Capítulo 35
La mañana del día de la boda había llegado. En el principio del Infierno, donde las llamas danzaban y los pecadores no ocultaban quienes eran en realidad bajo su sombra, se respiraba un aire distinto. El hotel Hazbin por esta ocasión especial se había transformado en un lugar de celebración, con una mezcla única de elegancia y oscuridad.
Los enormes pasillos, iluminados por candelabros de fuego, estaban adornados con lujosos tapices infernales y ramos de rosas negras. La música resonaba en cada rincón, interpretada por un grupo de Hellhounds liderados por Beelzebub, cuyas melodías evocaban una extraña combinación de alegría y misterio.
En el gran salón del hotel, los invitados comenzaban a llegar. Soberanos de todos los territorios del Séptimo anillo, demonios de alto rango de los demás anillos, y el resto de Pecados Capitales se congregaban para celebrar la unión de su viejo amigo Lucifer y Carmilla, su nuevo interés romántico. Sus figuras imponentes y sus miradas ardientes llenaban el lugar con una energía electrizante.
Mientras tanto, en su antigua habitación del hotel, Lucifer se preparaba para el día más importante de su vida. La atmósfera de la habitación era una mezcla de nerviosismo y emoción. El novio estaba rodeado por ese pequeño grupo de Imps que se esforzaban por mantenerlo a salvo en su día especial, mientras que Lucifer seguía preparando su atuendo perfecto para la ocasión.
Lucifer, el Señor del Infierno, el Ángel Caído, el que una vez fue despreciado por sus hermanos, ahora estaba a punto de unir su destino con el de Carmilla, la antigua Soberana y ahora futura Reina del Infierno. A pesar de su reputación temible, en este día, incluso él parecía vulnerable ante el amor que sentía por ella.
Vestido con un impecable traje negro adornado con detalles de oro, Lucifer se miraba en el espejo, ajustando los últimos detalles. Sus ojos, tan profundos como el abismo, reflejaban una mezcla de determinación y nerviosismo. Este no era solo el día de su boda, era el comienzo de un nuevo capítulo en su reinado sobre el Infierno.
Blitzø: Todo despejado, jefe.
Lucifer: Ya lo sé, no tienes que decirlo cada veinte minutos.
Moxxie: Debe estar feliz, su majestad, se casará con la mujer que ama.
Lucifer: Y lo estoy, es un día muy importante para mí.
Millie: Aún recuerdo nuestra boda, Mox, algo pequeña pero al menos estuvieron los pocos amigos que teníamos, hasta mis padres fueron.
Lucifer: ¿Y los tuyos, Moxxie?
Moxxie: Prefiero no hablar sobre ello, señor.
Lucifer: Entiendo.
Blitzø: Yo ni me he casado, y no es como si mis padres estuvieran vivos para ir a una.
Lucifer se quedó observando su sombrero de copa que tenía el mismo estilo de su traje para comenzar a comprimirlo haciendo uso de su magia para terminar con un sombrero normal como el que usaba Zestial.
Millie: ¿Vendrá su padre a su boda, señor?
Lucifer: Lo dudo, no me ha venido a ver desde que me desterró, ya no le intereso para nada.
Blitzø: Wow, que padre tiene usted.
Mientras tanto, en el gran salón, los invitados continuaban llegando. La habitación estaba impregnada de una atmósfera vibrante y llena de expectativas. Las luces tenues de las velas danzaban sobre las paredes, creando sombras que parecían moverse con vida propia. Los murmullos de los invitados llenaban el aire, mezclados con el sonido de la música que llenaba la estancia.
Los demonios más influyentes del Infierno se mezclaban entre sí, intercambiando saludos y felicitaciones mientras esperaban la llegada del Señor del Infierno y su futura esposa. Vestidos con sus mejores atuendos infernales, lucían imponentes y elegantes, con un aura de poder y misterio que los rodeaba.
En un rincón, algunos miembros de los Ars Goetia conversaban en voz baja, discutiendo entre ellos la importancia de este matrimonio para el futuro del Infierno. Sus ojos brillaban con interés y anticipación, conscientes de que estaban siendo testigos de un momento histórico en el inframundo.
En medio de todo este bullicio, los invitados esperaban con impaciencia la llegada del novio y la novia, ansiosos por presenciar la unión de dos de las figuras más poderosas del Infierno. La emoción era palpable en el aire, mezclada con un ligero toque de temor ante lo desconocido.
El gran salón estaba listo para presenciar una ceremonia que cambiaría el curso de la historia del Infierno para siempre.
Los Siete Pecados Capitales se encontraban reunidos en un rincón del salón, disfrutando de los lujos que la ocasión les ofrecía. Beelzebub se tomó un descanso del canto para así poder devorar sin descanso los manjares infernales que se servían en las mesas, mientras que Satan, en una esquina, discutía animadamente con Mammon sobre quién sería el primero en probar el vino de la más alta calidad.
Belphegor, por otro lado, se había instalado en un cómodo diván reclinado y mirando con desinterés a los demás invitados. En cambio, Asmodeus paseaba por el salón con elegancia, recibiendo miradas de admiración y deseo por parte de los presentes. En cuanto a Leviathan, no dejaba de observar con esos afilados ojos envidiosos los lujosos atuendos y las joyas de los demás invitados, deseando tener para sí lo que otros poseían, siendo un deseo que no podía controlar.
Juntos, los Pecados Capitales disfrutaban de la opulencia de la ocasión, conscientes de que estaban presenciando un momento único en la historia del Infierno.
Satan: Pensar que nuestro rey encontraría la felicidad después de tantos años de soledad.
Beelzebub: Y por eso brindaremos por él y beberemos hasta el amanecer.
Mammon: Sin olvidar que una guerra se aproxima.
Belphegor: Estuvimos divididos desde el momento en que supimos que existíamos cada uno de nosotros, y nuestro deseo de pelear aumentó más.
Leviathan: Y fue el novio de esta boda la razón por la que decidimos unirnos para una misma causa.
Asmodeus: Y el bastardo nos volvió a unir para otra causa, si caemos lo haremos juntos.
- ¡Salud!
En el cuarto principal, Carmilla, la novia, se preparaba para su gran entrada. Estaba rodeada por sus hijas. El cuarto estaba impregnado de emoción y nerviosismo, pero Carmilla irradiaba calma y gracia.
El vestido de Carmilla era una obra maestra de la alta costura infernal. Confeccionado en seda negra y adornado con sutiles detalles en plata, el diseño abrazaba su figura con delicadeza y elegancia. El escote en forma de corazón realzaba la belleza de su cuello y hombros, mientras que la falda se desplegaba en suaves pliegues hasta el suelo. Cada costura, cada detalle estaba meticulosamente diseñado para resaltar la belleza y la gracia de la novia.
Su cabello, enmarcado por delicados rizos, estaba adornado con pequeñas rosas rojas que contrastaban con su tono plateado. Un velo negro caía con suavidad sobre su rostro, agregando un aura de misterio y elegancia al conjunto.
Charlie, Emily, Odette y Clara, vestidas con tonos rojos y negros, rodeaban a su madre con cariño y admiración. Sus ojos brillaban con orgullo mientras contemplaban a Carmilla, la mujer que, a pesar de todo, había sabido mantenerse fuerte y valiente.
Charlie: Wow, estás deslumbrante.
Emily: Sí, mamá. En serio pareces una reina infernal.
Odette: Nuestro nuevo padre no sabrá qué hacer cuando te vea.
Clara: Estamos tan emocionadas por ti, madre.
Carmilla sonrió con ternura a sus hijas, sintiendo una oleada de amor y gratitud hacia ellas. Juntas, se preparaban para el momento más importante de sus vidas.
Carmilla estaba abrumada por una mezcla de emociones. Durante mucho tiempo, había anhelado una boda como esa, pero nunca lo había tenido cuando vivía en la Tierra. Su vida había sido un infierno a manos de un hombre que nunca le había dado nada, ni una pizca de amor. Ahora, en el propio Infierno, había encontrado todo lo que tanto anhelaba: amor, familia y un futuro lleno de esperanza. Estaba a punto de casarse con el hombre que amaba y formar una familia con él y sus hijas, junto a un nuevo miembro que estaba en camino. La felicidad que sentía en ese momento era abrumadora y casi irreal.
Carmilla: Siento que todo esto es un sueño, me voy a casar.
Charlie: Y es como mi padre decía, los sueños pueden hacerse realidad, uno solo tiene que creer.
Carmilla: Me siento muy especial el día de hoy.
Odette: Porque en este día tu eres la estrella, un hermoso momento que marcará muchos cambios para todos.
Charlie: Veré cómo está mi padre, ahora vuelvo.
Emily: Y yo iré a ver cómo están los invitados.
Al momento de salir del cuarto Charlie se sintió abrumada por una mezcla de emociones al poder presenciar la felicidad de su padre y su futura madrastra. Aunque estaba feliz por él, no pudo evitar sentir una pizca de tristeza al recordar todo el dolor que había experimentado por culpa de Lilith. Sin embargo, al mismo tiempo, sentía una sensación de alivio al ver que su padre finalmente había encontrado la felicidad que merecía. A pesar del pasado doloroso, Charlie quería que su padre fuera feliz y estaba dispuesta a apoyarlo en este nuevo capítulo de su vida.
Llegó a la habitación de su padre para tocar la puerta y esperar a que alguien le abriera solo para ver a Blitzø con su arma en la mano.
Blitzø: ¿Vienes sola?
Charlie: Esto debe ser una broma.
Lucifer: Solo deja que pase.
Blitzø: ¿Y cómo puedo asegurarme de que si es su hija?
Lucifer: En serio me haces enojar de formas que...
Moxxie: Señor, solo deje entrar a la princesa.
Blitzø: Está bien.
Charlie entró para ver a su padre con su traje, vio su expresión llena de ansiedad y felicidad por lo que se estaba llevando a cabo en ese día.
Charlie: Se ve que estás muy feliz.
Lucifer: ¿Y por qué no lo estaría?
Charlie se acercó a su padre y lo abrazó con fuerza, sintiendo una oleada de amor y gratitud hacia él. Lucifer correspondió al abrazo con ternura, sintiendo una profunda conexión con su hija en ese momento tan especial.
Lucifer: Charlie, hija mía, siempre has sido mi mayor alegría y mi mayor orgullo. Hoy, en este día tan significativo para mí, quiero darte algo especial.
Lucifer sacó dos anillos del bolsillo y los colocó en la palma de la mano de Charlie. Eran hermosos anillos con incrustaciones de rubíes, símbolos de amor y compromiso.
Lucifer: Como sabes los anillos representan el amor y el compromiso. Quiero que los lleves contigo y que recuerdes que siempre estaré aquí para ti, pase lo que pase. Y también quiero que los tengas para cuando llegue el momento y decidas hacer tu propuesta a Vaggie. Ella te ama profundamente, y sé que serán muy felices juntas.
Charlie se emocionó al recibir los anillos y miró a su padre con los ojos brillantes de gratitud y amor.
Charlie: Gracias, papá. Te quiero mucho.
Lucifer: Y yo a ti, hija mía. Siempre.
Después de este conmovedor momento, nos centramos de nuevo en el cuarto principal, donde Carmilla estaba rodeada por sus hijas, Clara y Odette. La emoción y la alegría llenaban el aire mientras se preparaban para la ceremonia.
Carmilla abrazó a sus hijas con fuerza, sintiendo la necesidad de expresar lo mucho que las quería.
Carmilla: Mis queridas hijas, sé que no fui la mejor madre para ustedes en la tierra y que por culpa de mi debilidad marqué sus destinos de esta forma que nunca hubiera deseado que pasara. Por eso, quiero pedirles perdón.
Clara y Odette, con lágrimas en los ojos, devolvieron el abrazo con igual intensidad.
Clara: Mamá, no tienes porqué pedir perdón. Nosotras... nosotras también queremos pedirte perdón por haber nacido, por todas las complicaciones que te hemos causado.
Odette: Lo sentimos mucho, mamá. Si no hubiéramos nacido, tal vez tu vida habría sido más fácil.
Carmilla limpió las lágrimas de sus hijas y las miró con amor y ternura.
Carmilla: No pidan perdón por haber nacido. Ustedes son lo mejor que me ha pasado en la vida. Son mi mayor regalo, mi mayor tesoro.
Clara: Mamá...
Carmilla: Desde el momento en que nacieron, ustedes han sido mi razón de ser, mi fuerza, mi luz en la oscuridad. Las amo con todo mi corazón, y nunca olviden eso.
Las tres se abrazaron con fuerza, compartiendo un momento de amor y complicidad que sellaba el vínculo que las unía como familia.
Y con ello el momento había llegado.
El vestíbulo se llenó de una atmósfera solemne y emotiva mientras la música comenzaba a sonar, marcando el inicio de la ceremonia. Todos los invitados se pusieron de pie, expectantes, mientras Lucifer avanzaba hacia el altar con paso firme pero con una emoción palpable en su rostro. A pesar de toda su confianza y seguridad habitual, aún podía percibirse un brillo de nerviosismo en sus ojos. A su lado, Moxxie y Blitzø lo acompañaban como testigos de honor, debido a que eran ellos o Alastor, mostrando su apoyo y su alegría por el momento tan especial que estaban a punto de presenciar.
A medida que Lucifer llegaba al altar, los invitados lo recibían con miradas llenas de admiración y respeto. Los Pecados Capitales, reunidos en las primeras filas, lo observaban con orgullo y alegría, sabiendo que estaban presenciando un momento único en la historia del Infierno.
En el vestíbulo, Carmilla esperaba con impaciencia, su corazón latía con fuerza en su pecho mientras aguardaba la llegada de su amado. Sus hijas, Clara y Odette, la rodeaban con cariño, brindándole apoyo y amor en este momento tan importante.
El salón estaba decorado con elegancia, con flores rojas y negras que adornaban cada rincón, creando un ambiente cálido y acogedor. El altar, cubierto con un rico tejido negro y adornado con velas rojas, estaba iluminado por la luz de las antorchas, creando una atmósfera íntima y romántica.
A medida que la música llenaba el aire, los invitados se sumían en un silencio respetuoso, esperando con ansias el comienzo de la ceremonia. Todos los ojos estaban puestos en el altar, esperando ver a Lucifer y Carmilla unirse en matrimonio y celebrar su amor ante todos los presentes.
Lucifer: Todo estará bien, no cometeré los mismos errores que cometí antes.
Mientras seguía en sus pensamientos podía sentir la mirada de alguien, lo primero que pensó fue que era Miguel, pero no era nada de eso. Desde el fondo vio la silueta de alguien cuya apariencia era algo que nunca iba a olvidar, esa persona solo sonrió cuando se dio cuenta de que Lucifer lo estaba viendo por lo que solo alza su pulgar para desaparecer de ahí.
Lucifer: ¿Papá?
Lucifer se volvió hacia la entrada del vestíbulo, su corazón latiendo con fuerza en su pecho mientras esperaba ver a su amada Carmilla. Cuando la vio, su aliento se detuvo por un momento. La belleza de Carmilla lo dejó sin palabras. Con su vestido negro adornado con detalles en rojo rubí, parecía una reina infernal descendiendo de los cielos.
Los invitados contuvieron el aliento al verla entrar, cautivados por su belleza y elegancia. Sus hijas, Clara y Odette, la miraban con admiración y orgullo, emocionadas de ver a su madre tan radiante y feliz.
Lucifer sintió un nudo en la garganta al verla acercarse. La emoción lo invadió mientras contemplaba a la mujer con la que estaba a punto de casarse. No podía apartar la mirada de ella, maravillado por su belleza y su gracia.
Carmilla, por su parte, no podía apartar los ojos de Lucifer. A medida que se acercaba al altar, solo podía pensar en lo afortunada que era de tenerlo a su lado. A pesar de todas las dificultades que habían enfrentado, finalmente estaban juntos, listos para unir sus vidas en matrimonio.
El amor brillaba en los ojos de Lucifer mientras miraba a Carmilla. Habían esperado mucho tiempo por este momento, y ahora que finalmente había llegado, no podía imaginar estar en ningún otro lugar que no fuera a su lado.
Mientras Lucifer y Carmilla se miraban con amor y emoción, un silencio expectante llenó la sala cuando Zestial, viejo amigo de Carmilla, se adelantó hacia el altar. Su presencia imponente y su mirada serena llenaron el salón de solemnidad.
Zestial: Queridos amigos, familiares, y seres del Infierno, hoy nos reunimos para celebrar un momento de gran importancia y trascendencia. Hoy, Lucifer Morningstar, rey del infierno y Carmilla Carmine, Soberana del infierno, se unirán en sagrado matrimonio, uniendo sus vidas y corazones en un vínculo eterno.
La voz del Soberano resonó en la sala, solemne y majestuosa, mientras todos los presentes se concentraban en la pareja de novios.
Zestial: Lucifer y Carmilla, por lo que han dicho es fácil de entender por todo lo que han pasado, muchas pruebas y tribulaciones para llegar a este momento. Pero a través del amor y la perseverancia, han superado todas las adversidades y han llegado al punto en el que están hoy, listos para unir sus vidas en matrimonio.
Lucifer y Carmilla se tomaron de las manos, sus miradas llenas de amor y determinación mientras escuchaban las palabras de Zestial.
Zestial: Que este matrimonio sea un símbolo de amor, compromiso y unidad. Que la luz del amor que los une brille eternamente, iluminando sus vidas en los días felices y dándoles fuerza en los días difíciles. Que el Infierno mismo sea testigo de este vínculo sagrado que están a punto de formar.
Los invitados asintieron con solemnidad, sus corazones llenos de alegría y emoción por la pareja de novios que tenían frente a ellos. Zestial continuó con la ceremonia, pronunciando palabras de bendición y amor mientras Lucifer y Carmilla se miraban el uno al otro, sabiendo que estaban a punto de embarcarse en el viaje más importante de sus vidas.
Zestial: Ahora, llega el momento de los votos. Lucifer, por favor, expresa tus sentimientos hacia Carmilla.
Lucifer miró a Carmilla con amor y gratitud, tomando suavemente sus manos entre las suyas.
Lucifer: Carmilla, cuando te volví a ver, mi vida estaba envuelta en oscuridad, y perdón por mi lenguaje, pero era una mierda. Me había perdido en un laberinto de soledad y desesperación, sin esperanza de encontrar una salida. Pero entonces apareciste tú, como un rayo de luz en medio de la noche. Tú fuiste mi salvación, mi guía en la oscuridad. Con tu amor, me devolviste la fe y la esperanza. Hoy, ante todos, quiero agradecerte por ser esa luz en mi vida. Te amo más de lo que las palabras pueden expresar, y te amaré por toda la eternidad, hasta que el tiempo deje de existir.
Carmilla sintió que las lágrimas llenaban sus ojos mientras escuchaba las palabras de Lucifer, emocionada y profundamente conmovida por su amor.
Zestial: Ahora, Carmilla, por favor, comparte tus votos con Lucifer.
Carmilla miró a Lucifer con ternura y amor, sintiendo la calidez de su presencia a su lado.
Carmilla: Lucifer, durante años creí que el amor era solo un sueño inalcanzable para mí, después de lo que viví en la tierra. Había cerrado mi corazón al miedo de no ser amada, de no ser suficiente. Pero entonces llegaste tú, y todo cambió. Tú me enseñaste a amar de nuevo, a sentir cosas que nunca pensé que serían posibles para mí. Me has dado un amor más profundo y genuino del que jamás imaginé. Y ahora, gracias a ti, hay un nuevo fruto de nuestro amor creciendo dentro de mí. Te agradezco por cada momento, por cada sonrisa, por cada lágrima compartida. Te amo con todo mi ser, y siempre lo haré, hoy, mañana y por toda la eternidad.
Lucifer sintió cómo su corazón se llenaba de amor y gratitud al escuchar las palabras de Carmilla, prometiendo amarla y protegerla por el resto de su existencia.
Zestial: Con estas palabras de amor y compromiso, ¿aceptan unirse en matrimonio?
Lucifer: Sí, lo hago.
Carmilla: Sí, lo hago.
Zestial sonrió y miró a la pareja con beneplácito.
Zestial: Entonces, por el poder que me ha sido otorgado, los declaro marido y mujer. Puedes besar a la novia.
Lucifer y Carmilla se miraron el uno al otro, con amor y emoción reflejados en sus ojos. Lentamente, se acercaron el uno al otro hasta que sus labios se encontraron en un suave y tierno beso, sellando su amor y compromiso por toda la eternidad.
Los invitados estallaron en aplausos y vítores mientras Lucifer y Carmilla se perdían en el dulce abrazo de su primer beso como marido y mujer.
Desde una distancia prudente, Lilith observaba la ceremonia con ojos llenos de nostalgia y arrepentimiento. Veía a Lucifer, el hombre al que había amado, casarse con otra mujer, y aunque sabía que era feliz por él, no podía evitar sentir una punzada de dolor en su corazón. Observó a Carmilla, radiante y hermosa, caminando hacia el altar, y no pudo evitar sentir envidia por la felicidad que había encontrado en los brazos de Lucifer.
Mientras Lucifer y Carmilla intercambiaban votos y se besaban como marido y mujer, Lilith se sintió abrumada por la tristeza y el remordimiento. Se dio cuenta de que había perdido lo más importante en su vida por no haber sabido valorarlo cuando lo tuvo.
Ahora, mientras veía a su ex esposo comenzar una nueva vida con otra mujer, Lilith se prometió a sí misma que no cometería los mismos errores otra vez. Aunque doliera, aprendería a dejar ir y a ser feliz por aquellos que amaba, incluso si eso significaba que ella tenía que quedarse atrás.
En la montaña más lejana del séptimo anillo del infierno, Miguel observaba la ceremonia desde la distancia, con una expresión llena de amargura y celos. Sabía que su padre estaba ahí escondido viendo como Lucifer se casaba con la mujer que amaba.
Miguel se preguntaba por qué siempre había sido así, por qué Lucifer siempre había sido el favorito. A pesar de sus esfuerzos por ganarse el amor y el reconocimiento de su padre, incluso cuando dejaba en claro los errores que su hermano cometía para quedar mejor que él, siempre se había sentido a la sombra de su gemelo. Y ahora, mientras observaba la felicidad de Lucifer desde lejos, la envidia ardía en su interior.
Un brillo dorado apareció detrás suyo dejando ver a Lute con su nueva vestimenta de exorcista.
Lute: ¿Ya es hora de irnos?
Miguel: Sí, solo necesitaba asegurarme de algo.
En la fiesta de celebración de la boda, la alegría y la emoción llenaban el aire mientras los invitados brindaban y bailaban en honor a la feliz pareja. Mesas repletas de manjares infernales se extendían a lo largo del salón, mientras que el sonido de la música resonaba en todas partes. Los Siete Pecados Capitales se encontraban reunidos en un rincón, disfrutando de la opulencia de la ocasión y celebrando el amor que había unido a Lucifer y Carmilla.
Eva observaba la escena desde su mesa, sintiendo una mezcla de emociones. Aunque estaba feliz por Lucifer y deseaba lo mejor para él, no podía evitar sentir una punzada de tristeza al recordar todo lo malo que había cometido.
De repente, Lucifer se acercó a su mesa, con una sonrisa cálida en el rostro.
Lucifer: Eva, ¿cómo estás?
Eva: Estoy bien, Lucifer. Solo disfrutando de la fiesta.
Lucifer: Me alegro de que estés aquí. Escucha, sé que las cosas entre nosotros no han sido fáciles, pero quería decirte que... bueno, si quieres redimirte de todo conozco el lugar perfecto.
Eva lo miró con sorpresa, sin saber qué decir.
Lucifer: Charlie te ha invitado a quedarte en el hotel por un tiempo. Creo que es hora de que asumas la responsabilidad de tus acciones y tratar de hacer las cosas bien. Y así puedas ir al cielo, el lugar donde en realidad mereces estar.
Eva se quedó sin habla ante la declaración de Lucifer.
Lucifer: Quieres ver a Abel, Eva. Con esto podrás estar con él, disfrutar de toda la eternidad para recompensar el tiempo perdido y decirle cuánto lo amas.
Eva lo miró con ternura, sintiendo que finalmente había llegado el momento de dejar atrás el pasado y seguir adelante.
Eva: Está bien, Lucifer. Iré al hotel de Charlie.
Lucifer asintió con gratitud, sintiendo un peso levantarse de sus hombros.
Lucifer: Eso sería genial.
La fiesta de celebración de la boda continuaba en pleno apogeo. Los invitados reían, bailaban y disfrutaban de la música y la comida mientras brindaban por la felicidad de Lucifer y Carmilla. El salón estaba decorado con elegancia, con luces brillantes y colores vibrantes que llenaban el lugar de alegría y emoción.
Los invitados, emocionados y felices, brindaban y bailaban al ritmo de la música, celebrando el amor y la unión de Lucifer y Carmilla. La felicidad llenaba el aire, y todos estaban ansiosos por continuar celebrando hasta altas horas de la noche.
En un momento de la noche, Lucifer tomó la mano de Carmilla y la miró con amor y ternura.
Lucifer: ¿Estás lista para retirarte, mi amor?
Carmilla asintió con una sonrisa, sintiéndose cansada pero feliz.
Carmilla: Sí, estoy lista.
Lucifer la tomó en brazos con cuidado, asegurándose de no lastimarla, y la llevó a través de la multitud de invitados hasta su habitación. Los invitados los despidieron con aplausos y felicitaciones, deseándoles una buena noche y un futuro lleno de amor y felicidad.
Una vez en la habitación, Lucifer depositó con cuidado a Carmilla en la cama y la abrazó con ternura.
Lucifer: Te amo, Carmilla. Más de lo que puedo expresar con palabras.
Carmilla lo miró con ojos llenos de amor y gratitud.
Carmilla: Y yo te amo a ti, Lucifer. Eres mi luz en la oscuridad, mi amor eterno.
Se abrazaron con fuerza, sintiendo el calor y la emoción de estar juntos, listos para enfrentar juntos todo lo que el futuro les deparaba.
Lucifer: Créeme cuando te digo ahora que te haría el amor como nunca, pero hay una intrusa aquí escondida en tu vientre.
Carmilla: Mientras los dos estemos solos y juntos para mí todo será perfecto.
Lucifer sonrió con ternura, acariciando con suavidad el vientre de Carmilla donde crecía su hija.
Lucifer: Entonces, que así sea. Mientras estemos juntos, todo será perfecto.
Carmilla asintió, sintiendo una profunda sensación de paz y felicidad.
Carmilla: Sí, mientras estemos juntos.
Se abrazaron con fuerza, sabiendo que juntos podrían enfrentar cualquier desafío que la vida les presentara. En ese momento, el amor que compartían era todo lo que necesitaban.
Así terminó el día de su boda, con amor, felicidad y la promesa de un futuro lleno de amor y esperanza, sentando todas las bases.
Fin del Capítulo 35.
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