Capítulo 55
El paisaje celestial se transformó en un lugar asombroso para la ceremonia de renovación de votos de Lucifer y Carmilla, celebrando su primer año de matrimonio. Los cielos resplandecían con un brillo etéreo, adornados con tonalidades de oro y lavanda. El gran salón que Dios había elaborado meticulosamente se erguía en el centro, con sus paredes de cristal que ofrecían una vista panorámica de las nubes flotantes, bañadas en una suave luz divina. El suelo de mármol brillaba, reflejando la magnificencia de los cielos.
Mientras los invitados comenzaban a llegar, una armoniosa mezcla de seres celestiales y habitantes infernales se reunía en la vasta y radiante extensión. La convergencia del Cielo y el Infierno para esta celebración única creó una atmósfera de asombro y anticipación. Ángeles con alas resplandecientes y aureolas se mezclaban con demonios de diversas formas, sus interacciones eran un testimonio de la extraordinaria unión que estaban allí para presenciar.
Los Siete Pecados Capitales, figuras notorias de las profundidades del Infierno, hicieron su gran entrada. Cada uno de ellos exudaba una presencia que captaba la atención. Orgullo, con su estatura imponente y porte regio, lideraba el grupo, seguido por Lujuria, cuya atracción era imposible de ignorar. Ira se movía con una intensidad ardiente, mientras que los ojos de Avaricia brillaban con curiosidad. Envidia lanzaba miradas furtivas a su alrededor, Pereza se movía con languidez y Gula observaba el festín celestial con gran interés. Su llegada estuvo marcada por una mezcla de reverencia y cautela por parte de los anfitriones celestiales.
Mientras los Pecados se acomodaban, su atención se dirigió a tres figuras que descendían con gracia del cielo. Estos ángeles tenían un parecido sorprendente con Lucifer, su presencia añadía una capa extra de significado al evento. El primer ángel en acercarse fue Azrael, de estatura promedio, vestido con túnicas oscuras adornadas con una cruz dorada. Su cabello tenía el mismo tono que el de Lucifer, lo que aumentaba la semejanza familiar. La calma y la mirada penetrante de Azrael hablaban de su solemne deber como el Ángel de la Muerte.
A continuación, llegó Gabriel, una figura radiante con cabello plateado y ondulado. Su atuendo, una mezcla de gris y celeste, contrastaba bellamente con la luz dorada circundante. La presencia de Gabriel exudaba una sensación de paz y tranquilidad, su rol como el ángel mensajero era evidente en su comportamiento sereno y accesible. Se movía con gracia, reconociendo a los invitados con cálidas sonrisas y suaves inclinaciones de cabeza.
El último en llegar fue Joel, un ángel rubio cuya apariencia era notablemente distinta. Vestido con una gabardina celeste y dorada, los rasgos de Joel estaban parcialmente ocultos por una elegante máscara, añadiendo un aire de misterio a su persona. A pesar de la máscara, su confianza y encanto eran palpables. Cada movimiento de Joel parecía irradiar un sentido de propósito alegre, su rostro enmascarado revelaba ocasionalmente destellos de una cálida sonrisa.
Cuando los tres ángeles llegaron a la entrada, un silencio cayó sobre la multitud. Los invitados, tanto celestiales como infernales, volvieron su atención al trío, cuya llegada señalaba el inminente comienzo de la ceremonia. Azrael, Gabriel y Joel intercambiaron respetuosas inclinaciones de cabeza con los Siete Pecados Capitales, un reconocimiento de la tregua que había permitido que este evento trascendental tuviera lugar.
Dentro del gran salón, los preparativos estaban casi completos. El altar estaba adornado con flores celestiales que parecían brillar con una luz interna. Los bancos estaban dispuestos para acomodar a la diversa multitud de invitados, cada asiento diseñado para reflejar la naturaleza única de su ocupante. El aire estaba lleno de un zumbido melódico, las voces armoniosas de los coros angelicales practicaban para la ceremonia.
Dios, el padre de Lucifer, se movía por el gran salón con una mezcla de concentración y orgullo. Era la primera vez que su hijo le había confiado una tarea tan importante, y no iba a decepcionarlo. Supervisaba cada detalle con un ojo crítico, y es lo curioso teniendo cuatro ojos en total, asegurándose de que todo estuviera perfecto para la renovación de votos. Revisó el altar, tocando suavemente las flores brillantes para asegurarse de que no hubiera imperfecciones. Observó los bancos, ajustando cualquier asiento que no estuviera perfectamente alineado. Incluso prestó atención a la acústica del salón, escuchando las voces del coro y ajustando la disposición de las paredes de cristal para mejorar la resonancia.
Mientras se aseguraba de que cada detalle fuera impecable, Dios reflexionaba sobre la importancia de esta ceremonia. No solo era un momento significativo para Lucifer y Carmilla, sino también una oportunidad para demostrar que el amor y la redención eran posibles, incluso para aquellos que habían caído más profundamente. Sentía una mezcla de orgullo y responsabilidad; quería que todo saliera bien, no solo por su hijo, sino por lo que esta unión representaba.
De repente, mientras ajustaba una última flor en el altar, sintió una presencia familiar a su espalda. Al darse la vuelta, se encontró con Azrael, Gabriel y Joel, sus hijos, que habían llegado para la ceremonia. Su corazón se llenó de alegría al verlos.
Dios: Hijos míos, qué alegría verlos aquí. Gracias por venir.
Azrael, con su presencia solemne y mirada tranquila, dio un paso adelante. Su voz era suave pero firme.
Azrael: Padre, nos pediste que vinieramos aquí, obviamente estaba obligado a venir.
Gabriel, radiante y serena, sonrió con calidez.
Gabriel: Ignorando al bruto de mi hermano. Este es un momento importante para nuestra familia. Queremos estar aquí para mostrar nuestro amor y apoyo, hace siglos que no vemos a Samael y será genial ver cuánto ha crecido.
Azarael: Si es que crece ese idiota.
Joel, con su aire enigmático y su máscara característica, le dió un fuerte golpe a su hermano.
Joel: No todos los días vemos a Lucifer renovar sus votos. Es un evento que marca una nueva era, más porque es la primera vez que nos involucramos en algo suyo.
Gabriel: Así es, ¿qué le gustará ahora? ¿Le seguirán gustando las manzanas? ¿Seguirá usando su sombrero? ¿Cómo se sentirá ser el rey del infierno? ¿Tal vez...?
Dios: Gabriel, hija mía, necesito que te relajes un poco.
Gabriel: Está bien.
Dios sintió una profunda gratitud al ver la unidad de sus hijos. A pesar de las diferencias y los desafíos del pasado, este momento de unión era un testimonio del poder del amor y la familia. Sus ojos se llenaron de emoción mientras miraba a sus hijos.
Dios: Estoy muy orgulloso de ustedes. Hoy es un día especial, no solo para su hermano y su esposa, sino para todos nosotros. Esta ceremonia simboliza el poder de la redención y el amor.
Joel: Haremos todo lo posible para que sea un día perfecto. Lucifer y Carmilla se merecen lo mejor. ¿Verdad, Azrael?
Azrael: Sí, ya entendí.
Dios se sintió fortalecido por la presencia de sus hijos, sabiendo que con su apoyo, la ceremonia sería un éxito. Juntos, revisaron los últimos detalles, asegurándose de que cada elemento estuviera en su lugar y que todo el salón reflejara la belleza y la santidad del evento que estaban a punto de celebrar.
Dios: Ahora si me disculpan, necesito encargarme de algo importante.
La atmósfera en una antigua habitación del templo era solemne y cargada de historia. Lucifer, incómodo bajo la atención de su padre, se mantenía en silencio mientras Dios lo arreglaba. El ambiente resonaba con la tensión entre padre e hijo, una tensión que había existido desde hace eones.
Lucifer se mantenía sereno, aunque su mirada reflejaba una verdadera incomodidad. Mientras Dios terminaba de ajustar el moño en su cuello, Lucifer se apartó ligeramente, buscando algo que decir para romper la tensión.
Lucifer: Padre, ¿acaso no crees que ya soy lo suficientemente capaz de arreglarme solo? Digo, es la ceremonia de mi aniversario.
Dios, con una expresión tranquila pero firme, sostuvo la mirada de su hijo.
Dios: Lucifer, mi querido hijo, siempre será un honor cuidar de ti, sin importar cuán independiente te vuelvas.
Lucifer soltó un suspiro, reconociendo la importancia de este momento para su padre. La habitación, con sus paredes adornadas de antiguos recuerdos y símbolos sagrados, parecía vibrar con la historia compartida entre ellos. Mientras Dios continuaba ajustando el moño y peinando el cabello de Lucifer, ambos se sumieron en un silencio que hablaba de años de conflictos y reconciliaciones no expresadas.
Dios: Sé que esto es difícil para ti. Pero hoy no es solo un evento para mostrar la unidad entre Cielo e Infierno, sino también una oportunidad para que nosotros encontremos nuestra propia reconciliación.
Lucifer: ¿Propia reconciliación?
Dios: Este es el primer evento en el que nos involucras, incluso vinieron tus hermanos para verte después de tantos siglos.
Lucifer: Por favor, dime qué no vino Azrael.
Dios: Entonces no te lo diré.
Lucifer: Papá, ya sabes que no le agrado.
Dios: ¿Qué te hace pensar eso?
Lucifer: El hecho de que no le guste que yo sea el mayor de todos, que sea de los pocos que no recibía castigo por mis actos, y todas las veces que me dijo a la cara que no le agradaba.
Dios: Pero eran jóvenes, de seguro las cosas serán diferentes ahora.
Lucifer asintió lentamente, dejando que las palabras de su padre calaran profundamente. Sentía la mezcla de orgullo y vulnerabilidad que emanaba de Dios, y a pesar de sus diferencias, no podía ignorar el esfuerzo de su padre por fortalecer su vínculo.
Lucifer: Eso espero, padre. Y agradezco que estés aquí, cuidando de estos detalles. Significa mucho para mí, más de lo que puedo expresar.
Dios sonrió, una sonrisa llena de sabiduría y amor incondicional. Terminó de arreglar el moño de Lucifer y se apartó para observar a su hijo.
Dios: Eres un ser increíble, Samael. Y hoy, todos veremos lo que tu amor y dedicación pueden lograr. Ahora ve, es hora de que brilles junto a Carmilla.
Lucifer, con una mezcla de aprecio y determinación en sus ojos, abrazó brevemente a su padre antes de dirigirse hacia la ceremonia. La antigua habitación del templo quedó en silencio, cargada con el eco de un momento de unión y esperanza entre dos figuras que, a pesar de sus diferencias, compartían un vínculo irrompible.
En una mesa elegantemente dispuesta en el gran salón, Charlie se encontraba junto a Vaggie. A pesar de la magnífica celebración a su alrededor, Charlie estaba concentrado en revisar meticulosamente la comida que les habían servido. La preocupación por la salud de Vaggie y el bebé que esperaban era evidente en su expresión.
Vaggie: ¿Es necesario?
Charlie: Amor, quiero asegurarme de que todo esté perfecto para ti y nuestro bebé. He revisado cada platillo, pero si hay algo que te haga sentir incómoda, por favor dímelo.
Vaggie, con una sonrisa de ternura y gratitud, colocó suavemente su mano sobre la de Charlie.
Vaggie: Gracias, Charlie. Eres increíble. Todo parece delicioso y sano. Me siento bien sabiendo que estás cuidando de nosotros así.
Charlie devolvió la sonrisa, su amor y dedicación brillando en sus ojos. Mientras continuaba verificando los ingredientes y la preparación de cada platillo, sus pensamientos se dirigieron a la futura familia que estaban construyendo juntos. La mezcla de emoción y responsabilidad que sentía la motivaba a asegurarse de que todo estuviera perfecto.
A su alrededor, los invitados celestiales e infernales seguían llegando, creando un ambiente vibrante y único. La presencia de Charlie y Vaggie en la celebración, ambos figuras importantes en sus respectivos mundos, añadía un toque especial al evento.
Charlie: Estoy tan emocionado por todo esto. Es un día tan importante, no solo para mis padres, sino también para nosotros. Ver cómo el amor y la redención pueden unir a todos aquí es increíble.
Vaggie: Sí, es un momento hermoso. Y estoy feliz de que estemos aquí juntos, esperando a este bebe. Es un nuevo capítulo para todos nosotros.
Mientras compartían estos momentos de tranquilidad y reflexión, un ángel se acercó a su mesa, llevando un plato especialmente preparado.
- Señorita Vaggie, este platillo ha sido preparado especialmente para usted, considerando su estado. Esperamos que lo disfrute.
Charlie agradeció al ángel, sintiendo una profunda gratitud por la atención y el cuidado que se habían puesto en la preparación de la comida.
Charlie: Se ve que mi abuelo siempre está atento a todo.
Mientras disfrutaban de la comida, Charlie y Vaggie intercambiaron miradas llenas de amor y esperanza, sintiendo que, en medio de la grandeza de la ceremonia, su propia familia estaba comenzando a florecer.
De repente, Charlie notó una silueta que captó su atención al otro lado del salón. Era una figura radiante, con cabello plateado y una presencia serena. Sin saber exactamente quién era, Charlie sintió una inexplicable curiosidad.
Charlie: ¿Quién será ella? No la había visto antes.
Vaggie miró en la dirección que señalaba Charlie y también quedó intrigada. La figura, que emanaba una luz suave y reconfortante, parecía estar disfrutando de la ceremonia con una calma majestuosa.
Vaggie: Otra Seraphim como tú padre, se llama Gabriel.
Mientras tanto, Gabriel, la Seraphim, reconoció a Charlie desde la distancia. Intrigada por la joven que había llamado su atención, decidió acercarse para presentarse.
Gabriel: Hola, veo que estás disfrutando de la ceremonia. Mi nombre es Gabriel, soy una Seraphim. ¿Y tú quién eres?
Charlie se sorprendió por la presencia de Gabriel tan cerca. Sus ojos se llenaron de curiosidad mientras respondía.
Charlie: Soy Charlie, la hija de Lucifer y Carmilla. Es un placer conocerte, Gabriel. Estaba admirando tu presencia desde el otro lado del salón.
Gabriel sonrió cálidamente, notando la genuina curiosidad en los ojos de Charlie.
Gabriel: El placer es mío, Charlie. Es un honor estar aquí y ver qué por fin puedo conocer a alguien de la familia de mi hermano, ¿Cómo te encuentras?
Charlie: Estoy bien, gracias. Espera, ¿dices que eres hermana de mi padre?
Gabriel: Así es, soy la mensajera del cielo y de vez en cuando solía ir a jugar con tu padre cuando me sentía aburrida, él era muy bueno haciéndome reír. Aunque había veces en que él lloraba y yo lo consolaba, esos si que eran buenos tiempos de hermandad.
Charlie: Se ve que usted es muy rápida al hablar, sin ofender.
Gabriel: Para nada, me lo dicen muy seguido, lo que pasa es que al ser la mensajera tengo una velocidad que nadie puede igualar, y eso también afecta mi forma de hablar.
Vaggie: Ya vemos.
Gabriel: Tu solías ser una exorcista, ¿no es así?
Vaggie: Lo fui.
Gabriel: ¿Y cuál es su relación entre ustedes dos? Las veo muy juntas, ¿son pareja?
Charlie: Tiene como un mes que nos casamos.
Gabriel: ¡Muchas felicidades! Me hubiera gustado estar ahí, pero nadie me notificó, lamentablemente.
Charlie: Lo sentimos.
Gabriel: No lo lamentes, es normal conociendo a mi hermano, a menos que haya cambiado desde la última vez que lo ví.
Charlie: Gracias por comprender, Gabriel.
Gabriel: No me digan así, me hace ver cómo una desconocida, soy tu tía. Pueden llamarme así, se siente raro que mi sobrina me llame por mi nombre.
Charlie: Está bien, tía.
La ceremonia continuaba, llena de momentos de unión y esperanza, mientras las diferentes figuras celestiales e infernales se reunían en un evento único y significativo.
En una habitación apartada, Carmilla se estaba preparando con la ayuda de Rosie. La luz suave que entraba por las ventanas de cristal iluminaba su hermoso cabello plateado, que caía en ondas brillantes sobre sus hombros. Rosie, con destreza y cariño, ajustaba los últimos detalles del vestido de Carmilla, asegurándose de que cada pliegue y cada joya estuvieran en su lugar perfecto.
El vestido de Carmilla era una obra maestra, hecho a mano con los materiales más finos del cielo. Estaba confeccionado en una tela etérea que brillaba con un suave resplandor dorado y lavanda, reflejando los colores del paisaje celestial. La falda era amplia y fluida, decorada con delicados bordados que representaban estrellas y constelaciones, añadiendo un toque de magia y misterio. El corpiño estaba adornado con intrincadas perlas y cristales, formando un patrón que acentuaba su elegancia y gracia. Los detalles en los hombros y mangas estaban cubiertos de encaje fino, que aportaba un aire de delicadeza y sofisticación.
Rosie: Estás absolutamente deslumbrante, querida.
Carmilla se miró en el espejo, una sonrisa de satisfacción y emoción cruzando su rostro.
Carmilla: Gracias, Rosie. Hoy es un día tan especial, y quiero que todo sea perfecto.
Rosie: Y lo será. Tu amor por Lucifer se refleja en cada detalle. Él se va a quedar sin palabras cuando te vea.
Carmilla tomó una respiración profunda, sintiendo la emoción y la anticipación del momento. Su mirada se suavizó al pensar en su esposo, y sus ojos brillaron con amor y alegría.
Carmilla: Estoy por renovar nuestros votos, es la primera vez que lo hago. Este año ha sido muy... extraño, tuve a mi hija pero a la vez hubo una guerra, y estamos vivos por lo que celebremos eso de la mejor manera posible.
Rosie terminó de ajustar el último detalle y dio un paso atrás para admirar su trabajo.
Rosie: Perfecto. Estás lista para brillar.
Carmilla asintió, tomando la mano de Rosie en agradecimiento. Juntas, salieron de la habitación, listas para unirse a la ceremonia y continuar la celebración de su amor y unión.
En el altar, Lucifer esperaba con impaciencia la llegada de Carmilla. El entorno celestial y la atmósfera de la ceremonia lo llenaban de una mezcla de nervios y emoción. Su mirada se dirigía constantemente hacia la entrada, deseando ver a su esposa en su esplendor.
Mientras aguardaba, Azrael, su hermano, se acercó con una expresión seria. Lucifer notó la presencia solemne de Azrael y sintió una ligera incomodidad al ver que su hermano quería hablarle en ese momento tan crucial.
Azrael: Lucifer, necesitamos hablar.
Lucifer: Azrael, ¿no puedes esperar hasta después de la ceremonia? Este no es el momento para escuchar cómo me odias.
Azrael: Sé que es un momento importante para ti, pero hay cosas que deben ser dichas.
La tensión entre los dos hermanos era palpable. Azrael, con su calma imperturbable, miraba fijamente a Lucifer, quien intentaba mantener la compostura.
Lucifer: Azrael, por favor, este es mi día con Carmilla. No me arruines este momento con la estupidez que quieras decirme.
Justo cuando la incomodidad parecía estar alcanzando su punto máximo, Joel apareció con una sonrisa tranquila y una actitud relajada. Su presencia irradiaba confianza y serenidad.
Joel: Vamos, Azrael, este no es el momento ni el lugar para resolver viejos asuntos. Deja que Lucifer disfrute de su día. Todo a su tiempo, hermano.
Azrael lanzó una última mirada a Lucifer antes de asentir y retroceder, cediendo ante la intervención de Joel.
Azrael: Está bien. Hablaremos después.
Joel: Eso es, gracias. Ahora, Lucifer, relájate. Todo está saliendo perfectamente.
Lucifer respiró hondo, aliviado por la intervención de Joel. La tensión se disipó, y volvió a centrarse en la ceremonia, esperando con ansias la llegada de Carmilla.
Lucifer: Gracias, Joel. Realmente lo aprecio.
Joel: No hay de qué. Hoy es un día para celebrar, no para discutir.
Lucifer asintió, sintiendo el apoyo de su hermano. Mientras esperaba, su mirada se dirigió nuevamente hacia la entrada, sabiendo que en cualquier momento, Carmilla aparecería para comenzar la ceremonia que tanto habían esperado.
Joel: Por cierto, ¿cómo te sientes? Literalmente estás de regreso en tu hogar, en dónde ahora mismo estás por tener tu renovación de votos.
Lucifer: No es la primera vez que regreso al cielo.
Joel: Pero me refiero al hecho de que estás de regreso sin riesgo a morir.
Lucifer: Es raro, aún sigo sintiendo esas miradas de los demás despreciándome.
Joel: Solo ignoralos, su opinión no importa en estos momentos.
Lucifer: Lo sé.
Joel: Por cierto, Gabriel está incomodando mucho a tus hijas.
Lucifer: No puede ser.
En ese momento, en un santiamén, Gabriel apareció junto a Lucifer, abrazándolo efusivamente.
Gabriel: ¡Lucifer! ¡No sabes cuánto me alegra verte aquí! ¡Felicidades por tu aniversario!
Lucifer, sorprendido por la repentina aparición de su hermana, respondió al abrazo de manera algo torpe.
Lucifer: Gabriel, gracias. Es bueno verte también.
Gabriel: ¡Cuéntame! ¿Cómo te sientes? ¿Estás emocionado? Esto es tan increíble, una verdadera celebración de amor y redención. ¡Y pensar que tú, mi querido hermano, estás aquí, en el cielo, celebrando tu amor con tu esposa!
Lucifer trató de seguir la conversación mientras intentaba mantener la compostura.
Lucifer: Sí, es... es emocionante. Muchas cosas han cambiado.
Gabriel: ¡Por supuesto! ¿Te das cuenta de lo significativo que es esto? ¡La convergencia de Cielo e Infierno después de ese conflicto, todos reunidos para celebrar tu amor! Es un momento histórico. Y estoy tan feliz de ser parte de ello. ¿Recuerdas cuando éramos pequeños y solíamos jugar en estos mismos jardines?
Lucifer: Sí, lo recuerdo.
Gabriel seguía hablando con entusiasmo, su energía desbordante y su tono de voz elevado atrajeron la atención de los presentes. Lucifer empezaba a sentirse incómodo por la intensidad de la conversación, especialmente con tantas miradas dirigidas hacia ellos.
Gabriel: ¡Oh, y tus hijas! Son tan encantadoras. Deben estar tan orgullosas de ti. De hecho, estaba hablando con Charlie y Vaggie, y me di cuenta de lo mucho que se preocupan por ti. ¡Es maravilloso ver a la familia unida!
Lucifer intentó interrumpir, buscando un respiro.
Lucifer: Gabriel, agradezco tu entusiasmo, pero quizá podríamos continuar esta conversación más tarde. Estoy un poco nervioso por la ceremonia.
Gabriel, sin captar del todo la incomodidad de su hermano, continuó.
Gabriel: ¡Oh, claro! No quiero ponerte más nervioso. Solo quería decirte cuánto te admiro por todo lo que has logrado. Es realmente inspirador.
Joel, notando la incomodidad de Lucifer, intervino nuevamente para calmar el ambiente.
Joel: Gabriel, es genial que estés tan entusiasmada, pero quizás deberíamos darle a Lucifer un momento para centrarse. La ceremonia está a punto de comenzar, y sabemos lo importante que es para él.
Gabriel finalmente captó la indirecta y dio un paso atrás, sonriendo con comprensión.
Gabriel: Tienes razón, Joel. Lo siento, Lucifer. Me dejé llevar. Hablaremos más tarde. ¡Buena suerte!
Lucifer asintió con alivio mientras Gabriel se alejaba. Volvió a centrar su atención en el altar, tratando de recuperar la calma y la concentración para el momento que estaba por venir.
Mientras tanto, en otro rincón del gran salón, Emily se encontraba junto a Odette y Clara. Emily, con sus ojos inquietos y expresión tensa, observaba el entorno celestial con una mezcla de fascinación y nerviosismo. Aunque había sido expulsada del cielo de manera más pacífica que su padre Lucifer, el hecho de estar de vuelta la hacía sentir incómoda.
Odette, notando la incomodidad de su hermana, colocó una mano reconfortante sobre el hombro de Emily.
Odette: ¿Estás bien, Emily? Sé que estar aquí no es fácil para ti.
Emily: Sí, es solo... extraño. Estar de vuelta aquí después de todo lo que pasó... me hace sentir como si estuviera caminando sobre cáscaras de huevo.
Clara: Recuerda, estamos aquí para apoyar a papá y mamá. Este es un día de celebración y reconciliación. Nadie aquí tiene derecho a juzgarte.
Emily asintió, apreciando el apoyo de sus hermanas.
Emily: Lo sé, es solo que no puedo evitar sentir esas miradas. Es como si cada ángel estuviera recordando por qué me fui.
Odette: Es natural sentirse así, pero hoy es un nuevo comienzo para todos nosotros. Si papá puede estar aquí y renovar sus votos, entonces tú también tienes derecho a estar aquí y celebrar.
Emily miró a Odette y Clara, sintiendo una oleada de gratitud por su comprensión y apoyo.
Emily: Gracias, chicas. De verdad. Es un alivio tenerlas aquí conmigo.
Clara: Siempre estaremos contigo, Emily. Ahora, vamos a enfocarnos en lo positivo. Mira a tu alrededor. Este lugar es hermoso, y estamos aquí para ser parte de algo increíble.
Emily respiró hondo y asintió, tratando de dejar de lado sus inseguridades. Observó la magnificencia del salón, las flores celestiales, y la atmósfera radiante que llenaba el espacio. Se dio cuenta de que, a pesar de su incomodidad, estar allí era un privilegio y una oportunidad para la reconciliación.
Emily: Tienes razón, Clara. Hoy es un día especial. Me esforzaré por disfrutarlo y estar presente para papá y mamá.
Odette: Así se habla. Ahora, vamos a relajarnos y a disfrutar de este momento.
Las tres hermanas se acomodaron en sus asientos, intentando relajarse y sumergirse en la belleza y la importancia del evento. A medida que la ceremonia se acercaba a su inicio, Emily dejó que la calma y la serenidad del entorno celestial la envolvieran, preparándose para ser parte de una celebración que simbolizaba amor, redención y nuevas oportunidades.
En otro rincón del gran salón, Azrael se encontraba en una situación poco habitual. Su padre le había dejado el cuidado de Rory. Azrael, acostumbrado a su solemne papel como el Ángel de la Muerte, estaba fuera de su elemento. Sostenía a la pequeña Rory con cierta rigidez, intentando mantenerla tranquila mientras la observaba con una mezcla de curiosidad y torpeza.
Azrael: Bueno, Rory, parece que hoy será un día especial para tu mamá y tu papá. Intentemos mantenernos tranquilos, ¿de acuerdo?
Rory, con sus grandes ojos curiosos, miraba a Azrael con interés, ajena a la incomodidad del ángel. Azrael suspiró y buscó una posición más cómoda para sostenerla, intentando no parecer tan tenso.
A medida que pasaban los minutos, la pequeña Rory comenzó a moverse inquieta, haciendo pequeños ruidos que indicaban su impaciencia. Azrael, sin saber exactamente cómo calmarla, miró a su alrededor en busca de ayuda. Notó a Joel acercándose, quien sonrió al ver la escena.
Joel: Vaya, Azrael, nunca pensé que te vería en modo niñero. ¿Necesitas una mano?
Azrael, con un leve suspiro de alivio, asintió.
Azrael: Sí, por favor. No estoy acostumbrado a esto.
Joel tomó a Rory con facilidad, balanceándola suavemente en sus brazos. La pequeña Rory pareció calmarse de inmediato, sonriendo ante la atención de su tío.
Joel: Ahí tienes, pequeña. Todo está bien. Azrael, tienes que relajarte. Los bebés pueden sentir tu tensión.
Azrael: Lo sé, es solo que... no quiero cometer ningún error. Rory es muy importante para Lucifer y Carmilla, no quiero arruinar nada aquí.
Joel: Y lo estás haciendo bien. Solo necesitas un poco de práctica. Además, estamos aquí para ayudarte.
Azrael observó cómo Joel manejaba la situación con naturalidad, sintiéndose agradecido por el apoyo. Mientras tanto, Rory continuaba sonriendo y balbuceando felizmente, ajena a la extraña situación.
Azrael: Gracias, Joel. Aprecio tu ayuda. Supongo que todos estamos aquí para aprender algo nuevo hoy.
Joel: Exactamente. Y no olvides disfrutar del momento. Es un día especial para todos nosotros.
Azrael asintió, permitiéndose relajarse un poco mientras observaba a Joel interactuar con Rory. La ceremonia estaba a punto de comenzar, y a pesar de las pequeñas dificultades, el día prometía ser memorable para toda la familia.
Con Rory ahora tranquila y contenta en los brazos de Joel, Azrael sintió una renovada calma, listo para ser parte de la celebración que marcaría un nuevo capítulo en las vidas de Lucifer y Carmilla.
En otra parte del salón, Eva estaba disfrutando de un momento profundamente significativo. Estaba sentada en un rincón tranquilo, abrazando a su hijo Abel. La alegría en su rostro era evidente, irradiando una felicidad que no había sentido en siglos. Abel, habiendo sido restaurado a la vida celestial, estaba también lleno de dicha al estar de nuevo con su madre.
Eva: Oh, Abel, mi niño. No sabes cuánto he soñado con este momento. Tenerte de nuevo en mis brazos es un milagro que nunca imaginé posible.
Abel, con una sonrisa tranquila, sostuvo la mano de su madre.
Abel: Madre, estar aquí contigo es más de lo que podía haber deseado, te extrañé mucho.
Eva acarició el rostro de Abel, sus ojos llenos de lágrimas de felicidad. Cada segundo que pasaba con su hijo era un tesoro que no pensaba desaprovechar.
Eva: Prometo que no dejaré que nos separen de nuevo. Este es un nuevo comienzo para nosotros, Abel. Un tiempo para sanar y para vivir en paz, me esforzaré mucho para poder redimirme y así podamos estar juntos en el cielo.
Eva abrazó a Abel con fuerza, sintiendo una paz y una felicidad que había anhelado durante mucho tiempo. Mientras se preparaban para presenciar la renovación de votos de Lucifer y Carmilla, madre e hijo se permitieron disfrutar del momento, celebrando su propia reunión y el milagro de estar juntos nuevamente.
En el altar, Lucifer esperaba con ansias la llegada de su esposa. El salón estaba en silencio, y todos los ojos se volvieron hacia la entrada cuando Carmilla comenzó a caminar hacia el altar. Su vestido era una obra maestra, un elegante conjunto de encaje blanco y plateado que brillaba con una luz propia. El diseño fluía con gracia, acentuando cada movimiento mientras avanzaba con confianza y serenidad. Su cabello plateado caía en suaves ondas, complementando la belleza de su vestido y haciendo que pareciera una visión etérea.
Lucifer, con el corazón acelerado, no podía apartar la vista de Carmilla. Cada paso que daba hacia él llenaba su corazón de amor y gratitud. Cuando finalmente llegó al altar, se tomaron de las manos, sus miradas fijas una en la otra.
Dios, con una mezcla de solemnidad y orgullo, se acercó para oficiar la ceremonia. Su presencia imponía una calma reverente sobre todos los presentes.
Dios: Estamos aquí reunidos para celebrar la renovación de los votos de Lucifer y Carmilla, un testimonio del poder del amor y la redención. Hoy, renovarán sus promesas y fortalecerán el vínculo que los une.
Lucifer respiró hondo, mirando profundamente a los ojos de Carmilla mientras comenzaba a hablar.
Lucifer: Carmilla, recuerdo claramente la primera vez que nos conocimos. Nunca imaginé que aquella mujer que apenas podía manejar su trabajo como Soberana se convertiría en mi esposa. Has sido mi luz en la oscuridad, mi roca en tiempos difíciles. Te agradezco por cada momento, por cada sacrificio, y por tu amor incondicional. Me has soportado en mis peores momentos y me has brindado la familia que siempre soñé tener. Gracias por todo lo que has hecho por mí y por darnos a nuestra hermosa familia.
Carmilla, con lágrimas de felicidad en los ojos, respondió con la misma sinceridad y amor.
Carmilla: Lucifer, cuando nos conocimos, nunca imaginé que terminaría aquí, como la Reina del Infierno y como tu esposa. Has sido mi compañero, mi guía y mi amor eterno desde que nos volvimos a ver. Te agradezco por cada momento que hemos compartido, por cada desafío que hemos superado juntos. Gracias por darme a Rory y por permitirme experimentar de nuevo la alegría y el desafío de ser madre. Nuestra familia es mi mayor tesoro, y todo eso te lo debo a ti.
Dios, observando la profunda conexión entre ellos, sonrió con aprobación.
Dios: Que estas promesas renovadas sean un recordatorio constante de su amor y dedicación mutua. Que su unión continúe siendo un faro de esperanza y redención para todos nosotros.
Con esas palabras, Dios extendió sus brazos, bendiciendo la unión de Lucifer y Carmilla. Los presentes, tanto celestiales como infernales, aplaudieron con alegría y reverencia, celebrando el amor y la fortaleza de esta unión única.
Lucifer y Carmilla se besaron, sellando sus votos renovados bajo la luz divina. En ese momento, el salón se llenó de una luz cálida y resplandeciente, simbolizando la bendición y la aceptación de su amor eterno. Mientras la ceremonia continuaba, los invitados se unieron en celebración, reconociendo el poder transformador del amor y la redención que habían presenciado.
Para Lucifer y Carmilla, este no era solo un evento ceremonial, sino una reafirmación de su compromiso mutuo y una celebración del camino que habían recorrido juntos, fortaleciéndose a cada paso.
Carmilla: Nunca creí que este momento estaría en el cielo.
Lucifer: Yo nunca creí que alguien podría arruinar este momento como mi padre que no deja de vernos.
Los dos se voltearon para ver qué Dios estaba más cerca de los dos.
Dios: Lo siento, me emocioné, espero que ustedes diez formen una hermosa familia.
Carmilla: ¿Diez? Somos ocho contando a Vaggie, bueno, nueve con su embarazo.
Dios: Lo siento, es probable que me haya adelantado.
Lucifer: No puedes ver el futuro, no caeré en esa broma otra vez.
Dios: Muy bien, disfruten del momento.
Ambos reyes del infierno se quedaron viendo hacia sus invitados, su familia y no podían ser más que felices.
Fin del Capítulo 55.
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Espero que les haya gustado, prácticamente ya solo queda un capítulo para que la historia finalice, así que esperen el siguiente sábado para verlo.
Nos vemos después.
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