Esa misma tarde, estoy encerrada en mi cuarto escribiendo en el blog.

Querido Noah Estúpido Müller:

Hoy has sido un capullo. Un completo y total capullo. Aún no me creo que me hayas chantajeado con ayudarte a cambio de que siga siendo anónima.
Antes no eras así y por eso me gustabas.
Antes (de que salieras con Freya y conocieses lo que era ser querido por todos) eras el chico más encantador del curso, y no solo nos gustabas a Freya y a mí; nos gustabas a todas. Y creo que a veces te hacías el gracioso en clase sólo para que te mirásemos. Ahora no haces nada porque estás tan seguro de que todos te miran, que no te hace falta soltar algún comentario sobre el ridículo peinado de la profesora de geometría para estar seguro de que lo hacen. Todos te miran. Pero déjame decirte, Noah, que algunos te mira(mos)n para intentar saber si Noah Müller sigue ahí o si Noah Estúpido Müller se lo ha tragado.
Si fueras la mitad de encantador de lo que eras antes de Freya, me seguirías gustando. Estoy segura de ello. ¿Porqué? Porque si fueras el Noah que me gustaba, aún después del rumor falso de mis piojos falsos, me hubieras seguido hablando y pidiéndome la goma de borrar en clase en clase de dibujo. Pero no. Te lo tragaste todo, y sólo pasó una semana hasta que te cambiaste de pupitre en clase de matemáticas para dejar de sentarte a mi lado.
En realidad, a veces siento lástima por tí. Crees que ser guapo, que tus ricitos castaños y las pecas casi invisibles que tienes por toda la cara te harán seguir como en el instituto cuando salgamos, pero la verdad es que no.
Recuerdo a tu hermana, Mary Anne. Está en su último año de carrera estudiando medicina en Seattle. Lo sé por las redes sociales. ¿Ella no te ha contado que ser parte de las animadoras no la sirve de nada ahora? Porque debería.
Ahora quiero cambiar el tema. Quiero hablar sobre el beso. ¿De verdad hiciste caso a tus amigos y me besaste? Un juego es solo un juego si tú quieres jugarlo. Sinceramente tengo curiosidad por saber porqué me besaste. Sé que no fue por darle celos a Freya, no te gustaba en aquel momento. Entonces, ¿porqué? Si querías romperme el corazón, ¡enhorabuena! Lo hiciste. No en aquel momento, pero sin el beso, Freya nunca hubiera inventado que tenía piojos, y sin aquel rumor, posiblemente (y por egoísta que suene) tú no hubieras salido nunca con ella ni hubieras fingido que no existía.
Estoy segura de que la semana en que fuiste el novio de Freya, la hiciste sentir muy especial. Eso se te da bien, ¿no? Todas las chicas queríamos ser ella durante aquellos siete días. Hasta yo, aunque me doliesen los rumores.
Tu eras capaz de hacer sentir a cada persona especial.
Una vez, en gimnasia, Tate Zander llegó con muletas porque se había caído por las escaleras de su casa, y tú, jugando al fútbol, dejaste que te marcara todos los goles solo para hacerle sentir bien. Ese día me gustaste un poco más de lo que ya lo hacías.
He llegado a pensar que te odiaba, Noah, pero no lo hago. Soy incapaz. Eso no quiere decir que me gustes. Ya no eres mi criptonita. Ahora, si me saludas por los pasillos, ya no suspiraré, es más, pensaría que tienes una enfermedad y que estás recogiendo buen karma.
Eres pasado, Noah. Eres un fantasma del pasado, un fantasma que mueve recuerdos.

Sierra Bomer

La releo. La releo y la releo. Está en borrador, y ahí va a seguir. Necesitaba desahogarme, y no con Taylor, o con Margot; sino conmigo misma.