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72

Sobre las nueve menos cuarto estoy sentada en un extremo de las gradas esperando a Noah llegue del baño. Me he sacado un poco los zapatos debajo del vestido y me los siento de lo más sudados. En realidad, creo que me suda todo el cuerpo.

Veo pasar por delante de mí a Kendall y a Chloe cogidos de la mano. Siento sus miradas como si se burlaran por ser mejores. No mejores que yo, sino mejor pareja que la hacemos Noah y yo. Y sí, bueno, Noah es popular y yo no, y no nos gustan las mismas cosas. Pero supongo que ser diferentes nos hace más pareja. Creo que si saliese con alguien como yo me aburriría.

Noah entra al gimnasio cuando la nueva pareja se me está acercando. En cuanto lo ven vuelven a lo suyo y siento que me relajo, como si hubiera estado esperando que me explotara una bomba en la cara. Me coloco los zapatos y Noah me ayuda a ponerme de pie.

—Siento haber tardado tanto —me dice—. Algunos chicos del equipo querían una foto en grupo.

—No pasa nada. Vamos a por algo de beber. Siento que estoy seca.

La mesa de bebida y comida y está a rebosar de personas por todas partes, parece que es la hora de la noche en la que todo el mundo está muerto de bailar y necesita comer. Con algo de suerte y que Noah aparta a unas cuantas chicas, conseguimos ponernos delante de la fuente de ponche.

—Si quieres, Paul y algunos amigos con sus citas saldrán ahora a la calle a hacerse unas fotos. Podemos estar y que nos saquen algunas fotos antes de irnos.

Le miro de reojo mientras atrapo un puñado de patatas fritas de un cuenco. Siento que tengo un agujero en el estómago que no voy a llenar ni con toda la comida del mundo.

—¿Tú quieres irte ya?

—Mmhmm. No es que esto sea más emocionante que una fiesta. El hotel será mucho mejor. ¿Tú quieres irte ya? Si no podemos esperar.

<<Vale, Sierra. Hoy va a pasar, sí o sí. Y ya que>>

—En realidad me duelen los pies de tanto bailar y tengo hambre. Irnos ahora estará bien.

Veo como Noah sonríe a lo grande. Tiene la misma sonrisa que la primera vez que ganó un trofeo con el equipo de lacrosse. Es una sonrisa magestuosa y que sólo saca algunas veces. Y creo que la he conseguido yo esta vez.

—Vale. Ven, vamos a esperarlos fuera. —Me agarra la mano y siento las prisas que tiene por salir del gimnasio—. El pasillo es fantástico en comparación con estar aquí dentro.

Y tiene razón. Es como salir del vestuario después de haber estado con doce personas sudorosas dentro. Ni siquiera me estaba dando cuenta del calor tropical que parecía haber en el gimnasio hasta que estamos girando la esquina del pasillo para ir a la salida y me choca el aire limpio de sudor y el silencio. Cuando Noah me deja pasar primero para salir a la calle, me siento en seguida en el sitio para dejar las bicis y me saco otro rato los zapatos. No estamos solos, hay un par de parejas besándose en la oscuridad casi escondidos, como si hicieran algo malo.

—¿Estás bien?

—Sí, es sólo que no estoy acostumbrada a los tacones y menos a bailar con ellos.

—Te dejaré quitarte los zapatos en el coche.

—Lo iba a hacer de todas formas.

Los primeros que salen del instituto son Taylor y Lucas. Vienen riéndose y nada más vernos se acercan a nosotros. Taylor se hace un sitio a mi lado y se saca los zapatos también dejándose caer en mi hombro.

—Me duele todo, Sierra —dice. Luego en un susurro añade—: Pensé que ya os ibais a ir.

—Vamos a hacernos un par de fotos antes. Quiero muchos recuerdos de hoy.

Entonces, Noah y Lucas nos apuntan con sus teléfonos y gritan:

—¡Foto!

Les ofrezo mi mejor sonrisa y enlazo mi brazo con el Taylor. Un par de fotos después Noah me levanta y se sienta él en mi lugar poniéndome en sus piernas. Le doy una mirada extraña y veo de reojo como Lucas hace lo mismo con Taylor.

—¡Eh! —grita Noah, y la pareja que pasa por delante de nosotros de gira a mirarnos—. ¿Nos hacéis una foto?

La chica casi parece perpleja y se acerca con pasos torpes a coger el teléfono de Noah para hacernos la foto. Se me retuerce alguna vena alrededor del corazón que me molesta. Su pareja está detrás de ella, pero también parece algo impresionado por Noah que creo que le está dando bastante igual que su novia mire al capitán de lacrosse como si lo adorara.

—Claro que sí, Noah —dice.

<<Claro que sí, Noah>> Arrrg.

Pero entonces Noah me rodea la cintura con sus brazos y es como si nada hubiera pasado. Por lo menos sé que mi ataque de celos estúpido no se ha notado. Me dejo caer sobre el cuerpo de Noah relajándome por completo, y pongo mis manos sobre las suyas en mi regazo.

—¡Sonreír!

Noah se mueve y antes de que la chica haga la foto, él me da un beso en la mejilla y me abraza con más fuerza. La sonrisa me sale sola con eso, aunque no lo quisiera, ahora mismo sería incapaz de ponerme seria. Siento que soy feliz. Feliz del todo.

***

Más tarde, después de todas las fotos que los amigos de Noah y un montón de chicas querían hacerse, estoy bebiendo agua de una botella que una chica me ha regalado. En realidad quería que se la sujetara para hacerse una foto y cuando ha vuelto al baile, se le ha olvidado.

Noah se me acerca y me pone una mano en el hombro mientras empezamos a andar hacia su coche.

—¿Cuál es tu color favorito?

—¿Mmmm?

—Tu color favorito.

Me encojo de hombros y le doy una rápida mirada. Lleva la otra mano metida en el bolsillo trasero de sus pantalones de traje, y me gustaría preguntarle si no está nada nervioso. Ni siquiera parece que esté pensando tanto como yo lo hago en lo que va a pasar, ¿de verdad piensa en cuál es mi color favorito?

—Pues, no lo sé. No creo que tenga un color favorito.

—Vamos Sierra. Todos los tenemos. El mío, por ejemplo, es el azul.

—Lo sé.

—¿Lo sabes?

—Claro que lo sé. ¿Te extraña?

Noah patea una piedra, y la voz le duda cuando dice:

—Es sólo... es sólo que me siento algo idiota por no saber cosas simples de tí como tu color favorito, tu comida preferida, o la estación del año que más te gusta.

Momentos de sinceridad de Noah son los que más me gustan porque creo que este es el verdadero Noah Müller. El Noah que se comporta como una persona con defectos e inquietudes y no el Noah que parece perfecto.

—Mi comida preferida son los cupcakes; sé que no son una comida comida, pero es lo que más me gusta. Adoro el verano, todo el mundo está contento en verano. Y no tengo un sólo color preferido, pero los tonos pasteles me chiflan. ¿Contento?

—Algo así. Saca las llaves del coche, por favor.

—Aun así, eres un buen novio, Noah. Estás en el top de chicos con los que he salido —bromeo, y saco las llaves de su coche de mi pequeño bolso de fiesta.

Noah abre el coche con el mando y hace el ademán de abrirme la puerta, pero subo antes de que pueda. Cuando se sube de conductor me mira, pero no comenta nada y solo dice:

—¿Soy mejor novio de lo que era Lucas cuando salíais?

—Ni siquiera me acuerdo de aquello, pero no. ¿Por qué le estás dando tantas vueltas a esto? —le pregunto.

¿Y si ya no quiere ir al hotel? ¿Y si se ha arrepentido? ¿Es por qué no sé nada del tema: relaciones íntimas íntimas?

Noah se mantiene en silencio mientras salimos del aparcamiento del instituto y nos alejamos unos pocos kilómetros. Entonces, en voz baja, como si le diera miedo hablar, dice:

—No lo sé. He estado pensando... —¿Pensando? Eso es malo, ¿no? Cuando se piensa siempre algo va mal—. A ver, yo sí quiero que pase, claro que quiero. Pero me he estado preguntando si soy un buen novio y por eso quieres hacerlo conmigo o es porque te he estado presionando un poco con el tema.

No he estado pensando semanas en esto para que ahora el de las dudas sea él.

—Quiero que pase, Noah. No me has presionado con nada. Si quiero hacerlo contigo es porque confío en tí, porque me siento cómoda cuando estamos solos y porque te quiero.

Al final Noah me mira y me sorprende que parezca tan interesado en lo que digo. No he dicho nada que Noah no deba saber ya. Su expresión es resuelta y adorable.

—Creo que sin duda tú me has mejorado el curso.

No me atrevo a decir nada después de las palabras para Noah. Sonrío y ya. Los silencios con Noah son cómodos y los disfruto bastante. Como cualquier tiempo que pasamos juntos.

Cuando empiezo a ver el complejo de hoteles y atracciones turísticas me despierto de golpe y se me va el sueño que había empezado a coger. De repente, mientras Noah aparca justo en la entrada del hotel, todos mis tics nerviosos salen a la luz. Creo que me tintinea un ojo, las piernas se me mueven a lo loco y me estoy ensuciando el pelo de tanto tocarlo.

Escucho como Noah suspira y se baja del coche. Luego trota y se apresura a abrirme la puerta antes que nada. Extendiéndome la mano me sonríe y pregunta:

—¿Lista? Vamos.

—Si me lo vuelves a preguntar me daré la vuelta. 

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