Día 21: despertar juntos

La primera vez que se habían despertado juntos, ambos se asustaron un poco porque no se suponía que pasara. Cuando aún eran jóvenes, uno se escabullía a la habitación del otro —mayormente Markkut—, y se quedaban juntos hasta tarde; besándose, tocándose, charlando o solo se abrazaban un largo largo rato. Sin embargo, esa vez, se habían quedado dormidos sin darse cuenta. Cuando despertaron, ambos levantaron oreja para cerciorarse de que nadie estaba en el pasillo y, después, Markkut regresó a su cuarto con sigilo. 

Para la siguiente ocasión que despertaron juntos, ya no tuvieron miedo. Fue en el cumpleaños de Aizen que celebraron en casa de Gillen; todos se habían quedado dormidos en la amplia sala, entre muchas cobijas, almohadas y peluches. Aizen fue el primero en despertar y, lo primero que miró, fue esa carita pecosa que tanto adoraba dormido a su lado. Sintió una caricia en su corazón tan gentil, que buscó entregarle esa misma gentileza acariciando su rostro. Markkut despertó y, cuando miró esos ojos heterocromáticos de ensueño, sonrió. Tomó su mano, entrelazaron sus dedos y se dieron un beso de buenos días. 

La primera vez que despertaron luego de su boda, ambos permanecieron acostados por más tiempo y charlaron mucho, como no queriendo salir nunca de la cama para poder disfrutar de la sensación de despertar con tu esposo por primera vez. Y, sin que lo notaran, ambos habían hecho una clase de costumbre que al despertar, lo primero que veían era el rostro del contrario. 

Al menos hasta que su pequeña nació. 

La primera vez que despertaron con ella entre ambos, lo primero que vieron fue su brillante cabello rizado. Ambos se habían levantado solo un poco para poder cerciorarse de que su pareja estaba al otro lado de la cama y, cuando lo vieron, sonrieron con suavidad y siguieron acostados otro rato.