CAPITULO 4
El rey mando un carruaje para traer a mi hermana al palacio, pues desde el momento que firme pasare a ser prometida de la corona, ambos estábamos en silencio, el redactando las bases de nuestro contrato, y yo degustando un té limón con miel, me gustaba la mezcla de sabores, y más cuando una de las mucamas trajo pastel de fresas.
—No sé cómo no engorda su majestad, con tantas comidas deliciosas, creo que no sería una buena abstinencia — La mucama se ríe, mientras este se levanta de su asiento.
—Ya aprenderás a comer con indulgencia — Me sienta a mi lado, pasándome los papeles para que los pueda leer correctamente —. Desde este momento te otorgo nuevamente tu título nobiliario por los favores que otorgaste a la corona.
—¿Entonces mi nombre cambio? — Este asiente con la cabeza, Vanessa de Luca Arimendi, me gustaba como sonaba.
—Te gustara más el nombre de Reina Vanessa de Lennox — Me dice burlándose.
—Prefiero mi apellido de soltera ¿Cuál será la historia que deseará que manejemos su majestad? — El se queda pensando un momento.
—Podríamos decir que trabajaste en un convento — Estallo en risa, por que mi lugar de trabajo era totalmente diferente a un convento —. Solo será por el momento.
—Si eso desea su majestad, sus deseos son ordenes — Le digo, el mayordomo entra.
—Su majestad, Lady de luca, la señorita de luca ya ha llegado — Nos dice mientras ambos nos levantamos para dirigirnos con mi hermana, en su cara tiene escrita la palabra asombro.
—Hermana — Le hablo y esta se voltea, para hacer una reverencia ante el rey.
—Sin formalidades, Señorita de Luca, somos familia — Dice haciendo que mi hermana se levante.
—Su majestad... ¿Me permite un segundo con mi hermana? — Ella no sabía nada, y en su cara se le miraba la confusión, la mucama nos lleva al salón de té, ambas nos sentamos en silencio pero nadie parece irse —. Esto... ¿Me darían un momento a solas con mi hermana?
Ellas asienten con la cabeza y se retiran en silencio, esto parecía un sueño hace unas horas estábamos en nuestra casa que si alguien estornudaba se caería pero ahora estábamos en un palacio.
—Hermana ¿Qué esta pasando?... — Me dice en voz baja.
—No te puedo contar todo, y te juro que me encantaría pero no podría, hice un trato con el rey y yo seré su esposa.... — Ella se tapa la boca, impresionada —. Serás la cuñada del rey.
—Dios santo... — Se sirve el té por su cuenta.
—Tu nombre también cambio te llamas Elise de Luca Arimendi. Tenemos el apellido del bisabuelo... — Mi hermana se pone a llorar, mientras se acerca a mí, sus sollozos se escuchan pues una mucama se acerca a ver, mi padre había luchado tanto por recuperar nuestras cosas, lo hacía mayormente por eso, por recuperar el honor de mi familia.
Ambas comenzamos a llorar, pues mamá siempre decía que debíamos de casarnos por amor, y yo me casare para mi hermana.
—Pero tu no lo amas... — Me dice mientras la levanto —. No te puedes casar con alguien que no amas.
—Y tampoco debo de acostarme con alguien que no sea mi esposo... Él mundo está lleno de contradicciones — Le limpio su cara, para ponernos de pie e ir con su alteza —. Serás la mejor doctora del reino, te casaras por amor y tendrás 2 lindos hijos, vivirás por las 2 ¿Está bien?
La abrazo consolándola, sus ojos rojos por las lagrimas no le quitaban la belleza de mujer que podía llegar a ser.
—Lady De Luca, el carruaje que pidió ya llego por usted — Me dice el mayordomo, mientras le doy un beso a mi hermana, este sería nuestro hogar temporal, después nos mudaríamos a la provincia.
Salgo del palacio para dirigirme con Lady Ericka, no iría a trabajar pero debía de hablar claramente con ella, me brindo un espacio cuando más lo necesitaba, cuando todos atribuyeron que la niña que cuidaba era mía por la diferencia de 12 años que nos llevábamos, las veces que me gritaron "Mujerzuela", ni piedad tuvieron sobre mí.
Al llegar entro por la parte de atrás donde las trabajadoras entramos para evitar ser vistas, bajo las escaleras hasta al subterráneo donde se encontraba el bar, me dirijo hacía la oficina de Ericka, quien se encontraba a punto de salir.
—Lottie, llegas temprano ¿Pasa algo? — No me gustaba molestar a la jefa, pero como un libro ella parece leerme, y me invita a pasar —. Estas muy arreglada ¿Quieres vodka?
—No, gracias jefa — No sabía como iniciar la conversación pues no estaba acostumbrada, me sirve un vaso de agua y se sienta enfrente de mí, tenía su cabello negro y canoso atado en una trenza de lados, podía ver ya sus signos de edad, pero seguía conservando su belleza.
—¿Qué pasa mi niña? — Me toma de las manos.
—Gracias por todo lo que ha hecho por mí... me ayudaste cuando más lo necesitaba por eso esto me resulta difícil — Le digo moviendo mis dedos varias veces.
—Ya no trabajaras más con nosotras ¿verdad? — Asiento con la cabeza, a lo que ella me abraza, mientras acaricia mi cabeza —. Lo hiciste muy bien mi niña ¿Puedo saber la razón?
—Me voy a casar — Le digo llorando, era era verdad a medias, pues en mi mentalidad siempre creí que era mejor una verdad a medias que una mentira completa.
—Muchas felicidades por tu matrimonio — Era como una madre para mí, se aleja mirando como sus ojos se encuentran rojos —. No olvides darle un varón para amarrarlo de por vida.
Ignorando el hecho de que no quería beber, me sirve un vaso de licor para beber juntas.
—¿No esta molesta conmigo? — Pregunto, pues ella siempre parecía molesta cuando una de sus niñas se iba.
—¿Me pone triste? Sí, ¿Si te vas perderé mucho dinero? También. Pero mira lo que hay afuera, la pobreza, tener que prostituirte, ser mal vista, todo eso ¿En verdad querías dedicarte a eso toda la vida? — Niego con la cabeza, pues nunca había pensado que iba a hacer cuando ya fuera lo suficiente vieja para dedicarme a esto —. El casarte, fue la mejor decisión que tomaste. Por eso no estoy enojada. Si yo hubiera tenido la oportunidad de casarme lo hubiera hecho hace mucho tiempo Lottie.
El tono en el que me hablaba era diferente, era como me hablo la primera vez que la mire en ese callejón donde la lluvia nos mojaba a mi hermana y a mí, tan solo tenia 18 años y en mi regazo tenia a una 5 años, con fiebre por la neumonía, recién huérfanas, ella me cubrió con su paraguas y me invito a pasar la noche en su bar, las chicas que trabajaban allí me ayudaron a cuidar mi salud, y después me convertí en una de ellas.
—¿Tu prometido sabe que eras una meretriz? — Asiento con la cabeza, mientras me limpio las lagrimas —. Espero que sea un gran hombre... ¿Me harías un último favor?
—El que usted quiera — Le digo apresuradamente.
—Regálanos una despedida, una ultima canción — Era claro que había aceptado, me subo a la habitación que me tocaba mientras quito poco a poco las fotos que me pertenecían la ropa se la quedaba el burdel, saco de debajo de la mesa de noche una botella de vino y comienzo a tomarla sin responsabilidad.
Me pongo el vestido rojo vino, el corsé se ajustaba a mi cuerpo, mientras que los holanes blanco le daba contraste este vestido lo use para mi debut y ahora para mi despedida, mi cabello suelto, para salir con la cabeza en alto.
"Damas y caballeros, les tengo una pésima noticia" dice Lady Ericka mientras que mayormente hombres hacían bulla "Nuestra querida flor de loto se retira, démosle una buena despedida"
Al salir me reciben con aplausos, mientras que las muchachas pasaban para hacer lo que hacíamos cuando una de nuestras compañeras se iba, cuando termina en número, decido irme en silencio, sin despedirme porque mi corazón iba adolorido, me subo al carruaje público y voy de camino al palacio imperial, a ese que ahora llamaría "hogar".
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