💦Capítulo 23-Secreto💦
Los días siguientes, Bam estuvo internado en la clínica, recuperándose de su herida. Jimin y yo lo visitábamos con frecuencia, llevándole juguetes y tratando de levantarle el ánimo. Era como si fuéramos padre, madre y Bam nuestro hijo. Una pequeña familia de tres, unida por lazos de amor y lealtad.
Esa sensación de familia me hizo desear tener un hijo propio, pero naturalmente era imposible. Aunque habíamos hablado sobre la posibilidad de adoptar, todavía no habíamos tomado una decisión al respecto.
Cuando Bam finalmente fue dado de alta, lo llevamos a nuestra mansión, donde se instaló en su lugar favorito en el sofá. Al verlo correr por el jardín, Jimin y yo decidimos que era hora de tomar una medida de seguridad adicional. Fuimos a que nos pusieran el chip rastreador en nuestras nucas, lo que nos permitiría saber en todo momento dónde estaba el otro. A su vez, le compramos a Bam un collar rastreador para mantenerlo bajo nuestro cuidado.
Yo sabía la ubicación de Jimin todo el tiempo, y él la mía. Pero ninguno de los dos teníamos problema con eso porque confiábamos el uno en el otro. Sabíamos que podíamos contar el uno con el otro en cualquier situación.
Pero a pesar de la confianza que teníamos, no podía evitar sentir que Jimin me ocultaba algo. Podía ver en sus ojos el engaño, aunque no era precisamente una infidelidad. Yo sabía que tal vez Jimin también tenía un sucio secreto, pero no podía imaginar qué podría ser.
¿Qué me ocultaba mi Jimin? ¿Algo relacionado con su pasado? ¿Algo que podría cambiar nuestra relación para siempre? No podía dejar de pensar en esas preguntas, y sabía que tenía que encontrar respuestas. Pero ¿cómo? ¿Y qué pasaría cuando finalmente descubriera la verdad?
—¿En qué piensas? —preguntó Jimin.
—Me gustaría adoptar.
—¿Otro perro? —preguntó alzando las cejas.
—Un niño, o niña, como prefieras. ¿Crees que podremos?
—Somos los reyes de Corea del Sur. Por supuesto que podemos.
—¿Reyes? —pregunté sonriendo.
—Manejamos el comercio y la mafia. Las autoridades se deben a nosotros, tenemos la ciudad controlada. Por supuesto que somos los reyes.
—¿Tú eres mi consorte o yo soy la reina? —Soltó una carcajada.
—Creo que ambos somos los reyes, no hay consorte —dijo colgándose en mi cuello.
—Yo creo que tu eres la reina —susurró—. Tus gritos en la cama lo confirman.
—¡Jungkook! —chilló en medio de risas.
—Por cierto. ¿Viste la noticia? —pregunté refiriéndome a la nota en el periódico acerca del suicidio de Taehyung.
—Mmm, no. ¿Qué noticia? —Tragó saliva al apartarse de mí.
—Taehyung se suicidó, dicen que dejó una carta lamentándose de la muerte de su esposo. Lo que me pareció raro porque aunque se lamentó aquel día en la isla parecía quererlo muerto. —Miré a mi esposo con ojos entrecerrados, tal vez él sabía más acerca de eso.
—Bueno... Ellos se conocen desde infantes, tal vez le afectó. —Se lamió los labios, luego me abrazó por la cintura—. Si te pierdo a ti, también me suicidaria.
—La relación de esos dos no era como la nuestra. —Besé su frente—. Mientras Yoongi te amaba a ti, Taehyung amaba a Yoongi. Lo nuestro es recíproco.
—Bueno, bueno. No quiero hablar de los muertos. —Suspiró—. Entonces. ¿Quieres adoptar una niña? Sería la princesita de Corea del Sur.
—Me gustaría.
—Puedo hacer un par de llamadas a algún orfanato y...
—Busquémosla juntos —dije—. Una niña que nos necesite, cambiemos su vida.
—Me agrada la idea. Además, me gusta que dentro de ti todavía exista la bondad del jovencito de dieciocho años que conocí...
—Bueno, no soy para nada igual. —Entrelacé mis dedos con los suyos—. He cambiado, ambos cambiamos.
—Lo sé. —Suspiró.
Mi teléfono comenzó a timbrar, era Taemin. Cómo Taehyung murió la organización que estaba a su cargo quedó sin liderazgo, entonces era mi momento para tomarla y tenerla bajo mi nombre. Un evento desafortunado que curiosamente me beneficiaba.
—Jimin... —Susurré al finalizar la llamada.
—¿Sí, amor?
—¿Tuviste algo que ver con la muerte de Taehyung?
—Creo que... ¡Iré a echarle leña a la chimenea!
—¡Hey! —Lo tomé del brazo con fuerza—. Sin mentiras, quedamos en eso.
—No lo maté precisamente yo... —murmuró y le solté el brazo.
—¿Lo hiciste porque fue mi cómplice? —cuestioné medio indignado.
—No... —Sonrió—. A decir verdad le tenía ganas, pero él fue quien le disparó a Bam. —Sonrió con malicia—. Tenía que castigarlo.
Me senté en el sofá con las piernas abiertas, invitándolo a sentarse encima de mí, él captó la indirecta.
—Bueno, yo también tengo un secreto, sabía que me ocultabas algo, por eso no te lo quería contar...
—¿Qué cosa? ¡Jungkook! Dime ahora mismo...
—Hazme venir y te cuento...
—No. —Se cruzó de brazos—. Si no me cuentas no probarás mi cuerpo. —Sonreí.
—Puedo tomarte a la fuerza.
—Puedes, pero no lo harás. Ya cuéntame. —Apretó la quijada.
—Mejor te muestro, levántate y sube a la motocicleta. Daremos un viaje, un viaje justo como comenzó nuestra historia.
—¿De qué hablas? —preguntó al ponerse de pie.
—Iremos a la antigua casa de mis padres.
Si quería que nuestra relación se basara en la confianza tenía que contarle a Jimin lo que había sucedido exactamente el día de la isla, y para hacerlo necesitaba llevarlo a mi casa porque ahí estaba la más grande prueba de mi venganza.
Ambos subimos a la motocicleta, en esta ocasión él atrás de mí, abrazando mi espalda con sus brazos delgados. Conduje con precaución y en el trayecto disfrutamos de las luces y del viento.
Cuando llegamos a la antigua casa de mis padres le ayudé a bajar, lo tomé de la cintura y le di un beso largo y apasionado. Quería decirle que lo amaba con ese acto, quería que no cambiara su forma de ser conmigo luego de descubrir lo que estaba haciendo.
—Te amo, Jimin —dije tomándolo de las mejillas.
—También te amo.
—Lo que hay adentro es... —Suspiré—. Si me pides que deje de hacerlo, lo haré.
—Ay Jungkook. ¿Tienes gente secuestrada?
—A-algo así...
Lo tomé de la mano, después lo arrastré al interior de la casa. Ahí habían dos de mis hombres, ellos nos dejaron acceder al vernos, les pedí un arma, me la entregaron con facilidad. Jimin me acompañó hacia el sótano, al llegar lo miramos al mismo tiempo.
Estaba esposado de los pies y de las manos, no podía escapar, pero he de admitir que tenía ropa limpia. Además le llevaba comida tres veces al día. No sufría, simplemente estaba encerrado, encerrado al igual que yo lo estuve durante diez años.
—Jimin... —susurró, sus ojos se estaban llenando de lágrimas—. ¡Sácame de aquí, Jungkook está loco!
—¿Yoongi no murió? —preguntó sin voltear a verme, estaba mirando a Min.
—Fue fácil engañar a Taehyung.
—¡¿Muerto?! ¿Taehyung piensa que estoy muerto? —preguntó Min, desesperado.
—¿Cuál es tu plan con Yoongi acá? —preguntó girándose para verme, no parecía afectado.
—Tenerlo aquí diez años, así como yo estuve en prisión por su causa.
—Ya veo... —susurró.
—Tiene las tres comidas y lo tratan bien los guardias, con respeto.
—¡¿Bien?! ¡Esos imbéciles me bañan con agua fría, no tengo privacidad, no tengo entretenimiento, estoy volviéndome loco con este encierro! —gritó al acercarse a nosotros, pero lo apunté con mi arma.
—No te acerques —le dije—. El mundo piensa que estás muerto, si disparo nadie notará tu ausencia.
—Pues mátame.
—No —dijo Jimin—. Tienes que vivir aquí diez años, es un trato justo,
—¡¿Y luego qué?! ¡Van a matarme de todos modos! —gritó furioso.
—Eso dependerá de Jungkook —dijo tomando mi mano y poniéndose un poco atrás de mí—. Él decidirá qué hacer contigo.
—Jimin, somos socios... ¡Éramos amigos, éramos amantes!
—Vámonos —susurró Jimin jalándome hacia la salida.
—Bien.
Salimos de la casa, nos subimos a la motocicleta y regresamos a nuestra casa. Jimin se fue directo a la cama, ninguno de los dos hablamos. ¿Estaba molesto? ¿Qué pensaba acerca de Yoongi? ¿Sentía pena? ¿Quería salvarlo?
Me puse el pijama y me acosté con cuidado a su lado, luego se volteó, dándome la espalda.
Estaba molesto.
—Jimin, lo siento. ¿Quieres que lo libere? Lo haré, solo hago una llamada y...
—¿Por qué me ocultaste algo como esto? —preguntó molesto—. No me importa Yoongi, pero... ¿Dónde quedó la confianza?
—Bueno, tú me ocultaste lo de Taehyung...
—Ash. —Se cubrió con la sábana—. ¡No me vuelvas a mentir! —gritó.
—Tú tampoco...
Se descubrió el rostro y se giró para verme.
—Mátalo. —Me pidió—. Luego de los diez años, mata a Yoongi, si se queda libre procurará vengarse.
—Como órdenes.
—Si me vuelves a mentir no voy a reaccionar de buena manera, Jungkook.
—De acuerdo, no volveré a mentirte. Lo prometo, peor tú también prométeme algo.
—¿Que no te mienta? De todos modos descubres mis intentos de mentiras todo el tiempo —se quejó.
—No, prométeme que no vas a dejarme, que te quedarás a mi lado para siempre. Porque te juro que si me cambias por otro hombre voy a matarlo. —Sonrió.
—Amor, no te dejaría ni loco, tienes todo lo que necesito, todo lo que me encanta. Si te atreves a dejarme también te juro que mataré a la persona por quien me dejes.
—Una relación bastante mutua —susurré pegándolo a mi cuerpo.
—Sí... También algo turbia para muchos —murmuró al meterse entre mi pecho—. Pero nosotros amamos estar aquí porque somos iguales, unos asesinos, mafiosos, millonarios, licántropos que adoran el sexo y placer.
—Sexo y placer solo entre nosotros —aclaré—. Ni se te ocurra comenzar con ideas raras como intercambios de pareja.
—¡Oye, me ofendes! —chilló—. Lo mío es mío, y tú eres de mi propiedad.
—Ser de tu propiedad me agrada.
—Yo también te pertenezco, Jeon —susurró.
Lo sé.
FIN
NO OLVIDES LEER EL EXTRA
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro