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Al día siguiente, durante la clase de gimnasia del profesor Brannon, Taylor y yo estamos corriendo cuando escuchamos a Chloe susurrarle a Regina:
—Te juro que es mentira. No me importa lo que diga el estúpido blog ese. ¿Crees que saldría con un gay?
Taylor me mira y se nos escapa una risilla. Chloe es mucho de ladrar, pero en el descanso se ha encerrado en los baños de chicos con Kaiden.
—¿Y vosotras de qué os reís? —nos pregunta Chloe. Está trotando de espaldas, y sinceramente espero que se caiga por lo mala que es.
Taylor, entre jadeos cansados, dice:
—Nada, nada.
Regina tira del brazo de Chloe y se aleja trotando de nosotras después de lanzarnos una mirada de superioridad. Regina es algo así a como un stop en la maldad de Chloe, supongo que porque son mejores amigas. Regina es la correa y Chloe el perro.
—¡Se acabó la clase, chicos! ¡A casa! —grita el profesor Brannon con su silbato.
Para Taylor y para mí, escuchar eso es toda una liberación, y caminamos a los vestuarios entre quejidos. A mi me ha entrado flato y Taylor está que se desmaya por las esquinas. Media hora, ¡media hora corriendo! ¿Quién aguanta eso?
—¿Vamos a la biblioteca a estudiar un rato? Tengo que buscar un libro de historia para un trabajo.
—Claro, llamaré a Margot, aunque seguro que ya está con Chase yéndose a casa.
Al girar para dejar mi mochila en el banquillo, Chloe me lanza una mirada despectiva desde las taquillas el final. Da miedo. Desde que se ha teñido las puntas de rosa parece más mala de lo que parecía antes con todo el pelo rubio.
Taylor y yo esperamos a que todos salgan para ir a la biblioteca de la segunda planta.
—¿Margot se irá con Chase? —me pregunta Taylor.
—Papá quiere hablar con los Jacksons primero, pero sabes como es.
Al girar en el pasillo para ir a las escaleras, nos topamos de golpe con el equipo de lacrosse, eso quiere decir: Noah Múller.
Noah me encantaba. En pasado. Me divertía durante las clases hablando con Freya sobre él y sobre los rizos castaños tan monos que le caen siempre sobre la frente. Creo que Freya pensaba que yo no era una amenaza, por eso éramos amigas y no se preocupó cuando me invitó a jugar a la botella con ella y otros chicos entre los que estaba Noah. Éramos tres chicas y tres chicos. Freya consiguió llevar a otra chica de "bajo riesgo", y a dos chicos a los que también quería besar, pero Noah siempre iba primero. Cuando el culo de la botella me apuntó a mí y la boca a Noah, Freya se enfadó tanto que hizo un berrinche y la quiso girar de nuevo, pero los otros chicos dijeron: El juego lo ha decidido. Noah me besó. Y dejamos de jugar.
Ahora Noah es un prepotente que no debe ni de acordarse de que me robó mi primer beso y después se tragó la mentira de que tenía piojos. Seguro que él ha tenido pulgas por salir con Freya y yo no digo nada.
—Deberíamos conocer a chicos, ya sabes, como cualquier otras chicas de diecisiete años.
—Yo ya tengo suficiente vida social contigo.
Taylor me mira de reojo y se coloca la mochila mientras me ignora vilmente.
Subiendo las escaleras, Margot me envía un mensaje:
¿Que hay para comer?
Margot debe pensarse que cuando por las mañanas salgo más tarde que ella de casa, me da tiempo a prepararla sus amados espaguetis con queso.
Pizza que sobró anoche.
Antes de que lleguemos a la biblioteca al final del pasillo, Margot me manda gif de una chica enfadada.
La biblioteca está casi vacía, da igual si es porque es el final del día escolar o si es el descanso, aquí hay poquísima gente sea la hora que sea. El chico que siempre está aquí es Bryn Ashton y porque ayuda a la bibliotecaria en sus ratos entre clases. Está colocando unos libros de historia en sus estantes.
—¿De qué es el trabajo que tienes que hacer?
—De historia.
—Wow, que detallista.
Taylor y yo dejamos nuestras cosas encima de la mesa y me siento delante del ordenador prehistórico. Encima suena un montón cada vez que pulso una tecla.
Bryn se acerca a la mesa colocándose sus gafas de pasta azules y nos pregunta:
—Hola, chicas. ¿Os ayudo en algo?
Su sonrisa es tan contagiosa a como lo es su risa, que con cada carcajada suelta un sonido de cerdito de lo más pegadizo.
—Necesito un libro de la historia de Alemania —le responde Taylor.
Bryn agita la cabeza sin dejar de sonreír y me mira. No le conozco mucho, pero sé que es la persona más amable de su clase y siempre se está ofreciendo a ayudar a la gente. Elva Merle es la última amiga de Freya que hace un mes empezó con el rumor de que Bryn y la bibliotecaria de cincuenta y muchos años tienen un romance secreto entre libros.
Tardo un rato en encender el ordenador y conseguir acceder a Google. La velocidad que lleva es tan lenta, que cuando Taylor vuelve a la mesa todavía estoy metiendo mi contraseña en la página del blog para escribir un rato.
Queridos alumnos del instituto Millard:
No sé qué tipo persona decidió que debemos elegir nuestro futuro de por vida a los dieciocho
¿Cómo esperan que sepamos qué queremos hacer con nuestras vidas en la Universidad?
Si te gusta el fútbol y es tu pasión, tendrás la carrera ideal para ti; pasa lo mismo si te gusta la moda o planificar eventos. Pero, ¿y si no has visto mundo y solo quieres descubrir qué hacer? No tienes porqué elegir una carrera que te dé más oportunidades de trabajar; no tienes que elegir una carrera porque sea legado familiar ser médico, o abogado o juez. Tienes que estudiar lo que te llene, lo que te haga levantarte por las mañanas y te sientas orgulloso de hacer.
El instituto no te va a guiar directamente hacia tu carrera ideal. Te dan un papel con un montón de notas y te tienes que buscar la vida. ¿Has aprobado matemáticas? ¡Sé matemático! Te dirán. ¿Buena nota en tecnología? ¡Estudia programación! O se hacker, total, a nadie del instituto le importa que uno de los chicos con los que compartía clase termine en la cárcel por entrar en el sistema de H&M. ¿Y si destacas en el ausentismo? ¿Crees que te ayudarán a concentrarte más en clase? Ja. Ja. Ja. Te dirán que vayas buscándote un trabajo y olvides entrar en la Universidad. Como mucho, te darán el nombre de la tienda de segunda mano que hay a dos kilómetros y dónde se buscan dependientes.
En mi opinión personal y anónima, creo que somos muy jóvenes, sin embargo, es lo que hay y debemos buscar los medios necesarios para descubrir qué queremos ser.
Anónimx
Cuando termino, Taylor ha terminado de escribir un par de cosas sobre el libro en su pequeña libreta llena de garabatos de otros trabajos y está recogiendo sus cosas.
—¿Paramos a comer por ahí? —me pregunta mientras se cuelga la mochila.
Asiento con la cabeza intentando cerrar la página del blog, pero va muy lento. Me encanta que no haya nadie aquí salvo Bryn, la bibliotecaria y nosotras. Pocas veces he usado los ordenadores del instituto para escribir en blog, y siempre llevo mucho cuidado para que nadie sepa que hago.
—Aunque mejor comemos en mi casa. Margot está sola y siempre se la olvida echar la llave.
A mis espaldas, Taylor se queja de que estoy tardando mucho y justo sale que el programa se está cerrando. Me cuelgo la mochila a los hombros y miro una última vez la pantalla cargando. Según pone, en cinco segundos se apaga el ordenador y de aquí a cinco segundos nadie se va a acercar para ver que hay.
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