CAPITULO 5
No recuerdo con exactitud a qué hora había vuelto al palacio, solo sabía que estaba tan cansada, el sonido de ruido en la habitación hace que abra los ojos, me cuesta moverme al principio, tenía todo el cuerpo adolorido, al incorpórame veo la habitación más hermosa que allá visto, paredes claras, sabanas rosadas, olor a jazmín y mucamas a mi disposición.
—Buenos días su majestad, mi nombre es Eleonor y me encargare de usted — Dice una chica no mayor que yo quien hace una reverencia, aun no estaba acostumbrada —. La bañera esta lista para que tome un baño.
—Buenos días, ¿Y mi hermana? — Pregunto, mientras me levanto tendiendo la cama en la que dormí, 2 señoritas se acercan a hacerlo, pero las detengo.
—Salió al trabajo, un carruaje del rey se encargo de llevarla — Me dirijo al baño para bañarme por mi cuenta, aunque habían muchas cosas que no sabía para que servían, al salir ellas ahora no me dejan cambiarme por mi cuenta, cepillan mi cabello, me ponen joyas, un vestido color crema bastante sencillo —. Mi señora, luce preciosa.
—Llámenme Vanessa — Les digo a ellas, pero solo se sonríen conmigo —. ¿Podría ver al Rey?
—El acordó encontrarse con usted por medio día — Me contestan mientras me sacan de la habitación —. Si gusta pasar el tiempo podríamos llevarla a la biblioteca.
—Me encantaría — No acostumbraba a leer pues la mayoría del tiempo estaba ocupada dejando todo listo para la noche, la biblioteca estaba bastante amplia, la luz entraba por los grandes ventanales que hacía que se viera todo con exactitud, había una mesa en medio, y comienzo a buscar entre los libros, alguno que me llame la atención, saco el libro de historia de la nación para buscar registros de mi bisabuelo.
"La nación se encontraba divida en 3 grandes territorios, el primero se encargaba de minería, el segundo de la agricultura, y el tercero era el centro de todo, ayudaba a la exportación comercial, para evitar una guerra de territorios se hizo un tratado donde la familia de luca se haría cargo de regir con transparencia al pueblo sin darle ningún beneficio a los extranjeros, pero la ambición de la "honorable" familia se mancho con el emperador Arturo, siendo descubierto por la familia Bianchi que por recompensa de su descubrimiento el consejo lo designo como emperador, y al traidor fue mandado a la horca donde jamás admitió el crimen que cometió siendo el primer emperador mandado a la horca"
Decido sentarme para proseguir leyendo pues había algo que no me cuadraba, noto la presencia del rey mirándome desde una de las esquinas.
—Su majestad, gracias por su hospitalidad — Le hago una reverencia, pero este se acerca a mí.
—No deberías de leer eso, es muy avanzado — Me dice cerrando el libro, hoy se miraba particularmente atractivo, algo que tenia era que no parecía un rey de verdad, era más bien como un plebeyo con un titulo —. ¿Estas lista para ir a casa?
—¿Cómo? — Le pregunto mientras me ayuda a devolver el libro a su lugar, y pone su mano en su brazo, para caminar a hacia la salida.
—Te devolveré la mansión de tu familia — Caminamos hasta la salida para subir al carruaje, pero antes me tapa la cara, para subir mejor —. Es para protegerte.
Lo entendía aunque no me explicara sus acciones, el tomar su mano me daba protección.
—Te propondré matrimonio en 3 meses, y nos casaremos en 6 — Me dice en la turbulencia del camino que no está pavimentado —. ¿Cómo deseas que sea la boda?
—Como usted desee su majestad — Le digo mirando el exterior no me hacía mucha ilusión esta boda, y el ya tenía decidido todo.
—Tendrás que estudiar mucho ¿Lo sabes? — Me pregunta captando de nuevo mi atención, con un apretón de manos —. No solo para ser reina si no para ser emperatriz. ¿Estudiaste algo antes de ser...?
—No, pero siempre quise ser contadora, soy buena en matemáticas — Le digo a lo que el saca unas notas para apuntar.
—Le diré a Marcus para que te contrate a los mejores maestros — Asiento con la cabeza, mientras todo se comienza a tornar verde, miro por la ventana una hermosa mansión, como niña quería bajarme apurada, el carruaje se detiene, el rey baja primero para después ayudarme a abajar, y caminar juntos a la entrada.
La mansión estaba totalmente limpia, el tiempo se había congelado en la entrada, las paredes eran color menta, la escalera en forma de caracol color blanca, no podía descifrar el olor, solo miraba el piso de arcoíris por la luz que entraba y rebotaba en el candelabro de cristal, los cuadros que adornaban.
—Mira la sala — Me toma de la cintura para guiarme a otra parte, la sala era pequeña pero todo estaba perfectamente iluminado y me causaba tanta calma, no era un lugar que me molestara estar —. Nunca más estarás de nuevo en la calle Vanessa.
Le tomo la mano, pues a pesar de que estaba haciendo todo esto para ser emperador sentía una calidez en sus palabras me volteo a abrazarlo, mientras unas lagrimas de felicidad caen por mi rostro.
—Desde esta mañana ya eres Lady Vanessa de Luca Arimendi. Todo esto te pertenece y así debió de ser — Se aleja para recorrer juntos toda la casa, no era tan grande, pero era diferente a lo que esperaba, con toda la conmoción me olvide de mi hermana.
—Su majestad, mi hermana no sabe que estamos aquí — Le recuerdo una vez que estamos instalados en el patio tomando el sol, una chica de servicio nos sirve el té.
—Ella tiene un carruaje especial que la traerá a casa, ella menciono que habías invitado a uno de mis caballeros — Lo había olvidado por completo, y aun más cuando lo hablaron.
—Sí. Ella trajo a mi hermana a casa el día de ayer — Le explico.
—¿A las 6? — Asiento con la cabeza —. Miriam dígale al chef que prepare una buena comida para 3 personas.
—¿Usted no se quedará a cenar? — Le pregunto mientras camino con el a la salida, había pasado un buen tiempo conmigo.
—Lamentablemente tengo un asunto que atender que estado postergando y me es inevitable seguir haciéndolo — Me quedo en la puerta mientras que su mayordomo esta en otro carruaje, le sonrió, pero él me toma la mano —. El sábado tengamos una cita, servirá para hacer rumores de nosotros.
Era cierto, esto era un contrato, retiro mi mano.
—Si, me parece bien — Le hago una reverencia, pero este me detiene.
—¿Puedo? — Me hace referencia a darme un abrazo a lo que asiento con la cabeza, sentía la calidez de su abrazo, se acerca mi rostro pero lo aparto, el se ríe, para subir de nuevo al carruaje mientras se despide con su mano, Marcus se queda para entrar conmigo a la mansión.
—¿Le ofrezco algo? — Le pregunto estando en el vestidor.
—Me quedare un tiempo para enseñarla a gestionar una casa por su propia cuenta, como ponerme de acuerdo con su horario, su excelencia —. Me dice caminando a la sala.
—¿Podría llamarme por mi nombre? — Le pido y este sonríe.
—Lady Vanessa, usted es una noble — Me dice mientras me trata de quitar la tetera para servirme té.
—Se equivoca, soy una prostituta jugando a ser una noble, no pretendo ofenderlo, pero ambos somos iguales — Le digo mientras él bebe el té soplándolo.
—Si se convierte en emperatriz. Sera una buena ya que conoce lo que la nación pobre necesita. Y no somos iguales. Usted es más fuerte señorita — Me dice mientras seguimos tomando el té hasta que caigan las 6, tendría clases de economía, filosofía, geografía, matemáticas financieras, lenguas extranjeras, historia, etiqueta, equitación y música, en plan era dominarlo en menos de 6 meses.
La tarde con el caballero fue interesante, era el segundo hermano del duque de Galitzine, que había ascendido al ducado y como dictaba la ley el segundo hermano debía de morir o en este caso desertar, y el decidió unirse a la orden del rey para ser salvado, a pesar de tener 15 años, hablaba como un adulto, y se comportaba como tal.
—Elise ¿Le gustaría dar un paseo conmigo el día de mañana? — Le pregunta desde la entrada mientras el carruaje lo esperaba para despedirse.
—Mañana tengo guardia — Como chismosa la veo desde las escaleras —. Pero puedo el sábado, es mi día de descanso.
—Entonces el sábado será — Le hace una reverencia besando su mano, mientras yo me quedo sonriendo para subir a mi habitación, escucho sus pasos para después el puertazo de su puerta ella lo había pasado bien, y había comido mejor que otras veces, así que eso me dejaba con calma.
—Lady Vanessa ¿Ocupa algo más o puedo pasar a retirarme? — Me pregunta Marcus abriendo la puerta.
—Puedes retirarte, gracias por hoy — Saco de los cajones el libro de orgullo y prejuicio para acomodarme en la cama.
—Es un honor — Abre la puerta por completo para que entre a mi hermana, y se acueste entre las sábanas, teníamos 3 habitaciones más, pero me causaba tranquilidad que durmiera conmigo —. Con permiso.
—¿Cómo te la pasaste? — Pregunto mientras limpio con mi mano el rastro de maquillaje que se quedó en su mejilla.
—Siento como si fuera un sueño. Tenemos nuestra propia casa, comida de sobra, personas que me atienden y mi cuidan — Me dice volteándome hacia ella.
—Si quieres puedes dejar de trabajar — Ella me niega con la cabeza, sabía que no lo iba a hacer, tendría que hablar con el rey para que comenzara a ir a la escuela.
—¿Me puedes leer? — Me dice acurrucándose en mi pecho, tomo el libro con ambas manos, este libro se caía a pedazos, pero siempre que se perdía lo volvíamos a comprar, pues nos encantaba.
Comienzo a leer el capítulo 15...
"El señor Collins no era un hombre inteligente, y a las deficiencias de su naturaleza no las había ayudado nada ni su educación ni su vida social. Pasó la mayor parte de su vida bajo la autoridad de un padre inculto y avaro; y aunque fue a la universidad, sólo permaneció en ella los cursos meramente necesarios y no adquirió ningún conocimiento verdaderamente útil. La sujeción con que le había educado su padre le había dado, en principio, gran humildad a su carácter, pero ahora se veía contrarrestada por una vanidad obtenida gracias a su corta inteligencia, a su vida retirada y a los sentimientos inherentes a una repentina e inesperada prosperidad. Una afortunada casualidad le había colocado bajo el patronato de lady Catherine de Bourgh, cuando quedó vacante la rectoría de Hunsford, y su respeto al alto rango de la señora y la veneración que le inspiraba por ser su patrona, unidos a un gran concepto de sí mismo, a su autoridad de clérigo y a sus derechos de rector, le habían convertido en una mezcla de orgullo y servilismo, de presunción y modestia [...]"
Era el primer párrafo y ambas nos había vencido el sueño, me acuesto a su lado, apagando las velas, para dormir....
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