté y cerré los ojos, sintiendo la suavidad de las sábanas y el calor del colchón. Por primera vez en mucho tiempo, me sentí en paz.
Sonreía con malicia al verlo suplicar por su vida con la mirada. ¿De verdad creía que iba a detenerme luego de haber iniciado con esto?
—¿Sabes por qué estás aquí? —le pregunté y negó con la cabeza—. Resulta que lastimaste a alguien que... Quiero mucho.
Le pedí a uno de mis guardias acompañantes que le quitaran la mordaza, yo no iba a tocarlo. Que asco me daba.
—¡Señor, yo he estado en la cárcel desde hace cinco años!
—Resulta que mi novio entró hace un mes y no me gustó para nada verle su hermoso rostro lastimado.
—¿Habla de Jeon? —preguntó mirándome a los ojos con terror mientras extendía mi mano para que uno de mis guardias me entregara la revólver.
—Sí, alto, dulce y apuesto. —Sonreí—. Debiste pensar dos veces antes de lastimarlo.
—¡Te lo suplico, no me mates yo te prometo que cuidaré de él allá adentro!
—No me hables de tú, claramente hay diferencias sociales y de poder entre nosotros. Desátenlo.
—Sí, señor —dijeron mis guardias y lo desataron.
—Te daré una oportunidad de enmendar tus errores.
—¡Haré lo que sea, señor! —contestó en medio de lágrimas mientras mis hombres lo desataban.
—Arrodíllate y besa mis pies.
Él me miró perplejo, pero después tragó saliva y se arrodilló besando la punta de mis zapatos.
—¿Vieron qué fácil es hacer que un matón se humille? —le pregunté a mis guardias—. Lástima que la herida que dejaste en mi novio no podrá repararse. —Chasqueé la lengua—. Te habría perdonado si lo hubieras golpeado y ya, pero ahora tendré que ver esa triste cicatriz cada vez que lo bese.
—¡Señor, perdón! —suplicó.
Sonreí apretando los labios y le disparé directo en la frente. Estaba hecho, vengué a mi novio.
—Quemen el cuerpo, no tiene familiares que lo reclamen —le dije a mis hombres.
—¡Sí, señor! —mis hombres obedecieron.
Era obvio que yo podría salir de cualquier problema que me involucrara con asesinatos porque tengo bastante dinero, sin embargo ver que Jungkook me cubría las espaldas me parecía adorable, un acto verdadero de amor. Me gustaba sentirme amado, me gustaba sentir que tenía a alguien que no dudaba en tragar mierda por mí.
Es por eso que me enamoré de Jungkook, aun después de haberlo engañado. Tenía que terminar con todo ese lío para tener todo listo para cuando saliera de prisión. Necesitaba mejorar mi estatus y mi poder, necesitaba entregarle un mundo en sus manos porque estaba sacrificando el suyo por mí.
Le entregué la revólver a uno de mis hombres, él de inmediato la desinfectó y la quemó junto con el cuerpo de aquel tipo. Salí de la cárcel por la puerta de atrás y me subí al vehículo que me estaba esperando. Ahí estaba Min Yoongi esperándome.
—¿Y? ¿Terminaste con él? —preguntó sin verme a los ojos.
—No —contesté al sentarme en el asiento del copiloto.
—¿Qué acabas de decir? ¿Estás bromeando?
—¿Tengo cara de payaso? —Alcé las cejas.
—Teníamos un plan, Jimin.
—Pues cambio de planes, Jungkook es lindo. —Sonreí.
—¿Lindo? Es un pobretón insignificante. —Apretó el volante, el automóvil seguía apagado.
—Cuando salga de prisión será mi esposo.
—¿Qué acabas de decir? —cuestionó indignado.
—Se sacrificó por mí.
—¡Por nosotros! —gritó furioso.
—No grites, me harás enojar —dije colocándome el cinturón de seguridad porque la seguridad es importante.
—Dime que es un estúpido juego de celos.
—No. —Encorvé los hombros—. Incluso follé con él allá adentro, fue tan... ¿Cómo decirlo? Exquisito y criminal, me sentía en una película de Hollywood.
—Eres un desquiciado.
—Pero no soy tu desquiciado. —Sonreí sacando mi teléfono del bolsillo—. Por cierto, terminemos yo soy un novio fiel.
—Novio fiel mis cojones... —masculló entre dientes.
—Terminemos Yoongi, eres hermoso y te quiero, pero tú preferiste culpar a alguien por tus crímenes en lugar de aceptar la culpa.
—Yo te amo, estoy aquí contigo Jimin. Por eso buscamos a Jeon, por eso hicimos lo que hicimos por... ¡Para estar juntos, carajo!
—En ese momento creí que sería lo mejor, pero mi corazón noble de pollo quiere pertenecerle únicamente al hombre tras las rejas.
—Voy a matarlo.
Me relamí los labios, después lo tomé con fuerza de la camisa.
—Tú lo tocas y yo expongo tu crimen. Jungkook ha llegado demasiado lejos creyendo que salvaba mi trasero, pero en realidad te estaba salvando a ti, asesino de mierda. Así que estás en deuda con él tanto o más que yo.
—¿Y si se entera de la verdad? —preguntó titubeando.
—No debería, yo no le diré nada. Espero que tú tampoco lo hagas.
—Soy libre gracias a él... —Suspiró—. Así que estoy bien con eso.
—Bien, llévame a casa y no vuelvas a buscarme nunca más. ¿Entiendes?
—¿Vas en serio con Jeon, eh? —preguntó encendiendo el motor del automóvil.
—Ya te dije que es lindo, daría todo por mí. Eso me derrite.
Pude ver de reojo que rodó los ojos.
—Ah por cierto, acabo de grabar esta conversación y confesaste tu crimen. Más vale que no molestes o lo entregaré a la policía —dije mostrándole mi teléfono que seguía grabando nuestra conversación.
—Bien. —Pisó el acelerador.
O M A I G A DDDDDDDDD!!!
Jimin es un loquito en este fanfic😭
¡¡¡ME ENCANTA!!!
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro