💦Capítulo 22-Bam💦
Jimin y yo estábamos a mano, nos perdonamos y nos amábamos más que nunca. Aunque al final yo terminé haciéndome cargo de la mafia, también metía mis narices de vez en cuando en los asuntos de la empresa. Los dos estábamos muy bien posicionados.
No teníamos secretos y el hecho de habernos lastimado, engañado y traicionado era la prueba viviente de nuestro amor, porque por ahí dicen que al que mucho se le perdona, mucho se le ama.
Nuestra relación había sido un viaje emocional, lleno de altibajos y giros inesperados. Pero al final, habíamos encontrado la forma de hacer que funcionara. Y ahora, estábamos listos para tomar el siguiente paso juntos.
El día de nuestra boda había llegado, era un un jardín hermoso, lleno de flores y árboles que parecían haber sido plantados especialmente para la ocasión. Todos los invitados iban vestidos de blanco, lo que les daba un aspecto etéreo y mágico. Mi traje era blanco también, y cuando miré a Jimin aparecer en el pasillo tomado del brazo de su madre no pude evitar soltar las lágrimas. Se veía hermoso. Parecía un ángel, mi ángel.
Al tomarlo de la mano suspiré y la ceremonia dio inicio. Ambos aceptamos nuestra unión, lloramos, reímos, comimos, bailamos, celebramos. Fue magnífico. La emoción y la felicidad eran palpables en el aire, y todos los que estaban presentes parecían haber sido tocados por la magia del momento.
Después de la ceremonia, nos sentamos a comer y a celebrar con nuestros invitados. La comida era deliciosa, y la compañía era aún mejor. Nos reímos y nos divertimos, y por un momento, olvidamos todos nuestros problemas y nos concentramos en la felicidad del momento.
Finalmente, cuando la noche estaba llegando a su fin, nos sentamos en el césped a las cinco de la mañana, cuando todos los invitados se habían ido. Incluso nuestros guardias desaparecieron del bello jardín, solo quedaban algunos en el exterior para protegernos. La noche era tranquila y silenciosa, y solo se podían escuchar los sonidos de la naturaleza. Jimin y yo nos miramos, sin decir una palabra, nos abrazamos y nos besamos. Era el comienzo de una nueva vida juntos, estábamos listos para enfrentar cualquier desafío que se nos presentara.
—Voy a tener que ponerte un localizador —susurró Jimin en medio del beso—. Me dijo Taemin que es un chip diminuto de alta tecnología que se insertan los presidentes de potencias mundiales cerca de la nuca.
—¿Un chip? ¿Luego me pondrás el 666 en la frente? Mi pequeño demonio. ¿Eres el anticristo? —Bromeo y Jimin sonrió.
—Me moriría si te pasa algo y con ese localizador ambos sabremos dónde estamos a cada momento. ¿No te gustaría saber dónde estoy cuando no estemos juntos?
—¿Tambirn te lo vas a poner?
—Ajá.
—Entonces acepto.
—¡Maravilloso! —Sonrió feliz—. Dicen que podemos comprar dos relojes a juego, en el mío aparecerá tu ubicación y signos vitales, en el tuyo la mía y signos vitales.
—Si es lo quieres hacer yo acepto. —Me acerqué a su cuello—. Pero primero, quiero hacerte mío aquí y ahora.
—¿Aquí? —Soltó una risita—. ¿En el césped? Todavía hay empleados del jardín...
—No me importa. —Comencé a morder su cuello—. Quiero hacerte... Mío... Ahora —dije jadeante.
Jimin inclinó la cabeza, permitiendo que lo besuqueara, pero pronto los ladridos de Bam llamaron nuestra atención. Estaba ladrando muy desesperado, después se escuchó un disparo, seguido del aullido de mi mascota. Me aparte de Jimin de inmediato y los dos corrimos hacia donde se escuchó el disparo. Nuestros guardias entraron al jardín para protegernos y nos entregaron un par de chalecos antibalas. Pero Bam no estaba.
—¡Bam! —grité desesperado.
—¡Por acá, señor! —gritó uno de mis guardaespaldas.
Bam estaba tirado en medio de un arbusto, con un disparo en su pecho del lado derecho. Corrí a presionar la herida con mis manos, manchándome el traje blanco de sangre.
—¡Llévenme a la veterinaria más cercana, ahora y busquen al hijo de puta que le disparó. Le arrancaré las tripas! —grité furioso.
—Tú ve al veterinario —dijo Jimin—. Yo les ayudo a buscar al imbécil que se atrevió a irrumpir en nuestra celebración.
—Bien.
Abandoné el jardín con Bam en mis brazos, dejando a Jimin a solas con los guardias. Ellos lo defenderían de cualquier situación. Por eso no me preocupaba.
Nadie se atrevería a ingresar al jardín, por eso supe de inmediato de quién se trataba. Les pedí a mis hombres que rodearan el lugar y que me dieran un megáfono. Fue fácil para ellos conseguirlo ya que siempre estaban preparados para cualquier situación. Me quité el saco blanco de bodas y hablé con voz fuerte y clara.
—Kim Taehyung, sal de tu escondite.
No pasaron ni diez segundos cuando salió de atrás de unos arbustos con las manos extendidas.
—Arroja tu arma al suelo —ordené.
Él obedeció.
—¿Cómo supiste que era yo?
—Espósenlo —volví a ordenar. Mis hombres obedecieron—. Te miré durante el vals. —Sonreí—. Aunque Jungkook es despiadado sigue bajando la guardia en momentos como este. Ahora dime. ¿Por qué debería dejarte con vida?
—Porque fue un accidente —dijo nervioso—. No quise herir al perro, ni siquiera sabía que era importante para ustedes,
—¿No sabías? —Le entregué el megáfono a uno de mis hombres, después caminé hacia Taehyung dejando caer mi mano sobre su hombro—. Creo que sabías, sabes tanto que eres peligroso.
—No puedes matarme, soy tu socio.
—¿Socio? —solté una carcajada—. Si trueno los dedos tú y tu organización desaparecen, o mejor aun, me pertenecerían.
—Hice un trato con Jungkook, le ayudé a castigarte y a castigar a Yoongi. La organización me pertenece y la seguridad por trabajar contigo también.
—Uy.,, —Retiré mi mano de su hombro—. Pero yo no soy Jungkook. ¿Verdad?
—Jimin...
—¿Crees que te perdoné lo lengua suelta que fuiste con mi dulce e inocente Jungkookie?
—¡Jungkook tiene de inocente lo que tú tienes de virgen!
—Eso, suelta tu veneno. Después de todo no verás el amanecer. ¿Quién pensaría que amabas tanto a tu difunto esposo que decidiste ahorcarte en el árbol de tu casita porque no pudiste con la pena? —Cuestioné haciendo puchero—. Cuando alguien se cruza con los Jeon Park es mejor que no los molesten.
—¡Estás haciendo un alboroto por un estúpido perro! —chilló.
—¿Estúpido perro? ¡Ja! Te demostraré que un perro es incluso más valioso que tu propia existencia. Fue un gusto conocerte, me saludas a Yoongi y agradécele por matar a ese sujeto, si aquello no hubiera pasado Jungkook y yo nunca nos hubiéramos enamorado. —Me di la media vuelta y me dirigí a Taemin—. Cuélguenlo del árbol de su casa, hagan parecer que fue suicidio, pero chicos que sea dentro de un par de semanas. Si lo hacen hoy mismo Jungkook sospechará.
—Sí, señor.
—¡Park Jimin! —gritó desesperado.
—Tengo que ir a ver a mi esposo. ¿Quién me lleva? —pregunté sonriendo.
Estaba en la sala de espera de la clínica, sentado en una silla incómoda y mirando fijamente el reloj de la pared. Los minutos parecían pasar a cámara lenta mientras esperaba noticias sobre el estado de Bam, mi fiel compañero canino. La ansiedad y la preocupación me consumían, y mi mente estaba llena de pensamientos negativos y temores.
Justo cuando estaba a punto de perder la esperanza, la puerta de la sala de espera se abrió y Jimin entró al lugar. Su presencia fue como un bálsamo para mi alma ansiosa. Al verlo, mi ansiedad disminuyó considerablemente. Me levanté de la silla y él me abrazó cálidamente, ofreciéndome un apoyo silencioso pero genuino.
Juntos esperamos noticias acerca de Bam, sentados en la sala de espera y mirando fijamente la puerta por la que saldría el médico. El tiempo parecía pasar más lentamente que nunca, pero la presencia de Jimin me ayudó a mantener la calma y la esperanza.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, el médico salió de la habitación de Bam y se acercó a nosotros. Su rostro estaba serio, pero no había señales de alarma en su expresión.
—¿Cómo está? —pregunté ansioso.
El médico sonrió ligeramente.
—Por suerte, la bala no tocó ninguna órgano importante —dijo—. Bam está a salvo. Va a necesitar un poco de tiempo para recuperarse, pero no hay razón para creer que no se va a recuperar completamente.
Sentí un peso levantado de mis hombros al escuchar las palabras del médico. Jimin me abrazó de nuevo, esta vez con una sonrisa de alivio en su rostro.
—Está bien —me dijo—. Bam está a salvo. Todo va a estar bien.
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