29
Papá saluda a Noah con un apretón de manos y pasa de largo dejándome sola como a un perrito abandonado en mitad del frío invierno. Bueno, exagero un poco. Pero Noah me mira y me siento realmente como un chihuahua al lado de un bulldog.
—¿Qué haces aquí? —le pregunto.
Noah mueve el pie y la madera del porche chirría.
—¿Has desayunado? Te invito, hay un sitio dónde hacen unos donuts caseros riquísimos —dice.
Entrecierro los ojos y le miro lentamente. No he desayunado y tengo hambre.
Me asomo a la cocina. Papá va en calcetines por la cocina y ha amontonado su abrigo y los guantes encima de la mesa.
—Papá —le llamo—. Voy a desayunar con Noah.
Papá me mira y asiente.
Es algo extraño volver a hablar con Noah después de que se enrollara con Chloe y pasara de mí como si nada.
La poca nieve que queda en el suelo cruje cuando atravesamos el jardín para ir a su coche. Tiene las ventanas heladas, y lo primero que hace cuando subimos es poner la calefacción. No sé que estoy esperando que diga. <<Bueno, Sierra, perdón por ser tan estúpido>> o algo así. Pero es Noah Estúpido Müller, ¿cuándo pide él perdón? Noah sólo da por supuesto que está perdonado de todo por ser guapo y capitán de lacrosse. Como si fuera el mejor de todo.
Al final, Noah habla cuando los asientos ya están calientes.
—Si fuera la mitad de lo que era antes de Freya, ¿te seguiría gustando?
Me quedo petrificada. ¿A qué viene eso ahora? ¿A caso quiere restregarme por la cara lo patético que fue que leyera lo que escribí?
—¿Y eso a que viene?
Noah reduce la velocidad en una rotonda, y me mira un nanosegundo con esa sonrisa tan perfecta.
—Sólo quiero saberlo.
—Pues... Supongo que sí.
—¿Porqué?
Pongo los ojos en blanco y me apoyo contra la puerta.
—Tenías ese "algo" que gustaba mucho. Ahora crees que por ser quién eres todo el mundo te quiere y no es así. Antes molabas.
—¿Para ti sigo siendo Noah Estúpido Müller? —me pregunta.
—Sí. Creo que ese Noah se te ha pegado tanto que no queda rastro el otro.
Noah se ríe, pero yo no lo estoy diciendo a broma.
Nos sumimos en un silencio el tiempo justo para que ya estemos delante de una cafetería y Noah tire del freno de mano, sin embargo, no se quita el cinturón.
—¿Lo dices por lo de Chloe?
—¿Qué?
—¿Que si dices que soy estúpido por lo de Chloe?
—En parte. Gabriel me contó que os enrollastéis en una fiesta de Freya, y la verdad es que te creía más inteligente que para estar con Chloe.
Noah alarga la mano y saca las llaves del contacto bajándose del coche. Le sigo, y cuando le alcanzo a unos pasos, dice:
—No quería besarme con ella. Iba algo pasado de cervezas y se me lanzó
No quería saber eso. Para ser alguien que no quería besarse con Chloe, ha estado muy pegado a ella últimamente.
Noah empuja la puerta de la cafetería y la campana que hay colgando del techo suena. Me deja pasar primero, y no puedo evitar pensar que eso es algo que el Noah que me gustaba haría. Pero ahora Noah es tan "perfecto" que sé que muchas veces pasa primero y le da igual si la puerta se te cierra en la cara.
—Para no querer besarla has estado con ella mucho tiempo —comento.
Noah camina a mi lado hasta una mesa del fondo con dos sillas pequeñas de madera.
—Supongo que quería que Chloe me gustara —confiesa, y deja su abrigo en el respaldo de la silla lanzándose en ella.
Yo todavía estoy procesando eso que ha dicho mientras me siento. ¿Quén, en su sano juicio, quiere salir con Chloe? Claro, Noah. Dos populares son la mejor combinación para el baile y ser el rey y la reina del curso.
—¿Porqué? Quiero decir, me dijiste que Betty no era tu tipo, y Chloe es más de lo mismo.
¿Por qué estoy insistiendo? Es su vida, si quiere gastar su tiempo con alguien como Chloe, ¡allá él!
Noah se gira en la silla y llama a la chica que atiende las mesas.
—Chloe no es como Betty, es menos cantosa cuando me espía. De todas formas no me gusta. Supongo que quise intentarlo con ella por que le gusto y me daba pena.
—A Betty también le gustabas y no lo intentaste con ella.
Reconozco a la chica en cuanto se nos acerca. Es la chica rubia y demasiado guapa que se besa con Wesley. Es más guapa de cerca, y seguro que Wes la preferiría a ella mil veces. Además, se sabe maquillar y el eyeliner la queda perfecto. Mira a Noah un buen rato, ¿se habrá besado con ella también? No, no me importa... solo un poco. ¡Molesta!
Noah pide cuatro donuts, dos para cada uno, y dos cafés con nata por encima y canela. Lo deja pagado, y cuando la chica se va miro su placa del delantal de reojo. Se llama Sally. ¡Hasta el nombre lo tiene bonito!
Noah entrelaza las manos sobre la mesa y se inclina hacia delante.
—Lo sé —dice, y continúa con la conversación—. No lo sé, supongo que Chloe me atrae más. Es más guapa, tiene mejor cuerpo, y es animadora aunque ahora lo sea del equipo suplente.
Noah, para ser alguien a quién solo le daba pena Chloe, habla muy bien de ella y sonríe cada ve que lo hace. Posiblemente Chloe sí que le ha llegado a gustar y no lo tiene asumido.
—Suenas a enamorado—digo.
Noah frunce el ceño y agita la cabeza de lado a lado.
—No lo creo. Chloe está muy lejos de ser algo para mí.
—No lo parece.
Sally no tarda nada en llegar a nuestra mesa y repartir lo que Noah ha pedido. Despedazo un trozo de donut y me lo meto en la boca.
Noah empieza por el café, y tras un par de sorbos estira la mano hacia mis donuts. Le golpeo la mano.
—Tú a los tuyos.
Noah me agarra de la mano y dice:
—¿Quiéres saber algo?
—Sorpréndeme, Noah Müller. Es tu especialidad.
—Creo que dejé de hablarte después de que pasara eso con Chloe por que me empezaste a gustar.
El dónut se me cae de la mano y aterriza en el plato junto al otro. ¿Acabo de escuchar bien? Porque de ser así, espero que se de cuenta de que su broma es de muy mal gusto. Entonces aparto la mano y dejo de mirarle.
—Ya, claro. Osea, según tú y tu lógica: después de años y años sin hablar, vienes, hablamos un par de meses y ¡boom! te empiezo a gustar. —Troceo el dónut un poco más, y dejo los trozos en el plato—. ¿Sabes lo tonto que suena que además me digas que querías que te gustara Chloe? Es enrevesado.
Noah agarra un trozo de mi dónut. Si pensaba que iba a frenarle se equivocaba.
—No lo es.
Asiento con la cabeza.
—Sí, lo es. Normalmente cuando dos personas se gustan, se juntan, no se alejan.
Noah me roba otro trozo de dónut, y le fulmino con la mirada.
—Has admitido que te gusto —suena tan egocéntrico que paso de contestarle. <<¡No todo el mundo te ama, Noah!>>—. Y no llevas la razón. A veces, cuando te alejas, ves como son las personas de verdad.
Estoy intentando no mirarle. Noah tiene unos ojos hipnotizantes y sé que no podré dejar de mirarle. Entonces, subo la cabeza dándole un sorbo al café y veo a Wesley aquí dentro. Está hablando con Sally hasta que la besa.
Noah se deja caer en su asiento y dice:
—A eso me refiero.
Le miro mandándole callar. Vale, tal vez lo de Wesley me moleste porque me ha invitado a salir esta tarde, pero creo que ya no quiero ir. Ser amiga de Wes tiene más ventajas que salir con él. Por lo menos si somos amigos podrá besarse con Sally todo lo que quiera y no a escondidas.
—Wesley puede hacer lo que quiera con su vida. No me gusta.
Noah asiente, realmente no le importa. Alarga la mano y antes de que agarre otro trozo de mi donut, le doy en la mano.
—Deja de comerte mi desayuno. ¡Tú tienes ahí!
—Ya, pero fastidiarte es divertido.
Estiro el brazo sobre la mesa y le golpeo el pecho.
Por un momento me siento como si fuera la novia de Noah. Tal vez estaríamos así si no se hubiera besado con Chloe y me hubiera confesado que le gustaba. Tal vez a mí me gustaría más de lo que lo hace ahora. No lo sé, tal vez muchas cosas serían diferentes.
Noah me coje la mano sobre la mesa y yo inclino la cabeza.
—¡Sierra! —ohhhhh— ¿Qué haces aquí?
Ladeo la cabeza hacia Wes, e intento apartar a mano de la de Noah. Wesley nos sonríe ignorando que Noah me aprieta la mano para que no la suelte, pero es lo más cantoso que hay sobre la mesa, así que lo tiene que ver sí o sí. Creo que lo peor de toda esta situación es que sonríe, sonríe y parece que se burla de mí.
Palmea la espalda de Noah, creo que con demasiada fuerza, y dice:
—¿Qué hay?
Noah por fin me suelta la mano.
—Nada, aquí desayunando. ¿Y tú? —pregunto.
—He venido a desayunar con un amigo —dice señalando una mesa al otro lado de la cafetería dónde hay un chico pelirrojo jugando con el móvil.
Sí, ya, seguro que sólo ha venido a por eso... y no a por unos besos de Sally.
Es amigo de Wes se levanta de la mesa y camina hacia nosotros a pequeños saltos graciosos. Cuando se para al lado de Wes, nos sonríe a todos agitando la mano en el aire.
—Um... Zander, ella es Sierra, mi vecina —nos presenta Wesley.
Le estrecho la mano y tuerzo los labios en una sonrisa desganada.
—Un gusto.
Noah se levanta de su silla y me pongo alerta. ¿Se puede saber que va a hacer este chico?
—Yo soy Noah —se nota que aprieta la mano de Zander y la sacude de arriba a bajo—. El novio de de Sierra.
Dejo de respirar. El corazón me va a mil. <<¡¿PERO QUÉ DICE?!>> Por favor, que me trague la tierra y me escupa en mi cama soñando esto.
Wesley me mira fijamente, sin embargo no soy capaz de mirarle. Me pongo de pie y me coloco el abrigo agarrando el de Noah.
—Tenemos que irnos —digo empujando a Noah Estúpido Müller hacia la salida.
—No hemos desayunado del todo —comenta.
Le tiro de las raíces del pelo y lo saco a empujones de la cafetería. ¿Pero cómo se le ocurre decir que es mi novio? ¿Acaso no sabe la que ha liado hasta en mi casa? Como esto llegue a oídos de Margot estoy muerta. ¿Y Wes que pensará que soy? Espera, no. ¡Que le den a Wesley! Es Wesley Tonto Gutiérrez.
A unos pasos del coche le agarro por el abrigo y le espeto:
—Eres un gran imbécil, Noah. ¿Por qué le has dicho eso?
Noah juega con las llaves del coche y lo abre.
—Te acabo de ayudar. Ese tío te ha mentido en tu cara, Sierra. —Se gira y abre la boca—. Oh, espera, ¿querías seguir quedando como una ingenua delante de él? Porque te iba a seguir mintiendo a la cara una y otra vez. No mereces eso.
Me cruzo de brazos. Él no sabe lo que yo me merezco.
—¿Y porqué creo que estás disfrutando esto?
Noah se encoge de hombros y se mete en el coche.
No me abrocho el cinturón cuando subo. Hasta que no me diga exáctamente que ha sido lo que acaba de pasar, no nos vamos.
—Ponte el cinturón.
—¿Por qué has dicho que eras mi novio?
—Te lo he dicho, mereces algo mejor que a Wesley.
—¿Y eso eres tú? Te recuerdo que tú te has besado con Chloe.
Noah sonríe con todos los dientes. Parece muy seguro de sí mismo cada vez que habla, y eso le hace parecer aún más creído.
—Pero me gustas tú, Chloe fue un mmento.
Pongo los ojos en blanco e intento que no se me note el rubor por toda mi cara. Me abrocho el cinturón, y Noah entiende que quiero volver ya a casa.
—¿Y ahora qué hago yo con Wesley? —le pregunto—. ¿Le digo que sólo bromeabas?
Noah me mira y niega.
—Ya veremos qué hacer. De momento así está bien.
Noah gira de nuevo en la rotonda y el coche patina un poco sobre el hielo que hay en la carretera. Yo no sería capaz de conducir con las carreteras así, y cualquier persona que aprecie su vida tampoco me dejaría conducir.
—No, Noah. De momento así no está bien. ¡No somos pareja!
—Vale, entonces dile a Wesley que no salimos juntos y que puede seguir jugando contigo. —Estira la mano sobre mi cuerpo y saca de la guantera unas gafas de ver—. Aunque no sé de qué te quejas. Cualquiera estaría bien con ser mi novia falsa.
Pongo los ojos en blanco y le arrebato las gafas de la mano para limpiárselas. Nunca he visto a Noah sin gafas. No sabía ni que tenía.
—Eso es porque me gustas a ratos —Yo.No.He.Dicho.Eso—. El día del baseball, fuiste increíblemente agradable, invitaste a Gabriel y te portaste de lo mejor con todos; ese es Noah Müller. Y después llegas y dices eso, así que lo fastidias todo con tu ego y tus aires de grandeza que no gustan a nadie.
Noah se queda en silencio el resto del camino, va con las gafas que realmente le sientan bien. Pero es Noah Müller, todo le queda bien. Frena delante de mi casa. Entonces se a la vuelta, me mira y dice:
—Oye, gracias. Creo que me gustas porque aparte de muchas otras cosas eres la única que me dice las cosas a la cara.
Una sonrisa se dibuja en mis labios.
—Pues te diré también que deberías usar más las gafas —le doy un pequeño toque, y me bajo del coche.
Corro hasta dentro de casa, y a través del pequeño cristal que hay junto a la puerta le veo irse a los pocos segundos.
Si ya habíais leído un capítulo 29. No es extraño. He escrito este que es totalmente diferente, así que no os preocupéis y leer este.
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