Papá hoy ha traído una cafetera nueva que he probado en cuanto la ha enchufado. Estoy sentada en la mesa de la cocina con un montón de apuntes de clase en los que intento concentrarme y con una taza de café en la mano. Margot entra en la cocina con su libro de matemáticas y se sienta delante de mí quitando parte de mis apuntes de su lado. Pasados unos minutos en silencio me suena una notificación en el móvil. Lo agarro con rapidez, pero solo es un email de con información de uno de eso sitios en los que meto mi correo electrónico.

—¿Todo bien? —me pregunta Margot abriendo su cuaderno—. Tu cara ha dado un cambio drástico.

Porque no es Noah. No dejo de esperar un mensaje suyo disculpándose.

—No es nada, correo basura.

Mientras escribo un discurso para clase de literatura, papá entra en la cocina y se inclina sobre la cafetera para prepararse su adorado café. Suelta un largo sonido de júbilo. La verdad es que el café de esta cafetera sabe mucho mejor que el que nos preparaba la otra.

Este es el momento perfecto. Un momento en el que Margot y papá están en silencio.

El corazón me palpita a toda velocidad hasta que le doy un trago a mi café. ¿Margot se decepcionará de mi? No le he dicho antes lo de Noah, y su figurita la arreglo Wesley. Me siento una cobarde. ¿Y papá? Sé lo mucho que le gustaba ver el fútbol con Noah y lo alegre que estaba de verle por casa.

—Noah y yo lo hemos dejado.

Margot deja de escribir sus ecuaciones y sube la cabeza lentamente del cuaderno hasta que me mira. Papá por su parte solo apoya el café en la encimera y me mira. Después, se miran entre ellos y me asaltan con preguntas.

—¿Y eso? —inquiere Margot que está casi sobre la mesa para escucharme mejor cuando responda.

—¿Qué ha pasado? —repite papá.

No puedo decir que Noah se besó con Chloe. Lo dejaría fatal delante de mi familia.

Me encojo de hombros quitándole importancia y digo:

—Supongo que ya ha pasado nuestro momento.

Voy apilando mis apuntes en una torre perfecta. Primero los libros y después, en la cima, los apuntes sueltos y mi estuche blanco pintado con rotulador. Margot recoge sus cosas veloz como un rayo y me sigue por las escaleras.

—¿Has estado tan rara por eso? —Por cada escalón que subimos Margot me golpea en la espalda con su bolígrafo.

—Déjalo, Margot.

Me reafirmo a mi torre de apuntes y echo la cadera hacia atrás para que Margot deje de pincharme con el boli.

—Es que ahora estás más triste que antes, y más sola que antes de Noah.

Sigo ignorándola y me meto en mi habitación. La pila perfecta de libros y hojas se me cae sobre la cama. Margot no deja de insistir y se cuela en mi cuarto dejando sus libros también en mi cama. Y sigue.

Si Margot supiera que Noah me ha roto el corazón, que estoy enamorada de él, y que se ha enrollado con Chloe, me dejaría de insistir. Sin embargo, no siento que Noah se merezca que cuente lo que pasó; son problemas entre él y yo, y que me duela a mí no influye en que Margot tenga que enfadarse con él. Quiero pasar por esto sin Margot para que no se meta por medio.

—No importa, Margot —suspiro.

—Voy a extrañar que ya no pase por casa. Creo que Noah era el mejor chico para ti.

—Margot... —Aprieto los labios con fuerza para no fastidiarla. ¿Y si yo la dijese lo mismo sobre Chase?

—¿Pero te sigue gustando? Yo sé que tú a él sí. ¡Te mira con unos ojos por los pasillos...!

—Para, Margot. No sigas.

Margot no deja de dar vueltas por mi habitación mientras canturrea:

—Y tú le miras también...

—Margot, enserio, para.

—Creo que Noah está enamorado de ti pero tú no de él.

—¡Cállate, Margot, cállate! ¡Hazlo de una vez!

Doy un golpe en la cama con la rodilla, y acabo tirando unos cuantos papeles por el suelo. Suelto un grito reprimido y caigo en borde del colchón. Margot me mira apretada contra la pared. La cara se le ha puesto roja y los ojos llorosos, intenta mirar a otra parte y reprimir el llanto. Nunca la he gritado y pocas veces me saca de mis casillas, pero no puedo permitir seguir escuchando hablar de Noah. No, no puedo. ¡Por favor! ¿Noah enamorado de mí y yo no de él? Si de verdad las personas ven eso cuando nos miran deberían darle un premio a Noah por ser tan buen engatusador.

Cierro los ojos con fuerza y me tapo la cara con las manos. Me siento como una imbécil por gritar a Margot. Me pongo derecha y miro un momento al techo intentando no llorar, antes de que me gire para pedirle perdón a Margot, escucho como cierra mi puerta y después la suya de un fuerte golpe.

Me paso el resto de la tarde suspirando. Recojo todo lo de la cama. Mis apuntes y libros por un lado, y junto todo lo que se ha dejado Margot a un lado del escritorio. Salgo un par de veces y me quedo junto a la puerta de Margot escuchando si ha salido un momento o si se ha dormido para llevarla sus cosas y que no me vea. A la hora de la cena yo no bajo porque no tengo hambre, creo que es un efecto secundario de que te rompan el corazón; Margot si baja y uso ese momento para llevarle sus cosas a su cuarto.

Sé que le cuenta a papá nuestra discusión porque les escucho hablar de ello cuando suben para irse a acostar. Yo ya me he duchado, he picoteado unas pocas barritas energéticas que tenía en la mochila y he repasado un poco los apuntes que me ha pasado Wes.

—Si tu lo dejaras con Chase tampoco te gustaría que te lo recordaran todo el tiempo —le dice papá.

Margot no lo sabe. Nunca se ha planteado que tiene que ser dejarlo con Chase, así que no se imagina ni de lejos el sentimiento por el que estoy pasando. Taylor me ha dicho que visto desde fuera parece que Noah y yo ni siquiera nos echamos de menos, pero yo sé que las miradas furtivas de los pasillos y los roces "sin querer" que pasan en los pasillos son otra cosa. Sé que perdonaría a Noah, lo haría sin dudarlo solo por ser él. Porque Noah es mejor de lo que aparenta. Pero es duro. Saber que estaba con Chloe y que yo me enamoraba de él mientras eso pasaba. Es mucho más duro de lo que parece.