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71

El día del baile llega rápido y es como la estela de una estrella fugaz. Siento que el día pasa y yo casi ni me entero. Así de rápido parece que avanza el día.

Cuando me he despertado tenía los nervios a flor de piel y el rápido pensamiento de llamar a Noah y decirle que me encontraba moribunda era algo atractivo. La abuela me ha dado una tila después de comer y me he relajado bastante. Margot no ha dejado de parlotear en todo el día y eso me distrae un poco mientras me peino en el baño.

Es tarde, demasiado. ¿A qué hora se supone que debería haber empezado a alistarme? Taylor nada más comer se ha metido en la ducha. ¿Esa era la clave?

—¿Por qué no le pides a la abuela que te haga una trenza de diadema?

—Pensaba en un half up bun. Y no sé, rizarme un poco las puntas.

Quiero cualquier cosa rápida que pueda hacer en menos de media hora. A las seis viene Noah a por mí y ni siquiera he sacado el vestido de su funda de tintorería. La abuela lo llevó a que le dieran un planchado hace un par de días.

El tercer intento en el que me hago el moño me queda bien. Margot me sujeta un espejo de mano por la espalda para que pueda verme reflejada.

—¿Ha quedado bien?

—Algunos pelos sueltos... pero luce como si fuera a propósito. Así que sí. ¿Puedo rizarte yo las puntas?

Antes de que conteste, Margot agarra la rizadora y me gira la cabeza hacia el espejo. Casi escucho el <<crack>> que me hace el cuello. Me empieza a rizar las puntas y me parece que pasan demasiados minutos cuando termina. Luego me pasa un pequeño cepillo de púas por el pelo suelto y me resuelve algunos tirabuzones. Finalmente me deja libre y correteo hasta mi habitación dejando a Margot recoger el baño. Es todo un lujo que hoy me puedo permitir. Me siento como en una película de princesas donde unos pequeños animalitos me ayudan a vestirme y a arreglarme.

En mi cuarto, la abuela ha sacado el vestido de la funda y lo alisa con las manos sobre la cama. En cuanto me mira abre la boca en una mueca.

—¿No te has maquillado todavía?

—Lo sé, abuela. ¿Puedes dejarme sola para hacerlo? No tardaré mucho.

—Vale. Pero cuando termines, te pones el vestido y sales que te haré una foto con tu cámara.

Había buscado varios estilos de maquillaje y llevo días practicando para que alguno me quede perfecto. No ha salido nada bien. Ninguno. Ni siquiera me gusta llevar tanto maquillaje. Así que me decido por algo sencillo. Empiezo a pintarme los ojos, después de un par de intentos el eyeliner y el rimel se ven bien y lo dejo estar para no volver a hacerme un borrón en la cara. Quince minutos después me aplico un poco de colorete y un brillo de labios.

No dejo de mirar el reloj. Al final no es tan tarde. Me había organizado para un maquillaje elaborado y un peinado súper elegante, como no ha sido así son las cinco.

Estoy guardando el maquillaje en los cajones del tocador cuando Margot entra aporreando la puerta.

—¿Ya te has maquillado?

La miro por encima el hombro y me coloco unos mechones rizados por encima de los hombros. Margot abre la boca ligeramente y echa la cabeza hacia atrás gritando:

—¡Chase, mira, sube! —Luego me mira y dice—: Acaba de llegar. Oh, y la abuela quiere hacerte fotos con todos nosotros antes de que llegue Noah.

—Me pondré ahora el vestido. Sal y déjame cambiarme. Si entro en el vestido con calma, posiblemente no lo fastidie para poder dejartelo a ti algún día.

A Margot se le iluminan los ojos. Miramos vestidos para el baile juntas, y escogimos el que compré porque en un futuro Margot también se lo pondrá para ir al baile. Sale corriendo de mi habitación y la escucho intercambiar algunas palabras con Chase.

No quise un vestido extra cargado. Escuché en clase a unas chicas hablar sobre como sus vestidos y siento que el mío es de lo más simple. Es un vestido con la falda rosa mate y larga y lisa, sin nada. Sólo cae y punto. Centímetros por debajo del pecho empieza el escote de tirantes, con brillos y una tela de tul que me cubre un poco lo que los tirantes dejan ver entre mi pecho. La falda es tan larga que me cubre hasta los pies, pero llevar botas me hacía sentir menos femenina de lo que quería sentirme esta noche y me compré unos zapatos con un poco de tacón en una página web china.

Cuando bajo la escalera a las cinco y cuarto, están todos sentados en el sofá y papá sujeta mi cámara de fotos instantáneas.

Chase es el primero que me ve y se le abre la boca ligeramente. Luego codea a Margot y ella chilla poniéndose de pie.

—¡Estás guapísima!

Veo como a papá se le enrojecen los ojos y me saca la primer foto con Margot.

—¡Mi niña! Dios... estás hermosa, Sierra —me dice el abuelo.

Le echo un vistazo de nuevo al reloj. No estoy lista todavía. Tengo que preparar mi pequeño bolso y mentalizarme. Sí, mentalizarme. Taylor y yo ya hablamos de la noche del baile con Freya. Ella cree que todas las personas que son vírgenes dejarán de serlo esta noche. ¿Es eso? No sabría decir si estoy más nerviosa por el baile o por pasar la noche con Noah.

—Poneos todos juntos que os hago una foto familiar —dice Chase.

Margot se apretuja a mi lado y los abuelos y papá se colocan detrás de nosotras. La foto instantánea y Chase nos la enseña. Todos salimos muy bien, pero al lado de papá queda un espacio. El de mamá. Creo que todos lo vemos pero nadie comenta nada.

—Ahora una foto al padre y a sus hijas guapas.

Me coloco yo en medio y papá y Margot a mis costados. Chase nos hace dos fotos y cojo una.

—Voy a subir un momento a mi habitación antes de que llegue Noah.

Intento no tropezarme con el vestido mientras subo corriendo las escaleras. En mi cuarto, agarro la caja con las cartas que he escrito para mamá y dejo la foto sobre todas ellas. Luego devuelvo la caja a su lugar en la estantería.

Estoy guardando mis cosas en un pequeño bolso que la abuela me regaló para hoy cuando Margot grita desde abajo:

—¡Sierra! ¡Ha llegado Noah!

<<¡¿Ya?!>>

Es pronto. Demasiado. ¿O no? Son todavía menos diez. Esperaba que Noah llegara de verdad a en punto y me diera tiempo a relajarme y a mentalizarme. No quiero bajar con el corazón en la boca como lo tengo ahora.

—¡Sierra!

—¡Ya voy!

Cuando empiezo a bajar las escaleras el rápido pensamiento de tirarme rodando y romperme una pierna me parece mucho mejor que ir al baile. Estoy tan nerviosa que empiezo a tirarme de las puntas rizadas del pelo y me deshago un poco el peinado.

Estoy pisando el último escalón cuando Noah empieza a toser. Nunca hubiera imaginado salir con alguien que luce como los modelos que anuncian trajes caros, así que ver a Noah con la americana abierta y la camisa de debajo con los dos primeros botones desabrochados, me hace casi babear.

De reojo veo a Margot empujar a nuestra familia al salón y darnos algo de intimidad antes de empezar a hacernos fotos y fotos.

Noah me ofrece la mano y me siento como la cenicienta bajando de su carroza con ayuda del príncipe. Quiero saltar el último escalón como suelo hacer siempre, pero lo bajo con tranquilidad y casi temblando.

—Estás muy muy muy preciosa.

Por un momento me siento de lo más afortunada porque Noah Müller me llame <<preciosa>>. No creo que sea un cumplido para cualquiera.

—Tu también estás muy guapo, Noah.

Noah se pega más a mí y me estrecha por la espalda dándome un beso. Entiendo que mis nervios son una tontería. Voy a estar con Noah y con gente que ya conozco.

—Sólo quiero llegar al hotel —me susurra de repente.

Entonces entiendo que tengo más nervios por lo de después del baile. ¿Que será? ¿Iremos al hotel y cenaremos en un bonito restaurante antes de subir a la habitación y...? ¿Y qué? ¿Que surja por si solo? O ¿Acostarnos y ya?

—¿Podemos no hablar de eso?

—¿No quieres que pase?

—No quiero hablar en mi casa de eso.

Noah sonríe y se inclina a darme otro beso. En eso Margot grita:

—¡Foto!

Cuando abro los ojos, Margot nos enseña la instantánea en la que salimos Noah y yo besándonos.

Noah se saca el teléfono del bolsillo interior de la americana y se lo da a Chase.

—¿Puedes hacernos una con mi móvil?

Papá arruga la nariz cuando Noah se me acerca más y me da un beso para que Chase nos haga otra foto.

La abuela de repente se transforma en una fotógrafa profesional y no para de decirnos que pose poner, o cómo sonreír y en qué posición la luz nos queda mejor. Hemos salido al porche, y después de una sesión de fotos algo cansada, Chase le devuelve el teléfono a Noah con un montón de fotografías. Antes de que nos cierren la puerta, me despido de todos y después de que papá haya hablado con Noah, me da un abrazo y me susurra con voz pastosa:

—Disfruta de tu día, cariño. Y cuando estéis en la fiesta del hotel me llamas para saber que has llegado bien.

Asiento lentamente con la cabeza y le doy un beso en la mejilla antes de agarrar la mano de Noah. Todos se quedan agitándonos la mano mientras subimos en el coche y Noah acelera por la calle.

—¿De veras que no querías un coche deportivo alquilado?

—No, me gusta tu coche. Huele a tí.

—¿Y eso que tiene que ver, Sierra? —me dice riendo.

—Me relaja.

Noah no comenta nada más al respecto, pero tiene una bonita sonrisa. Me mantiene hipnotizada un tramo del viaje, hasta que empiezo a ver a un montón de chicas con vestidos y sus parejas tomándose fotos con sus parejas fuera de sus casas. Estoy mirando directamente a una chica que se hace una foto con su madre. En realidad las dos parecen que van al baile, es como si hasta su madre se hubiera vestido para la ocasión. Me pregunto si mamá también se hubiera vestido bien para hacerse fotos conmigo y con Margot.

Noah sujeta mi mano cuando frenamos detrás de un par de coches en un cruce.

—Pondría la mano en el fuego porque vas a ser la chica más guapa de todo el baile. Vamos a ser la mejor pareja, obviamente.

—Me sorprende tu ego.

—Algunos chicos del equipo nos han votado como rey y reina del baile.

Le doy una mirada de reproche. No quiero salir en ese concurso porque sería falso. Nadie me conoce lo suficiente. Sería un efecto secundario de votar a Noah. Pensarán que ya que votan a Noah sería un feo no votar a su novia.

—No quiero salir, Noah.

—Podemos irnos antes de que den las votaciones.

Lo bueno es que no me parece mala idea.

—¿No quedaría mal irnos antes?

—Bueno, así podemos cenar en el hotel antes de que empiece a llegar gente.

—¿No te importa de verdad que nos vayamos antes y perder la oportunidad de ser el rey?

Noah se sume en el silencio. Estoy casi segura de que sí que le molesta y por eso no lo dice, pero, tras una larga pausa, responde:

—Sé que soy genial para todo el mundo, así que no pasa nada. Hoy estoy para tí.

¿Eso quiere decir que si no fuera por mí se quedaría? Creo que soy una novia asquerosa.

—Podemos quedarnos todo el baile. De todas formas seguro que nadie me vota y no tendré que pasar la vergüenza de ser un mono de feria.

—Oye, va en serio, Sierra. No me quiero quedar hasta el final. Simplemente cuando nos cansemos nos vamos y listo.

No me preocupa como tal subir a una habitación con Noah. Sé que somos una pareja y sería perfectamente normal. Pero ¿y el resto de personas? Si nos encontrasemos con personas del instituto sé lo que pensarán. No quiero pasar la vergüenza de mirar a alguien a la cara y que piensen que mientros ellos estaban de fiesta en un hotel yo me lo montaba con el capitán de lacrosse en una habitación a unos pisos de ellos. Claro, si no lo piensan ya después del cumpleaños de Noah.

—Vale.

Me empiezo a volver de gelatina cuando veo la entrada del instituto llena de personas y coches. Noah aparca en el primer hueco que ve por si después no hay ninguno, y nos encontramos delante del coche. Siento que hay un montón de personas que nos miran, sobre todo examinando como vamos vestidos. Creo que nunca antes me había sentido tan intimidada, como si todos hoy compitiéramos por ir mejor vestidos.

Las palabras se me traban en la garganta cuando Noah me agarra de la cintura y echamos a andar hacia la entrada. Antes de llegar a la puerta, unos amigos de Noah nos interceptan y nos paran. Van todos solos, menos Talon Garey. Su cita es Regina.

—Vamos a hacernos una foto, Sierra —me dice. Luego me rodea el cuello con sus brazos y me grita—: ¡Sonríe!

Ni siquiera soy consciente de que me está abrazando y de que parece una buena chica. No como la mayoría del año. Hasta me extraña que no esté Chloe rondando a su alrededor. Le lanzo una mirada a Noah como si gritara: <<¡Sacamela, sacamela de encima!>>

—Os veo dentro, tíos. Adiós, Regina.

Noah y yo seguimos andando. Son las siete ya y la mayoría de la gente está dentro, en el gimnasio. Por lo menos Taylor y Lucas están dentro.

—Vamos, Noah, vamos.

Tironeo de su mano y acelero el paso. Hay tantas personas que se quieren parar a hablar con Noah que eso me desespera. ¡No es tan importante! Al final, cruzar lo pasillos con Noah es más cansado de lo que parace. Siento que la vida se me va cada vez que alguien le para hacerse fotos en las que al final yo también salgo porque no me atrevo a decir que no. Siento que la gente se ve obligada a decirme: <<Eh, Sierra, ponte tú también. ¿Qué haces tan alejada?>> Solo porque Noah es mi novio. No quiero que seamos un pack de dos por uno. No para esto. 

Cuando por fin veo las puertas abiertas del gimnasio, casi corro hacia ellas. Noah las atraviesa como nada, tan cómodo que parece que solo va a otro día de clases. Le echo un vistazo al gimnasio. Todo luce tan elegante y con clase que me arrepiento de no haberme hecho un bonito peinado más elaborado. 

Veo a Taylor en cuanto entramos. Está hablando con Lucas delante de la mesa de las bebidas y la comida. Noah y yo pasamos primero por el fotógrafo. Nos pide que nos juntemos para la foto y el flash casi me deslumbra. Luego atravesamos todo el gimnasio pasando entre parejas. Yo hubiera bordeado a todo el mundo, pero parece ser que la gente se aparta ante Noah. Cuando nos encontramos con Taylor y Lucas, me siento como en una de esas citas dobles que nunca he tenido. Están bebiendo unos refrescos en vasos de plástico, y Taylor se enreda un mechón de pelo en el dedo y juguetea con la seda granate de su vestido largo. Me quedo de pie un segundo y luego sigo caminando con Noah. No quiero estropearles el momento, pero nada más verme, Taylor salta a darme un abrazo mientras Noah y Lucas se saludan como animales.

—Estás guapísima, Sierra.

—Tú sí que estás guapa.

Después nos volvemos a abrazar como si hiciera años que no nos vemos. Me cuenta cómo JoJo casi deja ciego a Lucas con el flash de su cámara, a propósito, y de que se ha enfado con él por hacerle pasar vergüenza. Y que su padrastro casi interroga a Lucas. Estoy a punto de confesarle mis nervios por lo que pase después con Noah, cuando él me toca la espalda y en un susurro me pregunta:

—¿Quieres algo de beber?

Ladeo un poco la cabeza, solo para que me escuche, y detrás de él veo a Chloe cogida de la mano con Kendall y riéndose.

—Ummm... no, estoy bien por ahora.

—Vale —dice, y me da un beso rápido antes de girarse a llenar un vaso con lo que sea.

Veo de reojo como Chloe me mira y finjo que no la he visto.

—¿Irás luego a la fiesta con Lucas?

Taylor le pega un trago a su bebida y asiente.

—¿Tú y Noah estaréis un rato en la fiesta o...?

<<¿O subiréis a hacerlo a la habitación y ya?>>

Me encojo de hombros sin saber qué decir. Noah es de fiestas, así que supongo que si por él fuera sí que le gustaría estar un rato en la fiesta con sus amigos y sin su novia la pesada a su lado.

—No quiero pensar en eso. ¿Por qué no vas a bailar con Lucas? No deja de mirarte.

A Taylor se le ilumina la mirada y deja su vaso de plástico en la mesa alargada. Entre otros pocos vasos vacíos. No estoy sola ni cinco segundos cuando Noah se me pone delante meneando su vaso. Tiene la mano metida en el bolsillo de su pantalón y la americana se le ve de vicio. Sé que si le hago una foto podría ponerla de póster sobre mi cama.

Noah me sonríe con la boca cerrada y pegada a su vaso. Vuelca la cabeza y luego deja el vaso vacío sobre otros. Me ofrece la mano con una sonrisa perfecta y los ojos un poco entrecerrados. Tiene ese cuerpo de chico maduro que se lo trabaja y la expresión de un niño emocionado.

—¿Bailamos?

Deslizo mi mano sobre la suya y Noah me guía al centro de la pista. No me puedo creer que su ego llegue hasta querer estar en el centro de todo.

—No sabía que sabías bailar —le comento.

Ha colocado sus manos en mi cintura y se balancea de lado a lado con la música.

—Son secretos Müller.

De repente Noah se inclina y apoya su mejilla en mi cabeza. Su respiración es lenta y pausada, como cuando duerme. Seguro que tiene los ojos cerrados y dan muchas ganas de achucharlo.

Noah se remueve después de un par de minutos y apoya su frente contra la mía. Tiene los labios un poco abiertos y la fina línea de aire que suelta choca con mi nariz. Alguien pasa detrás mí y me golpea la espalda un poco, así que me termino pegando más a Noah. Casi del todo. Estamos tan juntos que ahora no sé si el corazón que late tan rápido es el mío o el suyo.

—Sierra.

—¿Mmmhh?

—Estoy enamorado de ti.

El corazón se me para un segundo y sigo sintiendo el de Noah rebotar.

—Yo también lo estoy de ti.

Nos balanceamos de un lado a otro. Nunca hubiera imaginado que Noah llevase tanta calma y sentimiento bailando. Creía tener bien claro que casi no íbamos a bailar, simplemente a estar con amigos y si eso movernos un poco con alguna canción movida. Pero no. Estoy bailando una canción lenta y romántica con Noah Müller. Noah lleva el ritmo, me guía los pasos... y creo que me está guiando el corazón.

Casi sin darme cuenta me estoy aferrando a su cuello con fuerza. Me inclino con seguridad y le doy un beso en la mandíbula antes de dejarme caer sobre su pecho y rodearle la cadera con mis brazos. Noah se ríe y le vibra todo el cuerpo aprisionándome en un abrazo.

—Eres adorable, y mía, y te quiero.

Noah nunca ha dicho que soy suya. Simplemente éramos dos, una pareja. Pero si yo soy suya, ¿él es mío? 

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