No estoy muy segura de si debería ponerme los vaqueros que tenía pensado con el jersey que quería, o algo más bonito. La madre de Noah es normal; no es de lo más sotisficada y para nada vulgar. Nos caemos bien, supongo, pero quiero impresionar esta noche.

A la señora Müller, al padrastro de Noah, y a Noah.

Margot me ha recogido el pelo en dos trenzas boxeadoras y me ha dejado pelos sueltos; no quiero que el pelo sea un estorbo durante la cena. Me he maquillado más que nunca, hoy quiero ser la Sierra más femenina que puedo ser. Hurgo en mi armario y le pido algo de ayuda a Margot. Al final, escojo unos pantalones de tela rosa y un jersey blanco. Después, me repaso el maquillaje frente al tocador: eyeliner perfecto, rimel perfecto, sombras perfectas, contouring perfecto. No me he pintado los labios, odio lo resecos que se me quedan, o el ridículo que puedo hacer si me pinto los dientes

Bajo a la cocina y le muestro el conjunto a Margot y a Chase, que ha llegado hace nada.

—¿Qué tal?

Chase silba y dice:

—Wow, Sierra. Estás guapísima.

—Pareces una influencer de moda —añade Margot.

—Entonces, ¿voy bien?

—Per-fec-ta —dicen a coro.

Antes de que Noah llegue, busco en internet temas de conversación que puedo sacarle a los padres de Noah. "7 temas de conversación con tus suegros en la primera cena"

***

No me siento extraña, ni cohibida, ni demasiado nerviosa. Ya conozco a la madre de Noah, y su padrastro es de lo más gracioso y agradable. La madre de Noah ha cocinado pavo en salsa, y no gotea tanto la salsa a como la que hacemos papá y yo, por lo que no me preocupo mucho por los pelos sueltos de mis trenzas.

En la encimera hay un montón de ingredientes de repostería, y una torre de platos de cartón de todos los colores: rosas con topos morados, verdes, azules; y además con formas de corazón, de flores, y hasta de diferentes formas geométricas. En la nevera está colgado con un imán el dorsal de concurso de repostería para la fiesta.

—Este año me he animado a participar —dice la madre de Noah.

Noah pone los ojos en blanco, y su padrastro y él y se miran como lo hacemos Margot y yo cuando papá nos dice que se quedará despierto para ver con nosotras la película de amor que siempre queremos ver.

Noah debe de ver que no sé porqué se miran así, y susurra:

—Mi madre da asco en la cocina.

Eso es algo que no me parece cierto. El pavo está jugoso y delicioso, no dejo de mojar el pan con la salsa y la madre de Noah no para de preguntarme si me gusta su comida.

—Y ¿cuánto tiempo lleváis juntos? —nos pregunta su padrastro.

Miro a Noah. ¿Desde antes de Navidad? Tal vez, ¿desde que vine a su casa?

Noah mastica un trozo de pavo, se lo traga, y dice:

—Casi un mes.

¿Ya? ¡Qué rápido!

—Wow. Más que las otras novias que Noah ha traído —bromea.

Me encojo en la silla. Quiero que la tierra me trague después de esta bofetada que me acaban de dar. ¿Noah ha traído a más chicas? Bueno, llevábamos años sin hablar, pero sé que no ha tenido más novias. ¿Ha traído a Chloe? ¿Su madre ha conocido a Chloe? ¿Y a Freya? A lo mejor a Freya sí, ha sido el primer amor de Noah.

—Cállate, Robert —se apresura a decir Noah.

Robert parece darse cuenta de lo que ha dicho, y se disculpa repetidas veces. Creo que la pata la meten todos los padres. Papá habló de Wes cuando Noah cenó con nosotros. Esto tiene que ser el karma. Aunque no creo que Noah se sintiera tan abofeteado a como lo hago yo.

—No pasa nada —repito, tranquila pero dolida.

Todo permanece en silencio un largo rato. Pico con el tenedor el pavo, y la madre de Noah parece estar regañando a su marido.

—Mamá. La hermana pequeña de Sierra también va a participar en el concurso de repostería.

La madre de Noah me mira.

—Oh, ya lo sabía. Me lo comentó ayer.

—Margot podría darte clases. Por eso te lo digo —bromea.

Y ¡zas! Parece que nada ha pasado.

***

Unos minutos antes de que me vaya, Noah y yo paseamos por su calle. Al principio me habla del próximo encuentro de lacrosse al que quiere que vaya; pero yo sigo comiéndome la cabeza. ¿En serio ha llevado a más chicas a su casa? ¿A quiénes?

—Noah.

—Dime.

¿Y ya es tema pasado? A lo mejor ya no importa.

—Nada. No importa.

—Sí, venga, dime. ¿Qué es?

Agito la cabeza negando y Noah no insiste más.

Antes de que nos subamos en su coche, veo a Lucas entrando y saliendo con cajas de su casa, y su madre va delante de él ordenando a los trabajadores dónde dejar las cosas.

Desde el otro lado de la calle, nos grita:

—¡Hey, chicos! —Agitando la mano.

—Hey, Ross.

Yo solo agito la mano. No estoy de muchos ánimos.

En el trayecto a casa, Noah retoma la conversación, porque claro que sabía lo que iba a preguntarle.

—Dos veces. Conocí a una chica hace dos veranos, y a otra solo la llevé a casa porque quería maquillarse antes de unas fiesta. Rob y mi madre estaban estaban cenando y la chica se quedó, pero sólo fue eso.

Me veo incitada a decrile que vale, que no tiene que darme explicaciones porque antes ni siquiera nos saludábamos por los pasillos y que si él me cuenta esos detalles, me veré agobiada porque yo no le digo todo.

Wesley me besó la noche antes de que fuera a rajarme delante de Noah y terminásemos siendo pareja, ¿eso es traición? No, ¿no? Noah no puede enfadarse por eso, además de que yo ni siquiera lo quería. Aquel beso solo fue un ¡click! en mi cerebro.

Pasamos por delante de una cafetería, de la piscina municipal y de una pequeña tienda de alimentos, antes de que empiece a ver mi calle.

—No pasa nada —digo al final—. Todo lo que pasase antes, no se puede remediar, ¿no? —intento bromear un poco, pero solo quiero quitarme culpa.

Noah se encoge de hombros, y con una genuina sonrisa, dice:

—Supongo que sí, pero puedo contarte las cosas y que no haya secretos.

<<Dios, Noah, ¿por qué ya no eres tan estúpido?>>

I'm sorry. No he tenido mucho tiempo últimamente. Ha sido mi cumpleaños y he estado muy ocupada con mis clases de canto. Espero que os guste este capítulo y os preparéis mentalmente para el siguiente. 

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