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💦Capítulo 6-Condena💦

El primer día en prisión fue un infierno. Me dieron una paliza brutal, pues resulta que me metí con el manda más de mi celda. No fue intencional, solo estaba tratando de defender mi espacio, pero pareció que había desafiado al rey de la cárcel. Me golpearon hasta que caí al suelo, y luego me patearon hasta que perdí la cuenta de los golpes.

Me dormí llorando, sintiendo que me dolían las costillas a causa de los golpes. Cada respiración era un suplicio, y cada movimiento me hacía sentir como si estuviera siendo golpeado de nuevo. Pero nunca sentí una gota de arrepentimiento. No, porque estaba ahí por gusto, estaba ahí para ayudar a Jimin.

Él no hubiera soportado esos golpes, era muy frágil y delicado. Su belleza y su elegancia eran solo una fachada, detrás de la cual se escondía una persona vulnerable y sensible. Yo sabía que no hubiera podido sobrevivir en un lugar como ese, rodeado de criminales y violentos.

Pero yo sí podía soportar todo eso y más. Me había endurecido en la vida, había aprendido a defenderme y a no mostrar debilidad. Y estaba dispuesto a hacerlo por Jimin, por el hombre que había cambiado mi vida para siempre.

Mientras yacía en mi catre, escuchando los sonidos de la prisión, pensé en Jimin. Me pregunté si estaría bien, si estaría pensando en mí. Me pregunté si valdría la pena todo esto, si mi sacrificio sería recompensado.

Y entonces, sonreí. Porque sabía que sí, que valdría la pena. Porque sabía que Jimin era mi todo, y que haría cualquier cosa para protegerlo.

Cerré los ojos y me dejé llevar por el dolor y la fatiga. Mañana sería otro día, otro día en la prisión. Pero estaría listo. Estaría listo para enfrentar cualquier cosa, por Jimin.

La oscuridad de la celda me envolvía como un manto pesado, pero fue el dolor punzante de una navaja cortándome en la mejilla lo que me despertó de mi letargo. La sensación fue como un rayo que me recorrió todo el cuerpo, dejándome sin aliento. Me toqué la mejilla y sentí la sangre caliente que brotaba de la herida, cerca del ojo, en el pómulo.

Miré a mi alrededor, intentando ubicar al responsable, pero la oscuridad era total. Sin embargo, sabía que era obra de uno de los prisioneros, alguien que había recibido órdenes del rey de la cárcel. La marca en mi mejilla era un mensaje claro: no debía dirigirme la palabra a nadie.

Al día siguiente, los médicos de la cárcel me suturaron la herida sin decir una palabra. Todos sabían que dentro de aquellos muros reinaba el caos y la violencia. La indiferencia de los médicos era solo una muestra más de la desesperanza que se respiraba en el aire.

—¿Mala noche? —preguntó el doctor cuando terminó de coserme, su voz neutral.

—Dicen que pudo ser peor, pero pienso que fue mentira —respondí, mordiéndome los labios para contener el dolor.

—¿Por qué estás aquí? No pareces un... Bueno, eres joven —dijo el doctor, mirándome con curiosidad.

—Asesiné a un chico —dije, la palabras saliendo de mi boca como un susurro.

El doctor asintió, sin sorprenderse.

—Ya veo. En tu próxima visita familiar, pídele a tu familia que de alguna manera te de dinero.

—¿Por qué? —pregunté, confundido.

—Créeme que un par de wones no te hará daño aquí adentro —dijo, sonriendo—. Y para evitar que te maten a golpes, necesitarás dinero.

—Pero el dinero no está permitido, no pueden ingresarlo —protesté.

—Estamos en Corea del Sur, todo es posible —dijo el doctor, con una sonrisa sarcástica—. Y aquí, el dinero es poder.

Sentí un golpe en el estómago al recordar que mi familia me había abandonado.

—Uy, esa información sería valiosa, pero mi familia me ha abandonado —dije, intentando contener la emoción.

—Lamento escuchar eso —dijo el doctor, poniéndose de pie y quitándose los guantes—. Entonces trata de no hacer enojar a los prisioneros.

—Lo intentaré —murmuré, sintiendo la desesperanza crecer en mi interior.

Todos me odiaban. La marca en mi mejilla era un recordatorio constante de que no era bienvenido en aquel lugar. La soledad y el miedo se apoderaron de mí, y supe que debía encontrar una manera de sobrevivir en aquel infierno.

Pero no se me ocurría ninguna manera de hacerlo.

Los días siguientes fui blanco de burlas, insultos y golpes. Incluso estaba más delgado porque me quitaban mis porciones de comida. La desesperanza y la soledad se apoderaron de mí, y empecé a perder la esperanza de que alguien se dignara a visitarme.

Pero llegó el fin de semana, el día de las visitas. Yo sabía que nadie iría a visitarme, mis padres habían dejado bien claro que me repudiaban cuando me dejaron a mi suerte el día que me entregué a la policía. Los respetaba por eso, puedo imaginar la decepción que sentían por mí en aquel momento.

Estaba en el jardín de la prisión viendo como mis compañeros eran llamados uno a uno porque sus familias y amigos iban a visitarlos, pero yo estaba sentado en una banca mirando a un grupo jugar baloncesto. Sin embargo, el guardia llamó mi nombre, aunque al principio creí que había escuchado mal.

—¡Jeon Jungkook! ¡¿No vas a tomar tu visita??

Me puse de pie nervioso, por supuesto que tomaría la visita. Mi madre siempre tuvo un buen corazón, así que supuse que sería ella. El guardia me colocó unas esposas que apretaban mi piel y dolían bastante, no me quejé porque ya estaba bastante acostumbrado al dolor.

Así que avancé en silencio siguiéndolo. —Tendrás media hora para conversar, pero si quieres dejar la charla antes puedes hacerlo.

—Entiendo, pero oficial. ¿Quién ha venido a verme?

—Lo verás cuando llegues, no tengo idea.

—Oh... Crucé los pasillos y puse mis huellas en una libreta, también apunté mi nombre y la hora en la que entré al comedor de visitas para encontrarme con la única persona que se dignó a visitarme.

Escanié con la mirada cada mesa, pero no había nadie conocido. Tal vez era una confusión.

—¡Joven Jeon! Esa voz la conocía de algún lado. ¿De dónde?

Me acerqué al hombre sentado en una de las mesas, al verlo de cerca lo reconocí, era uno de los guardaespaldas de Jimin.

¿Qué hace aquí? ¿Jimin lo mandó a buscarme? ¿Por qué no vino personalmente?

—Ho...Hola —dije al sentarme.

—El amo Jimin, no pudo venir por obvias razones.

—¿Cuáles son esas razones? —pregunté y él sacó una lonchera.

—Me dijo que su comida favorita son las hamburguesas.

—Lo son...

—Coma. —Sonrió y tomé la lonchera para ver el interior, había una enorme hamburguesa, de inmediato se me hizo agua la boca.

—El joven Park no pudo venir porque si su padre o los medios toman fotografías de él aquí puede meterlo en problemas.

—Comprendo...

—Pero quiere que sepa que lo estará esperando allá afuera.

Miré la hamburguesa y le di un enorme mordisco.

—¿Va a esperarme veinte años? —cuestioné con comida en la boca—. Yo no me esperaría, dígale que haga su vida, yo estaré bien, puedo arreglármelas solo.

—¿Seguro? Estoy viendo una enorme herida en su pómulo. ¿Qué le pasó?

—Al parecer me metí con el rey de la cárcel. —Sonreí—. El primer día y metí la pata... —Me reí, intentando ocultar la vergüenza.

El guardaespaldas me miró con seriedad.

—El amo Jimin no se rinde fácilmente. Él cree en ti.

—¿Qué? —Me sorprendí.

—Sí, cree que puedes salir de aquí y empezar de nuevo.

Sentí un golpe en el corazón. Ni mi familia creía en mí, incluso llegue a creer fugazmente que Jimin se había olvidado de mí.

—Gracias —dije, intentando contener la emoción.

—No hay de qué, joven Jeon. Ahora coma, que no volveré hasta el siguiente mes.

—¿Volver?

—Tengo órdenes de visitarlo en cada oportunidad, el amo Jimin no está presente, pero yo soy sus manos, ojos y labios.

—¿Labios? —pregunté alzando las cejas—. ¿Va a besarme, señor?

Él sonrió negando con la cabeza.

—No es tan afortunado, joven Jeon.

—Eso lo supe desde el día que fui condenado veinte años.

Luego de varios chistes malos más, terminé mi hamburguesa y terminó la hora de la visita. Me despedí del guardaespaldas de Jimin, agradeciéndole por la visita y la comida. Regresé a mi celda, me quedé en la cama de baja calidad y miré el techo perdiéndome en mis pensamientos. La conversación con el guardaespaldas había despertado esperanzas en mí, y empecé a soñar con un futuro mejor.

Pero pronto me quedé dormido, agotado por el estrés y la falta de sueño. Me despertaron los golpes en la celda de un oficial, mis compañeros se quejaron y protestaron, pero yo me levanté rápidamente, sabiendo que no era momento para discutir.

Miré el reloj en la pared y ya era de noche. Me había perdido la cena por quedarme dormido. Mi estómago gruñó en protesta, pero no tenía tiempo para pensar en eso ahora.

—Jeon, sígueme —dijo el oficial, su voz firme y autoritaria.

Yo estaba asustado, pero obedecí. Salí de la celda mientras que mis compañeros se burlaban de mí haciendo el sonido de un ladrido de perros. No sabía lo que me esperaba, pero estaba muy nervioso. ¿Qué había hecho mal esta vez?

Caminamos por un largo pasillo, las luces fluorescentes iluminando el camino. El oficial no dijo nada, solo me guió hasta la lavandería. Estaba en un área apartada de la prisión, y no entendía por qué me llevaban allí.

Al llegar a la puerta, el oficial me dijo que entrara. Obedecí y entré, quedándome petrificado cuando miré al otro lado y vi al dueño de mis sacrificios. Jimin estaba allí, su rostro serio y su mirada intensa.

Mi corazón se detuvo.

¿Cómo ha llegado hasta aquí? ¿Estoy soñando?

Me sentí como si estuviera en un sueño, y no podía creer que estuviera frente a él.

Jimin dio un paso adelante, y yo me sentí como si estuviera hipnotizado. No podía moverme, no podía hablar. Solo podía mirarlo, y sentir el peso de mis emociones.

Se puso de puntillas, sus delicados dedos acariciando la herida de mi pómulo con una suavidad que me hizo estremecer. Su ceño fruncido, parecía furioso, sus mejillas enrojecieron y su nariz se ensanchó, revelando una emoción intensa que me hizo sentir vulnerable.

—¿Quién te hizo eso? —preguntó con voz gruesa y hasta cierto punto aterradora, su tono resonando en mi pecho.

Tragué saliva, y sonreí ligeramente, intentando calmar la tormenta que se desataba en su interior. Tomé su manita con la mía, sintiendo su calor y mirándolo a los ojos, que brillaban con una intensidad que me hizo sentir desnudo.

—Jungkook... —repitió, con su voz llena de urgencia—. ¿Quién te lastimó?

—Eso no importa —dije, intentando restar importancia al asunto—. Estás aquí. Eso es lo único que importa.

Jimin me miró fijamente, su expresión una mezcla de dolor y alegría. Supe que no iba a dejar que la cuestión se quedara así, que iba a encontrar al responsable y hacer justicia.

Pero en ese momento, no me importaba. Lo único que importaba era que estaba allí, conmigo, y que lo amaba tanto como él me amaba a mí.

Entonces lo abracé con fuerza, sintiendo su cuerpo cálido y su corazón latiendo contra el mío. Él me abrazó a mí también, su agarre firme y protector.

Por un momento, olvidé el dolor y la violencia que me rodeaba. Olvidé la prisión y las cadenas que me separaban de la libertad. Solo estábamos nosotros dos, en un abrazo que parecía contener todo el universo.

—Te amo —susurré en su oído.

—Te amo más —respondió, su voz apenas audible.

Y en ese momento, supe que nada podría separarnos. Nada podría romper el lazo que nos unía porque estábamos atados por más que un secreto, estábamos atados por amor.

JAJAAAAAAYYYYY ESTO CONTINÚA, SE PONDRÁ BUENA LA COSA!!!

Oigan subasta de omegas mi fanfic favorito no está en wattpad y estoy triste pero no derrotada!!!! Así que pelearé para traerlo de regreso yyyyyyyy lo subiré a inkitt mientras se resuelve este asunto.

Muchas gracias a todas y todos por el apoyo!!! Rendirse nunca es una opción.

Las chicas del grupo de WhatsApp saben que andaba colérica y diciendo barbaridades, pero ya me calmé y regresamos a la normalidad ajgdjskqowhsk esta alfa está calmada 😌

Fotito de mi bello y hermoso Jungkook con la carita lastimada😭

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