14
Estoy intercambiando unos libros con otros en la taquilla cuando Paul se apoya en las taquillas a mi lado. Está abrigado hasta los topes y lleva una bufanda enredada en el brazo.
—Hola, Kemp.
Paul me sonríe.
—Me he enterado de que has estado en el hospital, te han quitado ya los puntos ¿no?
—Sí —Agito la mano en el aire.
Paul y yo compartimos la siguiente clase, biología, y si Taylor hubiera venido me sentaría con ella, pero JoJo le ha contagiado la gripe y dice que se está muriendo lentamente en su sofá. Y que lo hace por soportar a JoJo y no la gripe.
—¿Qué tal te va con Müller? —me pregunta.
—¿Y esa pregunta? —me río. Ay Dios, espero que nadie se piense lo que no es—. Noah y yo solo hablamos puntualmente.
—Lo sé, lo sé. Pero si acaso.
—Por si acaso, ¿qué?
Paul me mira y me da un empujoncito en el hombro.
—Ya sabes, por si acaso os habéis enrollado o algo.
Me atraganto con mi propia saliva. ¿Enrollarnos o algo? Sé lo que ese "algo" significa, y tendría que tener un trastorno mental para que pasase.
—¡Por Dios, no!
La clase de biología está cerca del despacho de orientación, y cuando pasamos por delante, Freya sale enfadada y me da un golpe con el hombro. Prefiero ignonarlo porque siempre es así, aunque sienta como mata con la mirada hasta que giramos en una esquina y nos metemos en clase.
En esta clase están Nora y Chloe, y ya están sentadas en unas mesas en mitad de clase copiando los deberes de alguien.
—¿Te sientas conmigo?
Paul no es un mal compañero: no es de los que hablan, ni de los que molestan. Nos sentamos en la otra punta de clase y esparcimos nuestras cosas sobre la mesa.
Durante toda la clase, la profesora Hilary no deja hablar y de pedirnos que tomemos apuntes; como todavía me molesta la mano, Paul se ofrece a ayudarme a pasarlos a mi cuaderno durante el recreo. A si que salimos juntos de clase y vamos a la biblioteca.
Cuando Paul me está adelantando un poco de los apuntes, Wesley me envía un mensaje.
¿Vamos a comer? Puedo ir a por tí y Margot al instituto.
No me extraña que Margot quiera que salga con él. Wes está hecho del material de novio perfecto.
Claro.
Wes no me responde aunque sé que lo ha leído, y me guardo el móvil.
Paul me devuelve poco después mi cuaderno con los apuntes de biología y nos ponemos con la tarea de otras asignaturas. Yo voy a mi ritmo, y varias veces se me acerca Bryn para ver si puede ayudarme. Es muy majo, a lo mejor Taylor puede conocerlo a él y dejar de ser la Margot que no necesito fuera de casa.
—Tío, ¿dónde te habías metido? Te llevo buscando cinco minutos.
Es un momento, así de rápido como un destello el que le falta a Noah para sentarse con nosotros en la mesa.
En un susurro, le digo:
—¿Pero qué haces tú aquí?
Noah lanza una mirada furtiva a sus espaldas y formula un <<Mira>> con los labios. Sutilmente me inclino hacia atrás para ver a Betty a un par de mesas y mirándonos. Después de lo que Noah escribió, no la he vuelto a ver cerca de él, asi que supongo que lo que quería ha funcionado.
Paul saluda a Noah con un apretón de manos y le toca el hombro.
—Sigues gustándole —dice Paul, con la cabeza metida en su tarea de matemáticas.
Noah asiente.
—Lo bueno es que ya no la tengo encima y solo me mira, pero eso normal.
Pongo los ojos en blanco.
—No puedes ser más egocéntrico...
—Sí puedo.
—Oh, te creo.
Pual nos corta, suspirando:
—Si no me vas a ayudar con las ecuaciones, os agradecería que discutiéseis por mensajes. Gracias. Por cierto, ¿tenéis subrayadores?
Noah rápidamente dice que no.
—Yo tengo en la mochila.
Paul muerde su bolígrafo y coge mi mochila del suelo. De repente, saca la hoja doblada que imprimí de borrador. Ay Dios, ¿por qué no la saqué? ¡He tenido una semana para hacerlo!
—¿Y esto?
Estiro la mano sobre la mesa, con naturalidad, como si no fuera nada lo que lleva en la mano.
—Nada importante.
—Seguro que es la carta de amor de alguien —comenta Noah.
<<¡La tuya imbécil!>> Aunque no es tanto de amor, pero no me lo imagino leyéndola. Se me caería la cara de vergüenza.
Como si realmente no fuera eso, sigo diciendo:
—No es nada importante, ¿me lo das?
Paul me mira, pero está Noah en medio y lo hace también.
—Entonces no te importa si...
¿Si la lee? ¡Claro que lo hace!
Ágil, como un gato, me lanzo sobre la mesa y le arrebato la carta de las manos.
—Son simples deberes —aseguro, y meto la carta en mi mochila junto a mis apuntes. Ahor mismo, que se arruguen me dan muy igual—. Uff, tengo prisa, empieza mi clase.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro