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59

Por la tarde, después de las clases, Taylor y yo nos reunimos con el comité del baile en el taller de artes plásticas. Hemos juntado cuatro mesas para poder escribir la pancarta de bienvenida. Emer nos observa desde otras mesas en las que está supervisando que unos chicos hagan bien los agujeros a los carteles de promoción para que podamos colgarlos con cuerda.

—Haz las letras más grandes, Sierra. Y estilizadas —me dice con desdén.

Taylor y yo nos miramos. Para suerte la nuestra sólo habíamos empezado el trazo de la primera letra. Estamos midiendo con dos reglas enormes lo que a Emer Ness le parece que es el tamaño perfecto de las letras, cuando llaman a la puerta y Noah mete medio cuerpo dentro de la clase. Emer le intercepta antes de que entre por completo. Está de brazos cruzados tras recolocarse sus gafas de pasta roja y alargada.

—No podéis estar aquí, Müller —le dice.

—Venimos a ayudar, Nessy —suena como un hechizo de persuasión. Seguro que así consigue la mejor comida de la cafetería.

Emer es muy calculadora. Tengo un par de clases con ella y siempre te mira sobre el hombro para comprobar que su nota es mejor que la tuya.

Pasados unos segundos y con todos mirando a lo que pasa, Emer dice:

—En media hora os quiero fuera y de vuelta con vuestros músculos.

Entonces, Noah entra en clase con su uniforme de lacrosse y todo el resto del equipo detrás de él. Juraría que son patos. Noah camina delante de todos ellos como si fuera la mamá pato y el resto de chicos los siguen hacia mí. Después de que nos saluden a Taylor y a mí, veo como se esparcen por todo la clase para ayudarnos con los preparativos.

Noah me pasa el brazo por los hombros y me da un rápido beso. Intento quitarme la goma del pelo. Estoy segura de que Noah nunca ha salido con una chica que tiene unos rotuladores enganchados en el pelo y el peor moño de la historia.

—Estás guapa así —susurra. Se quita la sudadera del equipo y la camiseta de manga corta se le sube hasta los abdominales—. A ver, ¿en qué os puedo ayudar?

Creo que estoy viendo a Nina Foster sonrojarse desde el otro lado de la clase.

—Ummm... Tenemos que escribir las letras muy grandes y pintarlas de negro para decorarlas con purpurina y estrellitas pequeñas —digo.

Noah asiente con la cabeza y llama a un par de chicos de su equipo. Les pide que nos ayuden y ellos ni siquiera se quejan. Me pregunto si ese es el efecto Müller o es sólo porque es su capitán.

Taylor me agarra del brazo y nos separamos a un costado de la mesa para organizar las brochas y los botes de pintura.

—En estos momentos es agradable la popularidad de Noah —comenta ordenando las brochas de más pequeñas a más grandes. Yo destapo todos los rotuladores comprobando que funcionan. En un susurro que apenas puedo escuchar, dice—: Te mira demasiado, como un acosador.

No me molesto en girarme, sé que lo hace porque siento el hormigueo en mi nuca.

—Tú le miras igual —añade Taylor.

Me pongo a su lado y de reojo miro a Noah. Ha sacado sus gafas de ver de cerca y se encorva sobre las mesas cayéndole algunos rizos por la frente. La camiseta de manga corta se le pega a los músculos de los brazos. Giro la cabeza para verle mejor y me pilla viéndole. Como si no hubiera sido nada, empiezo junto a Taylor a repasar con rotulador negro las letras que los chicos han hecho. Aunque es difícil hacerlo sintiendo como Noah me respira en la nuca.

—Creo que Sierra necesita espacio para trabajar —le dice Emer a Noah—. Espacio, espacio.

Veo a Noah, de reojo, que levanta los brazos en el aire y se pone a repasar con nosotras las letras. Emer está en el extremo de la mesa supervisándonos y mojando un poco las puntas de los pinceles. Nos mira como si pensara que en cualquier momento fuera a saltar sobre Noah y a montar una escena pornográfica sobre la pancarta.

Un rato después, estoy pintando con un pincel fino los bordes de las letras para asegurarme de que no me voy a salir de las líneas, cuando Noah desliza un trozo de papel hacia mí. No tengo que tocarlo para poder leer lo que ha escrito: ¿Quieres ir al baile conmigo?

Empiezo a sonreír y entonces escucho a Kevin Shelton susurrarle a Noah:

—¿Lo has hecho ya?

Noah le da un codazo.

—Cierra la boca, tío.

Con el pincel y la pintura escribo: Sí. Aunque las dos letras me ocupan todo el papel y tapan un poco la pregunta. Deslizo el papel de vuelta a Noah, pero no es hasta que estoy empezando a pintar dentro del número dos, que Noah entrelaza sus dedos con los míos sobre la mesa y me da un beso en la mejilla. Me cuesta pintar con solo una mano porque Noah no me suelta la otra, pero me apaño bien hasta que termino de pintar los dígitos del año de promoción. Taylor y yo nos miramos con unas sonrisas orgullosas y chocamos las manos. Emer se acerca a comprobar que lo hemos hecho bien y luego nos mira a Noah y a mí.

Nos señala con su dedo puntiagudo y su uña pintada de azul eléctrico, y dice:

—No quiero ver tanto erotismo por aquí.

Siento como se me enciende la cara y todo el mundo nos mira. ¿Eso es lo que todos piensan cuando Noah y yo estamos juntos? Tal vez es porque todo el mundo da por supuesto que estar con Noah implica sexo. Pero, ¿Noah quiere eso? Nunca hablamos de esos temas, pero a lo mejor él quiere que lo hagamos.

Abro la boca para decirle a Taylor que sigamos con lo que tenemos que hacer, pero Noah me rodea con los dos brazos el cuerpo y siento que me atraganto con una bola de aire. Su pecho está apretado contra mi espalda y sus caderas chocan directamente con las mías. ¡Qué calor, por Dios!

—Venga, Nessy... ¿Quieres salir con alguno de los chicos de mi equipo? Así nos dejas un poco en paz —le replica Noah.

Emer parece darse por vencida con nosotros. La verdad es que discutir con Noah es difícil si te pone esas caras tan adorables y si te habla como si fuera esa vocecilla en tu cabeza a la que haces caso solo porque sí. Emer mira la hora y se gira de nuevo hacia Noah.

—El tiempo ha terminado, Müller. Gracias por ayudarnos pero os tenéis que ir.

Noah chasquea la lengua y se separa de mí. Entonces siento que por fin puedo respirar a gusto. Noah es el último de su equipo en irse, me da un beso y se despide de Taylor con un saludo de manos divertido.

Taylor y yo volvemos a casa juntas después de media hora más terminando la pancarta. Estamos esperando a que una señora mayor cruce el semáforo cuando Taylor dice:

—En realidad sí que ha sido muy erótico lo que ha pasado hoy con Noah. ¿Es la primera vez que estábais así? No lo parecía.

—¡No ha sido erótico, Taylor! Estábamos como siempre.

—Ummm... no. Hoy estábais más juntos. ¿Recuerdas la fiesta de Flynn? Pues Noah y tú habéis sido Freya y su novio.

Freya me dijo que ella y su novio estaban así porque estaban enamorados. ¿Ese es el efecto del amor? ¿Pegarse el uno al otro como si fuéramos uno? De cualquier forma, Freya y su novio seguro que ya se han acostado y estoy segura de que eso es lo que les pasa a ellos.

Sigo conduciendo hasta que estoy aparcada delante de su casa. JoJo y un amigo suyo están jugando a pasarse el balón en el jardín. Antes de que se baje, pregunto:

—Oye, ¿tu crees que Noah quiere que mantengamos relaciones sexuales?

—No lo sé, tal vez. Lleváis ya tiempo juntos sin contar vuestras peleas, así que a lo mejor. Lo que importa es que tú lo quieras —me dice, y después se ríe sacándose un par de rotuladores el pelo—. Aunque le miras como si quisieras. ¿Hacemos videollamada y hablamos más tarde?

—Claro.

Cuando por fin llego a casa, me voy directamente a ducha. Me quito toda la ropa y libero mi cabello dejando caer un rotulador que tenía enganchado en mi moño. Estoy completamente desnuda cuando Noah me envía un mensaje.

¿Viedollamada?

Abro la llave de paso del agua y dejo que el agua empieza a caer para calentarse.

Luego. Estoy por ducharme.

Compruebo la temperatura del agua. Todavía está fría. Intenté durante una semana ducharme por las mañanas, pero la ducha tarda un buen rato en coger la temperatura y llegaba corriendo a clase y sudada, así que me tenía que volver a duchar por la tarde.

¡Entonces quiero más la videollamada ahora! Jajajaja

Cojo una profunda respiración antes de contestarle, de nuevo, que después de ducharme. ¿Es eso lo que quiere? ¿Me está dando pistas? 

***

Esa noche, mientras hablo con Taylor y tras cotillear un poco y descubrir que puede que la guste Lucas, comento mi pequeña conversación con Noah por mensajes.

—¿Has buscado en Google? Seguro que hay alguna página en la que pongo cómo le puedes preguntar por lo que quiere sin decirle: "Oye, cariño, ¿quieres tener sexo?"

—¡No voy a buscar eso, Taylor! Se pensará que estoy loca.

—¿Y tu padre? Ya os ha dado la charla a Margot y a tí, seguro que puede ayudarte.

—Idea denegada —digo. Después, se me enciende una lucecita en la cabeza. Salto fuera la cama tropezándome con la mesilla y formando escándalo. Papá se asoma por la puerta y me pide que deje de hacer ruido porque Margot tiene fiebre. Cuando se va, rebusco en mi mochila hasta dar con el pequeño papel—. Freya me dijo que la llamara en algún momento para hablar, ¿crees que hablar con ella sea bueno? Ella sabe de esto y parece que ha cambiado.

Taylor se encoge de hombros y terminamos haciendo una lista de pros y contras por los que hablar con ella. Hay dos cosas a su favor por las que hablar con ella pueda ser bueno.
Son ya las once y cuarenta y cuatro cuando, a coro, Taylor y yo nos despedimos:

—Buenas noches. 

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