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CAPITULO 28

Los tres días habían pasado rápidamente por lo que no había tenido tiempo para distracciones más que las necesarias, todo el palacio iba a estar resguardado menos el establo donde los caballeros esperarían la señal para atacar, Riddle y los demás entrarían por la habitación de Alexandra para hacerse pasar por personas del servicio.

Me pongo el corsé más ajustado de lo normal, para lucir más delgada. Aunque el Rey Ezequiel había escogido un hermoso vestido azul cielo para darme apariencia de un ángel, cambie de último momento a uno rojo vino tomando una atribución de mal gusto pues solo el rey en ocasiones especiales tenía permitido usar ese color. En cuanto salen las mucamas me pongo la muslera y una daga de loto en el cabello para poderla usar por más veloz.

—Julieta ¿Estás lista? — Me pregunta Christie desde la puerta. Me veo una vez más en el espejo, me gustaba mi apariencia sexy. Caminamos con Alexandra ella lucía un vestido verde pasto con una coleta alta y flores como tocado.

—Riddle no ha llegado todavía... — Me dice ella preocupada.

—Ya llegara. Ustedes bajen y en un momento iré. Si el rey pregunta digan que estoy nerviosa o digan una mentira más elaborada — Al dar indicaciones ellas salen, mientras me quedo esperando, estaba nerviosa, sentía mi ansiedad al borde, respiro unas cuantas veces antes de escuchar la ventana abrirse. Lo ayudo a subirse para encontrarme con un Riddle enfermo —. ¿Estas bien?

—Solo me dio un poco de fiebre. No soy de hierro... yo también me enfermo — Toco su frente y estaba helado, sería más que mala idea que fuera así —. No me dejes solo otra vez...

—¿Qué estás diciendo? — Le pregunto tomándolo de la cara.

—Para ti fue fácil irte, pero han sido meses sin estar cerca de ti, han pasado 4 meses 2 semanas 4 días 12 horas sin poder ver tu sonrisa nuevamente, sin sentir tu calor a la hora de dormir — Estaba alucinando de la fiebre, porque no otro día.

—Tienes que descansar — Le digo recostándolo.

—Si cierro los ojos aprovecharas y me mataras... — Había sido una mala persona con él, estaba sufriendo tanto con mis estúpidas acciones toco su rostro, y la puerta se abre con la presencia de Christie.

—Tiene fiebre... Cuídalo... El plan se cambiará — Tenía que matar al rey en un ambiente que Riddle pudiera controlar.

—¿Qué harás? — Me miro en el espejo y recuerdo de dónde vengo... De las cosas que tenía que hacer por unas cuantas monedas, meto una de mis manos al área del busto trayendo todo el seno hacia enfrente haciéndolo ver más pronunciado, y lo mismo del otro lado, tendría que llevar al rey a la cama. Le doy un beso en los labios a Riddle para salir con cuidado.

Camino por todo el salón en cuanto me anuncian contoneo mis caderas más de lo normal provocando la mirada de varios varones quien iban acompañados de sus esposas, era sorprendente que aun pudiera mantenerlo, me acerco con el rey para besar el dobladillo de su capa, me levanta la vista y beso su mano delicadamente, provocando un escalofrió transmitido, su mano había quedado manchada de mi labial, me rio tontamente viendo su reacción había provocado que algo se moviera.

"Vanessa ¿Qué es lo que tramas?" Me pregunta Alexandra.

"Me acostare con el rey... Les daré tiempo" El rey no quitaba su mirada de mí, me hace señas para que me acerque.

—Su alteza — Hago una reverencia.

—¿Qué estas tramando con Alexandra? — Me cuestiona.

—Me sentía un poco acalorada, me temo que estoy algo... caliente... — La cara del rey cambia rápidamente, no era normal que una mujer lo admitiera, miro como uno de mis aliados se acerca hacia mi dirección me volteo rápidamente para chocar con él y el agua caiga sobre mí —. ¡Dios santo mi vestido! ¡Estoy toda mojada!

Volteo para ver al rey, y noto como ya había conseguido lo que quería su pantalón dejaba ver su visible excitación.

—La fiesta se terminó todos váyanse — Declara el rey llevándome a su habitación. Se sentía igual que cuando trabajaba, veo a Christie haciéndole una seña, había pasado 5 horas desde que había dejado a Riddle por lo que esperaba que estuviera mejor, nos vamos a su habitación donde tras cerrada, me pone contra un mueble, para irme desabrochando el corsé, pone una mano en mi cuello, y con la otra jala los hilos para dejar descubierta mi espalda la llenaba de besos y unas cuantas mordidas, presiona mi cara contra la pared mientras me retira todo por completo, solo quedo en ropa interior, lo bueno que había retirado la muslera, me volteo para quitar su camisa e ir a su parte de abajo, se escucha el ruido en el exterior.

—¿Qué es eso? — Se estaba comenzando a dar cuenta, tomo su miembro y lo meto a mi boca provocando un espasmo.

—Está conmigo majestad... No tiene permitido estar al pendiente de otras cosas — Comienzo a moverlo de arriba abajo haciendo que lance ruidos para que no escuche el exterior, aun en ropa interior me subo poniendo mis piernas a sus lados, pongo una mano en su pecho mirándolo fijamente.

Ni puta idea tenia de lo que estaba pasado, paso mis manos por mi cabello escuchando los pasos hacia nosotros, toco la daga de loto, mientras veo a Riddle por la puerta.

—Pagaras por tus pecados...

—¿Qué? — Me pregunta confundido y de un rápido movimiento entierro la daga en su clavícula. Provocando un grito que podría jurar que alerto a todos los que aún quedaban en pie, la puerta abierta dejaba ver la revolución que se estaba llevando, me arroja al piso con fuerza, pero Riddle lo aleja con su espada —. Maldita perra.

—Ezequiel del Norte, hijo de Jacqueline y Emmanuel North. Se le condena por el crimen de traición a la corona agravado su castigo es la cabeza — Me levanto poniéndome una bata que estaba a la mano para cubrirme por completo.

—Te pude haber dado riqueza, poder, todo lo que quieras lo hubiéramos compartido Vanessa — Me dice aún sin poder sacar la daga de su clavícula.

—Sonaba muy atractivo, hasta el momento en donde pensó que mataría al príncipe Riddle por usted — Me acerco sonriendo, habían llegado más caballeros aliados para someterlo por completo, estaba de rodillas como vil rata, me acerco a su oído —. Prefiero el trono de Briedfield para mi sola...

Saco la daga de una provocando un grito aún más fuerte, Riddle me mira y le asiento, solo veo como le leen sus derechos una vez más antes de cortar su cabeza, sonaba demasiado asqueroso y más por el tiempo en que su cuerpo callo, todos en la habitación gritaban victoria, por fin volvería a casa, Riddle me da un abrazo mientras uno de los caballeros junta la cabeza del rey para mandarla de regalo a nuestro emperador, estaba realmente asqueada, y cansada, la noche se me hizo eterna y más porque todos los criados serian mandados a la orca por cooperar con la corona. Ninguno mostraba arrepentimiento aparente más que soberbia.

Me regreso con Riddle a la biblioteca para descansar mientras los demás se quedan destruyendo cada alegoría al rey Ezequiel y a sus hijos quienes no tardaban en venir sin saber lo que les esperaba.

—¿Cómo te sientes? — Me pregunta sin mirarme.

—Solo estoy cansada, no he dormido mucho.... Las pesadillas — Antes era incapaz de pensar que tenía pesadillas, me levanto hacia él —. Perdóname por dispararte.

—Tenías que ganarte el favor de su majestad de alguna manera no te preocupes — Me dice sin mirarme, seguía sin cruzarme la mirada.

—Lo hice porque había caballeros que te iban a matar — Le digo tomando su mano, pero su mano queda extendida.

—Mejor para ti ¿No? — Me mira molesto —. Estoy harto de ser tu títere, me quieres, pero me alejas, me alejo, pero dices que me amas ¿Qué quieres de mí?

—No sería capaz de matarte — Le digo mientras mis lagrimas comienzan a brotar —. Tú crees que sí, pero te juro que no, no te mataría.

—Pero mataste lo que sentía por ti ese maldito día en el que me disparaste y dijiste que no me amabas — Comenzábamos a gritar.

—¡Quería protegerte! — Le digo sentándolo, pues se había levantado.

—Puedes protegerme de todo el mundo si eso te dará satisfacción, pero no puedes protegerme de tu maldita irresponsabilidad afectiva — Me había quedado en blanco —. Harías todo por llegar al trono, porque eres codiciosa, ambiciosa y eso estaba bien al principio, pero ahora no se quién eres, ya no era ni siquiera la mitad de la persona que eras en el pasado. No te reconozco.

El carruaje se detiene y limpio mis lágrimas, para irme a recostar compartíamos habitación al llegar se acuesta de espaldas hacía mí.

—¿Aún me amas?... — Le pregunto.

—Con qué derecho... — Esa respuesta había bastado, pensaba que me iba a entender, pero no era así, me acuesto dándole la espalda, para comenzar a llorar nuevamente, solo quería llorar, sentía el pecho pesado, y la nariz llena, cierro los ojos, pero se abren tras escuchar la puerta cerrarse de un portazo, me había dejado sola otra vez...  

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