💦Capítulo 11-Príncipe azul💦
Lo miré parado frente a mí, con un hermoso traje blanco de alta costura que resplandecía bajo la luz del sol, zapatos del mismo color que brillaban con elegancia y un ramo de margaritas frescas en las manos. Mi Jimin había ido por mí, después de cuatro largos años de espera y sufrimiento desde la última vez que nos miramos. Me sentí como si estuviera soñando, como si todo esto fuera una ilusión que se desvanecería en cualquier momento.
Me acerqué hacia él con pasos lentos y deliberados, sentía que mis piernas temblaban bajo mi peso, pero pude manejarlo. Cuando estuve frente a él, sonrió y colocó las margaritas en el cofre de su auto, después acarició mi traje con suavidad, como si estuviera acariciando mi alma. Sus dedos delicados se deslizaron hasta mi cuello, enviando escalofríos por mi espalda.
—Disculpa la demora, los jueces, ninguno quiso ser corrompido hasta hoy.
—Tardaste cuatro años en volver por mí, casi enloquezco allá adentro. —Suspiré—. Pero no me olvidaste, tú volviste.
—¿Cómo podría olvidar al amor de mi vida? —preguntó con voz dulce poniéndose de puntillas para acercarse a mis labios.
Yo lo tomé con ansias, deseo y un poco de brusquedad por las mejillas para besarlo. Lo anhelaba tanto, y sentir sus labios carnosos era la gloria. Nuestros labios se encontraron en un beso apasionado, como si el tiempo no hubiera pasado.
—Vamos a mi casa, que ahora será tuya —dijo al finalizar el beso y asentí.
Entrelazó su mano con la mía llevándome al vehículo y abriendo la puerta por mí.
—Gracias.
—De nada, mi príncipe azul. —Sonrió tan radiante y hermoso que sentí culpa por haberlo querido engañar horas atrás.
Después me entregó las margaritas y subimos al automóvil.
Jimin conducía como alma que lleva el diablo, no tenía sentido común, no le importaba la vialidad, me sorprendía que los oficiales no nos hayan detenido.
—Oye, voy saliendo de prisión, no quiero volver a ser encerrado por algún accidente vial. —Se carcajeó.
—Amor, tengo comprados a todos los oficiales acá afuera. —Pisó el acelerador más profundo—. Las cosas han cambiado, no tienes idea de cuanto.
—¿Los compraste? Explícame...
—Soy rico, tengo un buen nombre y soy mafioso. Así que, ajá, tengo la ciudad comprada.
Me quedé en silencio, mientras lo veía conducir. Parecía distinto, más oscuro, más peligroso, pero si no lo conocías creerías que es un alma inocente.
Cuando llegamos a su casa los sirvientes sostuvieron nuestros sacos de vestir. Nosotros nos dirigimos a un balcón del tercer piso, ahí tenía un banquete de bienvenida listo para mí. Así como distintas bebidas preparadas. Nos sentamos, comimos y bebimos, al finalizar se puso de pie para pararse atrás de mí y masajear mis hombros.
—En realidad iba a ir mañana temprano por ti. —Apretaba mis hombros con suavidad—. Quería hacer un evento magnífico solo para ti, algo especial, pero tuve que adelantar tu salida.
—¿Ah sí? ¿Por qué la adelantaste? —pregunté y apretó mis hombros con más fuerza.
—Porque me dijeron que metiste a un joven rubio a tu habitación. —Sonreí—. ¿Qué hicieron ahí adentro?
—¿Sientes celos?
—¿Celos? Ja, ese tipo morirá hoy mismo, así que no, no puedo sentir celos de los muertos.
—¿Vas a matarlo? ¿Por qué?
—Por tentarte, y no lo mataré yo, lo hará tu.
—¿Harás que me convierta en un verdadero asesino? —cuestioné indignado, al mismo tiempo que tomaba sus delicadas manos con las mías para quitarlas de mis hombros.
—Se lo que hacías en prisión, Jungkook.
—¿Y qué hice?
—Mataste personas...
—¿Yo? —pregunté indignado poniéndome de pie.
—¿Intentas mentirme? —cuestionó y negué con la cabeza—. El último año mataste a distintos presos, a los más agresivos.
—Por lo visto me tenías bien vigilado.
—Por supuesto, eres mío. Lo que no entiendo es por qué metiste a ese sujeto a tu habitación. ¿Qué hicieron ahí adentro?
—Oh bueno... Le dije que podía comer lo que quisiera, tomó unas galletas de chocolate y después iba a follarlo ahí mismo.
—¡Eres un sinvergüenza! —gritó empujándome, pero me acerqué a él tomándolo de las manos con fuerza y mirándolo a los ojos.
—Creí que me habías olvidado, te tardaste cuatro años. ¡Cuatro putos años! —grité, pero mi grito no le hizo ninguna gracia efecto—. Cuando miré al rubio nuevo de ojos brillantes quise imaginar que te cogía a ti.
—Eres un maldito enfermo —murmuró.
—Tranquilo, no lo hice. Al final fue un impulso que hice a un lado porque aunque no lo creas fallarte sería lo último que haría.
—Entonces... ¿No te lo follaste? —Negué con la cabeza—. Que alivio.
—Pero bueno, me alegra haberlo llevado a mi habitación, porque así te obligué indirectamente a sacarme de ese lugar. ¿Por qué tardaste tanto?
—Ya te dije, los jueces no se dejaban sobornar.
—Ya veo... —Lo tomé de la barbilla obligándolo a verme—. ¿Y tú, Jimin? Estuviste con alguien más en mi ausencia?
Sonrió de lado.
—Solo con mis juguetes.
—¿Juguetes? —Fruncí el ceño.
—Consoladores, puedo ser un asesino, pero soy fiel.
—En eso coincido.
Pegué mis labios a los suyos, también mi cuerpo, sentí su erección sobre la mía y ahí, en el balcón comencé a desabotonarle la camisa. Él hacía lo mismo con la mía, ambos nos estábamos desnudando.
—Voy a follarte en esta mesa —susurré a su oído.
—Hazlo, aquí nadie va a interrumpirnos.
—Quítate el pantalón. —Le ordené mientras yo me quitaba el mío—. También los bóxers, quiero verte desnudo ahora mismo. —Jimin obedeció quitándose la ropa incluso más rápido que yo—. Que obediente eres, bonito.
La erección de Jimin era un poco más pequeña que la mía, pero eso no le quitaba lo bien dotado que estaba. Sentía mis venas palpitar ansiosas por entrar en su trasero.
—Siéntate aquí. —Le señalé la mesa.
Jimin tiró algunos platos al piso, eso se me hizo exagerado, pero no le dije nada. Luego se sentó abierto de piernas, mirándome ruborizado.
—¿Por qué tan callado? —pregunté.
—Quiero ver cómo lo manejas —susurró.
—¿Manejar qué? ¿A ti? —Alcé las cejas.
—Ajá, tenerme así de sumiso contigo. Este es un lujo que solo tú puedes darte.
Sonreí gustoso, acercándome a él y acariciando su suave miembro color rosa, estaba goteando y eso que no habíamos comenzado, se estaba humedeciendo para mí.
—Estás mojado.
—Es lo que provocas —contestó.
—Abre más las piernas, yo se que quieres sentirme en tu interior.
Jadeó y se lamió los labios impaciente, y yo escupí en su entrada para después masajear con el pulgar. Se movía disfrutando y ansioso. Yo cambié de dedos, metiendo el índice y el cordial, estos entraron de una manera tan fácil que me molestó, esperaba sentirlo un poquito más apretado porque habían pasado cuatro años desde que no lo tocaba.
—¿Cuándo me lo vas a meter? ¿No te das cuenta de que estoy entrando en crisis? —cuestionó ruborizado y con desesperación en la voz.
Introduje un tercer dedo, en ese momento sus gemidos aumentaron su volumen y un pequeño grito de placer se escapó de sus labios cuando me movía de manera constante en su interior, su espalda se arqueó y sus ojitos se pusieron en blanco. Esa fue mi señal para detenerme.
—Estás listo, ahora voy en serio.
—¡Hazlo de una maldita vez, esperé cuatro años para esto! —gimoteó y solté una risa.
—Tranquilo, ya lo hago.
Antes de continuar le di un beso en sus labios, y lo sostuve de las caderas con facilidad cambiando de lugar con él. En ese momento era yo quien estaba sentado y lo obligué a sentarse encima de mí.
—La mesa puede romperse...
—Estoy seguro que es de buena calidad —respondí y asintió.
Lo ayudé a acomodarse encima de mí, una de mis manos sostuvo sus caderas y la otra sostuvo la base de mi pene alineándolo para que pueda sentarse encima de mí.
Bajó tan lentamente que parecía una tortura, sentía sus paredes calientes abrazarme, tan apretado, tan delicioso y sus gemidos melodiosos. Ahora sí pude comprobar que nadie más lo había follado en mi ausencia.
—Fóllame Jimin, se tu quien se mueva en esta ocasión. Es tu castigo por haber tardado tanto en regresar por mí.
—¿Mi castigo es follarte a sentones? Quiero más castigos así.
—Tu castigo será desear que yo te penetre con fuerza desesperada, pero no voy a hacerlo.
—Maldito. —Sonrió al mismo tiempo que saltaba una y otra vez—. Cambiaste mucho estos años. —Su cuerpo ya estaba sudado y yo disfrutaba de sus movimientos.
—¿De verdad?
—Entraste a prisión siendo inocente y ahora eres todo un criminal.
—Dijiste que podía serlo, después de todo tú eres el jefe de la mafia coreana. ¿No?
—Ajá. —Se detuvo—. Deja de ser un cabron y cógeme duro.
—No importa cuanto ruegues, la respuesta seguirá siendo no.
—Es que... —Jadeó—. Ya me cansé.
Solté una carcajada.
Pude sentir sus paredes apretarse más, entonces decidí ayudarlo. Me aferré con fuerzas de sus caderas guiando sus movimientos en mi regazo, nuestros gemidos comenzaron a resonar juntos y el sonido de nuestras pieles pegajosas era lujurioso y escandaloso. Estaba seguro de que los miembros de la servidumbre de la mansión estaban escuchando, pero no me importaba.
—Quiero escucharte gritar —le dije mirándolo a los ojos.
—Embísteme.
—No.
Lo tomé con más fuerzas de las caderas levantándolo y dejándolo caer en incontables ocasiones, él se dejaba llevar jadeante.
—¡Maldita sea Jungkook, embísteme!
—No quiero hacerlo, mi amor.
—Diosss.... —Cerró los ojos porque lo estaba dejando caer encima mío más fuerte—. Eres un... Eso está delicioso, sigue moviéndome de esa manera.
—¿Ya vas a correrte? —asintió con la cabeza mientras se mordía los labios—. Entonces muévete tu solo. —Lo solté y él siguió brincando frenéticamente haciéndome jadear—. Disfruta tu castigo, bonito.
—Es una tortura —Jadeó—. Pero vendrá mi revancha, Jeon...
Dejé un azote en su nalga, en ese momento sentí su cuerpo temblar y comencé a frotar su erección.
—Me voy a correr —gritó.
Y lo sentí, su líquido blanquecino/ transparente chipoteó en mi abdomen mientras que su cuerpo temblaba.
—Sigue moviéndote, mi amor, ya también voy a terminar —susurré.
Me mordí el labio porque verlo cabalgarme me excitaba bastante, no era un castigo para Jimin, era un premio para mí. Quería correrme viéndolo moverse encima de mi amiguito, en ese momento me corrí, fue tan delicioso.
Sostuve su espalda con mis manos, pegándolo a mi cuerpo mientras llenaba su interior, él se acunó en mi cuello y acaricié su cabello.
—La próxima vez voy a embestirte, cariño.
—Tus castigos apestan —murmuró soltando su cuerpo porque confiaba en que yo lo sostendría.
—No fue tanto un castigo —susurré—. Follarte duro luego de cuatro años de abstinencia iba a ser doloroso para ti.
Sentí que sonrió, después suspiró.
—Ya me estaba preocupando —dijo acariciando mis brazos.
—¿Por qué?
—Porque creí que se había perdido esa parte tierna tuya, pero veo que sigues siendo el mismo. Al menos en ese aspecto.
—Mi Jimin, siempre voy a cuidarte. No olvides que estuvimos alejados durante diez años para protegerte. —Lo escuché tragar saliva.
—S-sí —murmuró—. Yo t-te esperé diez años porque te amo.
Besé su cabeza y me puse de pie, con mi erección todavía en su interior. Él enroscó sus piernas en mis caderas.
—Vamos a la cama, quiero estar contigo pegado a mi cuerpo todo el tiempo necesario. —Busqué con la mirada la entrada a la habitación hasta encontrarla, y avancé hasta dejarlo caer con suavidad—. ¿No tienes nada que hacer por hoy, verdad?
—Hoy mi agenda y tiempo son solo tuyos.
—Entonces durmamos, te extrañé tanto.
Me dejé caer en la cama, abrazándolo y llenándolo de besos, de verdad lo había extrañado.
Lo amaba de manera desenfrenada.
Jungkook ya está libre, repito...
JUNGKOOK YA ESTÁ LIBRE Y CON JIMIN.
Estos dos están re loquitos y lo irán viendo en los siguientes capítulos, aviso que el contenido irá aumentando en red flags.
Si lo que les gusta leer son romances cutes y softs salgan de aquí, que este será más oscuro.🙈
Aquí estamos calentando.🫦
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