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13

Hoy hemos ido Margot, Chase, Taylor y yo a Target para comprar un par de cosas que necesitamos todos para los trabajos de clase. Margot no deja de decir lo bien que se lo va a pasar en Kansas City con Chase y con las anécdotas de su abuela. Lleva así desde que anoche los Jacksons dejaron nuestra casa.

—¿Y crees que es por eso? —me pregunta Taylor.

No puedo no pensar que Chase es una fuga de escape para Margot. No solo eso, porque le quiere, pero a lo mejor Chase es lo único que tiene Margot y que la despista de su realidad en casa.

Arrggg. ¡Yo no pensaba así antes de que Noah me lo dijera!

—No lo sé. Pero si lo fuera, me gustaría que dijera que quiere ir a verla. Papá no me dejó tocar mucho el tema anoche.

—Podrías preguntárselo directamente a Margot.

Miro a Taylor como si tuviera dos cabezas. ¡Qué estupidez! Bueno... no tanto, pero sé que Margot nunca me lo diría.

—A Chase. Le diré a él que se lo sonsaque. 

Taylor vive a un par de manzanas, y coge un camino distinto llevándose una cartulina y rotuladores que hemos comprado.

Margot y Chase siguen caminando a unos pasos de mí mientras Chase le cuenta que su abuela tiene una pequeña fuente con pececillos en ella, y eso a Margot solo la enamora más de la idea de irse a Kansas City.

Un coche va frenando a nuestro lado en la calle y baja la ventanilla del copiloto. Noah nos sonríe con toda la dentadura.

—¿Os llevo? Paso delante de tu casa, Sierra.

Margot corretea a dónde estoy y le agita la mano a Noah. Chase se cruza de brazos a mi lado y me da un sutil codazo.

—No me gusta que se lleven bien.

Chase es todo un celoso. Pero ¡por Dios! ¿De Noah? Aparte de que Margot no tiene ojos para nadie más.

—Te saca dos años, no te pongas celoso.

—Venga subir, que os llevo —insiste Noah.

Margot y Chase se acomodan detrás con el resto de cosas que hemos comprado. No me han dejado llevar nada ni siquiera en los bolsillos del abrigo. 

Noah me mira como si fuera un Dios que acaba de salvar a cachorros del frío gélido de Nebraska. Y le aclaro:

—Que sepas que me subo porque ellos ya se han subido.

Noah suelta una carcajada arrancando y se quita el gorro azul oscuro de la cabeza.

—Está bien, está bien. Espero que estés la búsqueda de alguien que te quite ese genio, Bomer.

Siento como cada una de sus palabras me llaman amargada.

—Tú me pones este genio.

—Admites que te pongo algo.

¡Arrggg! Estúpido Noah Estúpido Estúpido Müller.

—Tú también crees que necesita novio, ¿a que sí, Noah? —le dice Margot asomándose entre los asientos.

Sin quitar los ojos de la carretera y con los labios fruncidos, Noah dice:

—Por supuesto.

—Yo creo que está bien cómo está —aporta Chase.

—¡Gracias, Chase! En estos momentos eres la única persona dentro del coche a la que soporto.

Margot me ignora y mira a Noah sobre su hombro. Eso, que le eche el aliento en la nuca.

—Deberíamos juntarla con Wes. O con Gabriel Michel, total, ya te gustaba antes, y aunque...

—¡Espera, espera! —grita Noah, y rebaja la velocidad—. ¡¿Te gustaba Michel?! Es un ser extraño. ¿Cuándo?

Gabriel no es tan extraño. Solo le gusta hablar de extraterrestres —que posiblemente existan—, y jugar a cosas raras.

—En noveno, y no era raro, solo peculiar —lo defiendo.

Noah me lanza un <<Sí, claro>> con ironía.

—Eso se hacen llamar los raros para camuflar —dice Chase.

—No me creo que te gustara ese chico.

<<Yo no me creo que te gustara Freya>>

—Pues lo hacía, pero ya no, a si que ni una palabra de esto a nadie —amenazo.

Sé que a Chase no le importa lo más mínimo, ni a Noah, pero Margot tiene el pico muy suelto.

Noah nos deja delante de casa y en lo que Margot y Chase bajan las bolsas, me pregunta:

—¿Y te gustaba antes o después de lo del beso?

¡Dios! ¡Qué insoportable! 

—Después. No besas tan bien como para cambiar los sentimientos de alguien.

Noah abre la boca como ofendido y de reojo mientras camino a casa, le veo reírse en su asiento.

***

Es de noche, estamos todos con el pijama y papá está a punto de llevar a Chase a su casa.

—Chase.

Se abrocha la cremallera del abrigo hasta el cuello y hunde las manos en los bolsillos.

—Dime.

—¿Crees que Margot quiere ir a ver a nuestra madre?

Chase frunce el ceño y mira al techo como si visualizara a Margot.

—Nunca me habla de ella, pero la veo muchas veces mirar sus fotos en el móvil.

—¿Crees que podrías sonsacárselo? Me refiero, a que si quiere ir a Australia o algo de eso.

Chase apoya su mano en mi hombro sobre mi pijama gris. Es de mi estatura, un poco más alto, pero con la carita de niño y los ojos azules que le hacen tan tierno...

—Claro que sí, Sierra. Te diré cualquier cosa que me diga. No estoy aquí solo para Margot, lo sabes ¿no? Estoy para tí y para vuestro padre también.

Entiendo por qué Margot lo quiere. Entiendo por qué papá lo quiere. Y entiendo por qué yo quiero a Chase. Es Chase y punto. Es su esencia y cómo és.

—Gracias Chase.

Antes de irse con papá, me abraza, fuerte y con seguridad, como son todos los abrazos de Chase.

—Mañana madrugamos, Sierra —me dice papá saliendo por la puerta—. Ve a dormir que a las seis te despierto para ir al médico.

—¿A las seis? —pregunto, sorprendida.

Prefiero ir por la tarde y no saltarme las clases ni madrugar tanto.

—No me repliques.

Nada más salir, escucho como papá echa la llave en la puerta y me subo a mi cuarto. Margot está roncando en el suyo espatarrada por toda la cama y se la salen un brazo y una pierna por un lado. 

Si quisiera ver a mamá, yo iría con ella. Si nos van a dar un golpe en el corazón diciéndonos que no sabe quién somos, prefiero sufrirlo con Margot a que lo haga sola. A lo mejor no lo dice por papá, porque sufrirá, pero todos la recordamos todos los días; y los abuelos ya nos han dicho de que vayamos unos días. Sé papá lo está considerando, y ni siquiera yo sé si quiero ir. Me dolería, pero quiero mirar por el bien Margot.

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