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38

Un poco antes de que Chase y sus padres lleguen para cenar, Margot está colocando meticulosamente los tenedores y los cuchillos a la derecha de cada plato. Sin embargo, papá intenta apartarla para poner el salteado de verduras y marisco en la mesa y unos cuantos canapés.

Todavía no puedo creerme que en menos de tres horas sea un año nuevo. El lunes vuelven las clases. Y que hoy iré a mi primera fiesta.

Noah me ha enviado una foto suya bastante mona. Se ha puesto unos vaqueros negros, una camiseta blanca, y una américa. Básicamente me ha incitado a vestirme bien para no desentonar en la fiesta, así que he repetido el vestido de Navidad.

Los padres de Chase han traído el pavo en una fuente roja y grande. Estoy segura de que el salteado de verduras y marisco que llevo haciendo todo el día se quedará como sobras para comer mañana. El padre de Chase corta el pavo meticulosamente, y su mujer lo regaña cuando casi mete la manga de su jersey en la fuente y lo baña con la salsa.

La cena de NocheVieja de todos los años es igual. La madre de Chase no deja de llenarnos el palto cada vez que terminamos el último trozo de pavo que tenemos servido, y aunque parece mucha comida para mi cuerpo, yo no paro de comer.

Por debajo de la mesa, Chase y Margot tienen las manos entrelazadas. Me siento de lo más excluida, como en todas las cenas en las que vienen. Yo no tengo nada de qué hablar nunca; no cuento chistes, nadie halaga mi comida, y no tengo una relación con nadie que les interese. Mirabelle me mira desde su asiento y me deja el último pedazo de pavo en el plato.

—Chase nos contó el otro día que tu novio les va a llevar a casa de Tessa hoy —me dice.

Le lanzo una mirada a Chase de: <<¿No me digas?>>

—Ummm... sí. Pasará a por nosotros un poco después de las doce —musito.

—¿Y quién es el chico? —me insiste y se inclina a rellenar el plato de papá con un poco de salteado.

Margot se estira a por la jarra del agua y contesta:

—Es el capitán del equipo de lacrosse del instituto.

Papá suelta un par de comentarios agradables hacia Noah, y los enlaza con unos chistes que creo que dan por finalizado el tema. Chase coge un trozo de pavo del palto de Margot porque ella no quiere más, y se lo mete en la boca a pesar de que debe de estar frío ya. Chase hace una mueca y finge que lo vomita, pero su padre le advierte:

—Ni lo vuelvas a hacer. Estamos en la cena.

Chase agacha la cabeza y se ríe entre dientes con Margot.

Me meto mi último trozo de pavo en la boca, y entre pequeños mordiscos, escucho la pregunta de Mirabelle:

—¿Es esta la primera noche que váis a pasar juntos?

Me atraganto con el pavo, y bebo del primer vaso de agua de pillo. Papá hace lo mismo. Estoy segura que nunca antes he estado tan sonrojada. No he barajado ni de lejos la posibilidad de que alguien pueda insinuar algo así sobre Noah y sobre mí. Ni siquiera sé si Noah ya ha estado con alguna chica en ese sentido.

—Iremos a una fiesta con unos amigos —respondo.

Con amigos de Noah, más bien. Yo no me junto con nadie.

Papá abre la boca para decir algo, pero Margot se le adelanta.

—Noah es muy respetuoso —dice.

En realidad siento como dijera: <<Sierra es demasiado introvertida>>

***

Justo a las 00:01, recibo el primer mensaje de Noah mientras nos reunimos en un abrazo colectivo con la familia de Chase, en quince minutos voy a por vosotros. Esperaba por lo menos que me felicitara el año. Somos novios, ¿no?

Estoy sentada en el sofá de casa. Margot y Chase se escabullen a la habitación de Margot a por sus mochilas para pasar la noche, y me veo marginada en mi sofá con Mirabelle al lado escuchando a papá y al padre de Chase hablar de la partida de póker que van a echar con sus amigos. Esos amigos con los que se van algunas noches a jugar al bar.

Espero los quince minutos a que Noah llegue, y cuando pasan, escucho el motor de su coche frenar fuera. Correteo a ponerme el abrigo y a gritos llamo a Margot y a Chase. Papá me coloca el abrigo del cuello, y dice:

—No sé a qué hora vendré, pero cierra con llave cuando vuelvas y deja todo asegurado.

Margot y Chase bajan de la mano por las escaleras. Chase lleva las dos mochilas en la espalda, supongo que por eso Margot también le quiere. Los dos se despiden y salen de casa casi corriendo al coche de Noa/*h. Pero Noah está fuera, apoyado contra el lateral del coche y frotándose las manos en busca de calor.

Nunca he ido a casa de Flynn, así que no tengo ni idea de dónde me puedo esconder si Noah me deja sola y me siento acechada por alguna de sus fans.

Hace demasiado frío, y agradezco silenciosamente el abrazo que Noah me da cuando llego a su lado.

—Feliz nuevo año, Sierra.

—Feliz año, Noah.

Noah me abre la puerta de su coche, y aunque estoy gratamente sorprendida tampoco chillo por el gesto tan bonito que acaba de tener. Rodea el coche, y se acopla en su asiento. El coche está calentito, y supongo que por eso no ha aparcado del todo, para que la calefacción no se apague. Extrañamente hoy está más guapo; como si tuviera el pelo más rizado y oscuro y los ojos más brillantes que antes. Hasta parece que tiene más masa muscular que la última vez que le vi.

Margot se inclina hacia delante y salgo del trance en el que me he metido cuando le da la dirección de casa de Tessa. No queda muy lejos, a un par de cuadras. Hay tres coches más aparcados en la acera de enfrente, y Noah consigue frenar junto a uno de ellos sin obstruir la carretera.

Cuando me quiero girar a advertir a Margot de que se porte bien y de que si algo pasa que me llame, ya está corriendo con Chase hacia la casa y grita:

—¡Nos vemos mañana! ¡Adiós!

Finalmente estoy sola con Noah en el coche, y puedo sentir como me mira durante los pocos metros que avanza hasta volver a frenar a un par de casas.

—¿Qué haces? —le pregunto.

Noah se encoge de hombros y desabrocha su cinturón. Se inclina sobre los controles y me besa. Creo que los besos de Noah me gustan el triple por que son esos besos que muy en el fondo creo que nunca he dejado de desear. Y porque ya no tenemos doce años y ahora Noah sabe besar. Y porque ahora Noah sabe bien, a menta, y no a pegamento. ¿Debería preguntarle por su vida más privada?

Noah me acaricia la barbilla y se reclina en su asiento mirándome. Me doy un rápido vistazo en el espejo retrovisor para ver si estoy igual que Noah: con los labios hinchados y ese brillito infantil en la mirada. Casi ni se me nota, pero está ahí.

—¿Estás bien? Te noto distraída.

—¿Crees que, alguien con nuestra edad, a pesar de no salir con nadie, ya ha podido tener relaciones sexuales?

Noah me mira y lentamente tira de las marchas para salir de la calle de casa de Tessa. Ni siquiera conozco la localidad de la casa de Flynn, pero sí sé que tiene que ser de las más grandes de dónde sea que viva. Con cuatro hermanos, los padres e Flynn deben necesitar mucho espacio para tantas habitaciones.

Noah sonríe al frente, pero tiene los ojos entrecerrados. Parece que he despertado su interés.

—Si duda alguna.

¿Eso es que él ya las ha tenido? Si es así, ¿con qué chica? ¿Con Chloe? ¿Y si ha sido con Freya?

—¿Por qué tan seguro? —indago.

—Somos hormonas andantes, Sierra —Noah lo dice tan como si no fuera nada, que me siento momentáneamente mal porque yo, con mis diecisiete años, puedo ser una monja.

—¿Y crees que, si un chico y una chica llevan poco tiempo saliendo, lo han debido de hacer ya?

Noah conduce tan lento porque la carretera está casi congelada, que me lanza una mirada dudosa que dura segundos, y dice:

—Depende de ellos dos. Con que uno no quiera es suficiente como para que no haya pasado nada.

—Pero empezando desde el punto en el que los dos nunca han tenido relaciones sexuales, ¿crees que puede pasar pronto o más bien tarde?

Noah reduce aún más la velocidad para girar en la esquina. La cara de Noah se contrae en una bonita sonrisa, y extiende la mano a la mía. Sigue siendo totalmente extraño sentir como su mano tapa la mía.

Con un deje de comprensión, Noah me estrecha la mano. De repente, me lo imagino besándome el dorso de la mano, pero sigue sendo Noah Müller y eso es demasiado hasta para él.

—Pasará cuando tenga que pasar, Sierra. Porque para tu información mis experiencias sexuales no son muchas.

Siento el rubor extenderse por mis mejillas, y pienso una rápida excusa para salir de esto. ¿Tan evidente he tenido que ser? ¡Qué vergüenza!

—Ummm... sólo... sólo quería saber un poco por Margot y Chase.

Ahora la vergüenza surca la cara de Noah, como si hubiera metido la pata hasta el fondo. Desliza su mano lejos de la mía, y se pasa los dedos por la barbilla.

—Yo, emmm —duda unos segundos e infla las mejillas.

—Pero siempre es bueno saberlo —bromeo.

Durante el trayecto, puedo notar a Noah algo exaltado. Golpetea los dedos contra el volante al ritmo de la música, y agita la cabeza meneando sus ricitos.

Un poco antes de que pueda ver la gran cantidad de coches que hay frente la casa de Flynn, Noah va buscando sitio para aparcar y pregunta:

—¿Y tú?

—¿Yo, qué?

—Cuéntame de tus experiencias con chicos. Esta vergüenza hay que pasarla en pareja.

—Nunca he salido con nadie, Noah. Lo sabes.

—Pero sé que Lucas Ross y tú tuvistéis algo. Era aquel chico de intercambio, ¿no?

Sé de sobra que Noah sabe de quién de habla. Lucas se metió en el equipo de baloncesto con Talon Garey, y como Talon es amigo de Noah, Lucas y el resto de los chicos no tardaron en hacer buenas migas. Ni siquiera yo me creía que Lucas se hubiera fijado en mi. Lucas se hizo popular y yo seguía siendo Sierra Bomer.

—Fué un desastre —digo—. Además, no creo que le gustase mucho.

Noah tira del freno de mano. Estamos un poco inclinados porque ha subido dos ruedas del coche a la acera. Pobre césped.

Siempre he pensado que a los deportistas les gustan las chicas que se hacen notas porque tienen ese tipo de belleza extraña que alumbra. Como Freya, que su pelo rubio y la forma delgada de su cara llaman la atención. O como Chloe, que últimamente se pinta mechas de colores en el pelo. Yo sólo tengo ojos verdes.

—Le gustabas más de lo que crees —dice—. Una vez, nos dijo con ese acento inglés, que eras la chica más guapa de toda Nebraska.

—Lucas no salió de un radio de diez kilómetros lejos del instituto.

—Pero sin duda eres la chica más guapa de Nebraska.

Siento que lo dice por compromiso, porque soy su novia y es su deber decirme esas cosas. No sé si debo agradecer a Paul o no por haberse ofrecido a traer a Taylor para dejarnos a Noah y a mí un rato a solas.

Noah debe de notar mi expresión afligida cuando salimos del coche y nos reunimos en el maletero para dejar los abrigos. Nos estorbarían demasiado en la fiesta. Cierra el maletero y se hunde las llaves del coche en el bolsillo de los vaqueros. Sus dedos aprietan los míos mientras caminamos hacia la casa de Flynn. En efecto; es grande. Hay gente entrado a toda prisa para refugiarse del frío, pero creo que Noah me había dicho que Flynn iba a conectar la espuma de la piscina por si algún cabeza loca quería combatir la naturaleza.

—Nunca te he visto con un vestido —me susurra Noah.

Está tan pegado a mí que casi su cuerpo me tapa del frío. Estamos a un paso de la entrada, y un chico pelirrojo saluda a Noah con un apretón de manos. Me mira, y Noah me frota los brazos juntando su mejilla con la mía.

—Es Sierra, mi novia.

—Lo sé. Lo leí en el blog. 

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