Estoy casi toda la tarde evitando a papá. Hago una video llamada con Taylor y JoJo se nos acopla unos minutos para invitarnos a ir con sus amigos un día a batear.

—Entonces, ¿sois pareja oficial? —me pregunta Taylor—. Eso implica ir a los partidos de lacrosse y que te pongas su camiseta. ¡Puede estar bien!

—Sí, tal vez...

Margot todavía no ha llamado, aunque algún mensaje sí me ha mandado. Como Noah.

Ahora si vendrás conmigo a la fiesta, ¿no?

Me ha envíado.

¿Debería?

Le he respondido, pero él a mí no me ha contestado nada.

Ella suena distorsionada detrás de Taylor, que es tarde y mañana madrugan para ir a recoger a su abuela y que pase con ellos la NocheVieja, así que nos despedimos y colgamos.

Papá golpea mi puerta y se asoma por ella con el teléfono en la mano.

—Te estaba esperando a que terminaras de hablar con Taylor —me dice.

Me hago a un lado en la cama y me levanto a dejar el ordenador en el escritorio.

La vocecita de Margot sale del móvil de papá.

—¡Hola, Sierra! —exclama.

Me siento en el borde de la cama, y mi teléfono vibra sobre el colchón. No lo cojo.

—¿Qué tal, Margot?

—¡Genial! ¿Tú qué tal con Noah?

Frunzo el ceño al teléfono y después a papá.

—¿Habéis hecho esto sólo por saber qué tal estoy con Noah? —pregunto.

Papá agita la cabeza lentamente. De arriba a bajo y confirmando.

Dudo un segundo. ¿Noah y yo somos novios? Hemos hablado de "algo" y aunque yo he dado por supuesto que le estaba dando una oportunidad, no sé cómo se habrá interpretado.

—En parte —responde Margot.

—Pues... supongo que estamos bien.

Papá me mira pero no dice nada. Aunque sí puedo ver como piensa: <<Deberé hablar con él>>, y como esa frase se repite en su mente como un bucle.

Ay no.

Pese a que no veo a Margot, siento que se está mordiendo la lengua para no preguntarme con Wesley. Ya lo hará. ¿Y qué la diré? ¿Que me besó y le dije que no por Noah? ¿Que me tomó por tonta? Veo a Margot capaz de presentarse en su casa.

<<No me puedo creer que esté, con Noah>> Lo repito una y otra vez mentalmente en lo que dura la conversaión con Margot hasta que cuelga porque está muy cansada y es tarde.

Papá no se mueve del borde de la cama, y con los ojos clavados en el suelo dice:

—Tus abuelos se han entristecido mucho cuando les he devuelto el dinero de los billetes.

Eso me estruja un poco el corazón. Hace demasiado tiempo que no los vemos.

—Pueden venir ellos—digo.

Los abuelos entienden demasiado bien que no podamos ir. Que no tengamos la seguridad de ir y volver enteros.

—Algún día —dice levantándose. Espero de piernas cruzadas a que salga por la puerta, pero se gira antes de tocar el pomo—. Deberías invitar a Noah a comer cuando llegue Margot.

Agito la mano y me rasco la pierna sobre el pantalón del pijama.

—Nah... no hace falta.

Papá echa la cabeza hacia atrás y se ríe.

—No me has entendido. Que lo invites y punto.

En cuanto sale y cierra la puerta, me lanzo boca arriba en mi cama y agarro el móvil. Noah me ha mandado otro mensaje.

Sep. Deberías venir conmigo y dejarme que te enseñe a disfrutar.

Aunque lo leo y lo reproduzco muy mal, escribo de vuelta:

Sé disfrutar. Buenas noches.

Noah está escribiendo, y para cuando me envía el próximo mensaje ya me he metido en las sábanas y he apagado la luz.

¿Tan pronto a dormir?

Creo que para alguien que sale mucho de fiesta y es tan popular como Noah Müller, acostarse a las once es muy temprano.

Pienso en escribirle que es porque desde que pasó lo de Wes he tenido un día terrible, pero sería mentir, en parte, porque hablar con él y dejar las cosas claras no ha sido tan terrible.

Tengo sueño y papá trabaja mañana así que me despertaré con su alarma a las siete.

Como si se burlara de mí, responde:

Sólo no te claves algo en la muñeca otra vez. Buenas noches, Sierra.