48
A veces puedo pillar a Noah mirándome por los pasillos, pero luego es como si no pasara nada. Todo sigue su curso pese a que para mi se detiene. Y las clases que compartimos son más incómodas de lo que puedo permitirme. Lo único por lo que puedo alegrarme es por las vacaciones de primavera. Dejar de ver a Noah será lo mejor para mi salud mental.
Hoy el desayuno es un poco de todo. Café para papá hecho a mano y una jarra de chocolate caliente que nos repartimos Margot y yo. Hay tostadas con mantequilla, aunque Margot se come solo el pan tostado; y Fairy Bread; y unas pocas galletas de chocolate que hemos encontrado en el armario.
—¿Has empezado ya a estudiar para los exámenes de acceso a la Universidad, Sierra?
Me trago un trozo de tostada y contesto:
—Sí.
—¿Qué tal te va?
Me encojo de hombros. Me va bien porque Wesley me ayuda y me dice el tipo de preguntas que él tuvo que pasar; me acuerdo menos de Noah y cuando no quiero hacer algo pongo la excusa de que tengo que estudiar.
—Bien.
Sigo desayunando como si nada. Finjo no estar viendo las miradas que papá y Margot se llevan lanzando los últimos días. Siento como se interrogan el uno al otro del porqué Noah ya no pasa por casa, por qué los sábados solo cena Chase con nosotros. Margot se imagina algo de lo que pasa porque desde luego que Chase ya lo sabe. El otro día Margot se acercó a Noah a preguntarle si venía a casa a cenar, Noah la dijo que tenía cosas que hacer, entonces cerró su taquilla y se marchó. Vi a Margot dudar y me tuve que acercar a ella para que dejara de insistirle. Si Noah y yo ya no estamos juntos tal vez Margot sea un estorbo para él.
Papá carraspea.
—¿No tienes hambre? —me pregunta.
Termino de destrozar mi tostada en trozos pequeños.
—No mucha. —Empujo el plato al centro de la mesa y me disculpo antes de subir a mi cuarto a por la mochila.
Estoy pisando el tercer escalón cuando escucho a papá decirle a Margot:
—Pregunta tú. Os entendéis más.
Entiendo a papá a la perfección. Haber criado solo a dos chicas ya es duro de por sí, y a veces tiene miedo de preguntarnos algo y que nos echemos a llorar porque sean cosas de chicas.
Me encierro en mi habitación y agarro la mochila, pero antes saco la sudadera de Noah de mi armario y la meto a presión en mi mochila. El coche de Taylor aparca delante de casa y corro escaleras abajo topándome con Margot subiendo.
—Umm, Sierra.
Me giro en el último escalón recolocándome el abrigo y la capucha sobre la mochila.
Creo que si ahora mismo me hiciese la pregunta, respondería la verdad. Margot y papá merecen saber que Noah y yo ya no estamos juntos.
—Dime.
Duda un poco y termina diciendo:
—Has arreglado muy bien la figura.
Tuerzo los labios y agito la cabeza.
Lo hizo Wes con un poco de pegamento que tenía por casa. Le di la figura y la trajo a escondidas a casa al día siguiente. Lo ha pegado todo tan bien que parece que nunca se ha roto.
—Gracias.
Margot termina de subir las escaleras y yo salgo de casa. Corro por todo el jardín hasta subirme en el coche de Taylor. Al principio estamos en silencio. Últimamente solo escucho a personas preguntarme si estoy bien. Paul a veces me pilla por los pasillos como si tuviera miedo de que Noah nos viera, Lucas también lo hace pero a veces se sienta con Taylor y conmigo en la biblioteca para estudiar. Dando vueltas por el aparcamiento, Taylor me pide unos apuntes de historia, y en cuanto abro la mochila Taylor mira la sudadera de Noah.
—¿Se la vas a devolver?
Me daría un paro cardíaco si lo hiciera yo misma.
—Se la daré a Paul para que se la de él —digo.
—Eso es cobarde. —Aparca por fin, y se guarda los apuntes que la doy en una carpeta.
—No es cobarde. Es que no quiero mirarle a los ojos.
Las dos nos bajamos del coche y entre tos y tos falsa, Taylor dice:
—Cobarde.
Pongo los ojos en blanco y empiezo a caminar dentro del instituto.
Mi taquilla está muy cerca de la de Paul, así que lo veo allí guardando cosas dentro con Noah a su lado. Saco las cosas de mi mochila como si no me muriera de nervios y de inquietud. ¿Se supone que cuando cierre la taquilla tengo que pasar por su lado para ir a clase?
—Podrías lanzarle la sudadera desde aquí —comenta Taylor.
Saco la cabeza de la taquilla y la miro como diciendo: <<Estás de broma, ¿no?>>
—Ni loca.
—Te está mirando.
Con todo el cuidado del mundo me giro como si colocara algo que tengo en la puerta de la taquilla y veo de reojo a Noah. Nuestros ojos hacen contacto un segundo antes de que no pueda seguir y esconda la cabeza en la taquilla. Cuando la vuelvo a sacar y como Noah ya no está con Paul, corro hacia él.
—¿Qué pasa, Sierra? —me pregunta.
Saco la sudadera arrugada de mi mochila. A lo mejor huele un poco a mí, me lo ponía de vez en cuando para estar por mi habitación y fantasear cómo hubiera sido si la hubiera sacado a la calle.
—¿Puedes devolvérsela a Noah? Por favor.
Paul la coge y la mira unos segundos.
—Creo que sería mejor si lo hicieras tú. ¿No habéis tenido suficiente con las últimas semanas? Se nota que os importáis. —Me la intenta devolver, pero me cruzo de brazos.
Me rehúso a decir en voz alta que soy la única entre Noah y yo que se preocupa por el otro. Decirlo en voz alta sería terminar de aceptarlo y no quiero. ¿Sus celos eran por qué tenía miedo de perderme? ¿O una excusa para besarse con Chloe?
—Por favor, Paul...
Paul mira sobre mi hombro y se guarda la sudadera en la mochila a toda prisa.
—Vale, yo se la daré.
Le agradezco infinitamente antes de volverme. Pillo a Noah mirándonos desde una esquina, sigo queriendo saber qué piensa cada vez que me mira desde que lo dejamos. Parece como si dijera un montón de cosas indescifrables.
De camino a la primera clase no dejo de mirar hacia atrás para ver si sigue mirándome. No lo está haciendo y siento algo extraño en la boca del estómago. Me gustaría que me mirase porque siento que así está pensando en mí y no en Chloe.
Durante la clase del profesor Brannon me voy atragantando con mi propia saliva. Corro más de o que lo he hecho en toda mi vida. Chloe y Regina van cuchicheando y yo intento poner media pista de distancia entre ellas y yo.
***
En uno de los cambios de clase me topo de lleno con Noah. Si no hubiera salido de clase la última esto no sería así, no nos habríamos encontrado casi a solas en el pasillo.
El momento es tan incómodo que solo puedo balancearme en mis talones y tragarme el nudo que tengo en la garganta.
—Me has devuelto la sudadera.
—Sí. Es tuya.
Noah deja caer los hombros. Parece afligido, tiene ese aspecto de chico descuidado que Noah nunca ha tenido: un poco de barba y mal peinado. Es triste verlo así porque Noah es bromista y un pesado muchas veces.
—Sierra...
—Tengo que irme a clase, Noah.
Lo esquivo ágilmente y me lanzo a correr por el pasillo pese a que escucho como me grita. Estar enamorada de Noah me ha hecho darme cuenta de que a veces las fantasías son mejor siendo eso, solo fantasías. Pero a mí la realidad de salir con Noah me encantaba porque era mejor de lo que soñaba.
Os recomiendo que me sigáis para ver todo lo que os tengo que decir de la novela. Las actualizaciones, comentarios que tengo sobre ella y cosas que se pueden venir.
Comenta. Vota. Y comparte.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro